1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación
Color
Color de fondo
Imagen de fondo
Color del borde
Fuente
Tamaño


  1. En los salones
    donde las estrellas se ofenden
    las voces se elevan.

    Rayos de poder agitan el suelo
    donde se desmigaja la sinrazón
    de la luz, fugaz y frágil.
    Eclipsada por un poder
    que gira en alcobas
    de propiedad privada
    como un tren sin rieles.

    Corona adornada
    con almohada de lento calado,
    pensando lo que desea
    pero el collar es lo que pesa,
    máscara de polillas violentas,
    leopardo de larva bullente.

    Se dobla ante las sombras
    un mirar eterno aplastado
    por amores de vena hueca,
    espaldas envueltas
    en resurrección desplumada
    por cadena de cuerpo entero.

    Hilo que busca el terreno de siembra libre,
    la sabiduría de los sueños
    donde la llama florece ante leyes
    forjadas en fríos designios de leyes
    creadas bajo sed insatisfecha.

    Ilustrados en despotismo carnal,
    privilegio mantenido a mordiscos,
    en arroyos cristalinos,
    el costo de la vanidad
    en súplica silenciosa,
    desfiladero abierto a base
    de síncope en el vientre.

    Rebelión de flores absueltas
    antes de morir marchitas,
    supremacía del todo ante la fragancia,
    el poder de la sinrazón
    ante la pureza de los labios.

    Dedos sin ningún título valioso,
    vaginas heladas en sectarismo encubiertas,
    praderas de pueblo con rama honda
    en esqueje,
    pecho de elixir enjaulado en la oscuridad,
    tiempo sin espuma en la oquedad
    secó el lamento de la paloma sin vuelo.

    Magma de latitud sur donde el tiempo
    es año de lascivia incontrolada.
    Libertad de espectro amplio
    entre bosques llenos de auroras
    dominados por espadas de palabras
    sin sonidos.

    Límite de bordes llenos de clara,
    asunción de lo que no deseo en calma viva,
    lo deseable en una charca llena,
    lo que ascendió al cielo
    llena de remordimiento.


  2. Con un bocado al silencio
    despierta el sol de su letargo
    serpientes se asoman al abismo de la luz
    mientras la noche se disuelve en la ceniza
    de la sombra en el jardín.

    Despierta mi sueño
    con velocidad de primavera
    contemplando entre brazos de agua y sal
    flores que desahucian la calma
    con sus sonrisas fértiles.

    El verde se quita su capa de perlas
    en medio de libertinos ojos,
    párpados llenos de brotes de Edén
    que hacen llorar al mar.

    Yo, con la vista serpenteante en la bahía
    guardo mis sueños en un sol
    cuyas luces abrazan
    la garganta de la mañana
    adornados de un clamor que nace mudo,
    como si las puertas de la vida
    se preñasen de cielo.


  3. Muro henchido de felicidad,
    cárcel de árboles sin espinas,
    colinas tendidas al sol ,
    al fondo del cañón
    manto de luz que destella la sombra
    confuso sin consistencia.

    Piano que suena en delicada cabeza,
    una nota en selva de surtidores
    regando nuevos sueños,
    una tecla que anda suelta
    en una rendija de piano difuso
    en la inmortalidad de una vida
    de esplendor sin lágrima.

    Rueda de molino abocada a la felicidad,
    en tu boca escribo un amor
    de sábanas de perfume,
    en tu lengua el salmo
    donde crece el infierno de fuego lleno
    y tus dientes, piedra hecha del sol del mediodía
    es la puerta de la rutina del beso,
    esa pasión de picadura de abeja
    amamantada con polen de vida.

    No hay lágrimas marchitas en tu vida,
    sólo bienestar y dicha,
    jugo sazonador de letrina
    alabando el gozo de las pestañas
    que abandonan el invierno,
    encontrando palabras ávidas y firmes
    en un mundo de sueños completo.

    ¡Oh, clamoroso amor de vida plena!
    vigorosa espuma que vuelas hasta mi nido
    calla el murmullo de anocheceres
    de lento amanecer,
    dame fuerza para llegar a ser la mirada
    que calma tu furia.

    Húmedo néctar recorriendo el cuerpo
    de sudores lleno, resbalando sobre piel
    de bruma de pétalo,
    caracoles babeando dentro de la casa,
    trigales balanceando su sed insaciable
    de cuerpo en melena desbocado.

    Llévame hasta ese manjar
    de dicha eterna, méceme con él,
    en el aire de los amores
    que llegan a buen puerto
    y seremos eternamente jugos
    que refresquen por siempre
    nuestros sentimientos.


  4. Corazón herido de ayer
    aborto de sombras, una ilusión apagada
    en cuerpos que fueron fuego, ahora cenizas son
    buscando el abrazo en la luz que los enfrenta.

