1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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    Cuando te vi, mis pestañas
    cayeron del Kilimanjaro, mis manos
    se ahuecan,
    un sudor frío entrando en mi cuerpo,
    me eriza, cómo si las espinas
    nacieran de mí.

    Una corriente extraña,
    un ser que me destruye,
    me convierte en rayo,
    una verdad iluminada
    por la llama de la pasión
    en cualquier esquina,
    en alguna parte olvidada.

    Nostalgia y melancolía
    de una melodía
    que circula por la sangre,
    esbeltez de un tiempo,
    de una época, bebida
    en copas de buen vino,
    una delicia enmohecida
    en una botella traslúcida.

    Manjares de mi mente,
    medusas en mis labios,
    ostracismo de lo inerte,
    bendición en lo lascivo;
    corriente que me recorre
    como el rayo de la noche.

    Bendiciones que estallan,
    piernas temblorosas, bailando felices
    como el corazón,
    cuando se duerme y sueña
    y cuando sueña, se convierte en poesía.
    A Ana Fabiana le gusta esto.
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    Siempre las mismas notas,
    los mismos recuerdos,
    sofocante calor, frío invierno.

    Árboles desnudos, otoño inmundo
    árboles vivos, con su capa de primavera
    y su colorido de feria.

    Por las mañanas
    cuando el pájaro canta
    aún con la oscuridad dentro de la noche,
    salíamos a faenar al campo.

    En verano tocaba magrear las cepas,
    moverlas con tanto esmero
    que parecían tus amantes,
    arrancándoles de su alma,
    a su hijo, el racimo de uvas
    tersas y dulces como tus labios, cielo.

    Esos cuerpos deshechos de no dormir,
    curtidos como la roca del viento,
    de la lluvia, lamentos y quejidos del día,
    que iba viniendo lentamente
    pero inexorable hacia nosotros.

    El tiempo de oasis secos
    tormentas sedientas
    pasó por mi envenenado
    corazón de espinas sin flores,
    el río que baja mansamente
    se llevó la inmundicia
    que cabalgaba por mis venas,
    me asía a la estaca atado sin reacción,
    era un pájaro sin alas.


    Ahora sobre aguas mansas
    transcurre el barco de mi vida
    Sin oleajes, ni marejadas,
    ni mares gruesas, revueltas ansiedades prescritas.

    Como el viento se lleva
    los nubarrones negros,
    ese agua limpió los peajes de mi autopista,
    y hoy aparece ante mí, la luz
    esplendorosa de la vida.
    A Alde le gusta esto.
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    A veces me siento viento
    otras ni siquiera soy lamento,
    escurriendo mis pensamientos
    en este valle de frescura hiriente
    camino al atardecer
    cuando ya no hay duendes
    solo encinas amargadas de no tener clientes.

    A veces soy sol y otras sombra,
    me apego a las paredes blancas
    ellas me hablan de mi pasado
    de mi humor blanquecino
    de mis miedos a lo absurdo
    de mi condición de fragancia
    en este columpio donde voy de un lado a otro.

    Soy tejado, espanto al sol
    o soy flor y me arrulla la mariposa
    en fin, algo delicado debe haber
    cuando en mi pernoctan los canarios.

    Quiero ser estrella, volar por el firmamento
    adentrarme en sus interioridades como un torbellino
    o un remolino en las aguas de un desierto.

    Quiero ver a las galaxias abrazadas
    ver su fuego rojo, o quizás
    ¿por qué, no? ver sus lamentos.

    Quiero ser cometa , circular por el universo
    como las aves en las montañas o el caimán
    en su encierro;

    quiero ser oro en tu pecho
    diamante en tu boca
    incienso en el aire que te mece el alma.

    Corazón para moverte
    a un lugar en el infinito
    donde no haya secretos,
    sólo un amor celestial
    envuelto en susurros y gemidos
    de los que salen de dentro, corazón mío.
    Estremeciendo al firmamento
    A Pi-Radianes y Alde les gusta esto.
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    Cuerpo de mujer alado y bendecido
    vuelves y caes en el abismo
    de mis vértigos. Huracán profundo navegando
    por tu cuerpo, alboroto, susurros, gemidos, silencio.

