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  1. Había varios globos decorando aquella área de la oficina, rojos, blancos, con diseños. Era el cumpleaños de Paolo y su escritorio lo habían decorado a la altura de aquel festejo. Veintiún años me dijo que cumplía y yo no lo puse en duda, dicen que quien no confía en la palabra de un hombre, no tiene en qué confiar. Dichosa esa juventud que puede acostarse a las dos de la mañana, dormir tres horas y levantarse sin la necesidad de tomar un café bien cargado para agarrar energías para el resto del día, a mis treinta y cuatro, aquellas épocas quedaban en meros recuerdos.

    Tras dos semanas sin ir a la oficina, llegué envidiando el café que Regina tenía a su lado y del que tomaba pequeños sorbos antes de que abrieran la oficina. Una vez dentro me tocó ponerme al día en lo que se podía con Evangeline e Isabel, quienes habían llegado ese día a trabajar, a diferencia de la esquina, donde Enrique, Vinicio y Sandra brillaban por la sombra de su ausencia. El grueso del equipo no asistió ese martes a la oficina y me pareció curioso, por lo general es el día de la semana con mayor convocatoria. A Paolo le llevaron un pastel para celebrar y repartió un pedazo a los que estábamos allí, porque la generosidad y el agradecimiento no se miden por porción si no por corazón. Comió hasta Isabel, cuyo paladar no frecuentaba probar los alimentos dulces.

    Con Amalia, Nicolás y Evangeline, tenía pendiente un almuerzo que cumpliríamos al día siguiente, para canjear el premio que ganamos en el Employee Day, canjearlo en uno de esos restaurantes que no existen allá por mi pueblo natal, donde lo más fino son los restaurantes de comida china, que conglomeraban la clientela y donde uno podía darse el gusto de comer un arroz cantonés o un arroz con lechón.

    El miércoles Isabel le comentó a Vinicio y a Sandra que Paolo había compartido de su quequito, igual que Vinicio lo había hecho anteriormente hace varias semanas, la diferencia es que a Vinicio le habían rogado para poder probarlo, le habían sacado el sudor mientras le rogaba la lengua de Isabel, en tanto que Paolo lo daba democráticamente, sin necesidad de ruego, para quitarles el antojo al resto de humanos. Las texturas, bueno, el de Paolo era más esponjoso, con más sabor, no hay nada como comparar para elegir entre varios productos.

    - Ah – dijo Vinicio – pero es que el de Paolo es venezolano y los sabores venezolanos le abren la boca a uno, sabe diferente a lo criollo – recordaba seguramente aquellos platillos carnales que Cartagena le había ofrecido en sus dos visitas previas.

    La semana entrante vuelven Sandra y Vinicio a Colombia, quedaron degustaciones pendientes, sabores que no probaron. Yo no podría hacer un viaje con ellos, no podría llevarles el ritmo, a diferencia de ellos, cuyos viajes están cargados de sudores, sábanas mojadas, discotecas al amanecer, coqueteos, pecados lascivos y pegajosos, mi viaje a Nicaragua fue algo artístico, emocional, un encuentro profundo con mi aura. En este punto necesito hacer una pausa, me ha pasado algo extrañamente curioso. He sentido algo que andaba en mi hombro izquierdo y al fijarme, he visto a un hombrecillo de unos diez centímetros de altura haciendo flexiones, con un cuerpazo, que, si fuera de mi altura, sería un Adonis, con una mirada de desaprobación cuando he dicho que mi viaje fue artístico, inmediatamente veo mi hombro derecho y en él, distingo a un ancianito con bastón, casi calvo, pidiendo perdón por algo. Hago lo que tengo que hacer, tiro el trago de ginebra que estaba tomando a ver si dejo de alucinar.

    Durante el almuerzo cuando canjeamos nuestro premio, me di cuenta de algo, yo no era la única que frecuentaba pocos lugares así, recapitulemos. A la entrada del restaurante a Amalia se le ocurrió preguntarle a la chica que atendía, si se podía cancelar con la tarjeta que llevábamos, haciendo hincapié en el hecho de que no era robada, lo que causó una risa nerviosa en la muchacha. Aclarado el punto, tocó escoger la mesa y fue el turno de Evangeline para hacerse grande, dudó entre cuatro mesas diferentes antes de finalmente escoger donde íbamos a sentarnos, después de haber dado dos vueltas por todo el sitio, porque todas las mesas parecían bonitas. Cuando llegó el turno de que nos sirvieran las bebidas, estuve a punto de dar un sorbo al vaso, confiada en que ya no se usaban las pajillas, hasta que el mesero las puso en la mesa, justo cuando mi boca estaba a dos milímetros de tocar el vaso. No voy a decir nada sobre la selección de platillos o lo que se habló durante aquel almuerzo. Es como Las Vegas, lo que sucede o se dice ahí, permanece ahí, solamente diré que quedé con la tarea de recomendar un enjuague bucal a Nicolás, quien estaba bendito entre las mujeres, muchos hombres se deseaban aquel puesto, salir a almorzar con tres mujeres de buen ver como Amalia, Evangeline y mi persona (lo que algunas gentes educadas conocen como milfs). De regreso a la oficina cuando Mateo y Paolo nos preguntaron cómo nos había ido, todos indicamos que nos había ido de maravilla, pero repito, lo que se dijo o lo que pasó en el restaurante, se quedó ahí.

    Como dijo Sandra, la carne nunca se come fría, se sirve caliente y se mete en la boca a tiempo para degustarla placenteramente.
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  2. Aquella video llamada por la que salí de la oficina hace dos semanas a media tarde, para atenderla en el pasillo y que me produjo risas el resto del día, había sido apenas un preámbulo, una mirada a los confines del universo. Y mira que nunca antes se me había ocurrido salir con un abogado, qué iba yo a imaginar que la ley tuviera unos labios tan ricos a la hora de besar, ¡Por Dios! vaya máquina de la ingeniería que es el cuerpo humano, había pasado mucho tiempo desde que sudaron los polos helados, muchos soles desde que la línea del Ecuador separó ambos hemisferios. Querido, te dejo dos canciones para que te acuerdes de esta hembra psicóloga: "Mi auto era una rana" de Pedro Suárez Vértiz, y "Me haces tanto bien" de Amistades Peligrosas, con eso te lo digo todo.

    Yo confieso ante un Dios todo poderoso que mis locuras han disfrutado muchos buenos momentos. Trato de no lastimar a la gente, lastimarme a mí misma no importa tanto, soy dueña de mí y acepto que yo misma me digo muchas mentiras y me robo muchas verdades, verdades que quiero olvidar tan rápido como me es posible. ¿Acaso no somos así los seres humanos?, nos hacemos los idiotas cuando nos conviene y cargamos nuestra alma con muchos recibos pendientes. Alimentamos nuestra mente con cosas que en realidad no queremos que sucedan, porque de pasar, no sabríamos cómo reaccionar. Así somos, hay quienes dependen de los demás, como nuestros abuelos dependían de España.

    Este viaje a Nicaragua no se parecía al viaje de Cartagena que hicieron Vinicio y Sandra, o los viajes ancestrales que hace Enrique con sus bebidas estimulantes, ni a los viajes que hacen el resto de mis chicos, yo salí del país porque no era capaz de encontrarme ya ahí, me costaba identificarme; en otras palabras, hice el viaje por cobarde, por temor de enfrentar mis dinosaurios, pero también con la fe de que algo iba a alivianar mi propio equipaje, ese que no se lleva en maletas, que no revisan en las aduanas, el equipaje de ser yo, algo así como aquel personaje de Dickens peleado con la navidad.

    Después de una ducha con agua tibia, pensando en cosas vanales, y sin cigarros, porque en estos hoteles prohíben fumar, tenía leves relámpagos de cordura, tan leves que no conseguía invocar a mis antepasados, me hacían falta mis borradores, mis notas, escribir en este maldito teléfono no me da la misma libertad, yo ocupo borrar, manchar las hojas, cambiar criterios. De esa forma me libero más, me siento más yo. No he escrito aún el nombre del chico del despacho porque no tiene importancia, la tendrá si algún día decido que no puedo vivir sin él, de momento tan solo es alguien que está ahí, un escape, me sentiré estúpida si me enamoro, porque el amor no tiene sentido. Hay gente tan pobre que busca su propia felicidad al lado de alguien más, ese es el nivel más cruel de pobreza, porque nada ni nadie te da la felicidad que tú mismo te niegas a darte... Y yo, aún no me siento tan pobre.
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  3. “Mother looking at me

    Tell me what do you see?

    Yes, I've lost my mind”



    All the things she said / t.A.T.u



    Había llegado por cuarta o quinta vez a mi consultorio, con la misma solicitud, con aquellas maneras ansiosas que no nos dejan mirar la realidad. Quería que firmara su alta, las otras veces le había explicado los motivos por los que no lo hacía, esta vez firmé; hay guerras que hay que dar por vencidas, no porque el rival sea mejor, sino para hacerlo sentir feliz consigo mismo. Le extendí el documento y salió contento del consultorio, llevaba el acta donde hacía constar que ya no necesitaba mis servicios.

