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  1. Todo tiene su origen en una necesidad psicológica. Dios les había hecho un favor al expulsarlos del Paraíso, les había enseñado a madurar. La semana empezaba con el cumpleaños de Sandra y Amalia le mandó un ramo de flores envuelto en palabras durante la reunión del lunes, por la ropa que Sandra había llevado a la oficina ese día, vestida de manera formal, con la sonrisa de siempre y algún secreto del que posiblemente Vinicio era partidario (lo sospecho).

    - Me dice “yo lo quiero caliente”

    - ¡Qué descaro! – le contestó Vinicio a Nicolás - ¿y todavía la tiene de amiga?

    - Sí – y le mostró el teléfono para corroborar que aun la conservaba como amistad.

    El fin de semana habían actualizado la novela junto a Sandra y sumaron a Enrique con aquella historia, sin embargo, este los mandó a comportarse como Dios manda, pero hay cosas que hasta para Dios son algo imposibles.

    El desayuno llevaba dos días fallándole a Augusto. El lunes había llegado el desayuno sin huevos y el martes cuando llegó luego de comprar, se dio cuenta de que no venía la tocineta. Había sucedido una de dos cosas, o realmente le estaban dando menos de lo que pedía o en realidad nunca llegó a pedirlo y la mente le hizo creer que sí, aprovecharé para echarle una mirada ahorita que está junto a mí, me inclino por la segunda opción.

    Costa Rica posee zonas turísticas maravillosas, playa, montaña, es un ejemplo de diversidad de ecosistemas llamativo para turistear. Orosi, por ejemplo, es una zona recomendada para el turismo, aunque yo no conozco, pero podría pedirle a Nicolás que me hiciera el favor de servirme como guía turístico, Orosi es una zona donde él se ubica muy bien, conoce ampliamente ese sector, maneja el dato de coordenadas adecuadas para distracción mental. Nicolás había ido con la intención de dejar atrás el sinsabor de la lesión en el dedo que lo alejó de la oficina por unos días, pero que ya había cesado y por las marcas que llevaba en el brazo izquierdo, se ve que la medicina fue muy buena. Imagino que hay marcas que son más fáciles de tapar con la ropa que otras.

    Durante el desayuno con Evangeline, incluimos el aguacate, esa fruta que Mateo detestaba y con la que Paolo tuvo un desencuentro hace un par de meses. Por lo que Nicolás, Vinicio y Enrique pasaban un día entre risas y fotografías, Evangeline sacaba enredos y Augusto se movía entre la confusión de sus propias turbulencias emocionales. Su psicóloga de confianza no había hecho mucho por su salud, los demonios comenzaban a hacer fiesta y se nublaban los cielos que antes eran celestes. El concierto al que asistió el fin de semana no había hecho nada más que ahuyentar por un rato a los silencios del alma.

    El miércoles se encargó de tomar desprevenida a Regina y luego de llegar al cuarto nivel del edificio y tomar un poco de aire, se levantó, porque algo en su interior le avisó que el carro no había quedado cerrado y en medio de la duda tomó el elevador y bajó a cerciorarse por sí misma, había dado en el clavo.

    Sandra padeció en silencio, alguien se había adelantado e hizo uso de su asiento en la oficina. Es cierto, no hay campos fijos en la oficina, pero dentro de eso, cada uno tiene un espacio donde se sienta normalmente, aunque cada uno tenga la libertad de sentarse donde quiera. Nadie lo había hecho hasta entonces, esa esquina era la esquina de Sandra, las cosas habían cambiado por un día y San Gabriel tocaba las trompetas en medio del Apocalipsis. No, tampoco era para tanto, pero sí era una noticia inesperada.

    Nicolás fue el alma blanca de la esquina de los pecadores, junto a Enrique, pero su amistad con Vinicio y Sandra lo llevó a lo inevitable, ese lugar destinado para los que comen carne un Viernes Santo y se relamen los labios. A Sandra le habían pateado el trasero, la querían solo como amiga, pero cuando Dios quita, Dios da. Digo, si ya no había posibilidades con el padre, ¿qué impedía ir por el hijo mayor?, cosas más retorcidas he escuchado en mi vida y he visto en videos.

    Donato verificaba las sillas y sin darse cuenta, estuvo a punto de sacarle el corazón a Vinicio, que no se había percatado y casi se cae cuando Donato llegó por detrás y le movió la silla.

    - La mía está desgastada – se apuró a decir Sandra.

    Entonces Amalia nos miró a mí y a Evangeline y nos dijo:

    - Desgastada no, eso ya está devaluado – y ante mi cara de incertidumbre porque no sabía si hablaba de la silla o de otras pertenencias más personales de Sandra, me miró sonriendo y se apuró a quitar los nublados – no, no, me refiero a la silla, claramente.

    Esta semana el Kahoot! me dio un revolcón y no como yo hubiera querido. Empecé ganando en la primera respuesta, luego fue el turno de Romeo, que es un fuerte contrincante en esto, pero al final hubo sorpresas. Evangeline se envalentonó y de a pocos se fue acomodando hasta terminar ganando, yo obtuve el sexto lugar, Paolo se acercó a mí con la fatiga de haber quedado en el noveno puesto, ni modo, la suerte vendrá en otras lides, más envolventes y movidas.

    La venganza es un plato que se sirve en frío, y Augusto lo degustó durante el almuerzo de ese miércoles, a propósito de un juego de cartas donde tratamos de educarlo en las artes de la enemistad. Bienaventurados sean los que enseñan, porque el que enseña, edifica.

    El abogado quería conseguirse una motocicleta y yo ya podía imaginarme agarrada de su cintura, con el viento en mi rostro. Saludos.
  2. Vinicio había tenido una luz de claridad, un algo interno le llevó a preguntarme si había algún método que nosotras las mujeres usáramos para conquistar a los hombres. Pobre inocente, en el fondo y como canta Residente "nadie lo dice pero todos quieren sexo", esa es la finalidad del ser masculino, todos van tras eso, por eso cuando una mujer los conquista, no falta quien diga que usaron agua de calzón, brujería o alguna otra estupidez.

    Las mujeres somos por naturaleza divina las artífices de la sensualidad. Los hombres son tontos y toscos, huecos de cerebro y estrechos de corazón. Y aún así, hay mujeres que creen que porque llegaron a la cama tienen ganado a ese macho alfa. ¡No! El hecho de que una mujer llegue a la cama con un hombre no significa que lo haya conquistado, simplemente logró un objetivo o lo logró él, es mera estadística. El orden de los factores no altera el producto.

    Yo podía presumir de tener varias conquistas en mi currículo, el abogado es el ejemplo más reciente, no el más importante pero sí el más reciente. Y a todos se les llega de manera parecida. Porque si antes dije que la finalidad de los hombres es el sexo, hay que tratar de hacerles el camino hasta allí, interesante. Damas y caballeros, empecemos. ¿Cómo conquistamos a un hombre?, perdón que me ría, pero otra vez volví a escribir como si alguien fuera a leer esto.

    Punto uno: Saber escuchar todo lo que los hombres le puedan contar a una mujer. Absolutamente todo, aunque no nos interese en lo más mínimo lo que están diciendo, cuando les prestamos atención, se sienten importantes.

    Punto dos: Estar siempre bien arregladas. Con esto no me refiero a ser modelos sesenta noventa sesenta, la belleza es muy relativa. Me refiero a estar limpias, bien presentadas, a veces ellos solo miran a una mujer por lo bonita que esta se ve.

    Punto tres: Saber comportarse ante la gente. Sé que parece fantasía, pero a ellos les gusta que su mujer no sea la que hace el espectáculo afuera de la casa. Es bueno sacar nuestro lado sereno cuando salimos con ellos.

    Punto cuatro: Despertar interés en ellos. Hay que mantenerlos entretenidos para evitar que se aburran y corran a buscar un relevo que amenace nuestra posición de pareja.

    Punto cinco: Leerles la mente. Y con esto claro, no me refiero a ser hipnotista ni mentalista, pero la intuición femenina es algo que tenemos a nuestro favor y debemos usar para adelantarnos a sus jugadas, como si fuera una partida de ajedrez.

    Punto seis: Tener cuando menos un poco de conocimiento cultural. Aquí alguna dirá que su hombre no es precisamente una enciclopedia y lo entiendo. Pero nunca falta que se enteran de algo que les parece fascinante y quieren compartirlo. Leer un poco no le hace mal a nadie.

    Punto siete: Creerles cuando dicen que nos quieren. Sí chicas, aquí toca fingir, no fingimos solo en la cama cuando se quedan cortos, también fingimos cuando dicen que nos aman, ellos lo agradecen. Ya luego, en otra ocasión, tendremos la oportunidad de cobrarnos todas las cuentas pendientes.

    Punto ocho: Demostrar que les tenemos confianza. Los hombres detestan a esas mujeres que son como sabuesos entrenados. Hay que dejarlos, tarde o temprano se delatan solos y entonces ahí hacemos nuestra actuación para ir por la candidatura a los Premios de la Academia, lloramos y nos morimos de dolor cuando ellos mismos se echen al agua. Mientras eso pasa, somos un amor. ¡Cuidado! Nunca hay que hacerles ver que sabemos que rompieron la confianza, ya caerán.

    Punto nueve: No gritar, ni llorar. Es difícil, sí, muy difícil. Pero debemos aprender a sacar las cosas cuando estamos a solas. Este punto es por lo general el que más seguido rompemos, nos agotan la paciencia y tendemos a estallar, y está bien. No digo que no podamos hacerlo, esto es solamente una lista de recomendaciones para conquista, solo eso.