    Dolor maestro de cruel lección
    dejando huellas de cicatrices en el alma
    ojos empañados en océanos de tristeza,
    yerto balbuceo en toallas de alma quieta.

    Hemos cruzado universos
    sobre caminos desconocidos
    dejando huellas profundas en pena rota,
    estrellas sin galaxia donde el amor se detiene
    y las raíces ahogan la luz que no llega.

    Hemos navegado en cometas celestiales
    de fuego extinguido, donde expira
    la temprana voz nocturna
    sin dejar rastro del universo
    donde sin luz lloran sol y luna.

    Hemos olvidado los húmedos incendios
    entre muros de angustia,
    las raíces ahogaban la savia ya no llegan,
    aíslan los sueños, aunque duela el suelo.

    Montañas que miraban al cielo
    se han convertido en la majestuosidad
    que guarda el desvelo, que abraza al dolor
    y el lirio maduro está floreciendo en el duelo.


    ©José Valverde Yuste


  5. ¡Oh, burbuja en el jardín
    donde la luz se oculta,
    pistilo neblinoso desvanecido
    entre sueños y éxtasis
    cuando el polen reluce
    en el abismo que engulle
    al renacer sombrío.

    Entre pliegues brotan las rosas
    sobre torrentes y relámpagos
    y las furibundas llamas
    trepan por los caminos salvajes
    donde las venas son todo temblor
    encandiladas por el rocío
    que brota de las profundidades.

    Vientos huracanados, inquietos
    en hoja desnuda de envés, asomados al balcón,
    donde dos cuerpos con diez ojos de luz
    trepan en alud continuo.

    Cuando lo que todos desean se afana
    en ocultarse tras la sombra arraigada
    en vasta llanura, de largo trecho,
    entre linderos atrapados por veneros
    que extienden el gozo
    por la permanente rigidez del iris.

    Luz en imágenes distantes,
    ausencia de abejas de comunión en brasa,
    rutas atrapadas en pliegues como candor
    de mariposa inocente
    sobrevolando la luz del umbral
    donde nada se agota, es imperecedero,
    como dios en su grandeza.

    Ríos de fragancia anclados en playa
    y yo muriendo en esta guerra
    de explosiones donde la llama
    muere dentro en un profundo silencio.

    ©José Valverde Yuste


  6. Voy a tu cuerpo como río al mar
    cómo pájaro a su nido,
    cómo brota el agua de las montañas
    sin cesar, entre surcos.

    Voy de mis pesares a tu dicha
    bajando al pozo
    donde se pierde el horizonte azul
    entre laudos y cascabeles
    cómo tango con concertina.

    Porque tú cuerpo es tallo y relámpago,
    tempestad y calma,
    oasis de sed donde se desploman los delfines
    y las aureolas de tus montes
    calcinan las nieves del invierno
    floreciendo las primaveras.

    Entre tu cintura y el pliegue de tus párpados
    vuelan golondrinas
    y orquídeas florecen en su jugo
    fragmentos de brillo despiertan la solitaria sombra.

    Arqueando sobre tu flor
    me siento despeñar por el valle donde nace la luz
    y allí, en silencio, a la espera de lo habitable
    mi corazón descansa entre musgo desnudo
    que alimenta al lirio en verano
    cuando se enciende con afán
    la promesa que consuela al alma.

    ©José Valverde Yuste
    A El nick le gusta esto.



  7. Tú no existes, te desnuda el tiempo
    en el frío de la loma vecina
    con su lento azote,
    el manto blanco cubre la grama
    un rayo de luna fue rompiendo el velo.

    Como tragos de días lloran las desoladas cepas
    firmando los consentimientos
    en la arena de tu piel
    guardando en sus brazos un cielo sin sol.

    Las aves se esconden bajo los ramajes
    que abrigan tu sueño, sin ropas ni prisas,
    atravesando el valle
    como un relámpago desnudo.

    El silencio brama en la lengua
    del cauce del río,
    dulce ruido que despeina al viento
    entre sudores y escarchas
    sintiendo el frío entre muslos desvestidos,
    implorando a la luz que llegue la noche.

    Anestesia en cuerpos desgastados
    con matices de cristal fragmentado
    por azadones que besan tus manos
    enraizadas en higueras donde la tierra
    es una habitación que habla.

    Hoy el sol, al amanecer, pinta su trazo
    en un lienzo despoblado
    como ojos de un río que fluye sin soplo de mar;
    mañana pasarás desnudo como los días
    que llegan, aunque a veces no se ven.


    ©José Valverde Yuste

    Dedicado a los agricultores del valle donde yo nací.


  8. Déjame cruzar el límite de los suspiros,
    redefinir las fronteras de la existencia,
    desvanecer el efluvio de la fuente
    buscando en la cascada
    el otro borde de la pasión.