    Amalia había llegado aquella mañana a la oficina con una blusa verde, haciendo alusión a sus antepasados, muertos siglos antes de conocerlos. Evangeline la observó, calculó sus palabras y luego de soltar una sonrisa por encima de su escritorio, le dijo:

    - Amalia, ¿trajo la ayahuasca? – la otra la volvió a ver, sonriendo, porque la sonrisa es algo que fluye de manera natural en ella, luego fue a saludar. La verdad es que la blusa no se le veía mal, pero no era típico verla vestida de esa manera.

    El día siguiente tocaba actividad, el grupo a cargo tuvo una idea lindísima, la creación de haikus, ese arte japonés equivalente al yoga, para liberar el espíritu y alimentar el alma. No me dejaron jugar, me eligieron de jurado, ¡a mí!, ¡qué diablos voy a saber de eso!, no soy escritora, a veces dudo de ser psicóloga y me ponen de jurado en una elección de esas. Enrique se acercó, se sentó junto a mí y me insinuó al descaro que los eligiera ganadores.

    - Doc, usted sabe, elíjanos – como si mi dignidad e integridad pudieran ser comprados con esas palabras. Al final hubo un silencio cuando elegí al ganador, a mí me gustó, hubo obras en español e inglés, con tanta belleza y profundidad, que me sentí rodeada de poetas, con lo que a una mujer le gusta que le lean poesía (y más si te la susurran lentamente al oído).

    Nicolás había estado enfermo, y en él se centraban las esperanzas de Evangeline, Amalia y la mía propia, para ganar el sábado en el juego de la búsqueda de tesoros, porque como él solamente se junta con ganadores. Ha de ser como Messi jugando, ese que ve la aldea quemarse y saca su valentía y magia para echarse el equipo al hombro.

    Tres días después, cuando llegó el día, a mí me hizo falta experiencia jugando FIFA y a Amalia le faltó un compañero de equipo que estuviera a la altura de sus capacidades, de haberlo tenido, ella habría jugado la final y no se habría quedado en semifinales, como le pasó conmigo.

    Donato llegó a contar su experiencia con la sesión de yoga, que se terminó convirtiendo en clase de pilates y donde lo habían puesto a sudar más de lo esperado. Enrique y Vinicio la pasaron tranquilos, sin sudar, relajados, mirando la competencia y a los demás correr como locos. En la competencia final, la búsqueda de tesoros, hice equipo con Amalia, Evangeline y Nicolás, quien corrió por el área de juego cual gacela en la sabana de África. Terminamos terceros, haciendo buen tiempo, sudados, por lo menos yo, con el aporte de todos. Nicolás había sido Messi, Amalia fue un CR7 comandando, Evangeline le quitó el puesto a Luka Modric y yo, tuve que conformarme con ser Walter “Paté” Centeno, inmóvil debajo del arco, mirando como Estados Unidos los mandaba al repechaje contra Uruguay, rumbo a Sudáfrica 2010.

    El equipo que incluía a Romeo y Paolo terminó segundo, era obvio, sus cuatro miembros eran de los favoritos, por sus destrezas, porque son de esa gente que desata ese deseo increíble de salir a ganar y así lo hicieron. El equipo de Mateo y Sandra acabó cuarto, a poco de arrebatarnos el tercer lugar y conseguir alguno de los premios. Regina e Isabel no asistieron, tenían compromisos que adquirieron antes de conocer la fecha en que se realizaría la actividad. Lástima, porque ambas pudieron ser un par de dignas contrincantes, quedará pendiente para la próxima vez. Cuando a la salida Evangeline me hizo el favor de llevarme a la capital, Sandra, Vinicio y Nicolás, estaban planeando partir de fiesta.

    Y aun restaba el almuerzo, dos días después en la oficina, con Paolo pasando de la felicidad y satisfacción por ganar de manera inmejorable la primera ronda de videojuegos, al dolor y la frustración de la derrota, tanto, que se desquitó con la pobre de Amalia, “hasta esa Amalia me ganó”, le dijo en frente de quienes estábamos allí. Amalia reaccionó con inocencia y sonrió al escuchar las palabras de Paolo. ¡Qué vergüenza Paolo, qué vergüenza!

    En la reunión diaria, nada particular, Regina había aprovechado para abrazar uno de los almohadones y recostarse, en un intento de calmar esos arrebatos de ansiedad que a veces tocan a nuestra puerta.

    Yo me voy de vacaciones por unos días, por lo que me desconecto de algunas cosas, espero volver con más fuerzas de las que cargo al irme y espero, que el chico del despacho no deje de mensajear conmigo para sentirme un poco acompañada, después de todo, la cena no estuvo nada mal y el postre fue dulce, tan dulce como un caramelo. Aún tengo en mis manos y mi cuello, algunas palabras en letra pequeña de lo que sucedió durante aquella cena. Listo, hay detalles que una dama no debe escribir.
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  4. Sandra había aterrizado en territorio colombiano con ganas de vomitar y dolor de cabeza, con la ansiedad por conocer al nuevo novio que la esperaba en una tierra exótica (“Raquel es un burdel”, canta Miguel Ríos). Vinicio lo pensó, pero luego, se quedó con ella en vez de dejarla tirada en el cuarto del hostal donde se hospedaron. El guaro había hecho su trabajo y Sandra cayó en la cama, abrazada a dos botellas de guaro nacional que habían comprado en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, para recordar a su tierra.

    Antes de continuar, me hago a mí misma la aclaración, de que omitiré algunas partes, contadas por Vinicio, porque de lo contrario terminaré escribiendo el guion de una película para adultos, con Sandra y él mismo como protagonistas, y mi mente puede caer en escenas explícitas. Lo que escribo, lo hago basada en notas que me facilitó Vinicio y unas cuantas que Sandra incorporó luego, ambos fungieron como corresponsales aficionados.

    Sandra iba con sabor a Costa Rica y su cosquilleo en las piernas tenía procedencia venezolana, lo comprobaría en una discoteca, donde pasaron una noche y donde ella recibiría una nalgada con tal fuerza que le dolió (imagino que no es la primera vez que nalguean a Sandra), y por supuesto, en vez de disgustarse por la nalgada, Sandra se iba con el venezolano a que le hicieran un baile privado sobre sus piernas en plena disco, junto a la mesa donde tenían sus tragos. De ahí a un beso, fueron segundos y de ahí a besarse al mismo tiempo con dos hombres, era nada. No sé si es la primera vez que Sandra hace un beso entre tres, no lo creo.

    A Vinicio mientras tanto, lo habían arrinconado en la pista de baile, lo tomaron del cabello, se lo jalaron de forma provocativa y le salieron un par de respiraciones agitadas, mientras la chica le bailaba sensualmente a sus espaldas, enseñándole un tatuaje de Mickey Mouse:

    - Y abajo tengo un dragón – le dijo, mientras le indicaba el camino con la mirada.

    - ¡Qué rico! – le contestó Vinicio, sujetando un trago en la mano izquierda mientras se movía al ritmo de la música.

    Vinicio tuvo una oportunidad de oro, dos chicas le ofrecieron hacer un trío, una argentina y una colombiana, pero el destino no quiso que aquello pasara. La siguiente noche, cuando quiso con una de ellas, no pudo, le dio una bebida y la chica se la tomó, con tan mala suerte para Vinicio que ella se durmió y no pudo comerse al dragón que le habían ofrecido en el baile. Sandra en cambio, estaba bien abrazada en una suite, calentita, Vinicio se tuvo que conformar con dormir en el frío piso, fuera de la habitación. Sandra no había dormido, los cortes de carne que encontró allá la mantenían despierta, alivianada, como flotando en el mar de la tranquilidad y la sensualidad. Estaba emocionada, era soltera, sin estrés.

    Al día siguiente, durante un viaje en yate, Sandra se lanzó al piso a bailar con tres muchachos de buen ver; en tanto, Vinicio hacía video llamada con su futura suegra (o al menos eso parecía). También fue la manzana de la discordia cuando una mujer lo invitó a bailar, frente al marido de esta, Vinicio aceptó, lo que se ofrece de gratis, no se debe tirar al basurero. Además, le arrancaron a Vinicio su cadena y la echaron al mar, como si aquel tesoro que llevaba y no se quitaba nunca, hubiera tenido escrito en su destino quedarse en aguas sudamericanas.

    Hubo buceo, discotecas, viajes en yate, bebidas, besos, cosas censurables, visitas pendientes a Cartagena otra vez y a California, Estados Unidos. Escenas que Sandra prometió mejorar en su próximo viaje. Cartagena no estaba preparada para recibir a ambos, los había detenido la policía a las cuatro de la mañana, porque uno de sus amigos orinó en la calle, a la salida de la discoteca, pero luego de comprobar sus pasaportes y demás documentación, los habían dejado irse, no sin antes advertirlos por sus actos indebidos en la vía pública.