    Punto diez: Hacerles creer que dependemos de ellos. En pleno siglo veintiuno y con las mujeres más que liberadas, a los hombres les cuesta y les duele saber que podemos solas. No es lo correcto, pero a muchos les molesta que la mujer sea la cabeza de familia. Por eso muchas no se la creen cuando su pareja las deja por otra mujer de menos recursos. Este es un motivo muy recurrente de infidelidad masculina, ellos se sienten atraídos por las mujeres a las que piensan que pueden cuidar. Lo sé, eso es machismo, pero me temo que está muy lejos de ser erradicado del mundo. Lo más difícil no es conquistarlos, lo más difícil es mantenerlos al lado, porque hay que ver como son de mal agradecidos.

    Hasta aquí dejo este escrito de hoy, voy por un chocolate caliente antes de ir a dormir. Buenas noches, Bianca.
  3. Sentados en el sillón Evangeline le preguntó a Romeo el secreto para verse tan bien, pero cuántos años pudo haber cumplido Romeo ¿veintiséis? ¿veintisiete? Este le respondió con una sonrisa y le indicó uno o dos detalles sobre su forma de llevar la vida, la juventud camina a su propio ritmo.

    El almuerzo estuvo dirigido a los fallos que las mujeres teníamos al momento de conquistar a los hombres. Habíamos hecho una mesa redonda, Amalia, Mateo, Evangeline, Augusto y yo, al poco rato se nos unió Paolo, sustituimos los videojuegos por aquella charla. Todavía luego de lavarme los dientes, Mateo me dirigió un comentario sobre aquello y Amalia hizo otro comentario desde su asiento con cierto aire de chiste.

    - Yo soy el tipo de mujer adecuada para cualquier hombre – le respondí suavemente a Mateo.

    - Y ¿por qué cree eso? – me respondió Paolo que estaba sentado en medio de nosotros dos – todos los hombres somos diferentes.

    - Yo me puedo adaptar a cualquier situación.

    - O sea que… – e hizo una pausa – es moldeable.

    Me fui a mi escritorio sin saber si aquello era bueno o malo y todavía hoy, después de dormir algo inquieta durante la noche y haber desayunado, no sé cómo tomar el comentario de Paolo.

    Y no está mal que las mujeres conquistemos a los hombres, de hecho, las mujeres conquistamos mejor que los hombres, porque tenemos mayor facilidad de ver sus puntos débiles y llevarlos a donde nosotras queremos. Los hombres se mueven por sus hormonas, y aunque las mujeres también las usamos en nuestro beneficio, sabemos manejar mejor el juego de la seducción, de eso no hay ninguna duda. Por eso creo que los hombres necesitan algo de ayuda para no quedar frecuentemente como estúpidos cuando quieren ligar a alguna mujer, nosotras nos reímos de ellos en secreto, padeciendo sus aires de masculinidad y testosterona, pero usualmente dejan hilos sueltos y por eso, porque yo también lo sufro, dejo aquí algunos puntos que tal vez, con suerte, le ayuden a algún hombre en esos momentos de trance donde no saben cómo salir:

    Punto uno: Por favor, estudien a las mujeres. Algunas mujeres pueden sentirse celosas unas de otras. Usamos una mirada de menosprecio que suele tener su origen en la envidia, porque desearíamos parecer tan atractiva como la mujer a la que desnudan con la mirada. Rodearse de mujeres les ayuda a darse cuenta de que todas somos diferentes y que no pueden emplear un mismo método para llegarle a todas, eso no existe.

    Punto dos: Mantengan un aire de misterio. Digan siempre menos de lo que consideren necesario, las mujeres detestamos a los hombres que tiran todas sus armas a la primera. Los hombres misteriosos son adictivos para nosotras, porque nos llama la atención ir descubriendo aquellos detalles que no se distinguen a simple vista. Nos gusta jugar a las detectives. Así que no revelen todo sobre ustedes en las primeras de cambio, dejen que la mujer los descubra.

    Punto tres: Insinúense sutilmente. Y sí, esto es una extensión del punto anterior. Cuando ustedes se insinúan, sus palabras adquieren un doble sentido. Lo bueno de este punto es que cuando se insinúan de la manera correcta, tanto ustedes como nosotras sabemos exactamente lo que quieren decir, sin haberlo dicho abiertamente.

    Punto cuatro: Sean atrevidos, pero espontáneos. A la mayoría de los hombres les da fobia el ser atrevidos, porque temen que al actuar así vayan a terminar por perder a la mujer. Pero cuando uno tiene una mentalidad de abundancia, no debe tener miedo de perder. Recuerden que somos lo que proyectamos.

    Punto cinco: Sean sinceros y directos. Las mujeres detestamos las mentiras, no las tomamos de buena manera. El concepto de la honestidad surge de la confianza y de la mentalidad de que no nos necesitan impresionar contando que ochocientas mujeres han caído ante sus encantos. No importa que estemos disgustadas con ustedes, si ustedes caballeros son sinceros, van a tener nuestro respeto y por si no lo saben, el respeto suele traducirse en atracción (no siempre, pero sí una buena cantidad de veces), sólo para que lo tomen en cuenta.

    Punto seis: Aprovechen el contacto visual. Aprovechen su energía masculina y usen un contacto visual intenso y deliberado, sin caer en los extremos, por supuesto. Si logran combinar esto con la sutileza, lograrán quedarse en los pensamientos de ella, incluso mucho después de que ustedes se hayan ido.

    Punto siete: Domina la tira y encoge. Vaya donde vaya un hombre, actualmente las mujeres solemos priorizar la atención y la validación sobre el amor. Esto quiere decir que nosotras las mujeres necesitamos sentir que nuestra pareja nos escucha, que somos interesantes para ellos y que nos ponen la atención que requerimos. Por eso muchas de las mujeres que tienen pareja siguen publicando imágenes provocativas en sus redes sociales, anhelando tanto esas etiquetas de «me gusta» y la validación de que aun somos atractivas y de buen comentario fuera de nuestro entorno.

    Punto ocho: Discrepar cuando sea necesario. Nada desanima más a una mujer que un hombre que está de acuerdo con todo lo que ella dice. Contrario a lo que piensan los hombres, las mujeres nos cansamos de los perritos falderos. Queremos un líder, no un fan, tampoco deben caer en el papel de dictadores. Porque hombres, si ustedes siempre se pasan diciendo que sí, sépanlo, la mujer les va a terminar perdiendo el respeto y el interés.

    "Nos convertimos en lo que amamos y quien amamos moldea aquello en lo que nos convertiremos" Santa Clara de Asís.
  4. - Mira, aquella muchacha trae un moribundo – el otro sonrió sin entender, mientras miraba a la mujer que venía frente a ellos vistiendo minifalda.

    - ¿Un moribundo?

    - Sí, la falda le queda a dos dedos del paraíso.

    Hubo pasado mucho tiempo desde la última vez que soñé que levitaba, al menos quince años. De ese sueño conozco dos interpretaciones, la primera que dice que estamos en busca de libertad, que necesitamos de momentos felices para nosotros mismos; la segunda, que por ese instante el alma abandona nuestro cuerpo, teniendo esta un tiempo límite para regresar, de lo contrario la perdemos para siempre. Los momentos felices pasaban por mi vida con la misma frecuencia que nevaba en Costa Rica.

    - Hay cosas que duelen más que madrugar- me dijo Enrique y tiene razón, hay cosas que duelen tanto que nos congelan las articulaciones y nos matan el corazón.

    Vinicio había cumplido veintidós años el fin de semana. Era apenas un muchacho, con la energía de un niño y la madurez de un hombre. Él y Nicolás apenas comenzaban a vivir, por eso lo que hacía Sandra, de querer meterlos en su ritmo de vida, era un crimen. Con Vinicio terminaban los festejos de septiembre y octubre daba la bienvenida con el cumpleaños de Romeo, el mes de Halloween empezaba celebrando la elegancia, la alegría y las buenas vibras que Romeo derrochaba, septiembre terminaba con la juventud y la buena amistad que transmitía Vinicio.

    El Santo Niño de Atocha se había apiadado de Nicolás y lo había alejado de caer en aquel trance familiar donde estaban Vinicio y Sandra, Nicolás tomaba algo de cordura y desistía de la idea de ser yerno de Sandra, aun así, se animó a divertirse el fin de semana y el resultado fue un dedo hinchado en el pie.

    - El dedo quedó más grande que todo Nicolás – Vinicio no soportaba la risa mientras me enseñaba la fotografía del pie de Nicolás.

    La celebración de Vinicio lo tomó a él bailando y a Sandra, a Sandra lo tomó pidiéndole el contacto de las redes sociales al mesero que los atendía en el lugar, pensando si ser fiel a su nuevo amor o darle la custodia de su cuerpo por un rato al placer mundano que rodeaba el aire.

    Isabel partió hacia Uruguay por una semana, pero como es persona que no cree en los pecados de la carne, no espero noticias jugosas de su parte.

    Pasó lo que tenía que pasar, Paolo y Alfonso eran parte del equipo organizador de la actividad de la semana, tenían unos folders acomodados boca abajo en las mesas y entonces Paolo pasó advirtiendo que nadie volteara aquello. Pero en esta vida siempre hay alguien rebelde y Enrique puso sus manos sobre uno y empezó a voltearlo, cuando Paolo lo miró y volvió a dar la aclaración, Enrique desvió la mirada hacia el cielo y Mateo y yo lo invitamos a moverse de lugar. Hice equipo con Regina, Enrique y Vinicio. La agilidad matemática y mental de Regina fue sublime y terminamos ganando dos pizzas grandes que degustamos entre los cinco y convidamos a Evangeline, que se sentó con nosotros a la mesa y probó dos pedazos. El bistec de ternero que traía para el almuerzo, lo guardé en la refrigeradora, para comerlo el miércoles.