    Silencio de la desnudez del alma,
    de ventiscas entrando en tus ventanas
    entreabiertas, son lágrimas en el cielo
    y felicidad en la tierra.

    Furia soy y tú manantial sereno,
    oquedad de mi mente,
    recuerdos del tiempo efímero, son tus besos.

    Yo, un fantasma zalamero, deambulando
    por mis sueños.

    Besos en la exquisitez de la noche oscura,
    ardo entre dos rocas vacías
    y lleno los espacios con tu sombra;
    se balancea, entonces aparece el mutismo,
    el desconcierto y yo batiéndome
    en retirada, lucho contra los gigantes acorazados

    Una lágrima rueda por mi mejilla
    tú me consuelas con tu brisa funesta,
    soy otoño mustio, un encanto sin magia,
    una delicadeza no escrita.

    Se desmorona mi frente longeva,
    fin del mundo de una ancianidad parda,
    como los montículos del prado que habitas.

    Un giro de cuello viendo llegar caballos del cielo,
    entonces noto, que tú cabalgas en ellos.

    Eres un tormento, un rosal con lanzas,
    un búho ciego, una canción olvidada,
    un maremoto en la luna

    Eres un galgo famélico,
    transparente como yo,
    figura de los sainetes, de las sátiras,
    epopeya reluciente.

    Cuando bajo a ti, sirena del desierto,
    todo acaba, la soledad lastimera del alma,
    volando marcha, en bajeles de esperanza.

    A Alde le gusta esto.
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    Otoño de amor, desgajadas hojas
    de tu tronco y tus álgidas ramas;
    dormitando estás, en aquella lúgubre
    habitación donde los alargados rayos
    del sol, entran para calentar tu alma.

    Tú que calmas las tempestades
    con el aliento de tu mirada, me subyugas
    como ave en calma, me estremeces
    como los truenos en la lontananza.

    Eres libertad y prisión, mar en calma
    gran oleaje, velas en desbandada, burbuja que explota
    en mí, como una pompa, como un repicar
    de campanas en las tardes ociosas de piedra dura,
    de decrépito por la tardanza en tu andadura.

    ¡Oh, amor! que el tiempo paras,
    cuando sobre mi cabalgas como amazona
    en celo. Mis venas azules se transforman en rojas,
    levitando tu cuerpo sobre el mío, como la hiedra levita
    trepando al tejado.

    La tormentas se detienen, las olas ya no brillan,
    le has robado tú, el resplandor con tu mirada;
    la habitación no necesita llama, con tu fulgor
    basta, eres el volcán que sacia mi desesperanza

    Un arrebato de amor, un cielo centelleante,
    una mordida quemante, un iceberg trashumante;
    lo has derretido con el fuego que emana
    tus pulsaciones crepitantes.

    Me unges la piel con cremas afrodisiacas,
    devaneo en la cañada húmeda de tu cuerpo,
    estación que me detiene como tú,
    detienes el tiempo
    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
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    Oh, mujer que tienes cuerpo de árbol,
    tus ramas se abren esparciendo tu belleza,
    tus ojos, lunares
    en tu vestido de terciopelo.

    El sol te acaricia llevando perfumes
    de hierba fresca, frío el monte helado,
    escarcha del manantial de al lado.

    Soy pájaro y pico tu hoja, revoloteo
    por tus ramas y te cobijo en mis alas.

    Árbol que bramas al silencio
    escarcha tienes en el cabello
    y tu triángulo regado por el cielo
    parece un postre en forma de corazón.

    Verde esperanza, cómo eres tú,
    esperanza de mi vida.

    Ramas estremecidas,
    voluntad marchita del viento,
    humedecidas de la bondad de las nubes
    te precipitas y das bandazos
    como los coches en las autopistas.