    A la vuelta, ambos se habían sumido en una fiesta de carcajadas mientras trabajaban, Vinicio se levantaba de su asiento y acudía a la esquina, a recordar con Sandra los conceptos aprendidos durante su viaje. La gula era un pecado cuyo epicentro se ubicaba en el Sur del continente.

    Como dije al inicio, muchas otras cosas sucedieron, variedad de colores y sabores, una gama de destinos (como millas de viajero), sudores que no se secaban en una toalla, pero por dignidad y ética profesional las omito. Lo que aquí está escrito, es aquello que no compromete la integridad de ninguno de sus protagonistas ni la mía propia (aunque dado la intimidad de mis escritos, es imposible exponer la integridad de alguien). Que nunca se diga que me dedico a fantasear, porque solamente escribo las cosas que veo o escucho, sin cambiar ninguna letra.

    Me marcho, conseguí que el chico del despacho de abogados me invitara a cenar… ni pongan esa cara (¿a quién le hablo? si nadie leerá esto), es solamente una cena, nada más. Aunque, con suerte podría pasar algo, podríamos ir por un postre, algo dulce o salado, depende de los gustos. Pero no creo, esas cosas solamente le suceden a mis queridos chicos de la Oficina Sunshine. Por cierto, alguien había dejado una nota sobre mi escritorio, preguntando por mi sonrisa, están tan acostumbrados a mi seriedad, que cuando no la llevo conmigo, es una novedad.
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  5. “The music sounds low,
    the heart bleeds rhythm under the skin,
    I cry tears of joy”

    Un viejo haiku que me regalara un ex durante mis años de secundaria, cuando el amor era un estilo de vida y los besos dejaban azúcar en los labios. Pero ahora, estaba recostada al colchón, viernes por la noche, con pijama, las pantuflas al lado izquierdo de la cama, con una cerveza extranjera en la mesita de noche, a medio beber, dos colillas de cigarrillo regadas por el piso y de fondo “Pornocracia” de Mon Laferte. Tenía un tumulto de papeles enredados en la almohada. Nosotros mismos cometemos los pecados que nos atan. Mis chicos también, ninguno de ellos se atrevió a liberarse de la opinión de los demás. Todos aceptaron aquel juego estúpido que les propuse de las tres palabras. Si al menos uno, sólo uno de ellos no lo hubiera aceptado, pudieron haber dicho lo que yo quería escuchar “no, doc, ninguna de esas palabras me define, nadie puede definirme ni relacionarme con ninguna palabra”, pero no, todos lo aceptaron, algunos incluso escogieron una de las palabras con convicción, sin pensar, como hacemos tantas cosas, sin detenernos a razonar que somos lo que construimos, no lo que los otros piensan sobre nosotros.

    - ¿Se me notó mucho? - nos dijo Paolo a Evangeline y a mí, mientras calentaba el almuerzo en el microondas. Después de recordarle un pasaje de la reunión, puso la cara con aspecto frío y nos pidió que olvidáramos aquel episodio. Eso nunca había sucedido, era un bug en el espacio tiempo.

    Los problemas habían llamado a Romeo luego del almuerzo, la batería de su carro había dejado de funcionar y ocupaba de esa inteligencia que sólo las mujeres aplicamos en la vida, porque los hombres tendrán muchos mitos sobre su fuerza, pero Dios les puso el cerebro a las mujeres, por eso aprendemos de nuestros errores, a diferencia de ellos. La solución llegó luego de una junta improvisada en el centro de la oficina: revisarla y de ser necesario, comprar una nueva. Luego hicieron comitiva hacia el vehículo, a inspeccionar al enfermo.

    Hoy me tomo dos tragos de agua ardiente en honor a Colombia. Mañana en la noche parten Vinicio y Sandra a Cartagena y esperaré los noticieros, para saber las desgracias que sufrirá esa hermosa nación durante estos días.

    - Le conseguí marido a Sandra en Cartagena – me dijo Vinicio, sin saber que Sandra no va por marido, con que le den en la luna de miel, es más que suficiente.

    Isabel volvía de comprar el desayuno, antes ya había hecho la ronda habitual por la oficina, para apuntar a aquellos que ocupaban realizar el pedido.

    - Iba a invitarlo al desayuno, pero como usted se pone a jugar de exquisito – le dijo a Vinicio, este respondió con una risa, su mente está en las discotecas, playas y barrios bajos (si es que existen) de la tierra sudamericana.

    ¿Qué pasa cuando nos enamoramos? Me diré lo que sucede, sucumbimos ante una bajeza, ante una enfermedad mental, eso es el amor, una enfermedad, una locura que le hace creer a algunos que ocupan de alguien más para ser ellos, para que otra persona cure sus trastornos mentales. Si el amor sirviera de algo útil, los sacerdotes tendrían permitido enamorarse, pero no lo tienen, porque el amor es una enfermedad, ni siquiera a Cristo se le permitió enamorarse… luego analizaré eso, porque a mí no me importaría que se hubiera enamorado, o ¿acaso Dios lo habría dejado de considerar su hijo amado si se hubiera casado?...

    Fabián se había sentado junto a Vinicio y Sandra, con la excusa de tomar unas notas que necesitaba, ¿cuántos chismes se habrá perdido estas semanas que se sentó lejos?, de seguro ocuparía buen rato, si no para ponerse al día, al menos para actualizarse un poco. Hoy, después de semanas volvía a ir al baño a la misma hora de ellos, ocupaba volver a llenarse de información, colocar la lengua en ese estado frenético que causa satisfacción por ponerla a trabajar.

    - A mí me inscribieron en yoga – dijo Sandra, sobre las actividades del Employee Day.

    - Sandra – le comenté serenamente – y ¿usted se imagina que la pongan a hacer un Split?

    - A ella la posición que le gusta es la del niño – se apresuró a comentar Isabel.

    - ¿Cuál es esa? – preguntó Vinicio de manera inocente.

    - Con el biberón en la boca – contestó Isabel y soltó la risa, tanta, que casi bota el agua que estaba tomando. Sandra ni se sonrojó, ella era máster en mantener calientes los biberones.

    Hicieron un juego de bingo en la oficina y Romeo y yo arrasamos como Argentina en la pasada Copa del Mundo, nos vitorearon, nos abuchearon y salimos ganadores. Vinicio también obtuvo un premio, e Isabel tuvo la difícil tarea de guiar a Fabián, titánica misión. Luego Isabel le escupió en la cara, principios de moralidad a Vinicio.

    - Vinicio, ¿va a compartir de su premio?

    - ¿Por qué lo compartiría? – respondió Vinicio con la seriedad en el rostro.

    - Porque la gente con moral comparte… bueno… pero aclaro… ¡la gente con moral!

    Vinicio tragó duro y luego de matarla con la mirada, siguió conversando con Sandra. Estos juegos sacan a relucir los sentimientos de competencia, las crisis emocionales, los sudores, los deseos de criminalidad… en fin, ¡son un éxito!

    Isabel la luchó, la peleó, como dirían en el barrio ¡la pellejeó papi!!, hasta que se le hizo y Vinicio venció a su moralidad y le compartió de su quequito a Isabel, quien lo saboreó. Había sido una letanía la manera de rogar de Isabel, porque quería probar el quequito de Vinicio, quería quitarse el antojo de eso que Vinicio se negaba a convidar, hasta que este, vencido por las fuerzas, lo compartió y como si Isabel no fuera suficiente comensal, nos invitó a Sandra, Evangeline, Fabián y a mí al festín (el quequito de Vinicio había caído dignamente en una orgía).

    - No sabía que mi quequito daba para tantos – dijo Vinicio.

    Todos desconocemos nuestras fronteras, hasta que la moralidad, ya no es un límite.
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  6. Si el universo conspira para recompensarte, acéptalo, no todos logran dar su esfuerzo y distinguir las cosas buenas que les llegan.

    - Buenos días, Enrique, ¿cómo está?

    - Buenos días, bien ¿y usted?

    - Bien, gracias por el tiempo. Enrique, usted me dijo la semana pasada que sabía cuál es mi favorito, pero ¿sabía que usted es quien asiste con mayor regularidad a consulta?

    Se sonrió, limpió sus lentes y me miró antes de contestar.

    - Sí, sé cuál es su favorito... lo que no sabía es que era yo quien más le hace conversación, y eso que no soy muy fan de hablar... pero hay confianza.

    - Sí, después me dice, si lo ve necesario, mi favorito. Dígame, ¿cómo ha seguido con la confianza en sí mismo?

    - Depende de en qué área de vida vaya enfocada la pregunta... creería que en general bien. Me voy a reservar quien es su favorito, jaja.

