1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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  1. El roce de tus manos.jpg

    Quiero tus besos, tu cuerpo, tu desnudez
    quiero el roce de tus manos,
    sin el mudo mensaje que me acerque al tiempo efímero,
    quiero tu boca tibia, tu abrazo estrecho
    que caliente mi cuerpo, sin prisas.


    Quiero tu sudor, tu cansancio
    que reclame la quietud
    de mis batallas ya luchadas.


    Quiero la renuncia de esas viejas heridas,
    quiero que me digas que aún podemos
    desnudarnos desafiando a los sueños,
    que hay una vida, un espacio que llenar

    con nuestros nombres.


    Quiero ese hombre de junio,
    que detuvo el tiempo a la hora justa
    para bordar de claveles mi piel.


    Ana Mercedes Villalobos

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  2. Naufragio.jpg

    Decías del tiempo,

    de un cuerpo en otro cuerpo,

    de las voces
    que susurran en la noche,
    del paraíso que nos lleva hasta
    el umbral del infierno.

    No sé de que me hablas,
    cuando tan cerca
    tu aliento me acaricia.


    Tu risa gira en mi sombra
    como un naufragio,
    el naufragio final
    de tu boca en mi boca.
    Se filtra tu nombre entre las brumas,
    en ese jadeo que palpita en mis oídos
    de pétalos, de aromas,
    delicias que suben por mi vientre.
    Las palabras se detienen,
    hasta la música, se devuelve
    en palpitante jolgorio.
    Nuestros cuerpos atados al deseo,
    bajo la luz fugaz
    que señala en mi memoria,
    el último espacio que tus manos
    recorren en mi piel.


    Ana Mercedes Villalobos
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  3. Hoy tengo ganas de extrañarte.jpg

    Hoy tengo ganas de extrañarte, miro la bruma
    que desdibuja el día entre su fauces

    cercana a la montaña que tanto te conoce

    y no te huelo, ya no recuerdo si es tu aroma
    o es tu piel lo que no encuentro.


    Aquí en esta ventana, yace vacía la noche
    llorándome, doliéndome el deseo
    de acercar mis ojos cerrados a tu boca

    jugando a que te escondes.

    Dos vidas y una sola muerte,
    ese frío incendio consumiéndonos
    vestido en llovizna de diciembre
    pertinaz, inacabado.
    Y es que se me enciende sola la tristeza
    - larga sed que quema la punta de mis dedos –
    navegando mi boca, paseándose en mi sangre,

    enfurecida, queriendo usurpar cada espacio
    de mi cuerpo por donde todavía
    se escurren tus besos.


    Ahora el aire es un gemido
    que atraviesa tu ausencia.
    Se hace necesario una coma
    entre esta soledad que nos comparte.


    Ana Mercedes Villalobos
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  4. en una lluvia de besos.jpeg

    En una lluvia de besos

    voy arropando tu cuerpo,
    como caricias veladas
    o como lenguas de fuego.

    Y es que mi boca curiosa,
    va descendiendo en su vuelo

    mi piel, se viste de rojo
    por el calor del deseo.


    De ansias se llenan mis manos
    en la ilusión de querernos,
    mientras se tejen los lazos
    saboreamos los silencios
    y en un abrazo furtivo
    me voy atando a tu pecho,
    mientras te dejo los labios

    impregnados de mi aliento.


    En este amor infinito
    que llenamos de momentos
    se van bordando de encajes
    tus sonrisas y mis sueños.
    En el sabor de tu piel
    que me sirve de alimento
    me voy a ese lugar
    donde el deseo es mi credo,
    y entre besos y caricias
    nuestro destino es el cielo.

    Ana Mercedes Villalobos

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  5. Inconcluso.jpg
    Cada noche te dibujo en mis sueños,
    se llenan de colores mis versos
    con el azul brillante de tus ojos,

    donde convoco mis fantasías.

    Como un esbozo en cada lienzo de vida,
    pinto nuestro amor, soplo de viento

    que llegue a tus brazos y acalle mis tristezas.

    Aunque invente mil caricias
    nunca llegan los besos a saciar mi piel.

    El tiempo nos gana,
    la ausencia se hará olvido
    se harán años, no recordaré tu rostro.
    mis dedos no encontrarán la silueta de tu piel.


