1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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  1. Salpicando la mañana.jpg

    Las gotas salpicando la mañana
    amanecen mi día algo mojado,
    ocultando su rostro enamorado
    el agua juguetea en mi ventana.


    Me mira entre las nubes asombrado
    sin dar crédito al juego del destino
    que al no pintar su viso coralino
    lo ha dejado tan triste y tan callado.


    Y no es que nuestro sol sea mezquino,
    es solo que le gusta la pradera
    y odia no poder estar afuera
    jugando con las flores del camino.
    En este contratiempo matutino
    las hojas que de sed, ya se morían
    lograron revivir y se vestían
    con su lindo color verde brillante
    para hacer el paisaje extravagante
    que entre verdes y gris nos ofrecían.

    Ana Mercedes Villalobos

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  2. Hablando de poesía.jpg

    Hablando de poesía y de amigos,
    de tristezas infinitas
    de las tormentas del verano,
    de los besos que nos negamos,
    o de un hogar que hoy son tus brazos.


    Cuando la tierra ardía,
    cuando mi refugio era el universo
    en su solitaria vaciedad,
    cuando me abandonaron al olvido
    y la vida era un espacio vacío
    detuviste mi caída.


    Aunque el cielo esté nublado,
    ya la noche no será una sombra oscura
    mis manos encontraron tus manos,
    y yo supe que poesía
    es mi corazón chapoteando
    dulcemente en tu regazo.


    Ana Mercedes Villalobos
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  3. dibujos48.png

    Sigo la música que nace de mis sueños,
    y me visto del aroma de las flores,
    porque la vida es bella, me digo,
    y cada mañana nos regala una sorpresa.


    Ser mujer es la meta, y la rueda
    comienza a girar vertiginosamente,
    antes de aprender a respirar,
    la vida nos arrastra.


    Duermo en esperas, con el cuerpo
    siempre en movimiento
    y la mente en todos los sueños,
    que se van perdiendo
    en la euforia de vivir,
    en el olvido


    Y es que hay un vendaval
    de anhelos por cumplir,
    y muy poco tiempo
    para hacerlos realidad.


    Pero un día estoy aquí,
    inmersa en la sabiduría,
    que me convoca a recuperar el camino,
    el que una vez me atreví a trazar,
    más allá de mis horizontes.


    Entonces me busqué debajo
    de tantas capas,
    cansada de ser sólo un intento,
    y encontré la única verdad
    que motivó mis pasos,
    conseguir ser la mujer que soy,
    la mujer que siempre fuí.


    Ana Mercedes Villalobos
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  4. Amanecer entre tus besos.jpg

    Es la primavera que nos alumbra de colores,
    crepitar de leños sucediendo en tus labios
    con esa picardía que te tiembla en la mirada.


    Tus dedos se asoman al sendero donde surge la vida,
    girando sobre la cima entre el crujir de las sábanas
    en un vibrato de cuerpos creando su melodía.


    Los corazones, los latidos,
    el tiempo se diluye en un atardecer de fuego
    que nos guía en sus designios sin equivocar la ruta.


    Palpitando en el abismo tus ojos se tornan brillantes,
    tu boca renuncia a su cálida ternura,
    para conducirme hasta un nuevo amanecer
    junto al lucero peregrino que se anuncia.

    Ana Mercedes Villalobos

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  5. hacia el silencio.ok.jpg

    Se arrimó a mi asombro
    besándome las manos,
    y yo la miraba,
    como cuando se quiebra el mundo
    y el corazón no lo sabe.


    Sólo ella, ella y él,
    y yo, mirándome en sus ojos,
    apagados, ausentes del momento,
    de mis besos, de mis brazos.

    En la certidumbre del abismo,
    nació la lágrima
    derramándose sobre el silencio
    que vistió de ausencia la noche.

    El tiempo se detuvo,
    y era yo, mirándolo,
    al borde del vacío
    - sola sin él, sola sin mi -
    hacia la inmensa oscuridad
    que a sido desde entonces
    mi abrigo.

    Ana Mercedes Villalobos
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  6. Deja que pase.jpg

    "Deja que pase, amor, que se hace tarde,
    que nuestro amor está hecho de la nada..."
    Fausto González

    Improvisando un bostezo
    se abraza el sol a mis pestañas,
    florece el viento desde el norte
    anticipando besos
    que se derraman en mi piel.


    El miedo naufraga,
    viste de asombro
    el temblor en mis manos,
    horizonte de auroras
    donde se tocan las distancias.


