1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Miro las hojas caer sobre la tierra desnuda,
    sus destellos peregrinan por las fotos
    de nuestra nostalgia, desnudando amores,
    volando sobre valles donde mis ansias florecen
    entre sinsabores con pedigrí
    en una oquedad de labios secos.

    Siento tu amor convaleciente
    volando a los bordes mágicos
    donde la noche se entrega,
    entre rutilantes espasmos de pared
    gritando en momentos de angustia,
    en lomas de estío temprano
    donde el ardor suave del sol declina
    en cuevas ocultas donde florece la vida.

    Cansado de ver espuma en la fruta prohibida,
    manada sobre el pecado donde repta la serpiente,
    entre el manzano rodeado de falacias tormentosas,
    enfoques de pupila extraviados
    en laberintos en un jardín sin dueño,
    salto al abismo
    de la monstruosidad que presides
    sacudiendo las raíces donde la tempestad
    se vuelve molino que orada la simiente
    donde picotean las ánimas iracundas.

    Percibo tu angustia,
    ávida de visualizar explosiones de arcoíris
    en abanicos gigantes
    construyendo una mansión en los torbellinos,
    donde descansa este infierno
    de espejos perversos
    a través de montañas dirigidas a tu cielo.

    Cuando vas sin atuendo,
    y desnudas tu esencia de alberca de sal,
    metáfora abierta en ojos cerrados,
    caminando por baches ocultos
    esos donde el cisne socava la escarcha
    en tu ávida boca donde se desteje la noche
    en tu maremoto de claridad incierta
    mis pupilas extraviadas se iluminan con
    aquello que me libera y te pertenece.

    En esos momentos donde planeo
    sobre tu pliegue en fauna de ilusiones
    con brillo que enciende la estrella
    en un océano lleno de sueños
    donde mi mundo se desdibuja
    llenando tu existencia de aquello
    que me eleva hacia el cielo.


  2. Te busco en una mota de polvo
    en un otoño de crepúsculos alborotados
    extendidos en una noche donde termina la ternura
    sobre un mar de sombríos sueños
    ensartados en la guerra de un corazón enamorado.

    Ciego de promesas protegidas
    por los acantilados vagan las sombras
    de un corazón golpeado por la fortuna
    de un mar sin olvido.

    Me retiro hacia un bosque inmenso
    donde las llamas son los destellos
    de lo imposible,
    la blancura sedienta de la magnolia.

    Salgo de lo que he vivido
    imprudentes símbolos desgastados
    en la dualidad alma y ceniza, tristeza y canto
    bajo un cielo desnudo.

    En el borde de un naufragio
    surge el temblor de la niebla
    exigente luz llena de prado.

    ©José Valverde Yuste
    A Zulma Martínez le gusta esto.


  3. En el rostro ambarino de la tarde
    reposa mi amor,
    recuerdos vestidos con pétalos
    que no envejecen, solo aguardan al viento
    que les devuelva su esencia
    bajo un cielo que no respira
    defraudado y triste.

    Su aroma pervive sobre llanuras
    de labios mudos, sin travesía, llenos de fríos ojos
    donde muere el deseo en la orilla,
    en ese lugar se transforma la indefensa ola
    en brazo abandonado.

    Quiero enredarme de nuevo
    en la lisa corteza de los abetos,
    en las ubres de las circunferencias
    sobre aquel tiempo de promesas vagabundas
    en la proa de los malecones.

    Garganta de ingenuo margen
    vibra donde no hay caminos
    ni límites en los bordes de la hoguera
    al igual que cuando éramos adolescentes
    se escapaba el aroma de los besos
    entre la libertad del viento.

    Promesas vagabundas en el desnudo
    de la estrella que brilla en tu pecho
    esperando el temblor de la dunas de tu mirada,
    lince en el fuego del trueno,
    cuando me abrazas bajo los luceros
    y se desliza la magia ante la desnudez
    de lo indefenso.

    Amor que se viste de primavera
    en la bahía donde las olas rugen
    surcando las venas de las pasiones
    como sombras secas de rosas
    en las páginas de un libro.

    Rincón oscuro en el camino secreto,
    ese que te envuelve con los deseos
    de los truenos cuando la lluvia
    pernocta en el lienzo sin mediar palabra.