    Serás solo una sombra
    apagada en mis manos,
    un pétalo sin vida,
    una gota de lluvia en la ventana,
    un poema inconcluso que se quedó
    dormido entre mis párpados.

    Ana Mercedes Villalobos
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  6. Ese beso tuyo.gif

    En ese beso tuyo en que te anhelo

    se enciende mi deseo como llama

    es que mi cuerpo por tu cuerpo clama
    me enredo entre tu boca y me desvelo.


    Evoco nuestras manos cuando en vuelo
    retozan en los pliegues del pijama
    se enlazan, como piel en dulce trama
    y retan nuestra sangre en tenaz duelo.

    Renace nuestro asombro a cada hora
    al celebrar la vida en un abrazo
    o entregarme a tus labios, seductora.

    Recuesto mi cabeza en tu regazo
    en tu pecho, mi rostro que te añora
    y el amor, nos aprieta con su lazo.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Mientras la lluvia lame los cristales,
    llegan los recuerdos, que como retazos
    de ternura, me traen tus ojitos traviesos,
    que seguían la vida juguetones,
    prendidos atentamente a mi regazo.

    Acercabas tus manitas inquietas,
    que con su cargamento de cariño,
    repartían tu atención
    entre mi rostro y tu chupeta,
    mientras tus besos pegajosos
    se apretaban en mis mejillas,
    y tu balón saltaba retozando,
    desde la pared hasta tu risa bulliciosa.

    Ahora tu mirada es de luna, y tus andanzas
    tienen otro nombre, una barba incipiente
    me deja el escozor de tu saludo en la piel,
    para hacerme saber que todavía me quieres,

    disimulando los abrazos que auspiciaban
    las lecturas al pie de la cama, cuando se ataba
    tu miedo a mi cintura, hasta que el sueño
    clausuraba tus pestañas.

    Llueve aún, las horas pasan, estoy aquí pendiente
    de tus pasos , evocando momentos inolvidables
    de vida que llenan las largas horas de la noche,
    cuando la lluvia alborota silencios,
    susurros incansables, que alimentan la ausencia.


    Ana Mercedes Villalobos
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    Dame un beso alocado y vagabundo
    un beso que traspase las fronteras
    un beso como cuando no me quieras

    y se abrace a mis labios un segundo.

    Como el beso que escapa moribundo
    y se entrega con ansias verdaderas
    bésame desde todas las maneras

    con ese beso prófugo y profundo.

    Un beso que sea apenas un instante
    porque a veces la vida se equivoca

    y el alba se dibuja más temprano

    Un beso que me bese cual amante
    que tu boca se mida con mi boca
    en cálido solsticio de verano.


    Ana Mercedes Villalobos

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  9. En la sombra tus ojos.jpeg

    Como una línea vertical
    alineada con los sueños
    nos entregamos.


    La mordedura del tiempo
    deja su huella en la voz
    se quiebra, se muere.


    En la distancia de un vuelo
    mis labios se rinden a tu boca,
    se enciende de deseo la mirada,
    no hay tregua en la eterna
    letanía de la entrega.


    Se visten los te amo de etiqueta,
    para llenar de caricias las bancas
    de los parques, ya no habrá
    paliativos para apartar la maleza,
    en la sombra, mis ojos, vuelven
    a su primigenia luminosidad.

    Ana Mercedes Villalobos
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    No entendimos el abrazo,
    ni la ternura que se hacía poemas
    ni la ilusión brillando
    en la oscuridad de las pupilas.


    Era como estar y no estar al mismo tiempo,
    como soñar un sueño sin nombre
    con un corazón que apaga sus latidos,
    sin romper el silencio que va llenando
    cada poro de la piel.


    Y es que despedirnos es ya nuestro oficio,
    sucesión ilimitada de motivos,
    de veces, de manos sin tocar,
    de heridas que se abren y se cierran,
    de lunas que se asoman y se pierden,
    con sus miradas llenas de lejanía.


    Que hay de esas ganas locas de encontrarnos,
    de volver a las promesas que calentaron nuestros cuerpos?


    Me extrañas y te extraño,
    esperamos en las sombras,
    siempre esperamos,
    pero no llega la palabra necesaria
    esa palabra mágica
    que nos devuelva al amor.


