Ya llega la noche y sus demonios...

Ya llega la noche y sus demonios, va cubriendo silenciosa los arboles y el suelo y el camino que lleva a mi alma, tu recuerdo adornado macabramente con una corona triste y azul, me mira desde lejos y el brillo que antaño iluminaba el porvenir se va desvaneciendo en la realidad inevitable, a mi espalda abrazando mi lánguida sombra veo mis antiguos demonios
Los recuerdo a cada uno de ellos, tal vez son más parte mía que la luz y la esperanza, porque hoy Lucifer nada es más parecido a mí que tus esbirros y a vos me entrego como el borracho que se hartó de las reuniones anónimas y toma la botella y la saborea en el silencio de un callejón oscuro mientras el mundo bulle a fuera.
Veo en el espejo un ser imperfecto y humano, muy humano, en mis ojos la tristeza se trago el brillo, pero no me veo tan despreciable, no soy tan bajo o tan poquito, soy lo que soy, en medio del universo, soy esto que llevo en el alma, la ilusión de un sentimiento, un cementerio de sueños, un crédulo.
La noche avanza indiferente, yo no le importo, como no le importa a la muerte la tristeza que deja atrás, mi corazón palpita, puedo escucharlo como el lamento de un moribundo que se despide a solas de su absurda existencia. Quiero dejar de sentir, el dolor es insoportable, comienza en mis huesos y traspasa mi alma.
La soledad que tantos temen se ve insuperablemente hermosa en esta noche, quiero en sus brazos perderme, igual que antes. Ella conoce el canto de los desgraciados, es la diosa que nadie adora, pero tiene amor para todos los hombres, a todos recibe, a todos vuelve. Su amor desinteresado cubre todo.
Que cálida me resultas hoy hermosa soledad, toma mi corazón y llévatelo, enciérralo en un lugar que nunca mis sueños encuentren, arrebata mi alma de su dueña y arráncale los ojos para que no pueda volver a ver el mito de la esperanza, susurra como antaño a mi oído las verdades de la vida, quítale el disfraz a la existencia y déjame verla sin alhajas y mentiras.
Yo quise olvidar lo que ya sabía, lo último que escupió la caja de Pandora es la peor de todas las maldiciones del hombre, esa proterva esperanza, ese consuelo que nos dan a beber los dioses, es la adrenalina que el sádico suministra al torturado para que la diversión continúe y continúe, hasta el fin de los tiempos.