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    Tú, esencia apasionada, un día de sol.
    Soy un pastor despertando
    tus pasiones más primitivas,
    haciendo fluir en tus venas, mi
    piel sedosa.

    Eres coqueta, mariposa;
    arden mis pensamientos
    en un recodo de la playa,
    como hojas hambrientas,
    perturbando mi descanso.

    Eres corola reducida
    azahar impenetrable
    curando mis heridas,
    mis pulmones se expanden.

    Tus olores de belleza, en el valle
    de tu amor, expresando poesía viva,
    son una rosa sin espinas.

    Eres fulgor, inundando de estrellas
    mis noches estrelladas,
    una cascada en la pradera
    que entra en mi cuarto.

    Una espuma en la farola
    de la esquina, con ternura
    hasta en la bombilla.

    Levito con tu viento,
    soy roca, lloro de verte
    disfrutar en contacto
    conmigo, naturaleza muerta,
    tan viva y eléctrica.

    Tú, ardes de emoción.
    me endulzas el corazón con pasión,
    envenenas mis venas de amor;

    Siento tus pupilas dilatadas
    cuando penetro en tu interior.

    Desvistamos nuestro candor
    nuestra esencia, corazón.

    Soy tu deseo, ávida de tenerme
    de acariciarme como te acaricia el sol;
    amarme sin finuras, a lo loco.

    Quiero una noche de luna risueña
    una explosión de tu aura
    alcoholizada de mi, de mi furor.

    Un cauce de bondad en el mar de la felicidad,
    un encanto en una selva de lujuria,
    un despertar corriendo, un correr despierto,
    soñar con raíces en la estela de tu sed.

    Morir de sed, de tu aliento,
    de tu temblor
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    ¡Oh cielo mío! cuando te imagino
    quiero seas mi sueño,
    mi estructura, un delirio en mi mente
    que me incita a elucubrar
    sobre la ternura de tu alma, tu candidez de corazón,
    tu arrullo…

    Tu cuerpo diamantes lujuriosos
    que se dibujan como si fuese un comic,
    en un altar de diosa, te iluminas,
    te introduces dentro de mi,
    como un rayo lujurioso

    Eres mi muro, mi protección
    contra la dañina lluvia torrencial;
    siento ansia de tu belleza,
    te llevo en el bolsillo de mi chaqueta,
    en el horario de trabajo, incluso en los actos imprudentes
    que realizo por pensar en ti, sin tenerte,
    de enloquecer sin verte, de morir por ti, sin sangre.

    ¡Oh, mi martirio!, por qué sueño
    con hojas secas respirando nuestro aliento,
    alimentando nuestros aromas, a hierba cortada,
    a suelo mojado, cuando nos acurrucamos y nos besamos.

    Esa presencia de tu ausencia
    que me lleva a la locura.
    la villanía hecha belleza,
    una flor naciendo en el sendero de tu desnudez.

    Circulo por un túnel de embaucamiento,
    una sensación de aroma a clavo y canela
    me embriaga, noche tozuda, de sudores intensos,
    de momentos de delirio, sueños imposibles
    porque no existes, eres mi fantasía.

    Sé mi delirio, mi tormento, mi amor del alma
    una sensación inexplicable que ahonda en mi ser
    y se convierte en felicidad,

    Lava mi sangre, desierto de arena ardiente,
    seca mi corazón con tu amor;
    amor acurrucado sobre las mieles, driblando al ocaso,
    a la enfermedad del cansancio,
    que es la intolerancia y la rutina.

    Quiero poseerte entre tus sábanas festivas,
    en tu dormitorio, custodiado por ángeles invisibles.
    que cuidan nuestra historia de amor,
    álgida, fresca como el agua que brota
    de un manantial en la montaña.

    Eso espero de ti mujer.
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    Paseando por la ribera del arroyo
    entrelazadas las manos como nubes en el cielo,
    oyendo el sonido cadencioso del agua en su triste camino
    hacia ninguna parte, en su discurrir
    entre guijarros centenarios, que va acariciando,
    desgastando, las piedras enamoradas del cauce.

    Al fondo vasto y solitario
    el sauce con su caverna,
    y la roca sollozando a la espera,
    lugar idílico donde enciende nuestra antorcha.

    Donde las miradas se confunden con luceros,
    y un olor a jazmín, envuelve el lugar de mágico misterio;
    cantos celestiales amparan nuestro lecho.

