Narvales

Sé bueno conmigo, hermano.
Arranca mi miedo y, si cabe, llévate
con él mi sueño. Pero no me dejes morir aquí.
Rodeado de aguas en su punto glacial,
siendo la Luna la única que las hace derretir.
No soy nadie.
Soy un juguete del viento,
tambaleo sobre su partitura, bajo su música. Nadie
se halla conmigo para sentir tal deleite. Quemado,
a punto de arder a combustión,
si me lo permite mi rascacielos, el que dicta mi hundimiento.
No me dejes morir, en frente de un frio que condensa hasta el
viento que ya no hace correr a mis velas replegadas.
No me dejes morir, no quiero ser nido de narvales, esperando con ansia su nuevo hogar.
No me dejes nunca morir, capitán. Si he de morir, que sea esta noche,
entre tus brazos.​

 

Flotar a la deriva, ¿es tan malo como para asimilarlo a la muerte? Tiene su gracia ser nido de narvales, después de todo tienen también su piel y no es espada todo lo que parece.

Puestos a pedir que no te dejen morir, o que te maten, (buena paradoja), que sea capitanA quien gobierne.

Estoy descubriendo tus poemas y quedo maravillado por tu técnica, pero sobre todo por su contenido. Eres realmente grande en tus versos. Mi profunda admiración por tu trabajo.

 

¿Cómo podría agradecerte tu atención hacia mis líneas? Me encanta que me dejes tus impresiones Jepet. Gracias infinitas, poeta.

 

Agradezco está lectura tuya sobre estos versos. Me alegra plenamente que te guste el oceano como fondo, se nota que sabes apreciar los detalles que el que escribe quiere hacer ver. Un placer, compañero!

 

Es grata por mi parte y enorme tu sensaciones hacia esta escena que figuran estos versos. Una fuerte abrazo, Absenta