1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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    Decir te quiero es una melodía
    que acaricia el corazón
    es un verso
    que llena de alegría mi día.

    En tu presencia
    encuentro la razón de ser en tu amor,
    porque tú eres mi luz, mi guía.

    Eres las cosas que se dicen a la amada
    las palabras que salen del alma
    susurros que la calman
    promesas de una vida compartida.

    ¡Oh, amada, primorosa!
    suspiro por tenerte aquí, junto a mí;
    un colibrí vuela, en mi ser encendido,
    en el vergel oculto, un canto atrevido,
    libertad que anhela, sueño que se eleva,
    melodía pura que mi pecho eleva
    y mi corazón congela.
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    Colmena de fresca miel,
    aleteando sus moradoras
    como el humo se retuerce en el cielo
    al salir por el negro agujero.

    Soy el bienaventurado,
    el ganador de la batalla
    brazos de hiedra,
    tentáculos como pinzas,
    adormidera cuando me acaricias
    como las abejas
    acarician a las rosas.

    La desnudez ebria de tus labios,
    se posa en mis pestañas
    aleteo de aves, tierra silenciosa,
    herida sanando, ilusión y vértigo
    cuando penetro en tus ojos profundos.

    Riqueza de diamante bruto,
    luceros que sobreviven a la muerte,
    rocío derramándose lentamente
    de placer sublime.

    Derrapo por tu vientre
    como un tobogán en un parque,
    savia de sangre que me recorre
    como la brisa marina recorre las costas onduladas
    de tu cuerpo, arena mojada errante en la noche,
    torbellino de luz mirando al cielo
    el sexo levita entre las gaviotas y la espuma.

    Galope de yegua, mi alma perturbas
    con tu sutileza, tus cabellos al aire,
    abanicos de colores sumidos en huracanes furiosos.

    Tu alma , amor mío
    sin sed y sin brío
    se duerme junto a mi muslo.
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    En la oscuridad fantasmal de la noche,
    se ocultan secretos que el alma desvela.
    ¿Sabes tú, de su sombra y su derroche,
    de la miseria callada que en ella vuela?

    En las sombras densas de los callejones,
    la noche susurra sus penas al viento.
    En rincones oscuros, entre susurros y emociones,
    llora con tristeza, sin ningún aliento.

    En tus noches de vigilia e insomnio mudo,
    percibirás su llanto en silencio profundo.
    Con miedo a perturbar algún amor desnudo,
    se esconde en la sombra, temiendo ser fecundo.

    Quizás, en ese cielo estrellado y eterno,
    donde la noche y el día se abrazan con fervor,
    sepas encontrarla en un destello tierno,
    pues en una estrella hallará su redentor.
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    Sobre el verde sudor
    alfombrado de la noche
    mi universo se contrae para alcanzarte
    mis ansias esperan
    tu fruta, jugosa y prohibida.

    Te amo como los huesos aman a los músculos
    como suben los aromas de tu cuerpo
    hacia la luz de tus margaritas, blancas
    como la espuma del mar.

    Intento captar tu último rayo de sol
    la sabiduría de tu naturaleza
    ser luz de tu cometa,
    escarcha de tus praderas
    tu abrazo de roble.

    Ahora sólo soy sentidos
    luciérnaga fluorescente en tu piel
    pétalos de rosa que transfieren tu fuego
    rojo como tus labios.

    Mi corazón desorientado sucumbe
    a las tempestades
    entonces
    te amo entre cenizas y fuego
    entre cascadas y maremotos
    entre la luz y la oscuridad
    y caen rendidos mis cerrojos.
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    Mis pensamientos huyen
    sin aspavientos, una música leve
    un surtidor de sueños
    caminando hacia la posteridad
    de los tiempos, un espeso olor
    a perfume en un campo yermo.

    En el ocaso de mi vida
    sin patinetes voy subiendo
    la cuesta del olvido, amantes
    ahogados con sus perfidias,
    alboradas dormidas en mi pecho.

    Gritos sumidos en profundidades
    no existe el tiempo, es un paraíso
    que llevo esperando tiempo.
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    En las montañas estás y vienes con la brisa
    ¡Oh, bella flor!, necesito un ángel que cubra tus alas
    mientras surcas cuan estrella por la noche
    el cielo está por fragmentarse, la tempestad
    alcanza su punto álgido.


    Sacio tu llama, acaricio tus lamentos

    entre las hojas de la noche,
    cuando tu vientre anhele bañar mis gemidos
    y el embrujo del tacto de tus labios
    me haga temblar
    haciendo explotar mis sentidos.


    Entonces, en ese momento supremo

    quiero ser un gorrión o una golondrina
    posarme sobre tu jardín
    mientras el viento azota las campanas.
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    La naturaleza la abraza con cariño
    y el viento susurra secretos en su oído
    sus pasos son firmes, como los de un guerrero
    enfrentando los desafíos que la vida le presenta.


