Yemas dormidas

Ya es noche y el cielo
se vistió de plomo
cerrado y siniestro
gélidos cristales
en los mil balcones
detienen inviernos.

Azotan furiosos
sacudiendo sombras
fantasmales vientos
las yemas dormidas
resisten la helada
aún no es su tiempo.

Día a día duermen
un sueño profundo
que parece eterno
pero ellas entienden
que muy pronto el sol
traerá el renuevo.

Pacientes esperan
pues saben que Febo
llegará en septiembre
son valiosas perlas
moradas o gualdas
y también muy verdes.

La lluvia de agosto
genera el milagro
la savia revive
y los nuevos brotes
al sol de septiembre
gozosos reciben.

Nacerán retoños
de las viejas plantas
con sus nuevos bríos
las simientes nuevas
que surcan los aires
renuevan el ciclo.

Y luego son árboles
aportando sombra
al ardiente estío
y entonces la vida
sonríe de nuevo
con sus nuevos hijos.

Ruben Edgardo Sánchez, 31 de agosto de 1991

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