XLI En el claustro materno

En el claustro materno
no distingo las noches de los días;
un embarazo eterno
amenaza el comienzo de mi vida.

He bajado mil veces al infierno,
y en sus aguas ardientes y baldías
he nadado sin rumbo ni gobierno
buscando siempre a ciegas la salida.

Famélicas jaurías
de buitres y de harpías
apostaron su suerte tras el rastro
de unas ubres turgentes y lechosas
que fecundan la tierra prometida
donde siembran los hombres agonías
y gusanos que alumbren mariposas.

Es la frágil placenta de alabastro
prolífico crisol
que trasluce las luces nebulosas
de los faros que guían mi partida,
pero también es tarro de formol
donde guardan las madres, pesarosas,
su preñez malograda y malparida.

 

Interesante
y doloroso escrito,
nunca pensé
que se estaba
seguro en el útero
de la vida.
Saludos Caballero.​

 

En el utero de alambre a salvo en un mar de calma de los dardos de la muerte... Un gusto

 

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Ucronico
muchas cosas para dar vuelo a la imaginación, parecería que el claustro materno
es el mejor lugar para el feto, pero una vez fuera el retornar al mismo -metafóricamente-
si bien tendría una parte emocional que proporciona seguridad, también sería una situación
que nos produce incomodidad...tristeza.... y afuera hay tanto mundo por enfrentar...pueden
ser los infiernos, pero también los paraísos....temo que no entendí bien tus letras pero
me han gustado
Estrellitas y cariños
Ana[/font][/font]