Yo no soy tonto.

Ella está en bancarrota.
En la ruina. Su Universo explota.
Es una gallina de los huevos de oro. Mi tesoro...
Y yo la quiero; como a una mina de esmeraldas. De mi propiedad.


Poco a poco se despierta de su sueño de Morfeo.


No me pertenece. Lo asegura, y así, crece. Se está estirando frente a mí.
Se despeja. Asimila su Futuro. Y echa a caminar, después del desayuno.
Se aproxima a la laguna. Allí, se da un chapuzón.
Y la pierdo de vista. A otra cabaña vecina. Con otro hombre lanudo.


Es un cocinero experto, que hace turrón con bellotas y avellanas.


La echo de menos. Estoy de rodillas.
El crucifijo me arroja una hogaza de pan.
Me da de comer pollo asado. Ciruelas pasas e higos secos.
El cielo, abierto. Rasgo mi túnica. No me lo puede creer. Soltero, una vez más.


La virgen María rompe su quietud y monotonía, y me tira del pelo.





¡ Tenías que ser más machote !
Vigoroso y masculino, como el Mar.
Hiciste cálculos, porque el Amor es una entrega, mas no a ciegas.
Nunca debiste llamarla Estúpida.


Estúpida... Insípida. Sin sabor. Sin inteligencia. Sin discernimiento. Sin Sabiduría.


Me pongo a llorar...
Me bebo una infusión de manzanilla con miel de abejas.
El tiempo pasa, aquí, en mi choza, amargamente.
Vuelvo al huerto. Cultivo pimientos verdes, berenjenas y tomates. Hay un peral, también.


Sí, hay un peral.

 

Para las amarguras es bueno el dulce de la miel jeeee, yo si pienso que no debió menospreciarla, ahora solo le queda observarla de lejos en su laguna, así es el amor, un placer leerlo estimado poeta, cuanta creatividad tiene!! le dejo mis saludos cordiales

 

Muchas gracias, amiga. Aprecio su comentario. Es como un abrazo.