Las flores bellas marchitas

Imagínate mía y sólo mía,
que este cielo de flores
yace en tu pecho de arena sonriente
bajo el amor de una lápida asustada.​

Me coloqué de rodillas, mía y sólo mía,
para amarte en la tierra
o amarte en el cielo,
o quererte sin contemplación alguna,
sin que tu olvido
sea tan constante para mí...​

Imagínate mía y nada más que mía,
que estoy mirando tu imagen
en el relicario que una vez
adornara tu pecho
y dignamente me encontraba
conservado en la cajita en forma de corazón
que a su vez sostengo en secreto.​

¡Ay, mía y todavía mía!
Te amo a pesar que estás muerta.
A pesar que en mi vida
andas en pena.​

Mía y delicadamente mía.​

Pertenecida a la bruma de esta sombra
que se encuentra proyectada por el sol
desde hace tiempo
cuando con cariño,
cambio religiosamente
las flores bellas marchitas.​

 

Bellos y melancólicos versos. Un placer leerlos. Saluditos. Rosana

 

Amigo, aunque tu poema lleva mucha pena, también lleva amor, y una preciosidad de imágenes tan delicadas.
Como siempre es un placer disfrutar de tu poesía.

Un besito.

 

LLeno de melancolia tus versos pero enteramente bellos.
Ha sido un gusto.
Saludos fraternos para ti

 

Un poema de amor etreno, ni la misma muerte ha de pararlo... hermoso y sentido poema!

 

Oh, amigo ... oh, Poeta. Oh, qué modo de romper el silencio de los olvidos y conjurar al peor de los Abandonos. Oh, Elik, qué dolor tan precioso.


Estrellas y un abrazo incesante.