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Xavier Villaurrutia

Tema en 'Biblioteca de Poetas consagrados en verso libre' comenzado por lluvia de enero, 13 de Mayo de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 1257

  1. lluvia de enero

    lluvia de enero Simplemente mujer

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    Xavier Villaurrutia (Ciudad de México, 1903 - 1950) Escritor mexicano. Alumno del Colegio Francés y de la Escuela Nacional Preparatoria, abandonó muy pronto los estudios de jurisprudencia para consagrarse por entero a la literatura. Junto con otros intelectuales mexicanos fundó las revistas Ulises (1927), cuyo nombre es un homenaje de admiración al escritor irlandés James Joyce, y Contemporáneos (1928), que marcó un hito fundamental en el panorama de la literatura mexicana al aglutinar a un grupo de magníficos poetas comprometidos en una tarea de depuración lingüística y de apertura y renovación del quehacer poético.
    En este marco se inscriben los versos de sus Nocturnos, publicados en 1933 en el poemario Nostalgia de la muerte, que recurren a la ensoñación, a un mundo onírico en el que el autor da libre curso a sus interrogaciones existenciales, un universo móvil y cambiante, cuya ambigüedad es puesta de relieve, y magníficamente, por un juego de palabras, caro al estilo del poeta cuando utiliza el doble valor del vocablo como sustantivo y como forma verbal.
    En su visión de la muerte se percibe el concepto calderoniano de "la vida es sueño", concibiendo el tránsito final como un despertar. El tema de la muerte, tan propio de toda la literatura castellana, cantado con severo ascetismo temeroso por Jorge Manrique, adquiere en Villaurrutia una expresión inusitada, con frecuentes imágenes de cuerpos vacíos y de sombras humanas, de genios que sueñan que son hombres.

    Su poesía otorga una indiscutible importancia, una sugerente función inspiradora, al principio del error freudiano y a la técnica, utilizada ya por los surrealistas, de la inconsciente asociación de ideas potenciada por un mismo fonema, que alude a planos muy distintos de la experiencia. La palabra adquiere así un carácter casi fantasmagórico, que actúa como un espejo donde el poeta se ve siempre devuelto a sí mismo en un insatisfactorio vaivén lleno de ansiedad, revelador de una carencia que es la propia esencia del vivir y que sólo puede concluir con la muerte. Su breve obra poética, que los estudiosos consideran la parte más perdurable de su labor, se completa con Décima muerte y otros poemas, donde Villaurrutia contempla desesperanzado la nada que le acecha, y Cantos a la primavera y otros poemas, publicados póstumamente, en los que parece brillar cierta esperanza de trascendencia, una salida humana a la soledad y la muerte.

    Datos biográficos extraídos de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/v/villaurrutia.htm

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    NOCTURNO EN QUE NADA SE OYE


    En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
    sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
    en esta soledad sin paredes
    al tiempo que huyeron los ángulos
    en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
    para salir en un momento tan lento
    en un interminable descenso
    sin brazos que tender
    sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisible
    sin más que una mirada y una voz
    que no recuerdan haber salido de ojos y labios
    ¿qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
    Y mi voz ya no es mía
    dentro del agua que no moja
    dentro del aire de vidrio
    dentro del fuego lívido que corta como el grito
    Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
    cae mi voz
    y mi voz que madura
    y mi voz quemadura
    y mi bosque madura
    y mi voz quema dura
    como el hielo de vidrio
    como el grito de hielo
    aquí en el caracol de la oreja
    el latido de un mar en el que no sé nada
    en el que no se nada
    porque he dejado pies y brazos en la orilla
    siento caer fuera de mí la red de mis nervios
    mas huye todo como el pez que se da cuenta
    hasta ciento en el pulso de mis sienes
    muda telegrafía a la que nadie responde
    porque el sueño y la muerte nada tienen ya que decirse.​



    ***************​


    CUANDO LA TARDE...


    Ya se alivia el alma mía
    trémula y amarilla;
    ya recibe la unción apasionada
    de tu mano... Y la fría
    rigidez de mi frente
    dulcemente entibiada
    ya se siente...
    Yo no sé si mi mal indefinido
    se decolora o se desviste,
    pero ya no hace ruido.
    Yo no sé si la luz que todo anega,
    o el latido leal que te apresura
    en mis sienes, o el ansia prematura,
    inunda las pupilas y las ciega.
    Qué conmovida está mi boca,
    e inconforme.
    Y distinto mi cuerpo
    a la distinta llama de tu sangre.
    Y mi sed ulterior acaso es poca.
    Siento una languidez, y un desvaído
    cansancio, casi de relato
    pueril... Me siento como
    en el claroscuro envejecido
    de un melancólico retrato...


    ***************​
     
    #1

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