    - La confianza en sí mismo, la misma confianza que le tiene el universo. A usted le cuesta aceptar que el universo, lo premie, personal y laboralmente.

    - Creo que no es que no espere a que se me "premie" o que el universo y la vida me retribuya cosas ya sea para premiarme o para enseñarme algo... creo que más allá de eso me abruma la atención desmesurada, ser el foco en alguna situación... me gusta el bajo perfil, me da paz. Pero lo bueno, es bien recibido siempre... que no ande con bombos y platillos como muchos no quiere decir que no me guste estar bien... aunque mi cara le dé una impresión distinta.

    Hablábamos con tranquilidad, con confianza, con Enrique no se me dificultaba entablar conversación.

    - La impresión de la cara es lo de menos, eso sólo es algo que enseñamos, lo que importa es el interior.

    - Desgraciadamente vivimos en la cultura del "envase" nos enfocamos en el molde y no en el contenido. ha habido personas que se forman una idea errada de mi persona por la cara, o porque no hablo mucho... pero no los culpo jaja, tampoco es algo que me preocupe.

    - Pero se lo decía, porque tal vez, usted ha aprendido mucho en la vida y comienza a recibir los esfuerzos que sembró.

    - ¿Usted cree?, ¿por qué lo dice?

    - Porque desde que lo conozco, lo he visto mejorar, lo he visto superarse a sí mismo.

    - Le agradezco la linda observación, tal vez no me he detenido a pensar en eso ... puede que lo que usted dice sea cierto y yo ni cuenta me doy, jaja.

    - cuando nosotros nos superamos, el universo no nos vuelve a dar la misma lección, nos va subiendo de rango y nos enseña nuevos retos.

    - Totalmente de acuerdo, ¡es cierto!

    - Que no nos demos cuenta de inmediato, no es malo, quiere decir que queremos seguir aprendiendo.

    - Realmente no me gustaría volver a pasar tal vez por cosas negativas que he tenido que atravesar en diferentes procesos en mi vida... por eso trato de ver los problemas como lecciones, de nada sirve sumirse en la miseria... de todo se aprende para mejorar y no volver a hacer las mismas tonteras... suena facilito, pero cuesta...

    - Usted es de los metódicos del grupo.

    - Creo que las peores decisiones se toman bajo la emoción, por eso siempre racionalizo todo y trato de controlar mis impulsos, que los tengo obvio ... como todo el mundo.

    - Usted ve las respuestas más allá de los problemas, eso es conocerse. ¿Qué palabra nunca asociaría con usted?

    - Impulsividad.

    El juego consiste en que nadie nos defina, nosotros somos lo que queremos ser (porque ser lo que podemos, también depende de qué tanto lo queremos).

    - De estas tres, una es usted, o se relaciona consigo, las otras, deséchelas.

    - Dale.

    - No me diga sus resultados, es un juego, aunque no lo entienda: recelo, sexualidad, cobardía.

    - ¿Le tengo que decir con cual de todas me identifico?

    - No, la palabra solo es suya, con suerte es la misma que yo considero, pero no ocupo saberlo. Ni le quito más tiempo.

    - Creo que cobardía tal vez...

    - Diferimos, pero yo no ocupaba saberlo. No deje que los problemas lo aturdan, usted siempre sabrá cómo enfrentarlos. Hasta luego.

    Enrique era el que no acepta quedar a medias.

    - ¿Cómo así?... ¿me va a cortar la conversación así, de tajo?

    - ¿Hay algo que quiera decirme?, usted no es de muchas palabras.

    - No realmente, solo no entendí el juego...

    - ¿Conoce la historia de Romeo y Julieta?

    - Ajá... sí la conozco, es bastante popular.

    - Hubo disputas entre dos familias, los Capuleto y los Montesco, y cada uno caracteriza al otro, pero no se preocupe, es una lista que creí perdida, pero la encontré luego.

    - Quedé peor con esa explicación.

    - Ocupo entenderlo yo, pero si escogió cobardía, está bien, yo no consideré esa palabra para usted, los cobardes nunca salen adelante.

    - Sólo la escogí a la carrera por presión y sin entender el fin de la pregunta, no me considero alguien cobarde.

    - Entonces no la relacione con usted. En ese caso, es receloso o sexual, una de esas dos, pero seguimos en contacto.

    - Si lo pensara mejor... creo que sería "recelo", mi confianza no es algo que le doy a cualquiera y no confío en todo el mundo tampoco.

    Hay veces que escogemos tan rápido, que no miramos las cosas que pudimos haber escogido.

    - No ocupa saber mi respuesta porque no ocupamos la opinión de los demás, eso es irrelevante, las palabras son solo eso, usted escoge lo que usted siente que es, no se deje ir por la opinión de los demás, esa es una lección que ya usted aprendió. Pudo decirme que ninguna, porque nadie lo puede definir a usted, eso es trabajo propio.

    - No, no, no es eso... sólo no analicé bien antes de responderle, pero de esas sí considero que recelo... ¡ve por qué no son buenos los impulsos!, jaja.

    - No deje que los demás le digan como debe ser usted, escoja sus propias palabras, fórmese su concepto, hágase un diccionario propio, y nunca le van a decir "una de esas opciones es usted". Usted siempre será su mejor opción.

    - Lo tendré en cuenta.

    - Lindo día.

    - Lindo día.
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  7. Si la locura tuviera un rostro, yo podría perfectamente colocarle el rostro de él, su locura nunca ha permanecido en el anonimato.

    - Buenos días, Donato, ¿todo bien?

    - Bueeeenas.

    - Con usted sé que abuso, porque usted es como el papá de los pollitos, y todos los pollitos son diferentes, ¿le gusta ser el papá que guía a los pollitos?

    - ¡Amo a todos mis pollitos! todos son súper diferentes y me encanta.

    - El trabajo suyo, es básicamente ser una hormiguita, va por aquí, lleva esto, trae lo otro, y sin embargo, hasta cuando se enoja, tiene tiempo de reír, ¿cómo hace?

    - ¡Creo que es parte de mi personalidad! intento no traerme los problemas de la casa al trabajo y al revés, jeje, el secreto de siempre estar feliz es no tomarse nada personal, y aunque esté enojado no tengo por qué, es parte de todas las emociones que alguien puede sentir y es cosa de saberlas manejar. Además, que leí por ahí que uno es capaz de transmitirle a los demás su felicidad y un simple comentario de “wow me encanta como se te ven esos tenis” puede cambiarle por completo el día a una persona. ¡Escuchar es importantísimo! y ponerle atención a los demás. Creo que me desvié de la pregunta, jaja, es que enserio amo mi trabajo y a todos mis pollitos.

    Soltó una carcajada, le acerqué un vaso con agua y después de recuperar el aliento, seguimos.

    - No, no hay desvíos, es su tiempo y es su conversación. La espontaneidad suya, es marca registrada, también lo es decir las cosas sin pensarlo.

    - Sin filtro, escandaloso, invado espacio personal…

    - Los filtros solo sirven para que la gente se haga una idea equivocada de quienes somos y usted disfruta que la gente lo acepte tal y como es.

    - ¡Buen punto! ¡totalmente! aunque sé que de fijo le caigo mal a más de uno, pues es parte de la vida. Yo intento ser lo más auténtico posible.

    - Un alto porcentaje de su manera de ser es porque usted se ama a usted mismo y no tiene problemas con mostrarlo.

    - ¡Me amo! ¡amo al prójimo! ¡amo mi vida! ¡amo mi familia! ¡amo a mis pollitos! Jeje, estoy lleno de amor. Y creo en las personas, por más cosas que me han pasado, amo cada día.

    - ¿Cómo se llamaría una película basada en su vida?

    - Ish, déjame pensar, esa está difícil, sería más como una sería de muchas temporadas y episodios, jaja, siento que soy una persona que cambia y se adapta.

    Ambos sonreímos, la alegría tiende a contagiarse.

    - Y si tiene el actor que lo interprete, es un plus.

    - Uno que tal vez se ajuste a mi hoy, mañana ya no.

    - La vejez le va a llegar tarde, porque no veo que su espíritu vaya a envejecer.

    - Ya estoy reviejo.

    - Tiene el alma en plena adolescencia.

    - Eso te iba a decir, jaja, mi personalidad es de todo un adolescente.

    - ¿Tiene alguna palabra que lo defina?

    - Chineado, 100% soy una persona súper híper chineada.

    - Yo tengo tres que le voy a proponer, una es parte de usted y las otras dos, son virus filtrados.

    - Cuénteme.

    - No me diga la que escoja: empatía, análisis, sexualidad.

    - Cambiaría análisis por adaptabilidad.

    - No me diga la que escogió, y ¡no se pueden cambiar!

    - ¡Entendido!

    - Nunca guarde su adolescencia, la gente olvida cuando fue joven y envejece. Usted siga así, la vida se lo va a agradecer. Gracias por el tiempo.