    Allí fuimos a sembrarnos de nuevo,
    a enraizar nuestros sentimientos,
    nos imbuimos en nuestros juegos amorosos,
    tú me desnudas, cómo desnuda el viento
    los árboles en otoño,

    Tú, mariposa con tu belleza
    haces temblar el iris de mis ojos
    y con esos labios puro deseo carnal
    para mí boca; suavemente besas mi cuello
    de terciopelo , haciendo que vea estrellas en el cielo,
    frío en mis entrañas y la tierra se va humedeciendo.

    Mariposa me acaricias ardientemente
    como el sol a la pradera, me desnudas de razón,
    me elevas hasta el paraíso de Adam,
    donde no hay serpientes ni castigos,
    caen rayos dulces de semblante bello.

    Tú, mariposa silenciosa, con manos de seda
    revoloteas sobre mi cuerpo, circundas
    la oquedad de mi vientre, el principio de mi vida.

    ¡Oh mariposa! cuando buscas
    en mi pistilo el polen de vida,
    succionando como un motor
    succiona el agua del pozo,
    un relámpago pasa por mi mente.

    ¡Oh mariposa!, qué deleite sientas la explosión
    de mi crema en tu lengua,
    sentir que me llevas dentro
    por la eternidad de los tiempos,
    que tú cuerpo y el mío, se han juntado
    en un abrazo eterno.

    ¡Oh , amor mío! qué momento más sublime,
    ya me había olvidado
    del trinar de los pájaros
    y el discurrir suave, del arroyo milenario.
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    Con una sonrisa me basta para subir al cielo de tu cuerpo,
    removiendo tus estructuras, gozando tus fragancias
    resucitando en un campo de hierbas rojizas ,
    cómo tengo el corazón, del amor que te profeso.

    Si me miras te amaría como se aman las luces brillantes,
    parpadeando, en una noche estrellada,
    donde tú y yo fuésemos la réplica, del amor
    en la tierra, de los luceros en el cielo.

    Si te miro caminar como andan los cometas
    en el cielo, con esa brillantez que hace espeluznar mi cuerpo,
    explosiono como los cometas
    cuando entran en contacto con la atmósfera
    de tu cuerpo, una palabra tuya derrite mis sentimientos.

    Si te tengo, me muero, si no te tengo ni respiro,
    estoy yerto en el humedal donde nos veíamos a escondidas,
    con los limoneros de testigos de nuestro amor secreto.

    Cuando te poseo las estrellas sonriendo
    van a tu pelo, lo hacen brillar,
    como el trigo cuando el sol lo calienta.

    Las ardillas bailan sobre tu vientre la danza del fuego,
    las serpientes resbalan sobre tu sensible cuerpo,
    deslizándose como en el hielo,
    Las termitas de mi corazón penetran en ti
    y somos la felicidad del universo.
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    Quiero caminar por la vida
    como lobo hambriento
    como caminan mis sentimientos
    por los prados, por los recovecos,
    por los recuerdos de una vida
    dudosa, frescura de manantial sereno.

    Quiero ser compañero
    del vecino del barrio donde habita
    mi alma, un poco cansada, pertrecha
    de un silencio adormecido imperturbable.

    Una luz en el ocaso,
    un arcoíris en la mañana,
    un seductor acomplejado,
    o mejor, un acomplejado seducido.

    Quiero ser las piernas
    de mi amada por la mañana,
    un jilguero abandonado
    después de poner sus huevos,
    una lumbre que te caliente
    cuando sientas frío,
    la soledad acompañándote.

    Quiero cocinar contigo, beberme tu aliento,
    ser un conquistador sin destino, un amante que no ama,
    un suspiro que nunca ha salido de la garganta,
    un sonido silenciado por la campana del destino.

    Llévame por caminos anchos,
    de felicidad, donde no exista la oscuridad,
    solo luz y poesía.

    Quiero ser un fantasma del tiempo
    coronando valles desiertos
    un estupor de la luz
    una obcecación en la noche.

    Quiero ser aire, susurro,
    lamento, brotando de mi dicha,
    mi juventud eterna.
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    Tristeza que se enreda en mi cuerpo,
    lámpara que cuelga desnuda,
    batallas pérdidas, en la nostalgia
    de la melancolía devastada.

    Un amor sin pétalos, lleno de espinas,
    aromas agrios, venas que no fluyen
    en esta pertrecha vida, de pasiones turgentes,
    en la que estoy sumido.