    Lo confieso, yo ya tenía un buen equipo, gente con la que me sentía a gusto. Este era el mejor momento del equipo, pero le hice caso a Mateo. La semana anterior me pidió que tomara en cuenta a Augusto. Es un chico nuevo, pero con una cantidad desesperada de desvaríos, dichos y palabras atravesadas que cualquier buen loquero se sentiría afortunado de conocer. Aunque no es mi estilo el considerar a alguien con tan poco tiempo, me vi en la necesidad de tomar el caso. Es un tipo único, con una crisis existencial que se desborda por sus poros, una falta de raciocinio sobre la vida y desconfianza en el amor, me recuerda a un personaje de una película, pero en estos momentos no recuerdo cual. Lleva un par de días sentándose junto a Isabel, Evangeline y yo. Justo hoy, estábamos charlando sobre asuntos románticos, cuando Donato se unió a la charla, y aunque no imagino a Donato pecando de esa manera, he de admitir que posee una cátedra en asuntos de léxicos sexuales que espero que no se le contagie a Augusto ni a nadie más. A veces me sorprende el vocabulario de Donato, pero debo tomar en cuenta que esta oficina no sobresale por sus lenguajes tímidos. Amalia y Enrique habían hecho buen uso de su intuición y me hicieron notar las desavenencias mentales de Augusto, la urgencia de tratarlo, ver qué pasa con sus demonios.

    También saltó a la palestra el tema de los signos del zodiaco, su compatibilidad, quién iba más rápido a la cama y quién era de total desconfianza. El abogado es virgo y yo escorpio, debería haber sido al revés, así podría él punzarme y yo entregarle lo que tenga de virginidad.

    No lo recordaba, el abogado me envió una fotografía que debí pasarle en un momento de demasiada desvergüenza que yo no recordaba, me dijo que la guardaba como evidencia de que yo era más suya que mía. ¡Qué pedazo de infeliz!, si no fuera porque me satisface tan bien, estaría planeando mi venganza.

    Me retiro con una frase sobre el amor que es propia de Amalia, pero sirve para hacernos ver a las mujeres aquellas cosas que ocultamos a nuestro corazón: el hombre que enamora a una mujer con poemas, vale su peso en oro.
  5. A simple vista no era perceptible, no tenía el porte de Paolo o Romeo, ni la pubertad de Vinicio o Nicolás, pero tenía un don, Donato aún conservaba destellos de inocencia en su imaginación. Así lo comprobé el miércoles, cuando estuvimos mensajeando casi a las diez de la noche, algo notable porque Donato era poco de hablar conmigo a esa hora. Quería actualizarse, lo sorprendió una referencia que había hecho sobre él y entre una y otra, se describió algo loco, que es raro porque nunca lo he visto cuerdo y entonces, me habló del abogado, posiblemente lo mencioné en la oficina sin darme cuenta, quizás estaba con el misterio del libro de poesías que me habían regalado y por el que me había consultado. Y cuando parecía que iba directo a acertar, erró en el remate final, el abogado no era un amor del pasado, nadie a quien él conociera, nadie que hubiera dejado marcas en mí anteriormente, lo del abogado era nuevo, pero voy a dejarlo que siga creyendo así, porque las personas somos incrédulas y muchas veces no asimilamos los deslices que los demás son capaces de hacer.

    Todas las profesiones tienen sus ventajas y sus desventajas, en mi caso, ser psicóloga tiene una enorme ventaja con respecto a otras, yo no preciso de contratos con mis pacientes. Yo no elijo que vengan a mí, vienen como ovejas sin pastor, como sombras en busca de la luz, vienen porque en algún punto hacen conciencia de que necesitan ser escuchados, de que carecen de algo que yo les puedo dar, un punto de vista serio y didáctico. Entonces, hay cosas que conozco y domino, aunque no las aparente, el chantaje emocional, por ejemplo. El chantaje no es otra cosa que una vil forma inadecuada, irrespetuosa y agresiva de comunicación, chantajeamos para expresar una petición de cambio, solicitar ayuda o simplemente expresar disconformidad y queja, porque tenemos el objetivo claro de conseguir lo que uno quiere (como los antiguos conquistadores con los nativos) sin tener en cuenta los deseos de la otra persona.

    Qué descaro, uno de mis chicos intenta chantajearme si se me cruza por la cabeza navegar por nuevos valles, viajar a nuevos sitios, pero entonces parece que no entiende que yo tengo una ventaja sobre él, no hay contratos entre nosotros. Tengo oídos que no se hacen los sordos, y carezco en ocasiones de algo que no debería, pero carezco, de escrúpulos, así que antes de querer chantajearme debería de analizar los pros y contras.

    A veces las personas nos caen bien o mal, a veces nos gusta más un sitio que otro, a veces nos gusta una música que para otros es de poco agrado, a algunos nos gustan las películas románticas, otros prefieren los dramas o las de terror, es de humanos, ¿cómo tratamos el chantaje?, le hacemos creer al chantajista que nos preocupa su perspectiva, pero yo sé que son arrebatos de chiquitos mimados, de celos, no nos gusta prestar nuestros juguetes favoritos, qué feo, qué bajo. Yo he tratado de no poner a nadie por sobre los demás, los aprecio a todos por igual, no veo si son flacos o gordos, hombre o mujer, si visten mal o visten bien. Pero no, para ellos no es suficiente, ahora parece que quieren estar por encima de la psicóloga. Qué fea actitud, cómo me decepcionan, debería darles algo de vergüenza, tienen miedo a perder su estatus, como si lo tuvieran, qué horrible pensamiento. Lástima que no sean hijos míos para haberles dado un par de pellizcos, para que aprendan que uno comparte las cosas. Pareciera que a algunos nunca les dieron de nalgadas cuando estaban pequeños, porque de adultos estoy segura de que las han recibido y les ha gustado, además.

    El chantaje solamente lo utilizan las personas inseguras de sí, las personas que pierden el tiempo en cosas pequeñas. Qué vergüenza siento, cómo es posible que se presten para eso. Siento un no sé ni qué, pero sí sé el dónde.

    “También le preguntaron unos soldados: —Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Les contestó: —Confórmense con su paga y no hagan extorsión ni chantaje a nadie.” Lucas 3:14.
  6. Hay una ley que dice “si puedes escribir el problema claramente, entonces el problema no es el problema, el problema es la percepción que tienes”, se llama la Ley de Kidlin. Porque al final, la percepción muchas veces no nos permite afrontar el problema de la mejor manera.

    - No me gustó ese episodio – me dijo Vinicio con toda la sinceridad que le cabía en el alma.

    - ¿Y se puede saber el por qué?

    - Le hace falta pasión.

    Y yo lo entendía, a Vinicio le gustan las lecturas cuyo trasfondo se relaciona con la sexualidad, por eso aquella lectura no había sido de su agrado, no contenía escenas eróticas, ni calores, ni licencias en asuntos de la carne. Era una muestra de su trastorno hipersexual, que no es otra cosa que la concentración profunda en las fantasías, impulsos o conductas sexuales que son incontrolables para el ser humano, lo demostraban sus palabras, el tiempo que se tomaba en planificar sus fantasías.

    Sandra se había tomado el tiempo de escribirme el sábado por la noche, cerca de las diez, para pasarme algunas fotografías y contarme con orgullo que Nicolás también iba en camino de ser su yerno, Vinicio ya tenía ese papel, pero Sandra y Nicolás no veían mal en que los tres fueran familia, después de todo si ya eran amigos de fiestas y aventuras, ser familia era apenas un detalle insignificante.

    Tiene razón Regina, cuesta comprar cosas para uno mismo, porque como hizo alusión, cuando te pruebas un pantalón en una tienda el vendedor nunca va a decirte que se te ve mal, que se te salen los rollitos, que tus piernas no lucen, su trabajo es venderlo, lograr que tú te sientas bien, aunque sea mentira. Ese es el mismo trabajo que tiene el amor, por eso no conviene hacerle mucho caso.

    Alguien tomó la silla de Sandra y entonces en forma acertada Isabel me dijo:

    - Esa silla es peligrosa, verdad doctora.

    - Más que todo para un hombre.

    E Isabel y el resto rieron, pero era verdad, creo que los efectos secundarios de ese sitio están reservados para el sexo masculino.

    - Hace tiempo no la molesto – era Alfonso, que llevaba un pantalón a cuadros, como el de los golfistas – ese libro lo he visto en alguna parte.

    Se refería a un libro de poemas que me habían prestado, una lectura personal.

    - Es para que vea que, hasta leo, me gusta la literatura.

    - Hace bien – le dije mientras él trataba de recordar sin éxito, el sitio donde había leído aquel libro. Hice una búsqueda en Google, pero no apareció aquella lectura, nunca la habían publicado.

    En eso llegó el jefe, se dirigió a la oficina donde se entraba Romeo junto a su equipo y luego dio media vuelta, tres pasos y se detuvo a mi lado. Volvimos a vernos y con una sonrisa alegre (porque hay sonrisas tristes), me extendió su mano y me saludó, yo estaba bien, era martes en la mañana y los martes solían ser días alegres para mí, los miércoles también. Luego se retiró a su oficina y yo volví a mis labores.

    Ahí estaba Enrique, recostado al mueble de la cocina a la hora del almuerzo, reflejando en su rostro toda la sonrisa que le cabía en el corazón, Alfonso, Donato y yo éramos testigos de aquella muestra extraordinaria de felicidad.

