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Yo

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Pantematico, 25 de Agosto de 2022. Respuestas: 0 | Visitas: 209

  1. Pantematico

    Pantematico Amargo el ron y mi antipática simpatía.

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    Hacia un calor de los mil demonios, aunque nunca he visto tantos demonios juntos; llevaba dos horas caminando bajo un calor invernal que caía lentamente sobre la banqueta para subir después por mis pies. No podía más, me detuve en una miscelánea que me salió al paso y pedí una Coca-Cola bien fría. Bebí la mitad de un solo golpe. Fue el dulce dolor en la cabeza lo que me hizo regresar a la realidad inmediata. Salí con la botella en la mano para sentarme en el bordo de la acera y descansar los pies al ver pasar la gente. Ahí la vi. Tropezando con mis pies una mujer pelirroja se agacho y lanzo un gritito de asombro, quedo y sensual. Dijo: "lo siento mucho" con un acento de gringa aderezado con calo de barrio. Su vestido ajustado blanco de lunares color cielo y tirantes cruzados me recordaron algo, pero no sabia qué. -Discúlpame, no te vi, lamento haberte pisado - me dijo, le conteste con un lacónico "no pasa nada, es mi culpa por sentarme al paso de la gente", y le pedí perdón por tropezarla. Coquetamente me miro como reconociendo a alguien querido y comento lo fuerte del calor en estos días de febrero: el clima esta loco, me dijo al tiempo que se sentaba junto a mí y me guiñaba un ojo con cierto descaro; al sentarse dejo al descubierto como de casualidad sus piernas enfundadas en ajustadas mallas de seda blancas, rápidamente las oculto con su falda no sin dejar de mirarme con cierta picardía.
    - Vivo en el edificio de enfrente, en el departamento 16, ahí tengo algo más refrescante de beber, si gustas - pero no la oía, solamente la miraba alelado al tiempo que pensaba en lo ronco de su voz, que más que sensual, me parecía harto conocida, sin llegar a saber ni comprender que era eso familiar en ella que me hacia desconfiar; volvió a mostrar sus piernas, uno de sus ligueros sostenía una pequeña botella metálica, entro a la tienda, tomó un refresco del refrigerador, salió nuevamente, vertió un poco del contenido de la botella en su refresco y otro poco en el mío.
    - Anda, que no es nada malo, no te quiero envenenar, río animada.
    Paso su brazo por detrás de mis hombros, como viejos camaradas de otros tiempos, hablándome con una vieja confianza y yo sin recordar el porque de esa familiaridad. El colmo fue cuando pronuncio mi nombre sin que yo se lo hubiera mencionado - me conoce - pensé, tratando de recordar de donde conocía a mujer tan inquietante y bella. Seguro que la recordaría, y digo seguro, porque mi trato con las mujeres es muy limitado.
    Aquella confianza con que me hablaba, aunado con el extraño licor que en esos momentos llegaba a mi cabeza, rompieron todos los puntos de desconcierto que quedaban en mi. Acepte gustoso su invitación a "refrescarme". Pague los refrescos no sin antes darme cuenta de la manera tan rara en que me vio la dependienta del establecimiento, pero haciendo caso omiso a eso, subí con la pelirroja a su departamento (de la cual, aun no sabía su nombre, pues temía que al preguntárselo, se ofendiera y perdiera la oportunidad de estar con ella).
    El departamento era fresco, sencillo y de buen gusto, me sentó en un sofá en el que me hundí suavemente, se sentó junto a mi, botella en mano y sirvió mas del licor en un caballito que llevaba - Tequila - me dijo - me gusta tomarlo solo, pero si gustas, le pongo algo al tuyo para que no este tan fuerte - negué con la cabeza, no quería verme menos que una mujer a la hora de beber tequila, aunque yo sabia por otras experiencias que el tequila me emborrachaba casi de inmediato. Ella lo tomo todo de un solo trago y la imite sintiendo el ardor recorrer todo mi cuerpo desde la sangre hasta las uñas. El segundo trago ya no lo sentí, pues ella, hábilmente jugueteaba con mis cabellos, mordisqueando suavemente mis orejas y murmurando cosas que no entendía - Tanto tiempo pensando en ti, y mira como te vine a encontrar - te vi desde esta ventana cuando pediste tu refresco y te reconocí de inmediato, soñé tanto con este momento - me dijo entre susurros. Me sentí alagado, pues a pesar de no recordarla, el que una mujer me recordara me hacia sentir deseado y me excitaba sobremanera.
    Toque lentamente el suave de la seda en sus piernas, desvistiéndolas, bese aquella boca pintarrajeada de rojo, raspando mis manos en sus mejillas, y dejándome llevar por el momento. La erección fue inmediata, feroz y dura como un depredador cruel. Ella lo aprovecho y con maestría se acerco aleteando a mi hombría, ya como cisne, ya como gato jugando con un ratón. Una vorágine cedió y arrastro consigo todos los minutos posibles, todos los instantes se fundieron en un solo segundo fugaz y un destello aterrador rasgo mi mirada y me perdí en una oscuridad placentera.
    Perdido desperté, pero ya no la vi. No vi a nadie. El departamento no estaba, solo una vieja construcción en ruinas, arrumbada de polvo y suciedad. Graffitis en las paredes indicaban los dueños de aquel lugar. Me asome por la ventana a la cual le faltaban los vidrios y medio tapiada con tablones de madera. Atardecía y con ello la calle se pintaba de nuevos colores, pero la calle era la misma, ahí estaba la misma miscelánea donde tome el refresco con ella, era el mismo lugar, la misma ventana, pero no lo era en realidad. Recordaba el camino cuando llegue a su departamento, pero ahora al salir, no recordé nada. En la vieja puerta apenas se notaba, escondido entre las pintarrajeadas tablas el numero 16. Salí a la calle, pregunte en los establecimientos cercanos, pero en todos me dijeron que ese edificio pronto seria demolido, que salvo los mal vivientes y niños de la calle, en el no vivía nadie más. Ninguno me pudo dar razón de la mujer pelirroja con voz ronca, pues nadie parecía conocerla. Entre nuevamente en la miscelánea y la dependienta pareció reconocerme, le pedí unos cigarros y le pregunte si recordaba a la mujer con la que me fui de ahí en la mañana. No la recordaba, se acordó de mí porque dice que estaba hablando solo, que además pague dos refrescos, pero solo me tome uno y deje el otro destapado encima del mostrador.
    Estaba a punto de volverme loco, cuando mire hacia la ventana del número 16 del edificio abandonado. Ahí estaba ella. Me hizo un guiño desde la profunda oscuridad de sus ojos, se quito la peluca pelirroja, y su rostro, -que ahora sin peluca y maquillaje era el mío-, me arrojo un beso desde donde estaba y cerró la ventana.
     
    #1

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