    Me tienes roto el corazón, quisiera pegarlo
    con algo de ternura, de auroras brillando
    en alguna esquina; cansado estoy
    de sombras y noches frías, tuberías congeladas,
    como el invierno de mi línea del tiempo.

    En mí perviven, rostros retrospectivos,
    decisiones embriagadas, traicionadas
    por acciones donde ni siquiera llegan las penas
    crepúsculo enmohecido, trinar enloquecido,
    silencio derruido.

    Vivo en una hoguera de muerte,
    en cavernas de murciélagos
    con oscuridad eterna,
    desnudo estoy entre paredes de blasfemia.

    Humedades generadoras de muros de musgo,
    dejadme florecer, vagando por espirales de sueño,
    abismos de bondad, tapando las puertas melancólicas,
    destruyendo los ocasos de nubes oscuras.

    Llama brotando de mi pecho,
    buscando abrir la puerta de la alegría,
    de la bondad hacia la vida;
    encontrando siempre el candado,
    de la cancela cerrado.

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    Soy otoño y la tristeza me invade
    al llegar el umbral del frío invierno
    ya sin hojas en mis árboles
    marchitos y desabrigados
    necesitan la manta para no pasar frío.

    Los pájaros ateridos, sus plumas
    dejan crecer para hacerse un abrigo;
    las serpientes buscan su roca de olvido
    donde pasar la noche más larga sin escalofríos.

    Húmeda melancolía en las ventanas
    dejando caer las lágrimas
    que el rocío ha vertido
    en sus transparentes cristales.

    Soy pradera amarillenta, flores marchitas
    cielos melancólicos, oscuros;
    las nubes viajan a lomos de un caballo
    en el escenario del ocaso del tiempo.

    Bosques de cobre con hadas encantadas
    riachuelos que ríen y retumban con su panza
    al caer por la cascada,

    Los árboles lloran al ruido de las motosierras
    les quitan sus hijos, sangran sus brazos
    desnudos se quedan.

    Mar enfurecido, peces de plata
    barcos que bailan al son de una montaña
    de espuma y los vaivenes de tango
    en sus deliciosas noches cuando llega el ocaso
    del día y se despierta la luna.

    Soy suspiro de flores marchitas en la inmensa pradera
    mariposas brillando en los días grises,
    llenos de tristeza, estrellas dormidas en el cielo
    oleaje que muere en la orilla, desnudando el follaje
    de.l brillo primaveral y dejándolo en melancolía
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    El amor es...
    un soplo de aire fresco
    el que siempre nos da la vida
    y alimenta a nuestro corazón,
    El amor es, una sinfonía de Mozart,
    Un ensueño del alma
    un tango bailado
    con verdadera pasión.

    El amor es...
    Una mariposa revoloteando bajo
    tu vientre,
    un perder la razón en una sinrazón
    llena de contrastes y felicidad
    como nunca he sentido yo.

    El amor es...
    Un deseo lleno de ternura,
    un barco sigiloso
    en la ensenada del puerto,
    una flor siempre abierta
    Que te nombre y me nombra;
    porque sabe, que solo nos amamos
    y nos amaremos eternamente

    ¡Por siempre los dos...!
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    Cada día que pasa eres más bendita,
    pasiflora que me envuelves
    en tu manto de amor
    en la cañada del alma,
    donde cantan los ruiseñores
    a mi amada.

    Esa amada que siempre siembra
    mi dicha con agua bendita
    que surge de su interior
    como si fuese viento fresco de levante.

    Eres flor de mis días,
    dicha de mis penas,
    consuelo de mi alegría,
    vagas por los arenales de la vida
    construyendo casas de mirto
    en el bosque de mi corazón
    que parece un surtidor de agua
    que riega tus pozos, los alimenta,
    como los acuíferos subterráneos
    alimentan a los pantanos.

    Eres una acacia
    en un monte perdida,
    yo te busco corazón de nieve,
    aire que hincha mis pulmones,
    te busco y te encuentro hablando con la mañana,
    qué esplendor despliegas, qué hermosura la tuya,
    amarillenta como si fueses una asiática,
    bella como las plumas del guacamayo.