    Para cuando Mateo llegó a la reunión ya Donato estaba empezando a dar los anuncios parroquiales, aquellos que daba al final de la reunión. A Mateo la alarma le había sonado tarde, tan tarde que casi llega a la reunión del miércoles cuando todavía era martes.

    Isabel se comprometió a revisar las vacaciones totales de Vinicio, porque las fechas de ingreso no iban de la mano con la cantidad de días que pedía, era eso o el tiempo era generoso con él, tal vez demasiado generoso, aunque el fin de semana le hubieran calculado la misma edad de Sandra, lo que era un insulto para él, dada la diferencia de edad entre ellos.

    Después de escuchar cantar a Sandra no la pondría ni a cantar la lotería y aun así estaba planeando karaoke con Vinicio y Nicolás. Les falta visión, entre los tres hubieran cantado “YMCA” de Village People o alguna de Pandora, pero no, estaban buscando otros ritmos más atrevidos para sus voces, a veces Dios le da alas a quien no precisa volar.

    Sin querer estaba aprendiendo de Amalia, hay veces en las que uno debe callarse, quedarse con la palabra en la boca no por lo que piensen los demás, si no por mérito personal. Como diría Sandra ante cualquier conversación que puede terminar en una referencia sexual “Wao”.

    Había pasado el día chateando con el abogado, y entre charla y charla me envió el emoji de un corazón rojo y yo se lo devolví. La pasábamos bien, me confesó que no pensaba en dejar de hablarme y que la semana pasada hubiera querido compartir al menos una hamburguesa conmigo, pero los horarios no habían salido bien. yo me empezaba a sentir más liviana, con menos cargas en el alma y empezaba a tener miedo de que lo extrañara más de lo debido, más de lo que me proponía, entonces me mandaba un audio y su voz resonaba en medio de mis oídos. También me dijo su segundo nombre, aquel que nunca usaba porque no le gustaba, lo compartió sin yo forzarlo, por solo el gusto de que yo lo supiera. Contrario a lo que piensa Vinicio, yo obtenía con el abogado algo más que lujuria, obtenía un escenario donde perdía por completo la cordura, y los locos disfrutan las cosas de mejor manera.
  7. Ojalá mis demonios me permitieran conciliar con ellos con tanta facilidad como había sucedido en aquel lejano año 325, en Nicea. Durante aquel concilio se definía la Santísima Trinidad, por lo que a Jesús se le asignaba el compartir la divinidad con el Espíritu Santo y con el Padre, se había escogido los libros que quedarían en la Biblia y se apartaría a aquellos que eran contrarios a las doctrinas (los que hablaban de la parte humana de Jesús), se cambiaban las celebraciones paganas por celebraciones religiosas, así crearon la Navidad en lugar de la fiesta del nacimiento del Sol y la festividad de San Juan Bautista en lugar de la fiesta celta del Alban Heruin, ah y se declaraba que los sacerdotes no podían vivir con mujeres que no fueran su madre o su hermana. En pocas palabras nacía la Iglesia Católica (que quiere decir Universal) para instituir que todo lo que estuviera en su contra, era maldito. Y aún faltaban dos siglos más para declarar a María, virgen antes, durante y después del parto, lo que significa que nunca consumó su matrimonio con José, ¡obvio!, entonces lo declararon dogma, que es algo que no se debate, se cree sí o sí, ... porque el sexo es algo maligno para el ser humano, lo rebaja a su verdadera naturaleza. Repito, ojalá yo pudiera conciliar tan fácil con mis demonios.

    Que yo sea psicóloga, no significa que no sea mujer. Aclarando este punto, no soy yo quien le debe explicaciones a la esposa del abogado, es él, él es quien comete infidelidad, yo simplemente soy una descarada que no ve tan mal la situación. “Entonces, la serpiente se asomó a aquel bosque, estaban desnudos pero nadie les había dado la noticia, la serpiente se acercó a ella y le ofreció un fruto (que nunca se menciona que fuera una manzana, en realidad, la alegoría de que el fruto prohibido fue una manzana, vino siglos después, por lo carnoso del fruto, por su color rojizo que se relaciona a diario con la pasión, por su sonido al ser mordido), entraron en pánico por la desnudez, por el temor de ser exhibidos, porque quien está desnudo, ofrece lo que es, sin máscaras.

    Había corroborado con Donato que efectivamente tuviera libre este viernes y me lo confirmó, así que estaba más tranquila, un poco. Vinicio se había dado cuenta y me había deseado que pasara bien el día, me lo había deseado desde el martes. Pero qué sabe Vinicio de cómo disfruto yo mis días, ¿qué extraño poder lo hace pensar que paso más feliz unos días que otros? Yo no hacía nada malo. Aquí vendrían los mojigatos a decir que, si mi esposo saliera con otra mujer, no me gustaría, y tal vez tuvieran razón. Pero, ahora vamos con la parte demandada, ¿por qué alguien con pareja busca salir con otra persona? Si realmente esa parte estuviera bien con su pareja no existirían ojos para nadie más, aunque el diablo se apareciera desnudo, lo echaría de su lado, no habría mensajes, ni llamadas (tuve dos el martes, la primera cerca de las ocho de la mañana y la segunda durante el almuerzo, mientras estábamos en una actividad de pintura, de reojo pude ver a Isabel que estaba a mi lado y parecía que quería mirar lo que pasaba en mi teléfono). Pero no es Lucifer quien nos tienta, es el tiempo, la necesidad, la urgencia de sentir que en algún otro plano astral estamos vivos.

    Pues aquí voy, llegó el viernes, me desperté temprano, para salir de mis trámites antes de las nueve de la mañana y disponer de tiempo para lo inevitable, que pasara lo que tenía que pasar y más importante, que pasara lo que yo quería que pasara. Dejé el Polo Sur árido, porque mi experiencia me dicta que los hombres prefieren las zonas desiertas antes que los bosques poblados. Me puse algo cómodo, cómodo para mí, porque antes vi que la comodidad dista mucho según los puntos de vista. Alcancé a llegar temprano a San José, fui por un café, mis trámites eran cerca del Hospital San Juan de Dios, así que visité una soda que se encuentra hacia el norte de dicho hospital, camino a la terminal de buses, media cuadra a la derecha, ya la había frecuentado en otras ocasiones, pedí un café negro, sin azúcar, porque la leche y el azúcar evitan que uno pruebe el verdadero sabor del grano. Pedí además una empanada de carne, me lo sirvieron a la mesa y cuando estaba con la taza del café por la mitad, llovió dentro del comercio. Ingresó a mi teléfono una llamada del abogado, le contesté con tanto cariño como se me ocurrió, con la miel que le faltaba a mi bebida, dibujé una sonrisa en mi rostro y miré al frente, como si el abogado estuviera frente a mí satisfaciendo mis caprichos y mis deseos. En cuestión de cinco segundos mi sonrisa se desmotivó, el hijo mayor del abogado había pasado la noche con fuertes dolores y después de estar la noche en el hospital, resulta que tiene apendicitis. Correcto, eso quiere decir que el abogado no va a venir, tenía cosas más importantes que hacer. Veamos, no tengo derecho a reclamarle puesto que el abogado y yo no somos nada, solamente somos dos personas que disfrutan mutuamente los calores de la carne, los encuentros furtivos. Es cierto, nos mensajeamos, nos llamamos (llamada normal y videollamada) pero al final de cuentas no pasamos de ser pura lujuria y sudor. La empanada la dejé a medio comer, el café se enfrió, pagué mi cuenta, terminé de hacer mis cosas y tan pronto como pude tomé bus de nuevo, llegué a mi casa antes del mediodía a darme una ducha fría, hubiera preferido una compartida, porque las veces anteriores que la compartí con el abogado, el agua templaba más mi cuerpo, se sentía más saludable, más nutritiva. Al final, ni modo, aquel continente del hemisferio Sur que yo había dejado desierto, solamente había recibido la visita del agua, es inevitable que los bosques vuelvan a crecer, pero tocará podar de nuevo.

    A veces la leche no se derrama sobre el cereal y este queda seco, esperando humedecerse.
  8. - ¿En cuál motel es? – le pregunté con cierta duda después de ver la fotografía donde Sandra parecía un pañuelo secado al sol tras tres meses de llevar tempestad. Un desastre.

    - ¿Cómo cree usted que yo le voy a sacar una foto a Sandra en un motel? – Vinicio aún sostenía el celular con la foto en dirección mía y de Evangeline.

    - La amistad a veces da para demasiado.

    Luego le consultó a Sandra si le daba permiso de mostrar la siguiente fotografía, la respuesta fue negativa, la vergüenza en ocasiones daba muestras de querer aparecer y con Sandra es todavía más difícil que aparezca.

    Estaba en una charla de amigas con Evangeline, cuando de pronto, Vinicio se sobresaltó pensando que la conversación iba sobre él, estuve a punto de llorar de solo imaginar que él creyera que éramos capaces de hablar sobre su persona. Lo importante es que ya recibió mi perdón. Isabel miró sorprendida, pero con mi mirada le intuí que no se preocupara, a veces los humanos reaccionamos sin querer, por instinto.

    Durante el stand up de hoy, hubo la presentación de un compañero nuevo en la oficina. A cada uno le tocó hacer una breve presentación personal, a Enrique le dio risa presentarse, a Romeo el turno lo había tomado desprevenido como las últimas veces, y Amalia hizo hincapié en el equipo futbolístico de sus amores, cosa que por razones terapéuticas tenía prohibido en la oficina. Finalmente, la ansiedad se comió a Paolo, parecía el conejo de Alicia en el País de las Maravillas, apresurado por el tiempo, como si el tiempo no acabara por consumirnos a todos.

