1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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  1. Prisionera de tus labios.jpg

    Me gusta despertar
    prisionera de tus labios
    con tus besos en mis hombros,
    ¡tan cerca de nosotros!


    Tus dedos tejiendo mis cabellos,
    mis ojos abrochados a los tuyos,
    después de atravesar la noche
    con el cielo abrazado
    a nuestras sombras.


    Acurrucada a tu costado,
    más allá del paraíso o del infierno.

    Y amarnos en el oleaje de la luna
    que nos contempla calladita
    y nos sonríe.

    Ana Mercedes Villalobos
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  2. La inmensidad de un te amo.gif


    En el resplandor azul del universo,
    aprendemos a entregarnos,
    se iluminan las risas
    en el verdadero sueño,
    solo tus ojos, silencio, quietud.


    Me aprieto entre tus brazos,
    la mañana se esconde
    detrás de la montaña,
    se despereza entre la niebla,
    y mientras recorres mis piernas
    con la suavidad de tus manos,
    mis versos se silencian en la boca
    mordisqueando tus labios.


    Solo queda decir una palabra,
    y en ese frenesí se levanta mi voz
    como un poema de otro mundo,
    de otro amor, de otro yo,
    pero con un mismo rostro
    y un mismo corazón.


    No sé dónde se encienda el clamor,
    pero en su origen quedó un suspiro
    que guardo para ti, como un regalo,
    la inmensidad de un te amo.

    Volvamos de nuevo a la luz,
    a la belleza, al encuentro de ese amor
    con el que siempre soñamos.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Las flores juguetean en la hierba
    como queriendo conquistarnos,
    y es que en Mayo se asoman sus
    colores, que retozan en mis pupilas
    vulneradas de vientos y de memorias.


    Hasta el sol, que siempre
    ha estado de pie, justo aquí donde
    la madrugada se hace ausente, sabe que
    en nuestros corazones pernoctan la voz,
    la duda, las sombras y no amanece.


    Más allá del callado murmullo,
    nos abandonamos al bosque, quieto,
    con la neblina besando las cimas,
    plenas de ilusiones, sin reconocer
    el gris que se aferra al silencio.


    Y no es que la mañana no haya lamido
    tu diestra, es que no encontró
    tus huellas al regreso, y se quedó
    empapada de tierra bajo el manantial
    que desciende desde tu pecho.


    En el minuto en que se desdibuja
    el tiempo, llega el infinito vestido
    de mañanas a rescatarnos.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Es esa noche de luna que nos hace soñar,
    o el instante en que nuestra piel
    se enciende en una clara madrugada,
    un tiempo sin tiempo que se prende
    en nuestros dedos y se hace alondra,
    asombro, sentimientos vertidos
    como cascada que sin pudor,
    desnuda sus aguas, para abrazarse
    a la tierra, que con ansias la espera.


    Es esa lluvia temprana que nos sorprende,
    o ese fuego que nos va quemando los labios,
    un pico nevado que nos eleva a su cumbre,
    una lágrima esquiva que se escurre prófuga,
    para debatirse entre el corazón y la pluma.


    Esas historias sin contar y las que contamos
    a diario, un suspiro que se escapa sin querer
    con la mirada perdida de horizonte y esas
    bocas que se ofrecen en un gesto de amistad,
    de cariño o de consuelo, hacen inagotable
    el caudal de las letras, el mágico vuelo
    de mariposas que parecen urgirnos
    en el amable desahogo de las almas
    y que hace inmortal la poesía.

    Ana Mercedes Villalobos
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  5. [​IMG]

    El tiempo y la distancia
    me devuelven a la noche,
    al silencio donde nacen los anhelos,
    a tu voz que susurra en mis oídos,
    como esas noches de luna.


    Aturde la luna – dijiste -
    y yo quería solo despertar
    mis labios cerca de los tuyos,
    como una sonrisa, como ese lucero
    que enciende en la oscuridad,
    deseos olvidados.