    La montaña cobija en su voz
    la promesa de un abrazo que no llega
    latidos de otros mares
    que se desabrochan de mañanas.

    Dejemos que pase el amor
    que suceda,
    que se acomode en la piel
    como beso, como cuerpo,
    desglosando los te amo
    que se despeine el deseo,
    que sea gemido en los labios.


    Permite que el amor nos habite,
    y sea sólo él que decida el momento
    de un próximo adiós.

    Ana Mercedes Villalobos

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  7. rosadas18.jpg

    Todos mis espacios
    se llenaron de silencios,
    sólo un camino desierto
    se abría a mi mañana.


    Se tendió una sombra
    abrazada a mi garganta
    y me quedé sin voz.


    -No te abandones nunca-
    susurraste a mi oído,
    y en tus brazos
    apoyé mis miedos.


    Caminé de tu mano, ciega,
    día con día, en esa batalla
    que yo no quería luchar,
    sumida en mi desgana,
    con el olor a madera
    que desprendía de tu piel
    como único guía.


    Hoy, después de un largo andar,
    amaneció un nuevo mañana,
    con el rosa abrochado a mi pecho

    -Siempre te dije que podrías –
    Me sonríes, y yo no puedo
    dejar de mirarte.

    Ana Mercedes Villalobos

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  8. Esperandote.png

    Hay huracanes en mi mente,
    sembradío de tiempos de hastío,
    de noches solitarias,
    buscando respuestas al amor.


    A la orilla de tu vida me siento,
    como un columpio que viene y va
    se encuentra mi alma,
    contemplando un ocaso que me lleva
    a espacios en blanco,
    que me abandona al sueño.


    El sol se abraza al mar,
    y yo, pretendo sostenerme
    entre mis letras,
    alcanzar la otra orilla
    mientras no sea tarde.


    Estoy viendo morir el día,
    llegará la luna en silencio,
    y me encontrará aquí,
    meciéndome entre
    el fragor de las olas,
    esperándote.

    Ana Mercedes Villalobos

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  9. Bajo tus manos naufragas.jpg

    Tú y yo definiendo los linderos,
    mi boca disuelta en la esencia de tus besos
    como savia que enciende la vida,
    que me roba el sueño.

    El olor almizclado
    de mi cuerpo bajo tu piel
    florece en el horizonte,
    un arco iris se asoma hacia el oriente
    nos envuelve el murmullo sonámbulo
    del deseo que yergue mis pechos
    bajo tus manos naufragas.

    Nos perdemos
    entre tu nombre y mi nombre,
    tus ojos y mis ojos
    se entretejen en una total entrega.

    Las mañanas nunca tienen horas
    cuando se trata de escribir
    una nueva historia de amor.

    Ana Mercedes Villalobos

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  10. Mas tarde vendrá la tormenta.jpg

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    Mis manos trémulas
    se aferran a este ocaso,
    donde la luz se niega a mis ojos,
    y se hace llanto mi voz.


    No es mi cuerpo
    que reposa tras las rejas,
    es mi alma que se debate
    entre las sombras de su dolor,
    dolor de tierra, dolor de hombres.


    Un alma prisionera, mi alma,
    que luchó y perdió su libertad,
    que fue condenada por la vida,
    torturada por lo que fue y lo que quiso ser,
    allí se duele en su dolor, tras las rejas,
    como una muerte aprendida en la memoria
    sin retorno al viento, al cielo,
    al cuerpo que la vio nacer.

    Más tarde vendrá la tormenta
    que traerá el reposo.

    Ana Mercedes Villalobos

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  11. dibujos31.png

    Escribo en esa interna rebeldía
    las letras que en la pluma se hacen humo,

    me pierdo en tu mirada, y las difumo,
    entre mis manos, dulce fantasía.


    Se entrega la palabra y desvaría
    - secreto devenir del que presumo -
    y sin ser poetisa las perfumo
    floreciendo en sutil alegoría.

    Corre tinta en mi pluma y por mis venas
    - sentimientos que al alma desaliña -
    y al viento los arrojo como penas

    Escribo entre la luna que me guiña
    o entierro mi tristeza en las arenas
    o bailando y cantando como niña

    recorro la campiña
    corriendo alegremente con mis versos
    sean éstos traviesos o dispersos.

    Ana Mercedes Villalobos

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  12. Lejos antes de mí.jpg

    De pronto estoy aquí,
    sola conmigo,
    el silencio encima del ocaso
    y la palabra prodigándose en el aire
    atada a mi pluma, sin soltarse.