    Hoy se celebra el día del niño y no sé si mi niña interior está orgullosa de lo que soy. Cuando era niña quería ser monja, porque esas señoras estaban cerca de Dios y bueno, luego vino la pubertad, el despertar de las hormonas y poco a poco la idea de ser monja se fue al diablo. Con un compañero de colegio descubrí que la castidad no era lo mío, eso no podía ser cosa de Dios.

    Donato fue claro, se podía asistir con ropa cómoda. Lo que pasa es que la comodidad tenía diferentes puntos de vista. Para mí la comodidad era una camiseta sin mangas y una licra a media pierna donde se pudieran apreciar aquellas piernas carnosas que la naturaleza me dio. Para Donato la comodidad no incluía sandalias, ni camisetas sin mangas, ni pijamas, así que ropa cómoda era básicamente la ropa con la que asistíamos de manera regular al trabajo.

    El cansancio hizo que dejara los ID badges en mi casa, a la entrada del edificio estaba una muchacha de otra oficina, pero el de ella no abría las puertas, estaban bloqueadas. Regina estaba por llegar, pero en mis adentros no esperaba que llegara con sus ID badges, pero me sorprendió, lo pasó por el lector y este abrió al primer intento, ocupábamos una mano virgen, una mano que nunca hubiera conocido el pecado… fue eso o algo sucedió en ese momento y se desbloquearon las puertas. Podíamos llegar a la oficina, para celebrar el día del niño, de ese niño que creció con sueños y quizás en el trascurso de la vida, se los fuimos asesinando.

    Isabel llegó con un buzo negro, nada pegado al cuerpo para no usurpar las mentes de los demás, Evangeline y yo optamos por usar jeans, la ropa normal con la que asistíamos a la oficina, Vinicio y Nicolás fueron con pijamas, lo mismo Sandra, pero mientras Vinicio y Nicolás lucían bien en ellas, Sandra asemejaba a Ludovico P.Luche, aunque más maltratada por la vida, Nicolás parecía Bugs Bunny y Vinicio estaba indeciso entre la Pantera Rosa en la versión del Chavo del Ocho o Dipsy, el Teletubbie de color rosado. Enrique en cambio no había vestido a su niño interno, llegó sin aspavientos, tan normal como pudo.

    - ¡Maldición! – le dijo Vinicio a Sandra – a mí no me sirve salir con usted.

    - ¿Por qué?

    - Porque ninguna muchacha acepta bailar conmigo, la ven a usted y seguro se piensan que es mi pareja, se me quedan viendo con cara de ¡qué hará este joven tan papito con esa vieja tan desaliñada!

    Romeo y Donato habían llegado con pijamas menos estrambóticas, más recatadas (aunque Romeo aclaró que era un pantalón, no un pijama) y Paolo le había dado una oportunidad a su versión más juvenil, a esa que sale a relucir cuando necesitamos ser nosotros.

    El idioma de Cervantes es maravilloso, hay tantas palabras magníficas y desconocidas, por ejemplo, hay quienes no saben que la sangre es una parte del cuerpo, es como decir que el agua no es parte del coco. Hay robos de robos, hay gente que roba museos, partidos de futbol, pero hay robos que atentan contra la dignidad de las personas y hay quienes lo ven bien…. como Paolo, que tras de eso me manda a no pelear… ¡a mí!... que solo peleo porque las cosas no se ensombrezcan por las cosas incorrectas. Paolo y Romeo me mandaron a aprender a no perder, como si las mujeres no perdiéramos a diario con los hombres. Porque hay cosas que son injustas, déspotas, pero hay un Dios que observa y todo lo ve, bendecidas seamos quienes caminamos por la senda de la verdad y la justicia.

    El jefe me preguntó por mi outfit infantil, pero murió hace mucho tiempo, en otras épocas, en el siglo pasado, y yo sí recuerdo el momento que murió, nunca le di la oportunidad de resarcirse, perdón. Entonces en la esquina, Nicolás y Vinicio comenzaron a recriminar a Sandra por pensar en otros hombres teniendo pareja, no estable, pero pareja al fin, luego fuimos nosotras y cinco minutos después toda la oficina discutía sobre la infidelidad, sobre los delitos de los hombres, sobre las formas vulgares de salir ganando en terrenos pantanosos.

    Infidelidad: Concepto humano que denigra a la persona, afectando la autoestima de quien la comete. Acto deprimente carente de humanidad, de valores, práctica indecente y despreciable de la que Sandra se ufana, porque desde una mirada, hasta un mensaje es infidelidad. Delito agravante del que Nicolás, Donato, Evangeline, Vinicio, Enique y yo, renegamos. Que nunca se nos permita a nosotros caer en los tentáculos de ese abismo, porque quienes somos fieles aprendemos a verlo como una forma de vida, y pensar que yo tenía otro concepto de Sandra, y pensar que al inicio me reclamó porque en su opinión yo la veía como la P.U.T.A de la oficina (véase Perfiles Psicológicos Café con Vodka) … ¡qué descaro!

    Durante el almuerzo hubo hot dogs y obvio… Sandra los devoró porque le encanta la salchicha, Evangeline degustó cuatro, porque si su boca podía con dos, probar cuatro no era nada y lo hizo porque quería, porque podía y porque su cuerpo se las pedía.

    Yo gané dos entradas al cine… ¿y si le digo al abogado?, vencen en noviembre, aun tengo tiempo para pensarlo, porque los hombres están bien por un rato, pero no por mucho, porque no conocen los detalles que una mujer necesita para sentirse bien.

    Había una oportunidad de verme con el abogado sin prisa, sin que el reloj estorbara tanto, y relativamente estaba fácil. Le pedí este viernes libre a Donato, vendría a la capital a hacer un trámite familiar y de paso, lo vería, con la complicidad de una mañana disponible. Nuestras citas no eran muy frecuentes por una razón, él vivía en zona rural y yo, más cerca de la capital, había que acomodar horarios, este viernes quedaba perfecto.
  9. Evangeline nos lanzó la pregunta a Isabel y a mí en medio del silencio que reinaba.

    - ¿En qué película hubieran querido trabajar ustedes?

    Isabel y yo nos quedamos mirándola.

    - Sí – nos dijo levantando la mirada tras el monitor – no les pasa que ven una película y ustedes mismas dicen “yo hubiera hecho ese papel”.

    - Pues hay varias que yo hubiera querido hacer – contesté casi por impulso.

    - Tendría que pensarlo – dijo Isabel.

    Y sí, la verdad es que hay varias películas o libros en los que yo hubiera querido participar, pero a mí el destino me quiso de psicóloga y no de actriz, aunque yo pude haber sido Satine en Moulin Rouge. Bueno, quizás ese protagónico es tirar un poco arriba, porque Nicole Kidman le da tanta sensualidad y carisma a ese rol, que difícilmente me imagino a alguien más en ese papel. Apenas son las diez de la noche, mañana es sábado y estoy frente a la televisión mirando una peli de terror, de esas donde el villano no necesita correr para alcanzar a sus victimas y asesinarlas de las maneras más atroces que existen. Me pregunto si películas como esta no sirven para que personas que se encuentran con la falta de algunos tornillos en su cabeza, se sientan a gusto de realizar sus fechorías con la excusa de que la culpa es de las grandes compañías cinematográficas por alimentar esos sentimientos tan ruines.

    Y bueno, tal vez todos nacimos para ser protagonistas, no del cine, porque eso es cuestión de algunos afortunados, pero sí protagonistas de nuestras propias historias, porque sucede que en ocasiones nos pasan cosas como de películas sin darnos cuenta.

    Existe algo conocido como el trastorno de despersonalización-desrealización, que en palabras cristianas se presenta cuando siempre o a menudo sientes que te ves a ti mismo desde fuera de tu cuerpo o percibes que las cosas que te rodean no son reales, o ambos. Algo así como sentirnos desenfocados. Los sentimientos de despersonalización y desrealización pueden ser muy perturbadores porque quienes padecen este problema caen en la posibilidad de perder la noción de la realidad. Hace tiempo que no juego a nada interesante, así que para mí y solo para mí, voy a caer en un juego, voy a imaginar que mis chicos y chicas son actrices, famosos, aturdidos por los aplausos y daré un protagónico a cada uno de ellos, empecemos.

    Evangeline que fue quien hizo la propuesta puede ser Beatrix Kiddo alias Mamba Negra de Kill Bill, a Romeo le he dado muchos aires de fineza, pero un Jack Sparrow en Pirates of the Caribbean le caerá de perlas. Alfonso podría hacerse con el papel del Capitán Steven Hiller en Independence Day, a Isabel le daría el papel de Mrs. Flax, en Mermaids. Amalia necesita un papel en el que se sienta bien y podría ser Viola De Lesseps en Shakespeare in Love. Regina sería una maravillosa Dorothy en The Wizard of Oz. Para Mateo tengo un papel especial, en una película que es de mis favoritas, Sakini en The Teahouse of the August Moon.

    Donato podría interpretar de manera magistral el papel de Teddy Daniels en Shutter Island, Sandra podría adaptarse para ser Cher Horowitz en Clueless. Me quedan cuatro hombres, qué difícil, cuatro papeles protagónicos masculinos. Sigamos con Enrique, me parece que a pesar de todo hay un personaje a quien podría personificar, me refiero a Alan Parrish de Jumanji. Paolo es una persona adecuada para darle vida a Guido Orefice en La vita è bella. Quedan menos, quedan Nicolás y Vinicio, Nicolás podría ser Tristán Ludlow en Legends of the Fall y para Vinicio tengo un papel inmejorable para su forma de ser, Robin Hood, en Robin Hood: Men in Tights.