    Déjame volar entre tus valles alados,
    extender mis alas donde reinan las olas,
    trazar las líneas a través de los sueños
    sobre tu ropa mojada.

    El reino de la lujuria fluye
    en un hilo líquido al otro lado del agua
    extendido hacia donde la pluma traza
    su viaje sinuoso y lento
    en la cola de los ojos.

    Un tapiz de altos y bajos
    adentrándose en tierras invisibles,
    en espacios intermedios,
    buscando en la cascada
    el otro borde de la pasión.

    Soplan las brisas salvajes
    donde el tiempo pierde su flujo
    en esta vasta y sagrada savia
    llena de pliegues de seda
    todo es raudal de dicha,
    mórbido enjambre de relámpagos.

    ©José Valverde Yuste


  9. Voy a vocear tu nombre
    en la soledad perdida de tu escote,
    como si anidara el anochecer
    entre tus párpados
    y pudiera sembrar mis miedos
    en la luz de un relámpago acostado
    entre tus pupilas vestidas de noche.

    Hoy quiero hablar
    con la tristeza de tu soledad
    como un ángel con alas simples
    y luciérnagas recién aparecidas.

    Me inclino, en ese instante,
    titilando a velocidad de lucero,
    mi sangre entre auroras se despliega
    sobre la almohada y se convierte
    en un placer que emana
    de la oscuridad a tientas.

    Hoy las voces del amor
    son fuego sin misericordia,
    latido de aliento,
    verso que renace en la luz del presente
    y mueren en el recuerdo
    de la manzana mordida.

    ©José Valverde Yuste
    A Zulma Martínez le gusta esto.


  10. El asfalto tose un gris sediento
    y la ciudad vomita neón.
    La naturaleza, herida, sangra lento,
    los árboles gritan con follaje ausente
    cuando la tarde no es más que un recuerdo
    que ya no cierra el iris, se retuerce.

    Mientras, el concreto sueña eternamente,
    las torres murmuran un himno frío,
    nosotros, autómatas programables,
    vagamos por calles incoloras, camuflados,
    cantan las campanas el duelo de la rosa
    escondida en su semilla.

    Mezclados con aire denso,
    simulando el nicho de anélidos
    dónde está el polen hablando con el futuro,
    entre pájaros enjaulados
    al son del macabro retroceso
    del vals que flota en ácido fluido,
    deambulamos entre olivares que ya no besan
    doblan sus ramas por los muertos.

    La sinfonía de la muerte inminente
    final que nadie escucha,
    mientras la ciudad, indiferente,
    entre latidos de metales y acero,
    en el bullicio, se apaga en el tiempo,
    bajo el velo de la desolación
    y el desconsuelo.

    ©José Valverde Yuste
    A Zulma Martínez le gusta esto.


  11. En las tardes de largas sombras
    alargo mis redes
    donde se agolpan las fibras del corazón
    y el prado florece a grito lleno.

    Miro tus ojos profundos,
    como una raíz hundida,
    donde los sueños fluyen y refluyen
    extendidos hacia la suave luz de la marea
    en olas arqueadas sin aliento.

    Con hilos de anhelo, tejidos
    con lo que sobra del alma,
    capturo tu voz interior
    cuando el sol se esconde
    pintando olas de oro
    que esperan atrapar
    los secretos albergados
    en el hambre de tus venas.

    Comparto mi pecho abierto en canal
    y siento el peso
    de las profundidades de tus aguas.

    En tus pulmones, llenos de mí,
    respiro la fragancia de tu amor,
    un rubor de rosa,
    un clavel desbordado de pasión
    en un mar sin límites.

    Un arroyo nacido de la lluvia
    de un cielo que nace suplicando,
    una nota silenciosa a su pétalo,
    un caótico crujido, breve y fugaz.

    En estos momentos tiernos
    el tiempo se detiene en tus alas abiertas,
    el calor te encrespa,
    los bordes levantan sus brasas
    junto a un latido pintado
    en un cuerpo todo lleno de tormenta.

    En el fondo del anhelo
    se baña el resplandor,
    busco los matices de tu esencia
    y surgen flores en racimo
    donde se evapora la escarcha.

    @José Valverde Yuste



  12. En la bruma, donde las nubes
    flotan entre palabras
    que emprenden el vuelo
    surge un abismo de lirios
    acompasados con sílabas
    de un blanco suspiro.

    Penetra donde la flor sin tierra crece
    buscando la alborada sin prisa,
    se oculta en la sombra vana de un lecho
    donde los deseos se cobijan en el sol
    de tus ojos y buscan la orilla.

    Allí me espera
    el verbo inmaculado
    todo lleno de ventanas
    con vaho de rocío de azucena.

    Mi alma siembra un pétalo desnudo
    en la mitad de tu jardín,
    me pierdo en tu cielo,
    en sangre dulce de un rocío
    que nace en la piel.

