Y mi mundo giraba sobre su decadente elegancia.

Cuando el principio
fue el final
de aquello que empezamos
pero no supimos como terminar
en la ludicez cálida
con que la decadencia
cegó nuestros ojos
entre copas de vino
y humo de cigarros
en calles desiertas
y en la madrugada muerta
con tu elegancia
a mi lado
gritando
su estupidez al mundo entero.


Desde aquella media sonrisa
con la que te burlabas
de todo lo que existe,
recitabas poemas
entre humo y música
arrastrando tus palabras
mientras yo moría por tus manos,
por tu perfumada piel,
cuando sentada en mi regazo
recitabas con tus labios
pegados a mi cuello
y tu lengua era
mi vida entera
y mi mundo giraba
sobre tu decadente elegancia.


Cuando el principio
fue el final
de aquello que empezamos
pero no supimos terminar
y entre cuadros de Iiris Van Dongen,
me mirabas
entre el humo y tus sílabas
susurradas
y entonces comprendí
el gran error
que fuimos para el universo
nosotros dos.



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Poema absolutamente recomendable por su calculada distribución de los momentos clave, su sensualidad y original belleza.

 

Gratas letras, muy bien enfiladas, puestas una a una.
Un edificio compacto con torres y gradas.
Saludos y estrellas.
Vicente
-Pasajero en el Elefante mágico-
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Gracias Luis y Vicente por leer y comentar.

Os leo.

Gracias.