    Se quedó en shock. Parecía que lo hubieran congelado en el espacio.

    - ¿Eso era todo!? creí que íbamos a conversar más.

    - ¿Quiere proponer un tema?

    - ¡Cualquiera! yo puedo hablar por horas.

    - Lo sé, no entiendo cómo duerme, si hasta dormido debe hablar.

    - ¡Pues sí! hablo y ronco como un camión averiado, y tengo sueños súper reales.

    - Ha de ser su manera de sacar el estrés del día.

    - Pues no es mi forma de liberar el estrés del día. Esa es más aburrida, creo yo. Mi estrés del día se libera cuando llego a casa, me tiro en la cama y le cuento mi día a mi novia mientras le hago cariño. Sé que suena aburrido, pero es el único momento donde mi cabeza se acomoda.

    - Demasiada información -volvió a reírse- yo casi no sueño, de hecho, hasta raro me parece cuando sueño algo. Y sus sueños deben ser clasificación A, B y C.

    - ¡Vívidos! puedo tener reuniones, ir de compras, tener conversaciones con personas que vi en el día, ¡en serio! mi cabeza nunca hace silencio.

    - Entonces sí son aburridos, no tiene sueños clasificación C -como las películas-.

    - ¿Qué es clasificación C?

    - Esos lo liberan más rápido del estrés. "A": Películas para todo público. "B": Películas para adolescentes de doce años en adelante. "C": Películas para adultos de dieciocho años en adelante. Eso lo dejamos para otra sesión de terapia.

    Nos despedimos y unos minutos después, aun podía oír sus carcajadas retumbando en el consultorio.
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  8. Lo miré acercar el rostro por la puerta, sonreír y ajustarse los lentes, imagino que no para verme, porque creo que él aplica gustos exigentes para su vida cotidiana. Casi siempre anda con prisas, como si el tiempo no fuera a ser suficiente.

    - Buenos días, Mateo.

    - Hola, señora.

    - Me dijo que tenía varias historias para ilustrarme. Puede utilizarlas, siempre y cuando las historias sean sobre usted, porque no conversamos sobre terceros (sobre quienes creería yo, que trataban la mayoría de las historias que tenía almacenadas en su mente.

    - Deme la línea y lo encarrilo.

    - Desde que lo conozco usted es una persona que usa el doble sentido, pero que le molesta la doble moral de la gente, ¿cómo lidia con los problemas que eso le genera?

    Se puso la mano derecha en la barbilla, giró la mirada hacia arriba, como si algún ser supremo fuera a ser condescendiente y le enviara la respuesta que esperaba dar.

    - La verdad, solamente no me mezclo con la generación de cristal, problemas no sé si he tenido alguno por eso, porque cada uno entiende lo que quiere. El secreto para vivir en paz y ser feliz, es que lo que digan o piensen los demás no me determina como persona. Mi personalidad es impulsiva y a veces, poco prudente, pero siempre digo lo que pienso, no sé si será malo o bueno, pero es marca personal. ¡Ah y muy charlatana!

    - Decir lo que se piensa, es malo para la gente que no acepta la verdad. Lo de impulsiva, eso es personal, pero usted tiene las amistades que quiere, las que aceptan su forma de ser.

    Se limpió los lentes, agarró un poco de aire y nos pusimos de nuevo sobre la marcha.

    - Sí y comparten mi locura.

    - Eso es bueno, encontrar gente con la que uno pueda ser uno mismo.

    - La gente doble cara, me cae mal.

    - Y ¿usted sería capaz de cambiar para que alguien lo acepte?

    - Jamás, mi esencia no se la empeño a nadie, a veces creo que el mantenerme firme en lo que creo me ha dificultado el sobre salir en varias situaciones, sin embargo, me enorgullece ser de una sola cara en casi todo.

    - Y ¿alguna vez tuvo que hacerlo?

    - No recuerdo alguna en es este momento.

    - ¿Qué tan fácil o complicado es ser usted?

    - Uy a veces pienso que no es difícil, jaja, pero cuando se me mete algo y peor si me apasiona... uff me vuelvo cuadrado e irracional.

    Cuadrado e irracional, debe pasarle a menudo, pero quién soy yo para definir a alguien que sabe perfectamente cómo es, la mayoría del tiempo.

    - Y en esas crisis emocionales, ¿estar en silencio o hablar con alguien?

    - De las dos, me desahogo con mi mejor amiga, que está loca igual que yo, pero extrañamente me entiende y me aterriza.

    - Gracias por su tiempo Mateo. No hay que permitir que nos encasillen. Análisis, delirio o incontrolable. Si alguna de esas tres palabras funciona para definirlo a usted, escójala, también está en su derecho de no escoger, porque nadie puede definirnos. Si escoge una, no me diga. Que tenga linda tarde y que nunca le falte alguien con quien pueda ser usted.

    Me hizo una seña de aceptación, se levantó de la silla y salió con cara de seriedad, creo que escogió alguna palabra, tal vez no, tal vez no ocupó que yo lo definiera. A veces pasa.
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  9. Paolo llegó con la serenidad que lo caracteriza, con aquel semblante de amabilidad, de hombre que conoce sus capacidades y nunca ha prestado atención a sus limitaciones como ser humano.

    - Buenos días, Paolo, ¿cómo le va?, vamos hablando al suave.

    - Hola doctora, acá estoy apagando incendios del día de ayer, usted dispare y yo voy contestando.

    Tomó asiento, puso sus manos en las rodillas y respiró calmado.

    - Paolo, a usted le tocó algo complicado, que fue cambiar lo que conocía por un país donde imagino no sabía qué iba a encontrarse. ¿Cuánto lo ayudó a crecer ese cambio?

    - Yo creo que en otra vida era costarricense, jaja, fue muy fácil adaptarme y querer este país. Fue como pez en el agua mi adaptación acá, claro tuve momentos complicados porque era joven y no venía con tanta plata, pero gracias a Dios encontré oportunidades. Luego vino llegando familia a vivir acá y eso por supuesto es algo de lo que soy afortunado, ya que por los temas de migración en el común denominador las familias se separan, en mi caso pues, fueron llegando poco a poco a Costa Rica, al punto que para celebrar un cumpleaños somos mínimo 25 personas. Y obvio, me ayudó a crecer como persona ese cambio, en Venezuela era un muchacho que lo tenía todo, me lo hacían todo… acá tuve que aprender a ser responsable de otro ser humano, de darle prioridad y tener otra realidad económica donde mis caprichos pasaron a un tercer plano, encontré muy buenas amistades que me tendieron la mano y me enseñaron sobre solidaridad, aprendí a ser resiliente… y sobre todo, aprendí a comer gallo pinto, cosa que cuando llegué me parecía inconcebible, demasiado pesado.

    Paolo tiene la mirada de quien le ha ganado varias batallas a la vida, y a él mismo.

    - Qué dicha, hay gente que vive cambios y nunca logran adaptarse, pero usted se nota que es una persona que lucha por salir adelante y creo que no acepta tener límites, sus límites se los impone usted mismo.

    - Pues sí, doctora, los límites realmente nos los ponemos nosotros mismos.

    - De usted me gusta que sea una persona que jala a las demás personas, disfruta empujarlos hacia adelante.

    - ¡Me encanta ver el crecimiento de las personas!, la inexperiencia nos hace creer muchas veces que no somos capaces o la inseguridad nos limita a dar el salto, y tal vez, a veces solo hace falta escuchar una palabra que nos haga creer en que sí se puede… por eso lo hago. Siempre que pueda le diré a otros que se manden, que lo intenten.

    Recordé otra charla que tuve, con gente que agradecen lo que el planeta les da, en vez de disgustarse por lo que creen que debe darles.

    - Tuvo buenos guías, y el contagiar a los demás, es un don, que usted aprovecha al máximo.

    - Yo de pequeño fui bastante solitario, tuve que aprender y ser responsable de muchas cosas, desde muy pequeño eso me hizo ser bueno para unas cosas, así como tuve desventaja en otras, como todos.

    - ¿Qué tan complicado es ser usted?

    - No lo veo complicado, pero cada uno es experto en lo que conoce.

    - Voy a regalarle tres palabras, para que escoja la que usted siente que se relaciona con usted, no me diga su selección.

    - Ok.

    - Incontrolable, empoderamiento, alucinaciones.

    - Listo

    Me miró con esa sonrisa de que la cosa estaba bien.

    - Espero que mantenga siempre esas ganas de luchar y de creerse capaz de cualquier cosa. Gracias por venir y le deseo un lindo día.

    - No siempre me creo capaz de… y tengo inseguridades, más, mis cuarenta años sí me enseñaron que hay que mandarse, e intentarlo, no siempre se logra, pero por lo menos uno puede comprobar por sí mismo.

    - Si lo intenta, es más fácil que lo consiga.