    En el suelo de una playa desierta
    sucumbe la marea con perfume
    de orquídea en párpados
    aún llenos de espuma.

    ©José Valverde Yuste


  13. Este amor de armario
    vestido con pétalos que no envejecen
    aguarda ese viento con aroma a nube
    y niebla rendida al sol.

    Esa memoria vive
    en el límite del deseo
    donde navega la adolescencia
    mirando al cielo lleno de viento.

    Deja la llaga
    que tatúa en el aire el lamento,
    luz que destierra las sombras funestas
    más allá de los límites de la ladera
    donde mi cuerpo duda.

    Hay tierras que jamás se alcanzan,
    territorios que no callan jamás,
    entre susurros celestiales
    y el silencio que todo abraza,
    buscan las huellas borradas tras de mí
    con los párpados cerrados.

    La mirada, vacía, me observa
    en este viaje de sombras quebradizas
    la hiedra ya no mora
    vuela en la altura del recuerdo.

    ¿Es sueño o eterna melodía
    esa sombra que la brisa arrastra?.
    Efímera aunque intangible,
    su esencia en nuestra memoria queda.
    Al tocarla se desvanece en el armario
    donde el aroma fenece.

    ©José Valverde Yuste
    A Poeta en Silencio y El nick les gusta esto.


  14. En mis noches sin sueño, te imagino
    cuando la luna desfila con su cuerpo de vena herida
    en brazos de un coral embaucador
    que llega como la niebla, dormitando
    en la suavidad de su lecho,
    como un remanso de paz de arroyo
    abrazándome en su árido fuego.

    Acompañas mi soledad de vena fría
    y apareces de pronto como las citas espirituales
    con tu presencia sutil en la penumbra de la luz
    llenas mi alma de un sentimiento de choza vacía.

    Enredados en la noche, tú y yo
    como espectros que sólo hablan con la oscuridad,
    con los susurros que se anudan compartiendo
    arena de playa sobre aguas negras, me detengo
    en el tiempo sin desenlace, sin decir adiós.

    En este sacrificio de estanque muerto,
    en el borde de la razón,
    mi mente te evoca y te imagino, alma triste,
    buscando caminos en mi vigilia
    como árbol que ignora su sombra
    a ras de la hierba.

    Te veo encriptado en el fuego
    que enciende las penas de mi interior,
    ojos hundidos en tierras tropicales desérticas,
    a veces, pones calma en mi caos,
    eres mi alimento.

    En este sueño de pasión adolescente
    con flores agotadas te busco, rosa del desierto,
    entre sombras y susurros me haces temblar
    en la madrugada de los silencios.

    Un abismo de luces y sombras se ha creado
    donde tu mirada perdida es un surtidor
    de caricias sin retorno en este mar inquieto
    de olas que mueren en la roca, meditando
    con el aire gigante de la noche.

    En tu vacío nocturno, mi alma se desvanece
    buscando la luz de tus ojos,
    siento que no perteneces a este mundo
    lleno de enigmas y secretos entrelazados

    Pero alargo mi mano
    buscando palomas, fresas flotando
    en el mar de tu vientre y hallo
    un espacio inmenso.


    ©José Valverde Yuste
    A luna roja le gusta esto.


  15. De un sitio innombrable, el amor brota
    como una violenta luz,
    un crujido en la hebra del rocío,
    la raíz profunda de la mar
    en las primeras savias
    de una naciente primavera.

    Estaba quieta la mar,
    de espejo desprovista,
    buscando la luz de la flor,
    un deseo encadenado al placer,
    resplandor de un corazón
    que asciende al gozo efímero
    del primer anclaje de la rosa.

    La piel de la aurora
    tiembla al roce agudo,
    al mordisco tenaz,
    susurro suave sobre el filo, puntiagudo.

    Un caudal fluye como cascada en la ladera,
    canta el jilguero ante pétalos
    desprovistos de vestido,
    se rompen los límites,
    se hunden las yemas de los dedos,
    la sangre brota, se aloja la pasión,
    un pulso salvaje, visceral,
    sobre aquel abismo ya sin altar.

    El primer alivio de la piedra fría,
    la sed condenada al tacto crudo,
    se liberan las cadenas de sus espinas.

    Un gemido que estaba callado,
    despierta el consuelo de la arista,
    un temblor refulge en un espíritu cautivo,
    la lengua anhela el sabor de un ciclo completo.

    El amor se derrama en un torrente salvaje,
    en un rugido oculto en un portal,
    sigilosos latidos de un hálito ancestral,
    arboledas que en su verdor invitan al cambio,
    gritos de voz temblorosa, empezar de cero
    una nueva vida con su alborada
    empieza a brillar.

    ©José Valverde Yuste
    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.