Ya me muero...

Ya me muero...

Ha llegado el final del camino,
el misterio me aguarda adelante.
Con palabras sencillas termino,
la nostalgia me envuelve triunfante.

Fui testigo de un mundo muy bello,
salpicado por males horribles.
Mis memorias con pena hoy estrello
contra el muro de los imposibles.

Solo hice lo más que he podido,
incluyendo un tendal de omisiones.
Yo no creo en el tiempo perdido:
la quietud también tiene razones.

Mi historial se detiene en un punto;
inflexible cesar destinado.
Voy a ser sólo un cuerpo difunto
y el recuerdo del bien que he sembrado.

Mi familia, mis ciertos amigos,
sufrirán por mi culpa; lo siento.
Que estos dichos les sirvan de abrigos
ante el frío de ausencia violento.

Ya me muero y les dejo mis versos
para cuando deseen oírme.
Mi alma sube entre giros muy tersos,
¿con sonrisas podrán despedirme?...


Ariel Carrizo Pacheco​

 

¡Gracias Mariluz!: La siempre grata compañía de tus palabras, ahora matizadas por las del egregio José Martí, entibia mis costados de neblina.

¡Otro abrazo para ti!

 

¡Muchas gracias, querido amigo Epimeteo! Compromiso sellado: el 21 de marzo de 2085, a las 18, en el café Gijón del Paseo de los Recoletos, charlaremos de estos versos y de sus maravillosas décimas. Sé que seremos puntuales. ¡Un fuerte abrazo!

 

Lo mismo digo, la inmateria no ha de ser impedimento para ese encuentro.¡Un abrazo vencedor de distancias!

 

Sí es triste, pero se compensa con la alegría que me generan tus palabras, querida Lourdes, ¡un afectuoso saludo!