    - ¡Correcto! eso he aprendido con los años y de muchas veces, que a pesar de no creerlo posible, lo logré, pero hubo veces que no lo intenté y bue… eso ya es historia.

    Yo también había agradecido la sesión con Paolo, la gente agradecida y positiva, te contagia.
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  10. Entraba con la risa característica de quien sabe que las cosas, siempre pintan a nuestro favor si lo planeamos o si tenemos el don divino de la paciencia, de la cual, yo carezco, lastimosamente, pero ella, en cambio, hace alarde con su personalidad.

    - Buenos días, Isabel, ¿cómo le ha ido?

    - Todo bien.

    - Gracias, no voy a robarle mucho tiempo, igual, tómese el tiempo que ocupe. Quería felicitarla, primero, por ese don que tiene de la observación, es como un perro de caza, al mejor estilo de Sherlock.

    Me lanzó una mirada, que, si la hubiese hecho el mismísimo Maradona, hubiera sido un regate mejor del que hizo contra los ingleses, allá en México 86.

    - Pero dígame una cosa, ¿qué verían los demás si aplicaran ese mismo método de observación en usted?

    El mediocampo pierde el control del balón, el rival retrocede, el balón cruza los linderos del área, remate a media altura, y sale desviado por muy poco. Se le opacaba un poco la sonrisa.

    - Pregunta difícil... nunca me veo yo misma.

    - Y, sin embargo, yo tengo algunas anotaciones sobre usted.

    - Me imagino. Tal vez, diría que veo a alguien que ve la vida con alegría, y hasta cierto punto un poco burlista, pero nunca tratando de faltar el respeto a nadie.

    - No la considero descortés, aunque mide muy bien los pasos que da. Como, por ejemplo, nunca asiste con blusa de botones, siempre prefiere las camisetas, el color negro escasea dentro de su vestimenta, no destaca el uso de zapatos formales, ni siquiera en actividades de la empresa, eso como rasgos de vestimenta.

    - En realidad, la vestimenta, priorizo siempre la comodidad... sinceramente creo que es lo más importante sin llegar a lo impresentable, los tenis son mis zapatos preferidos... sí tengo más casuales y formales pero rara vez los uso... y el color negro me gusta, de echo tengo varias camisetas... y sí he venido a la oficina con ellas... pero realmente me gustan los colores más vivos.

    El mediocampo vuelve a recuperar el control del balón, los laterales empiezan a marcar la pauta de la jugada, el conjunto casa ha vuelto a controlar las acciones y lleva la pelota a la otra mitad del terreno de juego.

    - Tampoco tiene la costumbre de socializar de más, elige los momentos y aun así, ha cambiado sus hábitos durante el almuerzo, ya no baja a refrescar la vista con tanta frecuencia.

    - He encontrado ratos divertidos sin necesidad de bajar... y a veces llueve, entonces tampoco es una buena opción bajar.

    - Usted es de las personas menos complicadas que hay en la oficina, va por lo práctico, sin debilitarse mentalmente, se apoya en el deporte para eso.

    - Mi filosofía es esa... tratar de no complicarse por cosas que no valen la pena, ser práctico y tratar siempre ver el lado bueno de las cosas. No le voy a decir que no, a veces salen cosillas que no las tiene uno presupuestadas, pero en realidad siempre trato de ver algo positivo. Creo que en eso salí a mi papá.

    Remate fuerte, el portero sale mal, cabezazo al centro y ¡Goooool!

    - Mantenga esa filosofía y nunca envejecerá. No voy a robarle tiempo valioso, tengo tres palabras para regalarle, solo una la identifica a usted, las otras dos, son virus. Tome una, sin decirme la que eligió: simpatía, recelo, timidez.

    Me hizo una seña con sus dedos, en muestra de que ya había seleccionado la palabra, sin más ni más.

    - Gracias por venir y que disfrute el resto del día.

    - ¡Pura vida!, doc.

    No recuerdo si alguna vez me molesté con Isabel, no creo tener ningún recuerdo parecido a ello. Porque como dije anteriormente, se toma la vida, como si la vida misma lucrara a su favor.
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  11. Se aproximó a paso lento, con la mirada alta, con el mismo paso relajado de siempre, con la camiseta de anime, posiblemente con los pensamientos sobre las cosas paranormales que viven entre nosotros y que la Divina Providencia revela únicamente a algunos cuantos afortunados.

    - Hola, tengo disponibilidad en este momento.

    - Buenos días, Regina, ¿cómo le va?, es relativamente poco el tiempo que hemos conversado, pero noto que usted es buena amiga y confidente.

    - Trato de serlo, todos necesitan apoyo en algún momento. Por lo menos alguien que los escuche.

    - Y usted, ¿tiene a ese alguien que lo escuche?, porque también es humana.

    Miró detenidamente la colección de libros que estaba a mis espaldas, algunas novelas, otros libros médicos, y ninguno de ayuda personal. No me gustan los libros que nos hacen sentir mal, que nos deprimen.

    - Por lo general no, aprendí a escucharme a mí misma.

    - La felicito, la voz interior es la guía que ocupamos muchas veces. Me da curiosidad que siento que usted cree mucho en las auras, en las relaciones que tenemos con la naturaleza en general, no solo con las personas.

    - La energía nos conecta a todos, las cosas, las personas, los animales, y las almas.

    Le ofrecí una taza de café, pero me contestó que hacía poco había tomado el café de la tarde. A veces, entre pasillos, la he escuchado decir que hay cosas que ya no hace por su edad, que tiende a dormirse con el atardecer, que no asiste a reuniones nocturnas. ¡Dios!, aún sigue joven, pero el pensamiento le encapsula la edad.

    - No todos lo ven así. Y por eso se lo hago notar, porque usted es callada, pero sabe ver cosas que no todos miran.

    - No a todos les gusta ver, o han abierto los ojos.

    - ¿Usted siempre los tuvo abiertos o aprendió con el tiempo?

    - Siempre los tuve abiertos, creo que, con el tiempo, he aprendido a cerrarlos.

    - Hay cosas que vemos mejor con los ojos cerrados. Sabe por qué tardé en incluirla en la consulta, porque usted tiende a aislarse y no quería despegarla de lo que creo que es un modo de respiro para usted.

    - A veces no me doy cuenta de que me aíslo.

    - Porque ya no lo ve como un escape, lo ve como parte suya, de su personalidad. Y hay cosas que solo vemos a través de los demás.

    - A veces sí necesito aislarme para aliviarme del exceso de trabajo y las dificultades del mundo. Como taparse los oídos en un lugar con mucho ruido... Otras veces tal vez lo hago porque es parte de mi naturaleza.

    - Y eso está bien. Significa que usted ha llegado a conocerse de tal manera que sabe las cosas que la perjudican y eso le ayuda a no trastabillar en suelo resbaladizo. Con el resto, he hecho un juego que quisiera repetir con usted.

    - Está bien.

    - Tres palabras, una la asocio con usted y las otras dos, son intrusa. Empatía, alucinaciones, delirio. Tome una, sin decirme cual.

    Parecía que le daban a escoger un dulce a un niño.

    - ¿Cualquiera?

    - A su elección.

    - Listo.

    - ¿Por qué escogió esa y no las otras?

    - Me pareció más divertida.

    - Ok. Es su palabra. Estúdiela, investigue por qué esa palabra es parte de usted. Espero verla pronto, gracias por el tiempo, Regina.

    - Con gusto.

    Las personas educadas no pierden el estilo, ni, aunque la vida les aviente un balde con agua fría, van a su paso, sin despeinarse. Con la seguridad de que la vida misma los va a guiar.
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  12. Ahí venía, con aquellos ojos encendidos, con las manos en la cintura, cerrando los ojos, como si aquello le sirviera para ver más allá de las personas. Siendo él.

    - Buenos días, Vinicio, ¿cómo le ha ido?

    - Aquí, sobreviviendo, ¿y usted? -él tan simpático como siempre-.

    - Bien, gracias, me pidió que usted no fuera el primero y cumplí la palabra, ¿hay algo de lo que quiera quejarse?

    - De momento no, ando pacífico hoy

    - ¿En serio? junto con Sandra, usted fue de los más esperó este espacio.

    - Ah sí, pero usted debería tener preguntas para desarrollar la conversación.

    Ahí estaba el Vinicio que yo conocía, el que no soportaba que le insinuaran las cosas, porque las cosas con él tenían que ser directas, sin quitarse los tiros.

    - Tiene razón, ¿ha logrado avanzar con sus teorías conspirativas?, esas teorías que sostienen que usted sale perjudicado, cuando lo menciono.

    - No, yo me mantengo y sostengo que así es, me deja en mal con toda la oficina, como si fuera un alcohólico (cosa que no es cierta), yo ni tomo ya, ya no tomo.