    Ana Mercedes Villalobos
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    Esta tarde me sorprendo extrañándote,
    pero me gusta - ¿sabes? -
    son esos momentos que se tiñen de azul
    y despiertan los anhelos,
    los besos eternos,
    esas caricias que queman la piel.


    Recuerdo esa noche de traje y corbata
    la risa que te torcía la boca,
    nos hacía llorar,
    corrimos sin zapatos por el parque
    para refugiarnos al pie del araguaney,
    allí nos besamos por primera vez.


    Es como ir hilando sueños
    desde un amor que huele a lluvia,
    que va mojando todo a su paso
    hasta llegar – como siempre –
    de nuevo a tu risa,
    allí nos regresamos
    a este melodioso interludio
    entre los besos, nuestras bocas
    y nosotros, siempre nosotros.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Tu mano es la que mueve los cordeles
    dirigiendo mi vida con antojo,
    mientras yo, solo miro de reojo,
    hilvanando a retazo nuestras pieles.


    En esas avalanchas de corceles
    mi corazón revela su sonrojo,
    y se niega a olvidar su tonto enojo
    sin libar de tus labios dulces mieles.


    Y no se si es mi boca o es tu boca
    quien decide entregarse a la aventura
    entre aromas de mentas o de moca.


    En ese devenir de la cordura
    es la pasión la que sin más convoca,
    al juego del amor que se inaugura

    Ana Mercedes Villalobos
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  13. Esbozo en blanco y negro.jpg

    No es suave la brisa que sopla en tu jardín,
    mas bien es huracán de Agosto,
    que se goza en sacudir las cimientes
    empapandolo todo, como un río
    que arrastra en su corriente cada piedra,

    en un viaje sin retorno.


    Vocación de loco, sueles decir,
    y en un gesto que presumo complacido,
    te sonríes, grande, como un niño,
    como el eco del alma que preside tu tiempo,

    aunque tú, lo niegues siempre.


    Así de pronto, en un relámpago
    que abarca el universo, retorna el genio,
    la bravura del temporal agrieta la memoria
    donde has sembrado tus nostalgias
    que claman por refugio,

    por ese abrazo de eternidad que las sostenga.


    Todo llega a la hora justa,
    como la madrugada que despierta el mundo
    desde el bostezo de la noche,
    y te levantas, desnudo y frágil,
    mientras se tiñe de luz,
    el último rescoldo de esperanza,

    que tercamente, escondes.


    Entonces la ternura se disfraza de tu voz
    y yo, me sumerjo en la placidez del agua
    donde dibujas tu rostro,
    hasta pronunciarme.


    Ana Mercedes Villalobos
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  14. hermosa.jpg

    La voz se ahogaba en la garganta,
    olía a violetas y a sal,
    qué dulcemente nos mentimos!


    Si pudiéramos mirarnos
    sin tanto amor entre los ojos,
    contemplarnos como
    se contempla el paisaje.


    Y no es que se nos acabe
    el mundo en un parpadeo,
    es como derretirse
    en el calor de unos besos
    o deshilvanarse
    la piel por los bordes.


    Siempre terminamos
    en el mismo lugar,
    atrapados entre dos orillas.


    Como una hoja seca
    que se rompe entre los dedos,
    se quiebra el tiempo,
    dejando un triste eco de nosotros.


    Como el vértigo que causa el deseo
    que pinta tus labios en mi boca.

    Ana Mercedes Villalobos
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  15. [​IMG]

    Destejo los colores del alba
    sobre los que intento sostenerme,
    en un bostezo que apaga la luna
    dilatando su regreso hacia la noche.


    Y soñando con los ojos abiertos,
    sentimos la magia del amor,
    que disipa la triste melodía
    en la que se alojan nuestros miedos.


    Porque es temor la palabra
    que resuena en el desierto,
    la que calla temblando
    de tanto olvido,
    y se unge de tu nombre,
    en un ligero soplo de viento,
    que alivia la brasa que regresa.

    La que viene a guarecer su llanto
    en el furor de la piel,
    principio y fin de un camino
    que transitamos tantas veces,
    y que se alarga hacia las sombras
    como una página en blanco
    que solo se escribe de deseos.

    Ana Mercedes Villalobos
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