    Ven, acércate a mi pecho – susurraste -
    y se abrieron los cielos en tus brazos,
    es que mi cuerpo sabe cuando estás,
    -escucha el latido de mi sangre –
    y me miraste con la certera sumisión
    del amor que nos habita.

    Ana Mercedes Villalobos
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  6. Sombras.jpg

    Son esas sombras que habitan
    el paisaje que va quedando de mí
    cuando se despliega la noche.


    Corazones extraviados,
    de horas sembradas de ausencias
    que dejan su aliento en cada latido,
    de letras de un poema

    que nunca termina de escribirse.


    Mi espíritu vuela sin rumbo,
    en una alocada carrera sin destino,
    no sé dónde va mi alma,
    en busca de un lugar, lejos de tu boca,
    de tu beso que ya no me alcanza,
    es como renunciar a tus manos

    sin jamás haber sentido tu abrazo.


    Como estar desahuciada,
    deshabitada de palabras,
    de versos que se escapan entre

    las hojas y ya no se pueden alcanzar.


    Un camino que conduce a un tiempo
    desconocido, ausente de ti,
    sin un amor que sepa amar,
    como esos troncos vacíos
    que se doblan sin poder soportar
    la soledad de un bosque sombrío,
    donde solo se escuchan los ecos
    de la noche en un poema
    que ya no te nombra.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Me gustaría regalarte un sentimiento,
    que llene de colores
    tus párpados cansados,
    como la historia de un amor prometido,

    que remontando el vuelo,
    contenga cada beso
    en la noche de tus labios.

    El misterio de unos ojos encendidos,
    que despierten tu ilusión
    y te hagan sucumbir al deseo,
    al frenesí del amor,
    mientras hago el ejercicio
    de habitar tus pensamientos

    sin que despliegues tus alas.


    Regalarte un alba pintada de sol
    que se adueñe de mi vientre,

    nos sumerja en la locura de la piel,
    en el sudor de los suspiros,
    y que en la certeza del amor
    nos funda en el horizonte
    como el punto final del universo.

    Ana Mercedes Villalobos

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  8. Pintando de otoño mis siemes.jpg

    En la ternura de tus brazos
    se mecen mis anhelos
    haciéndose sol de verano.

    Llega el gozo de tu amor
    mimando la mirada
    tornándose mañana
    en una esquina de mis labios.

    El silencio aprisiona mis pesares,
    que discurren en el tiempo,
    mientras se pinta
    el otoño en mis sienes,
    y una sutil compañía colma mis espacios.

    Transeúnte en el capricho de las horas
    posas la luna en mis nostalgias
    acurrucando de ocasos las palabras.

    Así sostienes mis latidos,
    en los cordeles que me mueven,
    que me permiten transitarte
    hasta que el incansable roce
    rompa sin remedio tus hilos.

    Ana Mercedes Villalobos
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  9. [​IMG]

    Pintas el sonrojo de mis labios
    con la dulzura de tu dedo,
    es como esa inmensidad
    del océano, por donde vago,
    cuando estamos en silencio.


    Me extravío en tus ojos,
    y te hablo desde un verso,
    más no sé si escribo,
    o las palabras me llegan desde
    la profundidad de tus pupilas,
    tan cerca, tan íntimas.


    Eres tú entre todos,
    tú, mi paisaje y mi destino,
    tú, el amor que me tiembla,
    desde ese rincón donde
    converge nuestro tiempo.

    Ana Mercedes Villalobos
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  10. Nuestras manos.jpg

    En silencio nos tomamos de la mano,
    porque siempre hay un silencio entre los versos,
    una pausa entre nostalgia y nostalgia,
    una risa traviesa que nos empapa la cara.


    Estoy contigo atrapada en tu rostro
    siento tus dedos en los míos,
    tan cálidos, tan tuyos, tan de nosotros.


    Vas a mi lado sin mirarme
    y mi corazón cuenta sus latidos,
    no importa el tiempo, los años, la vida.


    Tu mano es mi fe, mi confianza,
    la voz que me penetra la piel con cada roce.