    Otra vez se me quedó sin punta el lápiz, pensaré en seguir escribiendo con lapicero, es más sencillo.
  10. Últimamente retomaba la charla en forma privada con Enrique, pero con la versión del Enrique que me agradaba, aquella donde reía, donde el sarcasmo era empleado con tanta gracia que la conversación terminaba en risas por ambas partes, porque para mí, la gente que utiliza el sarcasmo es porque ha aprendido de la vida y eso es algo enorme que por desgracia algunas personas se empeñan en no querer hacer. Pero él hacía del sarcasmo una forma de vida y yo también lo había aprendido a utilizar hace muchos años, aunque si me pregunto el motivo, sinceramente no lo recordaba, pero gracias al sarcasmo me había sacado mucha gente de encima, porque hay quienes no quieren oír las verdades y son como aquellos que vivían en los tiempos de Jesucristo, aquellos a los que llamaban fariseos.

    - ¿Evangeline no vino hoy?

    - No – le respondí mientras me servía el café de la mañana - vino ayer.

    - No encontró quien le cuidara el bebé – adivinó Regina, ella calentaba el desayuno, se había extrañado, lo normal era que yo desayunara con Evangeline, a veces no pasaba, pero eran escasas las ocasiones.

    Durante la reunión de hoy hubo un minuto de silencio accidental, hasta que Romeo finalmente entendió que era su turno de hablar y entonces dijo las labores que llevaba hasta ese momento del día, seguramente había tenido un buen fin de semana y rememoraba cada segundo pasado. Durante el almuerzo y en lo que considero un verdadero acto de buena fe, Alfonso se ofreció de manera voluntaria a escribir para mí todo lo que aconteciera durante el paseo de navidad de la empresa. Aún quedan algunos meses para eso, pero por lo menos ya cuento con corresponsal para dicha labor. Porque al no asistir yo, temo que el comportamiento de algunos no sea todo lo apropiado que pueda ser, considerando que son adultos queriendo ser niños.

    La normalidad es algo muy relativo, porque para alguien puede ser normal despertarse y rezar antes de hacer algo, para otra persona lo normal puede ser despertarse y sentir temor por lo que pasará durante el día. Nosotros creamos nuestra propia realidad y nos movemos afines a ella, nos encapsulamos en nosotros mismos y nos acomodamos de manera tal, que a veces, aunque abusemos de nosotros, nos sentimos a gusto en ese estado. En Sandra la normalidad era esa capacidad innata de disfrutar las cosas de los demás. Por eso estaba feliz, porque ella, Nicolás y Vinicio habían pasado un fin de semana veraniego en pleno invierno. Dos de ellos en Paraíso de Cartago y el otro en San Ramón. Desconociendo eso sí, si Paraíso se llamaba el sitio o la experiencia frenética que habían pasado. Por separado, Vinicio y Sandra tenían la misma opinión, ellos dos y Nicolás comenzaban a sentir mariposas en el estómago.

    - A Sandra le quedan dos años más de fiesta con Vinicio – me dijo Isabel.

    - ¿Por qué?

    - Porque el cuerpo no le va a dar más – y de una soltó una risa que yo no pude evitar acompañar.

    Durante el almuerzo, Paolo rememoró las cenas navideñas en su querida Venezuela, Alfonso hizo lo mismo con Honduras y el resto de los comensales comentamos las experiencias en Costa Rica, lo que acostumbrábamos a comer, principalmente cerdo y ensaladas.

    - ¿Usted qué come para la Navidad? – me preguntó Paolo.

    - Lo tradicional, pierna de cerdo o pavo, según el presupuesto.

    Isabel estaba con síntomas gripales, al parecer Vinicio también, y Donato, pues durante la reunión Donato se puso de rodillas e imploró a Dios la gracia de que él no se enfermara porque era un lujo que no podía permitirse.

    Mientras yo estaba con un karaoke interno, escuchando “Querida” de Juan Gabriel, Amalia estaba tratando de escabullirse de la cita con un dentista, para ver la posibilidad de asistir durante el fin de semana y librarse del tránsito de los miércoles. Luego hice una prueba de sonido con ella por cerca de veinte minutos, era un ir y venir de saludos hasta que por fin le funcionaron los auriculares en la computadora, se me resecó la garganta de tanto saludo.

    Con Amalia debo tratar su miedo a hablar, porque últimamente le da miedo ser escuchada en la oficina, como si espíritus todopoderosos fueran a malversar sus palabras. Eso tiene un nombre, se conoce como alodoxafobia.

    Hay cosas que no pasan de moda y siguen actuales, como La Biblia, por ejemplo. Evangeline revivió un pasaje del Libro de Reyes, ese libro que narra las andanzas de los primeros monarcas de los israelitas, encontró a su Dalilo y llegó con corte de pelo a lo Ana Torroja, que no sé yo si le disminuyó la fuerza, pero sí le cambió el aspecto.

    Sandra me escribió algo sobre lunas crecientes, magia negra, meditación matutina y rituales, que no supe si estaba drogada, si finalmente se había dedicado a la profesión más antigua del mundo o si era su receta para transformarse en hombre lobo. En esos momentos es cuando no sé si ella necesita un psicólogo o un chamán.

    Entonces sucedió que el Cielo y el Infierno eran dos islas separadas por un mar. En una isla estábamos las castas, las vírgenes, Evangeline, Amalia, Isabel y mi persona, trabajando ordenadas, tranquilas, sin chistar palabra. A un metro de distancia estaban Vinicio, Nicolás, Enrique y Sandra. No hay más que decir.
  11. Dicen que alguien filtra los chismes de la oficina, pero sinceramente no me he enterado de quién se puede tratar, porque quien quiera que sea tiene el asunto oculto a mis oídos, o de lo contrario yo ya habría escuchado algo entre pasillos, por lo que no sé si es alguno de mis chicos, ya hablaré con ellos luego sobre ese tema, porque el chisme es algo tan feo que maltrata a la sociedad, que esas semillas hay que acabarlas antes de que crezcan.

    Iba contra reloj, tomé mis cosas y cuando fui a despedirme de Enrique, Vinicio y Sandra golpeé el escritorio con tanta fuerza que desperté a Enrique de forma involuntaria, Vinicio y Sandra volvieron a verme.

    - Tranquila doctora – me dijo Enrique – relájese, vaya tranquila – de haber llevado falda me habría hecho un moretón en la rodilla derecha, pero llevaba pantalón.

    - ¿Va con prisa doctora? – preguntó Vinicio.

    - !No! – mentí – voy relajada.

    - Ups, pues no parece – concluyó Sandra.

    Bajé por las escaleras y mientras iba camino a la parada de autobuses miré varias veces el reloj, porque las manecillas avanzaban más rápido que mis pies.

    Las dos mitades de mi alma estaban peleadas, una pedía amor y la otra estaba envenenada. Ya antes escuché a la parte del amor y siempre me produjo malestares, conflictos, por eso estaba dando una oportunidad a mi parte envenenada. Si uno no busca nada serio, no va a encontrarlo. Siempre dije para mí que nunca me metería con un hombre casado, pero el abogado sonreía tan lindo y era tan atento, que mis éticas personales no quisieron aplicar en este caso. Cambiamos el destino del martes, nos fuimos a Hotel Bella Vista, en Barrio La California, un barrio en el Este de la capital.

    Lo esperé sentada en el parque central, entre el bullicio de la gente que acude a esa hora (tres de la tarde) a ese espacio de la capital frente al Teatro Popular Melico Salazar, entonces lo vi, llegó, nos saludamos y nos fuimos caminando, hicimos caminata de veinte minutos, deteniéndonos un par de veces para besarnos en plena calle. Al llegar a Cuesta de Moras, cuando llevábamos medio camino, le sonó el teléfono, era su mujer, ocupaba que el abogado no se olvidara de unos alimentos porque en la noche tenían fiesta donde unos familiares, pero él estaba a pocas cuadras de iniciar las previas conmigo, la fiesta de la noche le importaba poco o nada.

    Llegamos a aquel edificio color blanco, con la complicidad de una calle vacía con apenas un par de transeúntes que iban hacia el Norte, en la recepción estaba una chiquilla, una muchacha que no debía superar los diecinueve años, nos sonrió, mientras pedía algunos datos aproveché para pasar mi mano por la pierna del abogado y él hizo lo mismo por la parte baja de mi espalda. Habitación once, a mitad del pasillo del segundo nivel, un pasillo corto, con no más de diez habitaciones, miré hacia ambos lados, no se veía nadie, entonces lo puse contra la pared, en pleno pasillo, le planté un beso y comenzamos una especie de baile, me besó en el cuello, abrió un poco mi pantalón y pasó su mano. “Y todo comenzó bailando, hicimos el amor”, quien no ha bailado con esa canción está muerto en vida.

    Si Vinicio estuviera aquí vería que mi salud mental no tenía ningún problema, porque últimamente se preocupaba mucho por mi estado de ánimo, por mis visiones futuras, por saber cómo me encontraba con mis pensamientos. Cambio aquí de cuaderno, porque esta es la vez sesenta y uno que escribo borradores desde que llegué a trabajar a esta oficina, hace ocho meses ya y el cuaderno donde llevaba estos vagos apuntes llegó a su última página, todo llega a su fin, hay cosas que son preámbulos necesarios para dar fases por concluidas.