    Bendita seas en esta jungla de pasión,
    amada mía, envuélveme con tu capa de cariño,
    acaríciame con el viento
    que viene allende del océano, fresco,
    con ganas de tenerte, de abrazarte de oler tu cuerpo
    y enamorarse de ti,
    como se enamoran los adolescentes
    con amores que matan, intensos,
    como el sol del mediodía
    en mi tierra, Andalucía.

    Eres mi amada
    estás quieta en mi cama,
    me relames el alma,
    me tienes embaucado, con tu mirada tímida,
    ardiente, los labios húmedos te delatan,
    me quieres todo,
    como la gaviota a su presa,

    penetrar en tu mar, en tu garganta,
    darte besos de fresa
    que te adormezcan con sutileza.

    Quiéreme clavel mío,
    átame a tu cuerpo,
    que no quiero separarme
    de ti ni un momento.
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    ¡Oh suntuoso semblante!,
    cabello ardiente, tez serena,
    dientes brillantes
    como luceros resplandecientes,
    iris abierto, verdor de pradera.

    Valles sin profanar
    mirad esa belleza
    que hace ensombrecer la tierra,
    girar las galaxias,
    esconderse la fealdad y la malicia,
    oscurantismo de nuestra vida.

    Los mejores vinos se descorchan
    para ofrecerte sus caldos
    de pasiones embriagadas,
    acompañantes de fiestas
    desde tiempos ancestrales.

    Eres el sueño de las hierbas risueñas del prado,
    armonía de colibrí cruzando el páramo,
    dándole verdor y alegría.

    Lo yermo revive, con tu resplandor de belleza.

    Burbujas de setos, hay en nuestra casa,
    donde brillan los muebles de parafina,
    suelos embellecidos con nuestro calor,
    y rincones que ya no hablan, han enmudecido,
    con la fragancia de nuestro amor.

    Soy fosforescencia de invierno en tu pelo,
    el que hace palpitar tus manos con caricias
    de terciopelo, soy tu alma viviendo en mundos
    de ópera de Mozart, el origen de tu vida.

    Soy tu sujetador embelesado
    en tus ubres de pecado,
    soy tu gato y te persigo,
    como a los ratones vagabundos;
    una esmeralda en tu cielo de olor a incienso.

    Soy una serpiente deambulando
    por el paraíso de tu cuerpo,

    entonces,

    se estrechan las calles, los portales se abren
    se acelera el ritmo de tu arroyo, vergel mío.

    Con nuestro amor somos consoladores
    de amantes frustrados, maridos
    que ya no viven atormentados, los hemos endiosado,
    contaminado de nuestro brillo, rojo, intenso,
    como las rosas en el paraíso de tu cuerpo.

    Somos los acompañantes de una orilla solitaria
    bailando sobre tu sexo, como se baila un tango;
    amado destino que surge, en cualquier descampado.
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    Cuando te vayas te recordaré
    como una sábana blanca
    que acunaba la mañana
    en aquella lánguida habitación
    donde tú, plácidamente, descansabas.

    Vendrás a visitarme con los rayos del sol
    que emerge cada mañana, del abismo del horizonte
    me abraza la espalda como una adorable flama
    en las noches de invierno en una fría mazmorra
    donde encierro mi alma para esperarte.

    Vendrás con el viento que silba en mi ventana,
    es tu llamada y como te ignoro,
    entrarás por las rendijas
    me harás compañía en mi fría cama.

    Te convertirás en agua que me acaricia suavemente
    como una sirena en el mar de la nostalgia
    sintiendo que esa nostalgia, es señal de esperanza viva
    que mantiene mis soñares en una calma sedienta de novedades.

    Vendrás a mirarme con las miradas de los ángeles
    que te protegen en el valle de los muertos
    dónde conviven miles de almas solitarias
    pero tú no estás sola, porque te abstrae
    mis pensamientos positivos sobre la voluntad
    de tu alma desasida, una esperanza enardecida.

    Cuando te vayas pensaré en nuestra morada,
    en ese valle encantado donde descansaremos;
    y al fin, no tendré que pensar en ti
    porque conmigo estarás todas las mañanas.
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    Muro henchido de felicidad,
    cárcel de árboles con espinas,
    colinas plateadas al fondo del cañón,
    manto de luz que destella la sombra.

    Soy un piano que suena
    en tu delicada cabeza,
    una nota, en una selva de surtidores de rosas,
    una tecla que anda suelta,
    en la inmortalidad de su alma.