    Oh, mi árbol bendito, las liras
    te tocan bellas melodías,
    las hormigas de mi vida te recorren,
    conocen tus debilidades, tus entresijos,

    Entonces las rocas te cantan,
    las praderas silban, los pájaros
    te saludan con trinos de arpas
    Y los cielos brincan de alegría.

    Oh mujer suntuosa que por tus brotes
    se escapa la vida y por tus heridas
    la savia de la armonía;
    del amor, de las cosas tiernas
    del alma, esas que ni se pagan
    ni tienen nombre.

    Son amores eternos, simplemente.
    A Alde le gusta esto.
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    ¡Oh, tesoro! qué palabra tan repetitiva,
    qué órdago a lo bello
    qué insignia a lo impropio
    a lo valioso de la vida.

    Palabra de oro escondido
    de burla grotesca,
    despavorido voy por ese valle silencioso
    de lo desconocido.

    Hiedra es ¿tesoro o planta?
    acaso la planta del sol no vale el giro
    de la peonza en el suelo,
    o el sortilegio de las nubes sobre sus sillas
    avanzando,, como avanzan los ejércitos
    en la batalla del desconsuelo.

    ¡Ay tesoro! , escondido, oculto, del día,
    de la noche que vigila el día,
    privilegio de mi alma
    en tu mundo superfluo de locura.

    Corazón de plata , luz esmeralda
    de mi ventura, de mi dicha
    en el cielo ocre de la mañana,
    cuando el sol despierta,
    entre nubes de plata.

    Alma de tesoro, tesoro de mi alma,
    vida de mi dicha, dicha de mi vida
    que vas empujando corazones de mármol,
    tesoros de mirra en este tarde
    cuando los rayos queman
    la mirada de tu mirada.

    Vástagos de incienso en la misa
    de la mañana, dónde mi tesoro felicitaba
    la enfermedad del amor,
    la que me lleva a la algarabía
    o a la muda desdicha, de los tesoros
    ocultos de mi alma.
    A Ana Fabiana le gusta esto.
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    Camino oyendo mis pasos
    sobre la hojarasca del camino,
    son estridencias del alma
    oquedades en mis suelas.

    Lazo de maldad irrompible,
    tristeza y soledad hecha silencio,
    nostalgia de amores que vuelan en la mente
    formando parte de nuestra ladera de vida
    de nuestra caminar latente.

    Nostalgia enmudecida, tierra adormecida
    envuelta en halos de infelicidad, chisporroteo
    de las neuronas, auroras boreales infelices,
    llantos de sirenas buscando un barco
    donde agonizan sus humedales secos de inmundicia.

    Los agujeros negros penetran en mis ojos
    viajando a lugares desconocidos
    quizás otra vida, otras sinapsis de centelleos
    de luceros me esperan con su dicha.

    La conciencia remueve cielo, sol y tierra
    como el sable remueve las entrañas de los soldados
    en la apesadumbrada guerra,
    nostalgia de otros tiempos
    corrompiendo la historia.

    Velas apagadas que no se encienden
    ocasos vulnerables, citas sin calendario
    indiferencia pasando por mis huellas
    que me dejan indiferente, como cuando
    llega la muerte y la esperamos sonrientes.
    A Alde le gusta esto.
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    Mirada de aurora, gaviota fecunda
    henchida de felicidad en tu monte de plumas,
    nostalgia empecinada en alumbrar mis recuerdos
    con el farol de la melancolía.


    Quiero que seas mi noche, mi guía

    y yo tu espectro, un trozo
    de mí que no existía,
    soy una gota de rocío
    en el cordón umbilical de tu mundo.


    Llena mi cuerpo con tus brazos

    quiero ser la escarcha que se derrama
    de tus ojos cuando la amargura te invade
    ser tu ser amado, lujuria pecaminosa.


    Quiero oler a ti, rosa de mi jardín

    seas mi perfume, mis sentimientos más anhelados,
    mis pasiones perversas,
    ser coral en el fulgor de la luz.