    - Me parece bien, la abstinencia nos lleva a ser mejores y a controlarnos de mejor manera. Pero usted se equivoca, no lo considero un hombre alcohólico, lo considero un hombre que disfruta la etapa de la vida en que se encuentra, y le recuerdo, que no lo he dejado mal en la oficina, dado que mis escritos son totalmente confidenciales.

    - Eso sí, recién aprendí que voy a disfrutar todo lo que pueda, sin importar lo que los demás digan, así digan que por eso no creo en Dios.

    - No hay que creer en un dios para sentirnos plenos, cada uno tiene una imagen diferente de él, y con respecto a la opinión de los demás, no la necesita, su opinión es la única que debería prevalecer para usted, dado que solo usted se conoce a plenitud. Lo que sí le debo reconocer, es que usted es de las personas más alegres que hay en la oficina, aunque se sonroja con más facilidad de la que debería.

    - Sí, por eso ahora soy más feliz, hago lo que yo quiero. Yo alegro el departamento de reconciliaciones.

    Seguramente solté una risa, pero supe disimularla, ya no quedaba nada de aquél bronceado color café con leche que había adquirido durante aquellas afrodisíacas mañanas en Cartagena.

    - Es uno sí en esa lista, pero también es enérgico, por eso se enoja con facilidad.

    - ¡Noo!, yo no me enojo, jaja, no me han visto enojado ahí y ojalá no me vean.

    - Entonces en ese caso, tal vez nos parecemos un poco, con la diferencia de que yo dejé de creer en los ataques, tal vez si usted los usa a su favor, pueda sacar provecho. ¿Sabe lo que me preocupa?, que usted quiera darse de alta, sabiendo que es uno de los pilares en los que se sustenta la consulta.

    - Yo no volví con la psicóloga anterior, porque me mandaba a quedar como payaso, todo humillado.

    - Y ¿aplicó alguno de los conceptos que le dieron o simplemente decidió ignorarlos?

    - Sí, apliqué muchos, o sea sí me ayudó, pero ya no quería que me preguntara de mi ex cada vez que llegaba. Además de mí, ella tampoco lo superaba, sólo de eso me hablaba.

    - Cuando uno inicia un proceso, hay un motivo, un trasfondo por el cual decidimos actuar, en su caso, hubo un motivo para empezar consulta. Tal vez simplemente la otra parte, necesitaba que usted la fuera guiando.

    Su semblante fue cambiando a poco, como si le sirviera lo que estábamos hablando.

    - Yo quería ir hace mucho tiempo, pero cuando me dejaron valiendo nada, ahí sí, mejor fui.

    - Nunca lo dejaron valiendo nada, porque como usted dice, aprendió que la opinión de los demás no debe restarle importancia, quizás sin darse cuenta aprendió algo que solo, le habría costado más aprender.

    - Pues sí, pero como ya aprendí, ya me puedo dar de alta.

    - Tal vez lo daría de alta, si usted aprendiera a relajarse un poco más, a ser un poco menos impulsivo, a divertirse sin tener que explicar. Dice una canción "que al lugar donde fuiste feliz, no debieras tratar de volver", ¿sabe la razón?

    - ¿Por qué?, siempre hay que volver.

    - Porque nosotros vamos cambiando, vamos madurando y de repente, el lugar donde fuimos feliz solo fue una etapa y podemos darnos la oportunidad de encontrar un nuevo sitio, para nuevas alegrías. ¿Quiere que juguemos algo para terminar?

    - Bueno.

    - Voy a regalarle tres palabras, una de ellas la asocio con usted, las otras dos no tienen relación alguna, avíseme cuando escoja una, pero no me diga cuál escogió: lascivia, incontrolable, empoderamiento.

    - Pero me mandó la definición de Sandra.

    - Le dije que solo una, se asocia con usted. ¿Ya la escogió?

    - Sí.

    - Perfecto, gracias por el tiempo, espero que disfrute todo y le dejo de tarea que no me quite a Vinicio.

    Aunque me pidió darle de alta, estoy segura de que Vinicio aprende algo de sí mismo cuando charlamos. Con suerte se mira desde otro punto de vista.
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  13. Tocó la puerta, se paró frente a ella y me preguntó el horario en que iba a atenderlo. Cerré mi libreta de apuntes, tomé un poco de café y lo invité a sentarse.

    - ¡Qué emoción y nervios!

    - La última vez que hablamos, me dijo que estaba en tiempos de cambio, cuénteme ¿cómo sigue con el proceso de renacer?

    - Pues bien, tengo mucha paz conmigo mismo, disfrutando la soledad, no deja de dar miedo, cuando uno siente que se le va el tren para muchas cosas.

    Había llegado con pantalón blanco y camiseta negra.

    - Sabe lo que le admiro, que usted es un hombre que no muestra su tristeza en público, ¿lleva la cuenta de la cantidad de veces que le ha tocado rehacerse a usted mismo?, porque siento que usted es como el Ave Fénix.

    - ¿No llevo mi tristeza al público?, jaja, vieras qué interesante, porque solía hacerlo mucho... ya no me pongo triste por las mismas cosas, pero soy bien llorón y emocional con todo. Depende en qué tema se refiera específicamente, en la vida amorosa, me he visto atrapado en relaciones muy largas que no llegan a nada... a nivel personal mis 20's fueron años de muchos esfuerzos y sacrificios para poder romper patrones familiares.

    - Pero usted lleva la marca de que aprendió, sigue siendo joven y ha aprendido a no tropezar con las mismas piedras, le estoy diciendo, lo que refleja, usted refleja seguridad, alegría, un sentimiento de disfrute; dice que siente que el tren se va, pero hay muchas estaciones, y todas llevan a destinos diferentes, tal vez usted cree que usted no sabe buscar el tren, quizás son los demás que lo buscan a usted creyendo que es destino para vacacionar y usted es un destino para quedarse.

    Hay gente que te invita a tomar tiempo para conversar, son como una taza de café, disfrutas la conversación.

    - Bueno qué bonito saber que eso trasmito... porque me suelen encasillar con adjetivos más feos, como odioso, y así... Bueno eso nunca lo había visto así, pero sí definitivamente he invertido mucho tiempo en cosas que no van encaminadas al mismo camino.

    - Usted es más que la opinión de los demás, la gente a veces no acepta como es, y vemos en los demás, cosas que quisiéramos ser, hay mucha gente que quisiera ser como usted, tal vez usted inspira a alguien y no lo sabe.

    - Bueeno, dudo que inspire a muchos, pero no dejo de estar orgulloso de en quien me he convertido a lo largo de los años.

    - Qué pasa si llegado el día, alguien llega y le dice, “gracias a usted y ver como se supera, yo cambié mi forma de ser”.

    - Bueno qué bonito sería, obvio... me sentiría muy halagado y feliz de poder ayudar a alguien.

    - Si usted fuera una canción, ¿qué cantante le gustaría que lo interpretara?

    - ¡Romeo Santos!! jaja, me da mucha risa mi nombre porque soy ¡FAN! de Romeo Santos.

    - No sé de dónde lo sacarían sus padres, porque Romeo Santos es muy reciente. Ya se lo había dicho antes, debería limpiar el espejo de su casa, siento que no lo deja ver lo maravilloso que hay en usted y eso es una lástima, porque si nosotros no nos vemos a nosotros, los demás tampoco pueden hacerlo.

    - Bueeeno, fueron muchos años de muchas inseguridades, y a la par de alguien que solo veía defectos en uno, creo que cuesta salirse de ese mind set.

    Es complicado cambiar la portada del CD, cuando siempre escuchamos la misma música.

    - Sí, cuesta, pero es hora de que vea lo bueno que hay, se va a distraer mucho descubriendo sus cualidades. Sólo por aquello, el color amarillo significa armonía.

    - ¿Por qué lo dices?

    - Lo digo, porque tal vez lo pueda usar en algo, usarlo un poco más, los colores nos ayudan. No voy a quitarle más tiempo, imagino que usted tiene una palabra clave que lo identifica, hagamos algo, yo le voy a regalar tres palabras, una es usted, las otras dos, son irrelevantes. Cuando escoja una, avíseme, pero no me diga la que ha escogido: empoderamiento, simpatía, dualidad.

    - Listo, ya escogí una.

    - Guárdela para usted. Su tarea es descubrirse, usted es un mapa, y en un mapa hay rincones escondidos que nunca visitamos, descúbrase, usted es un sitio para vivir, vívase. Después nos vemos, hasta luego.

    - Bueno, te tomo la palabra.

    Entonces salió, no me había dado cuenta de que el café se había enfriado, el rato fue ameno, la compañía se agradecía.
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  14. Últimamente llegaba con un sexapil más relajado al trabajo, sin detallar mucho sus peinados, pero con la misma sonrisa con la que saludaba a todos, sin excepción.

    - Buenos días, Amalia, ¿cómo le va?

    - Como me vi en la reunión, ¿o uno no es como se ve?

    - Uno es como uno mismo se ve, los demás solo miran lo que nosotros dejamos ver.