    Con entereza las montañas son testigos mudos
    de su valentía de su coraje y su determinación
    porque ella sabe que cada cima alcanzada
    es una victoria, un logro
    que la llena de orgullo y satisfacción.


    Las montañas en su eco la contemplan
    en su dulce melancolía y en su anhelo de libertad
    porque ella, simplemente, es parte de la naturaleza
    una joya preciosa en este vasto universo del amor.
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    Mirando al mar, búscame siempre,
    con viento de levante o de poniente,
    boca que miente, serpiente penetrando
    en mi vientre.

    Volando por el aire, polvo amarillento,
    azufre doliente sobre mis ojos ardiendo,
    lágrimas hirientes, lomas crujientes,
    manada de perdices adolescentes.

    Yunque y azadón, ceporro retorcido,
    viejo silente, amado de mi vida
    siempre en mi mente,
    vid de las manos encallecidas
    de agricultores, restregados por la tierra vilmente.

    En la España del miedo fuimos creciendo,
    leche en polvo, migas de aceite,
    alborada de la niebla y de la muerte.

    Espanto de la noche, tricornios vienen
    robando las gallinas y las simientes;
    pobre, abocado a ser dócil paloma,
    con los fusiles valientes.

    Espejo de la luz, sed envolvente,
    caricias del destino,
    sobre mi frente liebre y perdiz,
    estampa de mis días
    búhos y grillos
    sonidos de las noches decadentes.

    Palomas volando, sueños de libertad,
    de una España gobernada por dictadores,
    peligro que vuelven, a ser la luz,
    rayo que truena engañando a la gente.
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    Cuando muerdo tus senos de luna,
    acaricio tus piernas de gacela,
    levanto tu falda con mis dedos,
    te miro desde abajo, extasiado.


    Te hago lo de siempre,

    exploro cada rincón de tu cuerpo,
    disfrutando de tu belleza,
    de tu suave y delicada piel de princesa.


    Pero a pesar de todo,

    de todas las caricias y besos,
    de todo el deseo contenido,
    ¡no pasa de un sueño!.
    A Ana Fabiana, Bernardo de Valbuena y Alde les gusta esto.
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    Mujer eres excelsa, mujer diez
    construida por los mejores en su arte,
    te modeló la Diosa Atenea,
    te cinceló Miguel Ángel
    y te pintó Rubens y Velázquez
    con sus pinceles de ensueño.

    Mujer de figura escultural
    en ti anidan y crecen los nenúfares y las violetas,
    recorren tus praderas los tigres y gacelas,
    y las águilas vuelan sobre los hilos
    de oro de tus cabellos.

    Mujer tienes corazón de diamante,
    pechos de fresa, cuando te contoneas,
    la tierra tiembla , tus ojos
    son los focos que dan luz al mundo.
    tus labios, pegamento cuando me besas.

    Tienes sentimientos de madre, oro reluciente,
    cuando amas dicotomía en tu frente:
    Dulce fresa, rayo imposible de apagar;
    otras veces sal, golpes maléficos en mi pecho
    haciendo mustio mi corazón sediento.

    Eres seda como el agua
    cuando por ti se desliza
    bajando de tus cabellos de oro
    por tu espalda, prado verde.
    Si desciende por tu pecho
    gotas de azahar al pasar por tu fresa, tersa.

    Mujer eres lo sublime de la creación
    por tu cuerpo pasa el futuro
    de este mundo que sin ti, sería
    nada, solo eso.
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    Eres suave como una pluma,
    dulce como piel de uva, amada mía.
    Un temblor que arrasando mi esqueleto,
    me despierta entre oasis y palmeras,
    en un mundo de fantasías muy nuestro.

    Eres caricia del cielo,
    mi amor está enjaulado en tu pecho.
    Somos dos llamas que no se apagan,
    como mar enfurecido en una tormenta suicida.

    Somos dos cuerpos fluyendo,
    agua pura de manantial de amor
    de paraísos que sueñan.

    Viajo por el sonido de tu voz.
    Tu ternura me amansa,
    recorriendo mi cuerpo desde el ocaso hasta la alborada.

    Morir de amor
    cayendo las hojas de nuestros árboles
    a nuestros pies derrotadas.

    Tu mirada, un organismo latiendo.
    Una flecha lanzada hacia el cielo azul,
    despejado, sin nubes, diáfano.

    Mujer eres espiga meciéndome entre los trigales.
    Si supieses cuánto me cuesta estar sin ti.
    Cuantas amapolas y lirios desnudara para complacer
    nuestra hoguera.

    Sé mi pecado,
    envuélveme en tu noria,
    gira conmigo.
    Dame tu savia llena de magia,
    expande en mi cuerpo
    tu dicha de valle fresco.

