¿Y, ahora, dónde están las palabras que me dijistes una vez?

“¿Y, ahora, dónde están las palabras que me dijiste una vez? “, canta Carlos Tarque, con M-CLAN, el clan de los murciélago —no de los murciégalos…—, en Memorias de un Espantapájaros; yo, también, quisiera saberlo. ¿A dónde van las palabras que se dicen? Se dice, Verba volant, scripta manent, es decir, las palabras vuelan, los escritos permanecen, y aun así tampoco. También, esa frase, como debió ser en el pasado, en voz alta al viento está en su libertad, y llega a todos los corazones; en cambio, lo escrito está muerto y puede no significar nada, el olvido, la epifanía del olvido. Todo tiene su punto, y su contrapunto. Dialéctica griega, que hacía Platón.

Decir, como escribir, entraña una faceta, ilusoriamente, dividida, o eso parece; y no es así, hasta cierta punto: una frase escrita es diferente, a lo que se escribe, pero tampoco. Decía F. Nietzsche que las palabras son metáforas; y yo lo veo igual. Son diferentes, metáfora, pero la metáfora también es una parte de la verdad, e incluso superior a veces, mientras otras, sobrepasa su umbral, de la realidad, y deja de ser lo que debería ser.


¿Cuántas cosas se han dicho, escrito y pensado —Y ahí son muchas…—? Posiblemente, se habrán volado miles de palabras; volándose las hojas del árbol de la Ciencia, del bien y del mal —Sí, en un mismo árbol hay las dos cosas; como en la vida, que es subjetividad total, que es bien y mal, sin contradicción, y una completa broma de contrarios que son lo mismo, pero no lo son, como una misma acción puede crear risa o llanto—, en ese otoño, van huyendo y muriendo en el suelo, demacradas, pero siempre, alguna, como por divina gracia, entra en un rincón oscuro, cerrado o que permite quedarla, por ser fugitiva del viento.

Sí, son muchas. No cuentes porque es imposible contarlas. Las matemáticas de la realidad no sirven; que las matemáticas son, también, simples metáforas; los números engullen lo homogéneo, las palabras se disuelven en lo heterogéneo, aunque no puedan llegar a distanciarse de la metáfora, no llegar a ser la propia realidad heterogénea. Las palabras son esclavas de nuestro mundo.


A mí, como a Juan Ramón, nos encanta desnudar las palabras: como se desnuda a una mujer, decía el autor. Los hombres, sin lugar a dudas, están enclavados, engullidos, como la misma palabra del hombre, por ésta; son, para comunicarse entre ellos, sus esclavos; sin ellas, no se podría entender muchas cosas que no podemos sentir sin haberlas visto, y, aun así…, estamos ante el mismo asunto, son metáforas, que para cada uno son un reflejo difuminado. Una frase puede herir o hacer amar a dos personas con tal consistencia, que no sabemos, de verdad, cuál poder tiene. Una simple metáfora.

La palabra es mágica, como lo es un espectáculo de un mago; no son mágicas, las dos cosas, por ser sobrenatural, sino por lo que encierran en sí, sin saberlo, inconscientemente. Una cadencia, como lo es la música; como lo es ésta, un lenguaje sin palabras, es normal que las palabras sean eso, una cadencia léxica “más clara”. Y es que, como es la relación Hombre-Palabra, lo hay en todo, un UNO y un TODO, que decía Spinoza. Una parte dividida, separadora e individual, y otra parte unificadora y que nos relaciona, como las raíces de un árbol.


Si recuerdan… no sé, algo que se les pase por la cabeza. Les costará, pero si escuchan, ven, les relatan, algo que paso o que estuvo, o se relaciona con la acción, podrán ver esa secuencia que se les envolvía en la niebla con más claridad. Si empiezan, ya, a escudriñar, con lo de antes, u otros métodos, sentirán, cada vez más, como vienen. Las palabras volando, como esas hojas, sonando, al son del viento, y oirán, verán y sentirán ese pasado, en ese presente… Aunque no igual, pero vuelven, menos fuertes, pero vuelven.

Posiblemente, sea eso lo que intenta la historia, traer con una cadencia extraña de música, el pasado al presente, y del presente al futuro. Como dice George Orwell en 1984: Quien controla el pasado, controla el presente; quien controla el presente, controla el futuro. Por ello, las palabras son tan importantes; dirigen nuestro futuro, debemos sacar las pasadas palabras y moldearlas al presente, para llevarlas al futuro, como vuelven las hojas a renacer en primavera, nuevas, pero iguales que las anteriores, porque son hojas, diferentes, pero hojas. Las hojas de nuestras palabras, volando por el viento. En este otoño de nuestro mundo; es la niebla de las palabras. Habladas al viento que huye, como calladas en una hoja que se cae al suelo. Metáfora. Todas, de una forma u otra, se van.

 

la palabra es magica, y tiene sentido, comunica, tiene destino, creo que la palabra es y sera importante para todos en el idioma que sea, la palabra llega es como comunicar los sentidos, los sentimientos, (como dices es desnudar) es dejar claro en palabras, aunque se esta perdiendo la comunicacion porque le estamos quitando letras a las palabras ahora en lugar de decir te quiero solo abrevias T.Q.M, todo deja de tener sentido si la palabra no se expresa en su justa medida, me encanto leerte!! un beso y mis carinos

 

Las palabras son distintas percepciones de una misma realidad. Las palabras conllevan esencias de vida
y son manifestaciones de pensamientos ciertos e inciertos. Las palabras da igual que estén escritas, que estén plasmadas en fonemas, que sean gestualizadas, que sean visualizadas, siempre transmitirán comunicación o al menos ese intento. Las palabras son socializadoras y nos hacen contactar con todo lo que nos rodea. También con la palabra destruimos, la usamos como arma pacífica, arma que corrompe y arma desintegradora de la verdad. La palabra desnuda no existe porque todos la revestimos queriendo y sin querer.
Me encantó leerte, querido Samuel. Tú manejas la palabra de un modo que me encanta, nos llevas con ella a la reflexión para acercarnos a su identidad natural, apartando su artificialidad.
Besazos, estrellas y reputación merecida a tu excelente prosa.

 

Gracias a las dos. Un saludo de Samuel.

 

Interesantes líneas Samuel.

Gracias por compartirlas.

Un abrazo.

 

Gracias Cesar. Un saludo de Samuel.

 

La palabra perdurará siempre mi amigo...
me gustó mucho este escrito...
Saludos

 

Permanece más que el hombre que la escribió; pero dura por los que la recuerden...