    Compartir contigo mi destino,

    bramar ungido de tu aliento,
    surcar sobre tus ansias, ser ascua ardiente
    en el fuego de la eternidad.


    Quiero ser el bosque de tus entrañas

    vivir en el crepúsculo de tu mirada
    inundar tu cueva de deseo
    morir desesperado de vida.


    Este amor es imperecedero

    eres crisol de mi sol,
    de mi luna llena,
    la sequía que me sacia
    la voluntad divina de Dios
    en la tierra
    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
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    De la noche a la mañana;
    acostumbrándome a notar como,
    lentamente, las yemas de mis dedos
    dibujan un paisaje sutil
    en la inmensidad de tus pechos.

    Uniendo cada uno de tus lunares
    con ese trazo tenue
    formando infinitas galaxias;
    leyendo los secretos que ocultas,
    la suavidad de tu piel, es un momento mágico.

    Una dicha de escultor de montañas,
    de demonios haciendo que tu mente
    baile, como si la recorre
    un ejército de hormigas, un torrente
    creando energía en tu cuerpo.

    La energía de la dicha, de andar
    descalzo por una catarata,
    volar como un pájaro, sentirte espejo
    que se va a descomponer en miles de vidrios.

    Mis manos huelen a ti,
    soy un lobo ardiente
    en un páramo helado,
    la pasión convertida en pecado.

    Eres sombra en la penumbra
    y tu piel el sustento de mi alma,
    tus pechos la luz de la noche,
    mi almohada cuando apoyo mi cabeza.

    Me desnudas el semblante,
    soy un flan en tu bañera,
    un instante de magia,
    un morirme en vida.

    Los serafines tocan en el cielo
    los puertos celebran el festejo
    las olas estallan contra las rocas
    y el amanecer me saluda
    con orquídeas y violetas.
    A Bernardo de Valbuena, Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
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    Cuando tiemblo en mis noches de sombra
    mi consuelo es verte en las vidrieras
    donde se refleja tu belleza de sirena
    con un halo de lluvia que inunda mi tristeza.

    De aquella selva de mis sueños
    sólo permanece en mi pensar sereno
    recuerdos de remordimientos,
    hechos del pasado lastimando
    el nado del cisne, desgarrando los escalofríos
    de mi sangre.

    Salto sobre mis incertidumbres,
    mis suspiros son los alisios
    las ilusiones fugitivas de sus sueños,
    embriagando la nostalgia de un corazón
    hecho racimo, desencajado.

    Un sueño ardiente, no consumado,
    mi ilusión es una cárcel en un abismo
    un templo inundado, placeres que no producen
    espasmos, fragancias inodoras,
    en un campo de cerezos en flor.


    Diosa de frágil cristal, acuarela del crepúsculo
    ¿dónde dejaste mis besos? en un arca de sables
    en un bosque oscurecido, temblando mi cuerpo
    en un lugar, donde vive la oscura melancolía.

    En qué hoja, en qué torrente dejaste nuestra esencia,
    con ella se marchó nuestro amor, cayendo por la cascada
    de la muerte, y jamás resucitó a la vida.



    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
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    Entre el discordar de mi alma nítida
    y tu blusón de pirata empedernida,
    mi corazón palpita
    como las campanas repican
    en la aurora bendecida.

    Eres mi libro abierto, una abeja
    haciendo poesía, yo tu pistilo,
    tu libro viral, el fulgor
    de un abismo en tu corola, el panal
    que produce la miel de tu alcoba.

    Tú eres la magia de la lámpara de Aladino
    un brillo en el aura de mi vida.
    yo, tú Robinson Crusoe, lo inesperado
    de la vida, la cantata de nuestro amor
    en un arca escondida.

    Yo, el ascua del brasero,
    la vanidad hecha arpía,
    incandescencia eres vida
    en el mar de las tinieblas
    amores derruidos por cadenas,
    una nota discordante en la fosa de las maravillas.

