La creyencera

Se hizo lectura en las manos una vez por semana,
colgaba las medias al revés pa que viniera el amor,
baños de lavanda y manzanilla para la calma
y un vaso de agua con azúcar para dormir mejor.

Ponía de cabeza a San Antonio esperando Romeo
y daba tres vueltas descalza en la casa
para que también Cupido escuchara el deseo
de hallar un buen amor que la besara.

Nada, no tocaba la puerta más que el viento,
para colarse en el frío de su habitación
y la televisión era su compañero
con una película cursi para la emoción.

Se levantaba de espaldas para esquivar los demonios,
nunca se lavaba la cara con la mano izquierda,
para que llegue el amor hay que vestir de rojo
y rezar un Padre Nuestro recostada a la puerta.

No dejar que las primeras rosas toquen las espinas,
leer el periódico de atrás hacia adelante,
a la hora de comer, que no se toquen las rodillas
porque en casa cerrada no entran los amantes.

Desayunaba dos huevos apenas puestos a freír,
café negro porque la leche coge las malas vibras,
la ropa interior negra úsala para dormir
porque dormir de negro aleja a las pesadillas.

Nada, no tocaba la puerta más que el viento,
pero esa tarde después de lanzar dos besos al colchón
le llegó un mensaje con su uniforme puesto
y después de un simple hola, la encontró el amor.

 

Buen escrito, éxitos

 

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