    ©José Valverde Yuste


  4. Llegas pisando mis sueños
    borrando las huellas del sol
    con recelo a la hierba
    donde el rocío te acaricia
    en la sombra huérfana.

    Eres flor de pradera
    que galopa sobre suaves colinas
    que se elevan como musas
    marcando el compás en mi vientre
    donde despierta mi mundo
    encendiendo el cielo con juego de luces.

    En el aire, las sílfides del tiempo,
    acarician el mar de tus ojos, profundos,
    brillantes como pétalos tiernos
    navegando en un mar de colores,
    con olor a hogaza, en ese punto
    donde se evaporan los bordes del deseo.

    Cualquiera de mis poros
    puede tocar los rayos de tu luz,
    caricia de momento sublime
    donde los límites del vigor son árboles
    con deseos ingobernables
    en el otro lado del Edén,
    allí, la serpiente no existe.

    ©José Valverde Yuste



  5. Ya no calla el poema entre mis dedos
    ni se calma el silencio con el canto,
    es una estación efímera,
    un desconsuelo incontrolado
    ese instante lleno de muertos en la tinta.

    Esos días largos, vacíos,
    que convulsionan en un ataúd sin anclaje,
    los suburbios del subsuelo
    gritando al papel ennegrecido,
    iracundo en mi pensar, solitario,
    lleno de árboles, sin raíces,
    con ríos sin afluentes.

    Peregrinaje hacia la opacidad del pensamiento,
    gris estancia de palabras encarceladas
    dónde reposa la lucidez
    en una cama llena de estalactitas.

    Desencuentros entre palabras
    que borran la tierra de las manos
    usurpando lo experimentado en años de hambre.

    Excavando en los anales de la memoria,
    sucumbiendo a los resquicios
    cuando la inspiración era juez y ley, sombra y luz
    en este desierto donde ni el alba quiere vivir.


  6. Veo un lienzo ambarino
    donde el sol va a expirar,
    la luz se hace densa
    apenas esboza un suspiro
    en esta tumba que no enmudece.

    La brisa salada inunda el corazón
    de la sombra que se alarga,
    un momento efímero
    viene a ponerle su máscara
    diluyéndola en la niebla del tiempo.

    Un brazo de sueño,
    sin prisa le besa la piel,
    tras el velo brotan semillas de sangre estilizadas,
    la muerte del día deja una huella
    que muere al instante.

    Mano piadosa que anida la despedida
    quizás los bastoncillos la liberen del olvido
    por encima de los rayos entristecidos
    que deja la hora,
    cuando la tarde sueña
    con la declinación que las palabras
    no saben conjugar y llora.


    ©José Valverde Yuste


  7. Aquella niebla oculta
    que levanta al día
    no habla de silencios
    ni palabras apretujadas
    que vigilan al viento.

    Llama a la luz de la sombra,
    al epitafio no escrito
    entre inundaciones de alma
    que al fuego purifica
    extinguiendo cielos
    que crujen ante nuestros ojos.

    Soliloquio de alto verbo
    entre nupcias y desavenencias
    regresaré al fulgor
    buscando en sus lenguas mi verdad.

    Me disipo entre sus brazos
    y con la fuerza que el crisol me ha dado
    este cuerpo de tierra alumbrado
    vuela majestuoso hasta que florezcan
    las manos frías, la aurora de la nueva voz.

    ©José Valverde Yuste


  8. Bajo un cielo que llora contemplo el mar
    percibo titilantes abrazos de un aroma a zulo
    que despierta con la brisa marina
    sin encender aún la luz que calienta la aurora.

    Bebedor de niebla y sombras
    me envuelve el manto de cristal
    cuando se enciende la llama que sangra
    y me atrapa la mañana sin risa.

    Místico insaciable
    busco otras verdades en la oscuridad,
    en cada sorbo de crepúsculo
    que me absorbe con su puerta abierta
    de bastardos disfraces
    que ansía hallar la respuesta al existir.

    ¿Qué hay en la otra sombra?
    Me envenena el aroma
    a flores huérfanas
    cuando buscan el consuelo
    ávidas de caricias en amaneceres
    de clamor silencioso
    llenos de ventanas sin resquicio.