    Yo soy tu oda, la luminosidad
    de tu ajetreada vida, el respirar
    del barco ante una ola gigante

    Tú, el mar, la marejada
    que construyes moradas, en mi alma marchita.

    Quiero ser tu poema, tu melodía
    un vendaval en tu cuerpo
    una bondad en tu alma;

    Tú, mis misterios, mi noche callada,
    el alarido del lobo
    cuando la luna canta.
    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
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    Quiero amarte
    como la mañana al día
    o la noche a la luna,
    sentir una descarga eléctrica
    de serpiente, allí,
    donde los sentimientos habitan.

    Quiero ser tu paisaje,
    tu jardín florido,
    las noches de espera,
    un espectro radiante en tu aura.

    Ser tu noche bendita,
    un solar vacío que yo ocupo,
    lo amueblo, lo decoro, lo llevo al cielo,
    a la gloria, al oasis en el desierto;
    una caravana de ilusiones, recorriendo
    tus dunas.

    Tú, mariposa que mi iris dilatas
    con tu belleza, eres un duende saliendo
    del lago, una piscina flotando,
    un quererme despacio, como una canción romántica,
    un adherirte a mi cuerpo, como una medusa.

    Abrazados, los cuerpos unidos,
    seamos fulgor, pasión, excitación,
    como el miedo, o la visión
    de un agujero negro, engullendo
    un sistema solar,
    excitación incontrolada, demolición
    del control.

    Enlazando las hojas
    que habitan en nuestra boca,
    como los canes en su acto amoroso,
    ser liana y bosque, un acueducto,
    una catarata siendo luz y sonido.

    Yo sello y tu carta, pegarnos,
    ser amantes solidarios,
    con destino a un universo
    donde florecen los jardines flotantes,
    ser mi guía por el mundo.

    El elixir del deseo, el sentimiento,
    la pasión,
    todo en un instante supremo.
    A Alde, Ana Fabiana y Pi-Radianes les gusta esto.
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    ¡Oh, cielo mío!
    ¿por qué me miras así?
    soy una entelequia, un desdoble del silencio,
    vibrando mi sentimiento en un mar de lamentos,
    de corolas eternas, de pistilos inciertos.

    Yo quisiera ser alma fosforescente
    andando el páramo y el molino
    de tu desangrada vida,
    de tus recovecos no escritos.

    Quiero que seas mi noche de estrellas
    el camino de la muralla, ese devenir errante,
    que me ciega y nadar quisiera por tu
    cabellera, reír por tu espalda, dormir
    en tu hoguera.

    ¡Oh, pájaro triste!
    cigüeña de paso en el estanque del amor,
    apisonadora de mis noches,
    sol de mi resurrección,
    agua oscura, sed de amargura.

    ¡Oh, cascada de mi vida!
    tortura mi ansiedad, acelera mi calma
    dame sosiego, cariño en la morada
    donde los pájaros trinan al calor
    de tu aliento.

    ¡Oh, caracola marina!
    desnuda mi alma, surca mi timón
    mi musculada espalda, un río de sangre
    en tu corazón soy por la mañana.

    ¡Oh, sed de mi vida!
    dame agua bendita,
    bendice esta noche estrellada
    surcando mi alma, con vientos
    huracanados, de aquella nostalgia
    que viene a visitarme, cuando me duermo,
    en la ensenada del huerto.
    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
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    Las tardes de otoño
    con su tristeza mueren en mi ventana
    como yo desfallezco en tu alma.

    Un jilguero cantando,
    una voz callada ,
    dormir en tu vientre,
    cantar a la mañana
    que te quiere, mi adorada.

    Tú, mariposa, ensimismada
    con tu mirada alumbrando el horizonte,
    en un mundo de fantasía,
    enloqueces mi atardecer de luces naranja.

    Aturdidas auroras de plata
    alimentan tu aura y yo, mientras,
    corazón mío , penetro
    como brisa marina en tu cama.
    A Ana Fabiana le gusta esto.