    Alumbra mis pasos con tu luz de faro,
    resplandece mi amanecer
    como el sol resplandece
    al mar en la alborada.
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    Mi adolescencia fue un vendaval
    de pétalos esparcidos
    sentimientos de estar vivo
    queriendo comerme la vida
    sus latidos internos, ser un dios
    sin poder ni dinero.

    Algo distinto a lo cotidiano
    ser plumero que todo va esparciendo.
    Pero apareciste tú,
    cuerpo de bocado de manzana
    con tu delgadez de filamento de hojalata
    esa mirada vivaz, encendida como una ascua
    y me robaste el alma.

    Una espiral de tormentas solares
    sueños con trenes saliendo de un túnel secreto
    con su columna de humo al descubierto
    viajar soñando y soñar viajando
    a un mundo que no era el mío, era del burgués
    del dinero enmohecido guardado
    en latas oxidadas de terciopelo añado.

    Mi adolescencia es subir lomas inalcanzables
    picores inolvidables, trabajos sin salario
    estupideces debajo del brazo, con una dictadura
    envolvente de miedo, castañeando los dientes.

    Mi adolescencia es amor a raudales, embobamiento,
    manos sudorosas , temblores carnales;
    una rosa en el jardín de las felicidades.

    El aliento eterno de hacerte mía
    por la eternidad de los tiempos
    en el firmamento.
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    Entre los geranios, tus lágrimas reposan
    brillando como las estalagmitas de una cueva
    de cuarzo.
    Pobres flores, soportar tanto desvelo
    sin tener ni siquiera un cuarto.

    Cómo deshacer la fragancia con penas,
    qué herida sin sangre sonríe y arde
    sin ser primavera, no hay cántaros en la tierra
    para apagar ese fuego.

    Tocando el cielo, con la suavidad que me miras
    cuando te sonrío, soy manantial sombrío
    ascendiendo por tus penas, voy consumiendo
    mi escarcha, para que brote de ti el frío.

    Gruesa anaconda, pasión de tu concha,
    qué cauce deshará este tormento; esta vanidad,
    está quemándome como un zarzal en el arroyo
    tardío de la tarde, que se consume como la antorcha
    lentamente.

    Tibieza de mi mar, andas revuelta, con un gran afligimiento,
    malestar que me desborda, no me gusta nadar contracorriente
    porque aumenta mi ceguera, y me pierdo por las laderas inertes
    de tus sentimientos, cuando se retuercen.

    Aprenderé a conocer la hermosura del aire,
    el candor de la pena, la espina de los rosales,
    el fluir de la sangre que con la tarde fenece,
    en el mar de los sueños de tu tristeza.
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  14. En el jardín de mi corazón
    florecen las rosas del amor,
    sus pétalos suaves y rojos
    acarician mi alma con dulzura.

    El amor es un río que fluye
    navegando las aguas de la pasión,
    sus olas me envuelven y me llevan
    hacia la eternidad de su abrazo.

    Amor eterno, como el mar infinito
    que se extiende sin fin, sin medida
    abrazando las almas con su calor
    llevando consigo la dicha del candor.

    Amor ardiente, como el amor en el cielo
    quemando pasión y deseo
    iluminando los corazones oscuros
    fundiendo los cuerpos como el hierro
    en la fragua de la sensibilidad
    y las mariposas que realzan tu bondad.
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    Si tú te alejas, no sé si las rosas de mi jardín
    volverán a brillar, o perecerán con tus cenizas
    tu perfume no volverá a despertarme con su fragancia
    sólo quedará su indolente olor en mis sábanas.


    Si te marchas, flor de mis ansiedades nocturnas

    quedaré silente, frustrado, buscándote en mi agonía
    y el colibrí no volverá a posarse en mis pacíficos blancos
    como tú, ternura mía.


    Si te vas con otro sol, otras nubes,

    serás fruto que se desprende maduro
    cuando ya ha absorbido todos los nutrientes
    y deja al árbol desguarnecido, se ha ido parte de su vida.


    Cuando no estás, soy pez de aguas profundas

    nadando tranquilo aunque haya maremoto en la superficie
    no existe el miedo, se ha desvanecido, como un soldado
    abatido en una guerra sin sentido.


    Cuando vuelas de mi lado, sólo quedan tristes días

    la luna ya no es espejo, solo melancolía,
    los días opacos y fríos.

    Necesito aprender de nuevo el arte de la felicidad
    las angustias deben ser borradas
    de las hojas de mi calendario.


    Aunque nunca lo confiese
    siempre estarás en mi sangre

    en mi devenir del día a día.

    Te veré en el árbol, en la montaña
    circularás por el riachuelo de mi alma,
    porque la dicha que me diste debe permanecer
    para siempre guardada.