El blog de Alfonso Espinosa

Cuando ya no vean mis ojos, yo querría,
los cerrases pensando que te quise.
Yo me voy a lo Eterno, que es el sitio,
donde vamos, al fin, de Alli venimos.

Tres momentos son la vida,
tres momentos nada más.

Uno es para nacer,
otro para morir,
el tercero es el momento
del que disfrutando estamos.
Hubo otro, justo antes.
Escapado, ya es pasado
y puede que el futuro,
nos depare algún regalo.

Solo es de este momento,
que tenemos entre manos,
del que podemos disponer,
para lo bueno y lo malo.

El sauce es triste,
el sauce es bello
y es su empeño
siempre llorar.

Bajo del sauce,
siempre hay un sitio.
Lugar precioso
de enamorar.

Si quieres saber de hambres,
da a un hambriento de comer,
mata su hambre atrasada,
luego te lo cuenta el.

Primun vívere, deinde philosophari.

Niña.
Juegas con muñecos,
mamá te imaginas.

Joven.
Luces tu belleza,
buscas ese amor.

Madre.
Tienes tu pareja,
ya nace tu flor.

Abuela.
Flores de tus flores,
tus nuevos amores.
Gracias vida. Gracias.
A todos. Adiós.

Yo fuí aquel niño, que actor se imagina,
en que poco tiempo, actor yo me vi.

Desde la butaca, que bien se comprende,
lo que es la vida, cuando se ve el fin .

Siempre pensé en ti, desde pequeño,
antes te veía como en sueños,
ahora de mayor ya te comprendo,
te veo como amiga ya despierto,
mas cerca cada día de tu cielo;
parece que me quieres llevar preso.
Mi vida es lo que quieres; solo eso.

Viajero impenitente.
No hay lugar que no conozca.
Por muchos, bien recibido
y por otros, muy temido.

El adalid de La Paz
y su bandera, la lucha.
Se alimenta de la sangre.
Todo lo que está en pie, tumba.

Lleva guerras y miserias,
cuando descarga, se va
a otro lado del mundo.
No importa, que siempre habrá.

Allí donde va...Arrasa,
dejando detrás su paz.

! Caballero don Dinero !

Estar contigo quisiera.
Pasear por los años juntos.
Llegar al fin apoyados.
Ya dormidos : A la vera

La vida, no solo es vida.
La vida, también es muerte.
Vivimos entrelazados,
entre la vida y la muerte.

Cuando te ves viejo,
debe ser distinto.
Una cosa es verlo,
otra es vivirlo.

Yo veo a los viejos:
Largos sus mirares.
Lentos sus andares.
Quietos sus sentares.

Porque nuestros viejos,
van quedando solos.
Con los de este mundo,
no pueden hablar.

Por eso los viejos,
moviendo sus labios,
hablan con sus viejos.
Viejos que no están.

Las mujeres son las flores.
Mariposas los amores.

Con su néctar escondido
entre olores y fulgores.
Revoloteando flores...
El amor está servido.

Las mujeres son las flores.
Mariposas los amores.

Alfonso Espinosa

Al mundo, trajiste de tu mundo,
la vida de tu hija: La primera.

Al mundo, trajiste de otro mundo,
La vida de tu hijo: El segundo.

Que felices que sois, por ser los padres,
de dos hijos, venidos de dos mundos.

Que felices que son vuestros dos hijos,
queriéndose el primero y el segundo.

Alfonso Espinosa

A mís sobrinos: María y Oscar
Y sus dos hijos: Sara y Iago Michael. (etíope)

Si pudiésemos, un día,
un siglo, volver atrás.
El mejor de los viajes.
Nos habría de encantar.

Un idioma.
Una lengua sin fronteras.
Una belleza perdida,
en un siglo, nada mas.

Nos cantaban alegrías,
Nos contaban las tristezas.
Arrebataban peligros.
Todas las horas, sonaban.

Eran regalo sonoro,
de maestros campaneros.
Otros, con su sencillez,
escucharlas, un placer.

Aún recuerdo en mi niñez,
el sonar de las campanas,
los tolones de las vacas,
con sus carros que cantaban.
Cada carro, su cantar.
Cada tolón, su vaca.
Cuando se mojaba el eje,
la música se cambiaba,
y los valles alegraban.

Los caminos, son testigos,
con sus surcos en las piedras,
del paso de aquellas ruedas,
los tolones y las vacas.

Eran ruidos naturales,
en los valles y los montes,
en los pueblos sin motores,
sin coches y sin tractores.

Si pudiésemos, un día,
un siglo, volver atrás.
El mejor de los viajes,
a un mundo, lejano ya.

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Ahora vivimos mejor?

Cuando consumimos mas,
de lo que la naturaleza da.
El problema se presenta,
el tiempo nos juzgará.

Nuestros hijos, pagarán.

Procesiones por las calles,
perfumadas por las velas.
El Cristo con el madero
y La Virgen con su pena.

Esforzados costaleros,
que su capataz ordena.
Penitentes que acompañan,
Con devoción a su Reina.

El estruendo de tambores,
el tronar de sus trompetas,
cuando bailan a La Madre,
luciendo joyas tan bellas.

Y de repente! Silencio!
Que lo rompe ! La saeta!

Alfonso Espinosa