    Antes de ver la luz,
    en este caótico mundo
    de soledades prescritas
    me desnudo ante el eterno invierno
    que ha de llegar con su luz oculta.

    ©José Valverde Yuste
    A Zulma Martínez le gusta esto.


  9. Fue el viento
    el que acercó mi mano a la tuya,
    alucinado por tu cercanía
    mi boca quedó atrapada en tus comisuras.

    Era la primera vez, sin aviso
    mis sentidos se entregaron a ti.
    Al rozar tu piel de beso,
    fueron fluyendo mis ráfagas virginales,
    el pergamino de mi espalda
    tembló desde la frontera de las arenas
    hasta donde se escapa el agua.

    Con la complicidad de las miradas
    bebimos el néctar de un sueño real,
    la entrega fue una tormenta de paraíso
    y el caudal, un santuario que detuvo al tiempo.

    Recuerdo como el sol se filtró tras ese árbol,
    nos inclinamos sobre una ola
    cuya alma era una fuente
    y allí esperamos el regreso de la marea,
    el agudo filo de la luz naciente.

    ©José Valverde Yuste
    A luna roja y Bernardo de Valbuena les gusta esto.



  10. Eres la mañana dibujando
    sobre mi rostro la felicidad,
    el ave que trae el mensaje
    en su vestido de plumas
    a través del cristal de mi ventana.

    La belleza nocturna de ese paisaje
    lleno de latidos acelerados,
    tu corazón son las ondas del lago
    donde me baño cada noche,
    respiro el olor de tu piel
    desatando los nudos del silencio.

    Siento que abrazas mi sueño,
    me entregas los pliegues de un mundo
    que es lienzo de mar,
    verso libre que empequeñece
    el grito bajo tu vientre.

    De tus contracciones,
    palpo con mi razón tus sentimientos,
    cuando soy agua saciada de tu sal
    no hay hormigón en la calle
    sólo esperanza en la cicatriz que hay
    al ras de tus piernas.

    Ámame sin mirar mi anatomía,
    mírate en mi espejo
    desnúdate y te regaré con mi escarcha,
    rasga el lado más salvaje de mi sensibilidad.

    El tiempo se detiene en ese instante,
    navegando por la galaxia
    nos consumimos lentamente
    como las ascuas del brasero
    duermen bajo la ceniza.

    Un gas sin rastro , sin partículas,
    somos el latido del aliento,
    la mirada de un mar sin dueños.

    ©José Valverde Yuste

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    A Pi-Radianes, Rosa Reeder y malco les gusta esto.



  11. Tengo sed de vientos limpios,
    de labios angostados sobre los míos,
    que pidan savia de néctar aún no creada,
    la esencia desnuda del amor
    en los bordes de la otra orilla.

    Hambre de equinoccios desnudos
    en nubes pasajeras,
    aire nutriendo aquello que vierte la luz
    sobre tinieblas de escarchas aún mustias.

    Más pienso que la montaña
    bajará pronto al campo,
    al caudal ebrio, a las hojas pudorosas,
    al grito solitario antes que nazca la vida
    llena de guirnaldas.

    He visto en ti la desnudez de las olas
    bajo un cielo que arde sin piedad,
    la promesa del sol quemando
    el aliento de la arena, los caminos
    que me guían perderse en autopistas
    con curvas delicadas.

    He visto el fuego de la carne preciso,
    la rosa complacer en su más absoluta entrega,
    las horas con ojos radiantes
    cuando me arrojo al hombro que me abraza
    y se abre la luz que necesito,
    sobre manos llenas de flor amanece el día.

    ©José Valverde Yuste

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    A Rosa Reeder le gusta esto.


  12. En la noche,
    ese espacio tuyo y mío,
    me abrazo a tus caricias
    al placer sin acertijos
    donde tus sueños se ocultan
    con ropas de seda
    en una frontera móvil.

    Te guío por caminos perversos,
    esclavizo tu corazón de gaviota
    en un claro del bosque,
    el aire es espeso
    y, aunque no brote el sudor,
    de tus hambrientas pupilas
    sale la brisa que me acompaña,
    es un barco navegando
    bajo el encanto de tu bahía.