    Mis ojos,
    jinetes cabalgando el horizonte,
    hurgando en los jadeos de la luna,
    vacíos, ausentes de mi cuerpo
    danzando en sus memorias,
    lejos… antes de mí,
    antes de ese llanto primigenio
    en el que pronuncié mi nombre
    para aferrarme a los brazos del mundo.

    Antes del cálido recinto donde no me
    sacudían los temblores
    porque todo me era ajeno,
    lejos... habitando
    la cristalina transparencia del agua.

    A bordo de otra madrugada me regreso,
    desnuda vengo a vestirme con mis letras
    en la docilidad de las horas
    en que la noche se apaga,
    entonces, la palabra
    se desprende y vuela.


    Ana Mercedes Villalobos
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  13. Cin los ojos repletos de mañana..jpg

    Hilvanando crepúsculos y auroras
    desnudo el corazón, pulsa constante

    indomable se entrega, desbordante
    a ilusiones que emergen vencedoras.


    Y me llegan las risas soñadoras
    en mi cielo - no siempre tan brillante -
    persisto audaz, humilde caminante
    siguiéndole los pasos a las horas.


    Soy fuego prisionero de tu pecho
    como viento atrapado en la ventana
    que yace en el cristal insatisfecho.


    Con los ojos repletos de mañana
    descanso mis fatigas en tu lecho
    y en retazos, mi vida se desgrana.


    Ana Mercedes Villalobos
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  14. [​IMG]

    Yo solo quiero escribir un verso,
    uno simple, sin adornos,
    solo quiero escribir tu nombre,
    tu existencia, en una sola palabra
    solo escribo, con mayúscula, DESEO.


    Deseo que gota a gota juguetea con la piel
    y me arropa con sus brazos,
    para hurgar en el foso profundo
    de mi asombro, en ese nuevo

    paisaje que construyes para mí.

    Sólo deseo estar ahí anclado a tu mirada
    llenándome con la brisa suave
    de tus ojos profundos y serenos,
    solo quiero tocar por un instante
    la punta de tus labios

    y dibujar en silencio un beso.

    Un beso que nos descosa la piel
    y se recueste en el pudor de nuestros cuerpos
    cálido como tu abrazo madrugado

    ungido de tu palabra o de tu silencio

    Un beso que no te he dado,
    pero que vivo, que siento como te siento,
    como te huelo, como invento en la distancia
    el aroma de tu risa, el brillo de tus ojos
    el latir de tu pasión, el calor de tu deseo

    Bésame aquí ahora y siempre.

    Es que ahora soy tuya,
    mi boca estremecida reconoce tu boca
    hay un aleteo de anticipo al roce de tu cuerpo,
    tu calor se acuna en mi pecho,
    cuando nuestras pieles se encuentran
    es como modelarte con las yemas de mis dedos,

    como un lienzo de vida que acalla mis temores.

    Mía siempre has sido,
    nacimos para amarnos
    la vida que acalla a veces tus temores,
    hoy nos recuerda que en tus labios y en los míos
    se escribe la historia del amor, la pasión y el deseo.
    Mía eres, tuyo soy, sinfonía de mil notas,
    poema de amor.

    Fantom//Anamer
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  15. naranja7.png

    No sé en que momento perdimos el camino,
    cabalgando nubes en la levedad de una risa

    o en ese ahondar sobre el murmullo de la piedra
    que nos arrancó la piel agrietada de esperas.

    Quizás nos distrajimos deambulando ocasos
    o nos refugiamos en cada amanecer
    con los labios rotos y la palabra a cuestas
    calentándonos la espalda.

    Y no es que el horizonte ya no abarque una mirada
    o que el tiempo haya olvidado sus horas
    para correr a abrazarnos.

    Es el beso claudicado en el umbral de la boca
    o la orfandad de unos ojos
    - tendidos como lagos -
    cansados de morder el día.

    Dejamos entonces de ser cuerpos
    acurrucando vientos
    mientras la lluvia retoza en los cristales,
    o manos enlazando mañanas en el
    paseo vespertino por el parque.

    Nos alcanzó la soledad
    hospedada en la vigilia del asombro,
    nos dejó el corazón callado
    transitando la delgada sombra que se alarga,
    bajo la impasible lasitud de la frazada
    donde nada queda de nosotros.

    Afuera comienza Octubre a levantarse.


    Ana Mercedes Villalobos
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