    Yo llevaba ropa interior negra, que no cayó al piso hasta pasados cerca de quince minutos, antes de eso todo lo que apeteció, sucedió con la ropa puesta, al menos la ropa interior. El abogado buscaba un burdel y yo le ofrecí algo que no esperaba pero que le gustó, le ofrecí una boutique, eso era yo, una boutique de alta costura con un buen surtido de caricias y de posiciones que resulta agradable recordar, casi puedo decir que hicimos el amor, que no fue solamente un rato, así pasamos de un teaser a un arquero y de un mimoso a un perrito faldero. Tenía rato de no sentir que me usaran como mantequilla en un trozo de pan caliente, hasta derretirme, no se llevó mi corazón porque eso no pienso permitirlo, pero se estaba llevando algo más importante para mí, mi estrés, mis preocupaciones, mis estaciones heladas, aquellas tardes donde una mujer tan solo necesita ser eso, una mujer. Tal vez suene como que soy una mujer demasiado fría y no es así, nada más alejado de la realidad, lo cierto es que cuando damos el corazón le estamos dando a la gente la oportunidad de que nos dañen, de que nos exorcicen a su gusto y no es culpa de ellos, la culpa es nuestra por dar algo que nadie merece.

    Entre todo el sudor, el ajetreo y demás emociones exquisitas que se presentan en estos escenarios olvidé un detalle, algo insignificante pero un pequeño detalle, perdí la llave de mi casa que siempre cargo en mi cartera. Debió caerse cuando el abogado me pidió que sacara algo divertido de ahí y saqué un dulce mentolado en envoltura negra, de esos que hace algunos años causaron controversia por el uso que alguna gente le daba y del que debo confesar, yo también he hecho uso alguna vez, la más reciente con el abogado.

    El día siguiente, mi cuerpo amaneció bailando, con el corazón tan acelerado que ni una ducha fría me sirvió para bajarle el ritmo y recibí un mensaje del abogado a eso de las cuatro y treinta y nueve minutos de la mañana, segundos más, segundos menos. Había olvidado las compras, su mujer le había hecho un alboroto y habían terminado por no ir a la fiesta. Pero él había tenido ya una fiesta en La California, una fiesta totalmente privada.

    Estoy segura de que Vinicio volverá a preguntar por mi estado emocional, últimamente platicamos más de la cuenta, casi a diario, porque como apunté en mis borradores anteriores, empieza a agilizar su intuición y quizás eso no sea tan bueno.
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  12. Regina llegó a la oficina, subió por aquellas escaleras a través de los cuatro niveles, finalmente llegó exhausta, con las piernas que le flaqueaban por el caminar, y obvio, con el vaso de café en su mano derecha, saludó con las fuerzas que le quedaban y cayó recostada a la pared, en pose traumática.

    Alfonso había vuelto a sentarse con nosotras, la luz la llamaba a sentarse allí, donde el brillo de la sanidad era más incandescente, sin embargo, le duró cerca de cinco minutos el encuentro, porque cuando nos dimos cuenta, había partido a otro sector de la oficina.

    - Cuente, porque comienza mi parte favorita – dijo riendo Vinicio cuando Sandra indicó que iba a contar sus amoríos del fin de semana, Nicolás limpió sus lentes, recostó su barbilla a su mano izquierda y ambos escucharon aquel relato cargado de doble sentido y verdades que no eran aptas para edades tempranas de la vida.

    Uuuu… corearon al mismo tiempo Vinicio y Nicolás conforme la historia se adentraba cada vez más en detalles íntimos y metafóricos.

    Tanto trabajo que me costó decidir la ropa que iba a llevar a la oficina porque la mayoría de las veces llego con jeans, para que al final Amalia fuera con el mismo color de pantalón y tras de todo, de zapatos, no sé si ella lo notó, yo sí, pero no dije nada, me hice la que el asunto no era conmigo, por aquello de mantener algo de discreción.

    - Es que con usted es un enredo – me dijo el jefe cuando le comenté sobre un correo. Y tenía razón – yo no conozco a ninguna Martina – pero no era culpa mía que al ingresar a laborar crearan mi correo empleando mi segundo nombre, aquel que nunca utilizaba salvo contadas ocasiones.

    La esquina seguía de fiesta, a Sandra la habían surtido el fin de semana como a un supermercado antes de la inauguración.

    - ¿Usted no lo haría? – preguntó Vinicio con cara de malicia.

    - También hay niveles – contestó Sandra.

    - Yo no podría – agregó Nicolás.

    - Porque no se mete cosas buenas a la boca – y con eso dejaba claro Sandra, que la experiencia lo es todo en la vida.

    Isabel quiso taparse los oídos, pero era demasiado tarde, si conservaba algo de inocencia, se había escapado a aquel bosque de la China donde la chinita se perdió. Evangeline, Isabel, Amalia, Romeo, había varios por los que yo pondría la mano al fuego para defender la pureza de sus almas, en contrario había otros casos destinados a la horca en tiempos de siglos pasados, no por brujería sino por exceso de cargos libidinosos, tantos, que cualquier escrito del Marqués de Sade podría compararse con una lectura escolar.

    Paolo y Alfonso llegaron tarde a almorzar, pero alcanzaron a tomar dos lugares, Paolo en uno de los laterales y Alfonso en la cabecera de la mesa. Entonces Alfonso bromeó con su asiento, posiblemente por la falta de costumbre de tomar el asiento principal, quizás con deseo de afrontar la semana con buenas maneras.

    Sandra y Vinicio lo habían logrado, oficialmente eran familia además de amigos. Ahora Sandra era la suegra de Vinicio, ambos utilizarían pasta dental de la misma marca. Dios los crea y ellos por algún motivo buscan compenetrarse más de lo que debería ser conveniente.

    Entonces, dos seres iluminados aparecieron dibujados en una esquina de la oficina, eran Santa Mia Khalifa y Santa Gloria Trevi, en mi visión tuve un flashazo de sinceridad y me dirigí a Vinicio:

    - Vinicio – giró su silla para verme – usted es un chico al que yo como mujer, lo pensaría para presentárselo a mis padres – y se generó una reacción en cadena. Nicolás, Sandra, Evangeline e Isabel rieron al unísono y Vinicio quedó con la boca abierta sin poder pronunciar palabra alguna.

    Paolo, Enrique, Isabel, Vinicio y una servidora. Los ganadores de la actividad de esta semana, adivinar palabras en clave Morse, eso sí, hay que aclarar que el triunfo fue bien trabajado, porque Paolo tenía experiencia en Clave Morse, pero no lo recordaba, lo mismo Enrique, por lo que hicimos un par de pifias antes de agarrar el ritmo. Yo por mi parte, en mi vida había escuchado las letras en clave Morse, pero valió la pena, fuimos el Real Madrid en la actividad, un equipazo plagado de mega estrellas… bueno… tampoco así, pero ganamos, al menos lo logramos.

    Ese día lo cerramos con un almuerzo entre hamburguesas, papas fritas, aros de cebolla y refrescos gaseosos de varios sabores, almorzando como equipo, Isabel a mi lado, Paolo y Enrique enfrente y en cambio, Vinicio prefirió ir a almorzar con Sandra, no soportó que Isabel le dijera que ella no era parte del equipo en un principio.

    - Ah no, pero es que eso se administra por una vía diferente – contestó Isabel muerta de risa cuando Donato y Paolo indicaban la manera de darle colágeno al cuerpo.

    - Sí – sostuvo Donato ocultando su risa entre las manos – se administra de una manera más placentera.

    Y Paolo se sonrojó, no podía con la comida y con la idea del colágeno del que hablaban, era mucha mezcla para sus jóvenes oídos.

    A Sandra la cubrió el luto, estaba acostumbrada a que la cubrieran otras cosas, pero esta vez por negligencia médica murió uno de sus incontables amores de la vida, el hombre con quien deseaba compartir momentos de arrebato psicológico y pasional. En un hospital de Medellín, alejado de los reflectores de Sandra dio su último adiós. Por dicha para el mundo, las personas como Sandra esconden tan bien su dolor que cuando un pan se acaba, siempre hay una panadería abierta dispuesta a proveer.
  13. - ¿Usted no cree que nosotros no avanzamos por culpa suya?

    - ¿Cómo? - Le respondí algo contrariada a Vinicio.

    - Sí, porque es poco profesional.

    Lo mismo había resuelto con respecto a la psicóloga anterior. Pero, en estos ocho meses que llevo en esta oficina, tiene razón Vinicio en que pude dar de alto a algunos. Quizás a Isabel, Amalia... Pero, porque hay un pero, cuando siento que puedo dar de alta a equis persona, dicho personaje dice, hace o asume algo que me impide excluirlo de aquí.

    Últimamente Vinicio ha sentido algunas vibraciones que emito sin querer, dando la impresión de que su intuición se ha ido agilizando, anda más preciso en sus decires, y algo me temo que empieza a intuir que detrás de mí suceden cosas, más cosas de las que yo quisiera que se noten a simple vista. Sus comentarios van afilando palabras, adelantando momentos, posibles escenarios de futuros inciertos.

    Pero Vinicio, si vamos a consultar con un médico y este nos receta tres tabletas al día y nosotros únicamente consumimos una, entonces la culpa no es del especialista. Nuestra excusa sería que nos conocemos y con una dosis menor nos basta para sanar. Eso es terquedad de nuestra parte, porque es el profesional quien dicta las dosis necesarias para lograr nuestro bienestar. Lo mismo sucede conmigo, yo puedo dar de alta pero si el paciente recae me veré en necesidad de volver a empezar, es decir, retrasar los tratamientos, ir en sentido contrario como el caracol.

    Lo que sí me ha quedado claro es que de todos, Vinicio es quien da más muestras de valentía. Es quien parece tener más bríos por descubrir los sucesos que escapan a la visión del resto, lo cual no deja de alertar, porque algunas cosas deben quedar en el anonimato.

