Arrebol del hambre

Temor de sórdidas lapidas,

cuando el clamor del suelo es infinito,

manchan las escarchas
el vaho de un estupor mortecino,

psicótico arrabal de gusanos,
festín insano,

estoico sendero,
para aquellas almas que quieran morir,

necrótico placer,
de un vomitivo tumulto visceral,

las cabezas ruedan,
tanto como los días,

apelmazando un urgimiento monstruoso,

se incrustan en las carnes de la noche,

a los cuerpos deformes,
de esta frágil existencia,

tibios paisajes,
acomodan las mentes,
desde un colérico derrame astral,

que es mito,
que no es obviedad,

tibios vientres
encapsulan un horror advertido,

será la vida quien nos pueda purgar,

cuando la herida siempre se abre,
y la cura nunca sana,

cuando el enjambre
nunca detiene su labor,

seremos arrebol del hambre.