    Mariposa mía, desfilas por una calle
    donde la flor es el nervio de una ola,
    te desnudan las sombras
    bajo la luz de la luna
    en un molino vagabundo
    atravesado por un arroyo
    donde lo tangible reside en el aura.

    Eres la sonrisa de la buena hierba
    cuando caminas descalza
    a lomos de un campo sediento
    una punta de aguja
    transita por tus galaxias
    en líneas rectas sin esquinas.

    ©José Valverde Yuste
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  13. Lo buscas donde el sol no llega
    y los oídos se sonrojan
    buscando la lívido de un suspiro volátil
    que eclipsa la huella oprimida
    de la luz que deja el gemido.

    Ojos de longitud de onda estrecha,
    magnificencia de deseos arrastrados,
    sonriente haz de rayo
    que buscas tras lo oculto
    las letras exactas del nombre
    que lo alimenta.

    Candor vestido con velo de inocencia
    en un alma transparente y densa
    aún no corrompida en su pureza
    de Edén.

    Fugazmente lo encuentras
    y aparece en una flor
    llena de aurora
    entre nubes de bordes sedientos
    vestidas por corolas de complaciente brillo:
    eyaculadas, hambrientas,
    suspendidas en llamas, sin flagelos.

    ©José Valverde Yuste
    A bristy le gusta esto.


  14. En jaula de cristal transpira el sol,
    su esencia se escapa pura y radiante,
    luz quemada que marchita el presente,
    un universo entero en su corola encierra.

    Un sol inclemente,
    un ardiente rosario en la hoguera del ser,
    la carne se quiebra en esta geometría inclinada
    de líneas curvas, sin conciencia lúcida.

    En la ventana, un poniente
    que enciende la soledad,
    un espejismo en la apariencia pura
    de un torbellino,
    eco rojo de un día que se ausenta,
    un abismo que busca un significado
    en la luz efímera.

    Una voz plegada en cada arruga
    del día, albor que en el cielo se extiende,
    nos atan cadenas a una agonía sin límite.

    Los poros lloran con su lenguaje antiguo,
    la piel se abre al sol que besa,
    un horno de furia desmedida
    se funde y se quiebra, en esta fragua
    con el yo descompuesto.

    El levante apagará esta llama voraz
    o me dejará en cenizas,
    impávido, ausente,
    con el túnel lleno de sombras.

    ©José Valverde Yuste

    El terral es un viento muy cálido, típico de Málaga, que viene del interior y que eleva las temperaturas hasta los 40 grados centígrados.
    A Poeta en Silencio le gusta esto.


  15. Yo sé que puedes amarme
    con la brisa rozando nuestros labios,
    tus yemas de tela de araña prendiendo
    el dulce deseo disuelto
    en el éter de los besos helados.

    Nos separa un suspirar, un breve espacio,
    tus manos me acarician,
    como un guante a un sueño de tacto,
    como la sed acaricia a las tormentas,
    de breve espacio, en segundos,
    cuando la pluma desciende en rayo a la deriva.

    En la noche, tus deseos besan al sueño,
    el paisaje de tu cuerpo flota en el mío,
    fruto de cerezo en flor, ráfaga de susurros
    sonando en el pabellón
    donde el aire se vuelve gemido.

    Hundo la mano
    en el génesis que en ti navega,
    cierras la puerta y abres el portal
    al umbral del anhelo,
    ese paisaje de bosque en llamas,
    sediento está de mi carne,
    y yo, huidizo, le ofrezco la semilla oculta
    entre tus contornos y mi borde.

    Se alzan al cielo las nubes
    en un breve espacio de suspiros.
    la noche me azota
    anclado en esta tierra desnuda,
    siento el ardor de tu vital presencia,
    la vida misma que a mi tacto responde.

    Tus ramas se expanden en mi corazón,
    un paraíso fértil donde la tempestad
    se amamanta del dulce Edén,
    el amor vence al cansancio y al hastío,
    floreciendo como las amapolas
    cuando son humedecidas.



    ©José Valverde Yuste
    A bristy y Zulma Martínez les gusta esto.