    Rueda de molino de la felicidad,
    en tu boca, escribiré mi amor,
    en tu lengua, el salmo de la vida,
    y tus dientes, nos defenderán de la rutina.

    No hay lágrimas marchitas en tu vida,
    sólo bienestar y dicha
    alaba el gozo de lo bello,
    encontrando palabras ávidas y firmes,
    en un mundo de sueños completos.

    ¡Oh clamoroso amor de mi vida!,
    vigorosa espuma que vuelas hasta mi nido,
    calla el murmullo del ruido,
    dame fuerza para llegar a ser divino.

    Húmedo néctar recorriendo tu cuerpo,
    resbalando, sobre tu piel de manzana;
    caracoles babeando dentro de tu casa;
    sed insaciable de mañana.

    Llévame hasta ese cuerpo,
    méceme con ella en el aire de los amores,
    que llegan a buen puerto,
    y seremos eternamente jugos, que refresquen
    por siempre, nuestros sentimientos.
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    Reliquias místicas de mi alma,
    soledad reflexiva apreciando tu belleza,
    eres luna estrellada y yo hada encantada,
    atardecer doliente en mi pupila.

    Somos dos hojas de otoño que caen juntas,
    un alma ardiente en un banco helado,
    dos corazones latiendo en la cañada de la vida,
    dos cuerpos en uno, felicidad divina.

    Soy el banco de la plaza,
    donde te sientas a reposar tu cansancio,
    siento circular tu sangre, por tus venas azules,
    como azul es el cielo que nos contempla.

    Ese banco donde ves romperse las olas,
    y yo siento tus emociones muy dentro,
    donde enraízan;
    tú, cuerpo de amapola,
    yo el agua y el abono que te alimenta
    en los días de calma tensa.

    Mar salada , cresta de ola, amante divina,
    luna de noche estrellada, inocencia de un niño
    en su cama, con sus sueños, con sus miedos
    con sus recuerdos de la mañana.

    Bosque denso, tallo tierno, rosal abierto
    así te siento en mi morada,
    viendo la luna reflejada en el agua;
    silencio nocturno hasta la alborada.

    Amor sin sufrimiento, quimera del corazón,
    noche alborotada, te ilumina el amor
    como a las piedras de una torre del campanario
    de la iglesia o al romanticismo de Espronceda.

    Allí, los dos, abrazados, inmóviles
    en aquel banco donde se inició
    el ocaso del día,
    y perduró hasta la alborada, con la luz de la luna,
    iluminando nuestras vidas.
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    Si yo tocase tu mano,
    el cielo abriría su paraguas,
    y dentro de ti, florecieran nardos,
    te construiría un palacio de violetas,
    en un estanque esmeralda,
    entonces, tronaría el cielo y la tierra.

    Viviríamos en jardines de felicidad
    cubiertos por la fragancia de la luna,
    que en su soledad nos ama,
    aunque no nos lo diga.

    Volaríamos viajando en bajeles de vida,
    anacoreta, divisaría donde las olas
    cantan con la tierra serenatas de lirios
    y sinfonías de madreselva.

    Ay, naranjo centenario , limonero pordiosero,
    ¿adónde estarían los claveles de mi vida?
    no verías que no están, nadie los habría sembrado,
    la rocalla estaría tan contenta,
    que hasta eso se le habría olvidado.

    Qué bonito sería ver florecer los campos,
    amarían como aman las golondrinas sus nidos,
    qué genialidad volando nos llevaría,
    a aquella colina donde florecería el sauce,
    y moriría la gaviota lejos de su amado, el mar.

    Qué galantería sería vivir como las montañas
    unidas, protegiéndote del dolor,
    y del frío de la nieve, en su morada
    de invierno, y dejaría fluir los arroyos
    en primavera, daría vida al valle.

    Qué divino sería seguir su corriente,
    visitar el ancho y azulado mar;
    viajar con las olas y llamar a las ballenas,
    a los saltarines delfines, para que aplaudan,
    nuestra historia de unión fraterna.

    Qué bonito sería sudar sin poros
    como la toalla mojada cuando te secas,
    después de una noche ardua de amor,
    en el mar de tu esperanza
    y la mía, en esta isla desierta,

    Qué bonito sería quererte, amarte , poseerte
    oliendo a tu cuerpo y al mío, mezclado
    con romero, creando un perfume
    donde tú y yo, seamos el centro.
    A Pi-Radianes le gusta esto.
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