    - Ah la pucha, me limpió.

    Algo me ha enseñado el tiempo que llevo de conocerla.

    - Amalia, usted es la que más aplica la filosofía en su lugar de trabajo, ¿cuál es su filosofía de vida?

    - Diay… no sé, ¿cuál es el parámetro?

    - El que usted misma se imponga.

    - Mi filosofía de vida es la conversación, porque uno no se lleva nada de esta vida, tampoco las conversaciones, pero al menos pasa uno el rato… además de eso intentar ser uno mismo sin dañar (esto resulta difícil hoy en día) mucha susceptibilidad.

    - Sí, la susceptibilidad, pero a veces veo y me corrige si me equivoco... que usted mismo se retracta de cosas que dice, antes de que las demás personas lo hagan, ¿por qué?

    - Diay, por lo mismo para no dañar a la gente. Cuando uno es muy natural no tiene filtros y es mejor hacer "correcciones" jajaja, bueno según yo funcionan para que no se ofendan, quizás solo sea mi forma de comunicarme.

    - Y si corrigiera a los demás, ¿qué cree que pasaría?

    - Intento no corregir a los demás, ¿usted ha percibido ese comportamiento en mí doctora?, cada quién es como es y ya... intento respetar las formas de ser porque sé que la mía es particular, particular como mi huella dactilar.

    Y tiene razón, la particularidad y Amalia son uno mismo, como la canción de Timbiriche.

    - Y lo respeto, sólo me entra la curiosidad de si alguna vez quiso corregir a los demás y se detuvo de hacerlo.

    - Creo que eso nos ha pasado a todos.

    - Pero no todos se retractan.

    - Yo solo doy mis opiniones, aunque hay peleas que prefiero perderlas, es difícil retractarse, requiere valentía.

    - El sabio se retira cuando ve que la batalla no tiene necesidad de ser, no es bueno hacerse enemigos que no estén a la altura del conflicto.

    - Correcto.

    - No voy a quitarle más tiempo, una consulta más, ¿acepta un juego pequeño?

    - ¿Cuál es el premio?

    - Conocimiento personal.

    - Buen premio, dale.

    “Dale”, ese vocabulario tan Milenial, o tan yo no sé de qué generación es.

    - En mi opinión, una de estas tres palabras la definen a usted, dígame cuando haya escogido, pero no me diga la palabra que escogió: dualidad, empatía, alucinaciones.

    - Ya.

    Tampoco precisó de mucho tiempo, es como un cuarto de motel, a lo que vinimos y punto.

    - Gracias por su tiempo, déjese la palabra, su filosofía es su yo interno, si está contenta con usted, su filosofía funciona. Hasta luego.

    - Hasta luego, doctora.

    Salió con ese paso medido, con su caminado relajado, con la filosofía de disfrutar y seguir siendo ella, porque hay quienes no necesitan siempre los días soleados, la claridad también les llega en los días de lluvia.
  15. En otras circunstancias, hubiera consumido dos analgésicos antes de atenderla, media botella de güisqui y un tranquilizante, pero me había sorprendido. Lejos de llegar con una enagua tallada a la cintura y mostrar sus piernas, había cruzado aquella puerta con un pantalón negro, blusa con manga de tres cuartos y delicadamente maquillada.

    - Buenos días, Sandra, ¿cómo está?

    - ¡Hola!, jaja, amanecí bien, con dolor de espalda por la vejez, jajaja.

    Creo que al menos el güisqui me hubiera servido de algo.

    - Usted es de las que más pidió este mini proyecto, ¿tiene algo que quiera decir?

    - En mi defensa, al estar próximamente casada, hay puntos importantes que aclarar doctora.

    Al menos hubiera encendido un incienso o una velita a la Virgen de Guadalupe.

    - Tengo la leve impresión de que usted cree que la veo como la puta de la oficina, ¿cierto?

    - ¡La leve impresión no!, es la impresión completa, jaja, pero en mi defensa, cabe aclarar que soy todo lo contrario, me ha costado un poco ser más sociable, por lo general siempre he sido tímida. Lo que pasa es que ahora como ya sabrás estoy muy feliz con mi prometido y eso me hace ser más expresiva y poder hablar más temas. No todos los hombres son atractivos, unos a nivel físico, otros a nivel sexual, y el que más me interesa, uno que sea capaz de mantener una conversación, a lo mejor es por eso que se piense que soy o que fui muy puti, al final yo no andaba buscando a nadie, sin embargo, lamentablemente como dice mi amigo Enrique, la gente es clasificable.

    No recuerdo si dejé la casa cerrada con doble candado, creo que al menos, a Nerón sí le dejé la comida y el agua, listas. ¡Ya me acordé!, estoy con Sandra, por eso divago.

    - Pero Sandra, si yo le dijera a usted, que está equivocada y que en realidad la veo como una mujer empoderada, segura de sí misma y satisfecha con su sexualidad, ¿cambia en algo su perspectiva?

    - Por supuesto, eso es lo que soy ahora.

    - La opinión que debe primar en nosotros es la propia, las demás personas se dejan llevar por el cascarón, pero la verdadera naturaleza del fruto es interna.

    - A lo mejor por eso nunca aclaro nada, estoy tan segura de mi realidad que no hay necesitad de especificar y decir que soy una santa. Las personas deben conocerla a una a profundidad para dar su propio criterio, sin embargo, aprovecho su pregunta para contárselo.

    - Muy bien Sandra, hay gente que pasa su vida tratando de que la gente nunca la conozca, el amor propio es lo que nos impulsa a sentirnos vivos.

    - Eso es muy cierto, justo por eso es importante tratar las personas, además cabe mencionar que soy muy sensible a las energías, créame que sabré perfectamente cuando las vibraciones cambian –como si hiciera falta que me dijera que conoce sobre el cambio de vibraciones- eso es lo mejor que se pueda hacer, aunque he aprendido a tener cuidado, prefiero hacerle caso a mi intuición que al pensamiento. El pensamiento muchas veces me sabotea, solo que ya he aprendido a dominarlo poco a poco.

    - Usted es la persona que más aplica el doble sentido en la oficina, hay gente que no entiende, pero cada uno tiene sus mecanismos para adaptarse, como un camaleón. De nosotros depende el que la gente nos visualice como lo que realmente somos.

    - El doble sentido hace una conversación de amigos más divertida, siempre y cuando no caiga siempre en lo sexual y lo vulgar –yo jamás creería que Sandra pudiera caer en lo vulgar- lo que pasa es que cuando yo me expreso, lo hago de una manera pausada, siempre trato de tener el cuidado de decir las cosas, el doble sentido no siempre viene por mí.

    - En este momento de su vida, si usted fuera un libro, ¿de qué género sería ese libro? -la respuesta que espero es un libro para adultos-.

    - El género de mi libro sería sin duda una novela de desarrollo espiritual, y aclarando, no me refiero a las religiones porque no creo en ellas, un desarrollo de quien soy yo en el universo, sé que soy especial, desarrollando mis habilidades intuitivas, etc.

    - Yo lo vería más como una novela autodidacta, porque usted ha aprendido mucho sobre usted misma durante los últimos años y eso la ha llevado a un crecimiento personal.

    - Doctora, actualmente hay algo que no le he contado. Al cumplir 30, Sandra se prometió a sí misma, dejar todo lo vivido a en los 20s, estoy en una etapa de felicidad quiero vivirla. Es momento de disfrutar todo por lo que he trabajo desde niña. Es el momento de pasar tiempo conmigo y tener la libertad de enamorarme sin represiones desde mi adolescencia, el no poder sentirme segura, por el qué dirán. Llego una nueva era para mí.

    ¿Será muy mal visto si me río?

    - De eso se trata el crecimiento, dejamos etapas, pero no las olvidamos, porque son las que van formando la persona en que nos convertimos.

    - A los 29, tenía muchas ganas de no llegar a los 30, deseaba con toda mi existencia no cumplir más años.

    - Los treinta le van a devolver la vitalidad que una vez dio por perdida. Para ir terminando, ¿le gustaría que jugáramos a algo? voy a regalarle tres palabras, una de ellas la asocio con usted, las otras no se relacionan. Avíseme cuando haya escogido una, pero no me diga cuál escogió.

    - De acuerdo.

    - Cobardía, lascivia, análisis.

    - Listo.

    - Perfecto. Sandra como siempre, gracias por su tiempo, su tarea es aprender que el escritor de su vida es usted misma, nadie marca nuestras páginas sin el derecho de autor. Que le vaya bien.

    - Doctora, pero no me puede dejar así, que el siguiente paciente se espere, jaja, ¿y que hago con la palabra que escogí?

    - La guarda para sí, yo nunca voy a saber la palabra que escogió, es suya, no mía.

    Sandra, te aseguro que yo trato de salvaguardar tu reputación, pero la mayoría de las veces tú no me colaboras.
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