El amor es un ferrocarril

¿Quién soy? Una simple doncella que suspira
entre rezos en el cuarto vagón de tu tren.

Por mucho que te evite tú siempre apareces cuando la manecilla del reloj,
marca el punto de unión entre la luz y la ventanilla.

Atrapada en la curva de gravedad que da vida a la catenaria,
surco los recuerdos, a bordo de la alta velocidad de las emociones.
El andén 4 dibuja el retorno de las pasiones.
El andén 14, donde tú y yo desafiamos a las vías curvilíneas
de las estrictas infraestructuras.

El motor se ha activado, sólo tú puedes guiarlo.
En tus manos me hallo, sentada en el asiento que la vida me ha asignado.
Próxima parada: el dolor.
"Puedes bajar en la siguiente": gracias, pero ya no lo evito,
porque yo he visto la huerta estremecerse ante la llegada del tren,
¿Es la rapidez lo que le asusta, o tal vez,
su capacidad de arrebatar la vida a un viandante desorientado?

El azahar tímidamente, se asoma ante su paso,
pero no puede esconder su aroma.
Lo inhalo y exhalo acompasadamente,
en este ambiente de enérgica fluidez.

No quiero gritar a los cuatro vientos lo que siento,
pero el ferrocarril se convierte en un juego
cuyas reglas sólo tú dominas,
mientras te sumerges en un viaje letárgico.

¿Eres consciente de que tienes a los viajeros,
a merced de tus conocimientos?
Tienes el poder de unir amantes,
de reconciliar familias,
de alejar enemigos,
de conducirnos hasta el éxito
de entregarnos ante el despacho de un colérico jefe
que no tiene compasión,por nuestra necesidad de doblegarnos
ante los designios de sus estados de ánimo.

Para ti todo es una rutina, para otros el comienzo de su ruina.
No sé ponerle nombre a las ruedas que me arrastran,
hacia los ejes de transmisión de sensaciones.
Bendecida por la velocidad y el progreso,
me acerco más a tu órbita cuando más la ahuyento,
asustada por la ficción de la realidad.
¿Qué hago, si mi existencia se encuentra entre tus manos?

¡Jefe de la vida y la muerte, así lo ha querido el creador,
que seas el custodio del grial de la revolución industrial!

 

Bella composición. Hay estaciones sin paradas en ese viaje del amor. Abrazo.

 

Sin duda, muchas veces el destino no nos deja mucho margen, para elegir en qué parada queremos bajarnos, en cuanto a sentimientos se refiere.
Muchas gracias por leer mi poema.