    Hoy me sorprendió de hecho, vino tan finamente vestido que si Superman existiera, Vinicio pudo haber sido Clark Kent, hasta los lentes llevaba puestos, todo un personaje histórico, me pregunto si alguna vez volveré a verlo vestido así.

    Y si las observaciones de Vinicio se acrecientan deberé administrar otros métodos. Bueno, el próximo año si Dios lo tiene a bien, llevaré un curso de hipnosis, y ahí sí... tendré más opciones.

    Porque bienaventurados son los que se asoman a la ventana y ven en el horizonte un mañana con ideas diferentes.
  14. Evangeline había llegado de un viaje a Colombia, cinco días en un paraíso sin que viniera bronceada o marcada por arañazos en la espalda como les pasaba a Sandra y a Vinicio cada vez que iban a ese país al Sur del continente. Muestra de que se podía ir por aquellos rumbos sin caer en las tentaciones libidinosas de la carne.

    Regina olvidó sus llaves nuevamente, tomé el ascensor luego de leer su mensaje, yo estaba sola entre aquellos espíritus que habitaban el edificio de oficinas y que durante las tardes se entretenían tecleando en plena soledad. Ahí estaba ella, fiel a su café y a las buenas maneras, todavía con fuerzas, porque el día recién empezaba a despuntar y la madrugada había sido generosa.

    En el escritorio de Paolo dejé un pequeño regalo, bueno dos pequeños regalos, porque la vida se celebra y mañana en la oficina se celebra un baby shower, para dos bebés que están por llegar a este mundo, junto con los cumpleaños del mes y la actividad semanal, va a ser un día divertido, con colores, algo así como la ropa que llevaba Enrique el día de hoy, algún día le diré que le luce eso de los colores claros, se le ven bien, porque hasta la sonrisa le fluye más natural y le brillan los ojos (incluso llegó al mediodía a la sala de videojuegos a jugar una partida con Evangeline y conmigo, Isabel se tardó y cuando quiso llegar ya íbamos de salida). ¿Y si era cierto lo que me dijo Amalia la semana pasada?, si de verdad yo me notaba triste, porque me sentía bajoneada, si cabe la expresión, pero tendré que sentarme con un trago a meditar y encontrar la raíz, porque todo tiene una raíz, un detonante y nadie mejor que nosotros mismos conoce cuando las vibraciones cambian de decibeles.

    Vinicio llegó aquel día como un soldadito marinero, de celeste, no un celeste angelical, porque bastante le sale de demonio, pero llegó de celeste mar. Hoy había casa llena.

    - Ya le tengo el chisme – le dijo Vinicio a Sandra y esta se frotó las manos de la ansiedad por escucharlo.

    - Cuéntemelo todo.

    Y empezó aquella historia sobre amores que al parecer no tenían tan buena relación como parecía.

    - Escuchen mi versión – aclaró Sandra, entonces Vinicio, Enrique y Nicolás escucharon atentos, porque claro, en la versión de Caperucita, el lobo es el malo, pero en la versión del lobo, Caperucita es quien lo devora, con el permiso de este, obvio. Perdón, parezco Donato ayer, dando charlas con segundas intenciones que llevaban a conversaciones sexuales durante el almuerzo, mientras que Paolo seguía confundido sobre el significado de la palabra “chapulín” en el argot costarricense.

    Para cuando Amalia llegó a la oficina, aquello estaba a reventar, como un clásico entre merengues y culés, hasta las gradas amarillas estaban ocupadas.

    La actividad resultó ser una partida de Kahoot!, y ahí iban Regina y Amalia liderando las tablas durante la primera mitad, yo venía retrasada, pero entonces cerca de la pregunta once (eran veintiún preguntas) apareció Romeo, empezó a ganar terreno hasta meterse en los primeros lugares y luego aparecí yo. Amalia y Regina perdieron fuerzas y aquello fue una lucha encarnizada entre Romeo y yo, sudamos, pataleamos y en las últimas de cambio saqué una leve ventaja, suficiente para llegar contra Romeo a un final de fotografía que me dio la victoria por una nariz.

    Yo bajé al parqueo por cinco minutos, cerca de las once de la mañana, porque el abogado me había escrito, nos vimos, nos besamos lo más apasionado que pudimos, anduvo mi falda con sus manos, en un juego inocente que nos provocó risa y me entregó una nota: “trescientos metros Sur y veinticinco metros Este del Parque Morazán, Motel Calipso”, quedamos de vernos el otro martes, que estamos libres en la agenda, para repasar lo que Vinicio había estudiado la noche anterior en el asiento trasero de un vehículo, donde a la mañana siguiente Nicolás y Sandra fueron testigos del olor a mujer que se quedó impregnado en ese lugar.

    Durante el almuerzo, Regina, Isabel y yo, nos sentamos de manera prudente, en tanto, Romeo y Alfonso movieron sillas para sentarse junto a Nicolás, Vinicio, Enrique y Sandra. Una hora después, Mateo movía las sillas de un lado hacia otro, porque entre tanta gente, le habían robado el asiento del escritorio.

    Con tristeza vi que aquí le falta barrio a mucha gente, porque cuando jugaron bingo, hubo muchas jugadas que yo que soy de pueblo conozco, pero ellos que son de la ciudad desconocían, ejemplo de las diferencias que existen en un mismo país. Y noté que Paolo tiene problemas con el juego, porque gritó como ganador y al revisar el cartón, de entrada el primer número que le chequearon no había salido, y aún así discutió… ¡hombres!

    Cuando repartieron los pasteles, en la tarde, Amalia estuvo a punto de soltar una frase épica, pero la conciencia le habló a tiempo al oído y se mordió los labios, dio media vuelta y sonrió mientras salía del comedor.
  15. En medio de todo, descubrí que hay dos chicos que sienten que los tengo olvidados, como relegados a un segundo plano, Enrique y Amalia. El primero no sé si con ello se siente un poco aliviado, envuelto en aquella nube de monitores con la que trata de cubrir sus miradas de nostalgia, algunas veces tristes, como si añorara cambios que solamente están a su alcance el realizarlos. Amalia en cambio ríe pensando que hay cosas que a estas alturas desconozco de ella, quizás tiene razón o quizás simplemente no quiero meterme en territorios donde sé que puede no sentirse cómoda, posiblemente no sea yo tan metiche como han querido hacer ver, porque observando un poco los toros desde la barrera se ve lo que las personas ocultan, aquellas cosas que les da miedo expresar, de mí para Enrique y Amalia, con mucho cariño.

    Enrique incluso agradece el hecho de no ser tomado en cuenta, pero ¿y si solamente estoy considerando explotar su figura durante las próximas semanas? Amalia me siente triste, bajoneada y no tuvo ningún reparo en decírmelo a la cara, la felicito. Pero Amalia, hay cosas en la vida, etapas, donde las pruebas nos superan, donde los acontecimientos diarios se sobreponen a nuestra condición de humanos y no está mal el que nos derroten de vez en cuando, eso creo yo, no siempre se puede ganar. En ocasiones perdemos batallas y, aun así, seguimos estando en ellas porque el campo de lucha es tan extenso para nosotros que es imposible encontrar el cerco donde termina el terreno, a veces las batallas son tan agotadoras que simplemente hay que dejar que pase el tiempo, aunque eso de que el tiempo cura todo, es una amarga mentira.

    Tendría yo que ser un poco como Romeo, ese chico con la ropa siempre bien combinada y con perfumes que se quedan en el aire todavía un par de minutos después de pasar. Hasta cuando está triste trata de relucir una sonrisa, porque en el fondo sabe que, si es capaz de sonreír en tiempos difíciles, más fácil será cuando las cosechas sean buenas. Y estoy segura de que, aunque últimamente no nos hablamos con tanta frecuencia, sus cosechas han ido mejorando, ha ido recogiendo buenos frutos, porque a la gente buena la vida les sonríe como un gesto de agradecimiento por su forma de ser.

    Tampoco me ha ayudado mucho el que durante las últimas semanas he visto menos a algunas personas, pero vamos, se aproxima el Día del Niño, luego viene Halloween, quizás es muy pronto para que yo deje de escribir en estos cuadernos lo que vivo en la oficina. Porque en el fondo tal vez pasen algunas sorpresas inesperadas para mí o para los chicos durante las próximas semanas, eso ya lo descubriremos.

    Olvidado no tengo a ninguno, porque siempre que rememoro lo que sucede en la oficina, trato de nombrar en lo mínimo que sea a la mayoría, aunque ellos no se enteren porque no tienen acceso a estos escritos, siempre trato de hacer memoria de algún detalle por mínimo que parezca para al menos nombrarlos. Pero tienen razón Enrique y Amalia, debo trabajar, prestarles más atención, escuchar a las masas, levantar a los oprimidos, o sea… que hay que levantar al pueblo y recorrer las calles que se sienten desoladas para incluirlas en el plan de cambio. Y todos gritan y vitorean porque los aires nuevos se avecinan y las fuerzas de la unión se levantan en andas y todos se sienten incluidos dentro de un mismo equipo. Bueno, sueno un poco a político, pero la cuestión es que ayer Enrique y Amalia me hablaron al oído y me dieron armas para luchar… ahora toca incluirlos a ellos en las primeras líneas del ejército, porque aquellos que cabalgan blandiendo la bandera del protagonismo, han de merecerlo tarde o temprano. Escuchadme almas desvalidas, porque vuestra aparición en los flancos del desarrollo está a la vuelta de la esquina y la luz que os espera es grande y cegadora. Amén.