    No hay prisa,
    contigo no hay noches no hay días,
    solo esa estrella que respira en mi oído
    me hace saber que estamos vivos
    y que somos tú y yo
    en esta inmóvil mañana de enero.


    Ana Mercedes Villalobos
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  11. Ávidos de horizontes.jpg

    A la espera de un tiempo
    que me sea amable
    me detengo a la orilla del camino.


    La mirada perdida
    en la infinitud del paisaje
    queriendo remontar el vuelo.


    Los árboles sonríen a mi paso
    me cuesta estar aquí
    contemplando el juego entre
    mis días y mis anhelos,
    mis sueños y mis derrotas.


    Mis ojos reposan su ausencia
    vuelven a la luz para declararse
    ausentes en este vacío de auroras,
    sólo pueden seguir adelante
    sin volver la vista atrás.


    Aquí en este inmenso sendero
    quiero dejar todo mi cansancio,
    como esas alegres golondrinas
    elevarme en el azul
    llenando mis manos de espuma
    hasta encontrar el calor de otro cuerpo.


    Ana Mercedes Villalobos
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  12. [​IMG]

    Desnuda avanza la tarde
    como queriendo abrazarse a tu sombra,
    el mar es un sueño que persiste,
    honda herida que separa nuestros cuerpos
    amantes silenciosos,
    ausentes de sus manos.


    El verano aprieta la sed
    que yace impasible entre la piel,
    como una forma desnuda
    abriéndose paso por la calle.


    Y que sabemos de almas vencidas
    o de esas lágrimas
    que nos lloraban en las tardes,
    subiéndose a la rama de algún árbol?


    Afuera era apenas un esbozo de noche,
    y nosotros nos aferramos a la risa
    como esa luna que alarga su estancia
    con la excusa de esperar al sol cada mañana.


    Ya no hay prisa,
    la vida nos espera en cada esquina.
    Ahora, hablemos de nosotros.

    Ana Mercedes Villalobos
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  13. dibujos43.jpg

    Es un cristal resquebrajado

    donde guardo mi desamparo,

    testigo inexorable de mi tiempo
    que se aposenta en la ventana.


    La página en blanco
    en la que me escribo a ratos
    para dejar de existir,
    o la palabra no pronunciada

    de tus labios.

    Es esa luna que acompaña mis lamentos

    intrusa en las llanuras de mis noches
    que se escapa entre mis dedos,
    como soplo de viento,
    donde se extravía mi voz,
    o un desahogo oportuno
    que transita mis abismos
    vulnerando la tristeza
    arraigada a los rincones del alma.


    Hoy se vierte en la piel
    tormenta silenciosa,
    regando de recuerdos
    el gris resplandor
    de esta nueva soledad.

    Ana Mercedes Villalobos

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    Extrañamente tomé tus manos

    y en la tiniebla de mis sueños

    recorrimos juntos el riachuelo,
    su cantarín sonido aún se
    escucha en mis oídos,
    en un olor inconfundible a humedad
    que se pegaba a mi blusa.


    Y luego ya no estabas,
    huyendo silente se desvaneció tu risa,
    abrazada a mi tristeza
    me senté en el pasto
    a sorber de a una mis lágrimas.
    Se quedó tu nombre sostenido en mis labios,
    entre los azules y los blancos
    se debatía nuestro cielo
    y yo, incapaz de asomarme a tu partida
    cerré los ojos para no contemplar tu ausencia.

    Ana Mercedes Villalobos
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    Mi hogar son tus ojos, esa mirada
    traviesa que invita al deseo,
    a la súbita emoción de rasgarnos
    la piel a besos para matizar el eco
    que pronuncia nuestros nombres.

    Mi hogar es la suavidad de tu cuerpo
    que brilla junto al mío, ese deambular
    de tus manos por mi vientre,
    de mi sangre por tu sangre, como
    un trueno que estremece al universo.

    Mi hogar es el punto exacto de tu pecho
    en que recuesto mi cabeza, para escuchar
    tu corazón en su alocado galopar,
    o el momento justo en que todo deja
    de existir, para volverse infinita madrugada.

    Ana Mercedes Villalobos
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