1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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  1. Mi piel bajo tus besos.ok.JPG

    Éramos tú y yo, y era el mundo
    sólo una sábana blanca
    girando silencioso en la penumbra.

    Era mi piel bajo tus besos,
    amándose.

    Estábamos solos, tan cerca,
    que te nombré deseo.

    No cabía el tiempo entre los cuerpos.

    Palpando a ciegas,
    descubrimos el camino
    que juntó nuestras manos.


    En esa noche, en que escasearon horas,

    cruzamos el umbral…
    y te quedaste entre mis versos para siempre.

    Ana Mercedes Villalobos
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    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.
  2. El amor se asomo sin hacer ruido.jpg

    Qué loco corazón, cómo latía
    al escuchar tu voz, rozar mi oído,

    fue tan grato, tan dulce su sonido,
    que aún conservo su dulce melodía.


    Como niños que ofrendan su alegría
    rescatamos la risa del olvido,
    el amor, se asomó sin hacer ruido
    y tu mano encontró la mano mía.

    Hicimos del destino nuestra alianza,
    o la ternura, como única razón,
    y volamos en pos de nuestra estrella.

    En un halo de mágica esperanza
    renace en nuestra vida la ilusión,
    que en el pecho, galopa y se atropella.

    Ana Mercedes Villalobos

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  3. La luna, mi guitarra y tu.jpg

    Llegas cargado de besos
    rompiendo la quietud de la noche
    con nuestra canción meciéndose en tus labios,
    como una ofrenda saldando soledades.


    La luna se asoma en el azul,
    mi guitarra inspirada rasga sus notas
    mientras te espero,
    sólo la música quiebra el silencio.


    En tus brazos se aceleran mis latidos,
    tu aliento en mi cuello apaga mis palabras.


    Me nombras novia, mujer, amante,
    y es el mar o el nudo de mi vientre
    que reclama la vida, la piel,
    el mágico momento en que me inventas,
    siempre, como una primera vez.

    Hoy son tus ojos los que se pierden en mi rostro
    y me contemplan.


    Ana Mercedes Villalobos

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  4. Una lágrima.ok.jpg

    No hubo más dolor,
    sólo una lágrima
    apagando al mundo,
    y la vida resbalando
    silenciosa.


    La noche me sostuvo
    hasta abrazar
    tu último latido.


    Se me escapaba el alma
    y no lo sabía, tu mano
    fría se resbaló de la mía.


    Y se quedó allí,
    inmóvil, como ese sueño
    que nunca pudo ser.

    Ana Mercedes Villalobos

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    A spring y UCRONICO les gusta esto.
  5. mariposa31.jpg

    Es esta boca que te nombra

    que se hace viento para llegar a tu ventana

    acomodarse en tus labios.

    Dos cuerpos que se funden
    se tumban ajenos al temblor del mundo,
    mientras el alba cabalga
    el último suspiro de la noche.


    El silencio en la ausencia
    en que se escapan los olvidos
    por la infinitud del horizonte,
    esa muerte que nos sigue los pasos


    ¿Quién con tanta muerte adentro
    retiene caricias en sus manos?

    Es el abrigo de esos días,
    las nostalgias de los besos
    que murieron en mi boca,

    las promesas que quedaron
    escondidas en el fondo de tus ojos

    y se extinguieron, sin apenas entregarse.

    Sólo queda un olor a tierra húmeda
    de donde se devuelven nuestros pasos.


    Ana Mercedes Villalobos

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  6. Te llamo cielo.jpg

    Vienes de otra orilla,
    con el cuerpo lleno de horizonte,
    y te llamo viento, estrella, o cielo,
    no digo luna, ésa se desordena
    cuando me nombras.


    Es que la luna y tú
    tienen los muslos cálidos, dices,
    se vuelve arroyo la melodía suave
    que corre por las venas.


    Abrazas al amor,
    la ternura se hace labios, tus labios,
    tus ojos grises me miran,
    tan profundos, que nace el asombro
    en mi sonrisa y entiendo
    que es a mí a quien aman.


    Tus pupilas se oscurecen,
    las sombras rozan los párpados,
    tus manos, tu boca, tu aliento,
    jamás mi cuerpo se tendió tan dócil,
    tan desnudo, delante de un día
    que se olvida de las horas,
    para amarlo.

    Ana Mercedes Villalobos
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  7. dibujos32.png

    Me embriago nombrándote en mi voz,
    despertando al aire lejos,
    en los suburbios gastados de otro tiempo,
    de otros mares.

    Como tener las pupilas
    sedientas de amor, amándote.

    No pienso en lo eterno o lo infinito,
    cuando tus manos
    son depositarias de mis dichas,
    tu boca recita su plegaria a la distancia,
    aunque a uno le quede
    la fantasía del amor.

    El anhelo se desliza por mi espalda,
    por mis piernas,
    tus letras me envuelven cálidamente,
    arden como sol de primavera.

    Promesas de amaneceres, que amanecer,
    se aprietan a mi rostro y con el tuyo
    ausente, solo me quedan tus ojos,
    angosto camino en el que te espero.

    Abrazada a esa luz que nace en tu mirada,
    tus labios artesanos moldean besos,
    tentadores, inolvidables,
    olas blancas suaves que me roban la voz,
    y me mecen en tus caderas,
    encadenándome a la aurora,
    hasta volver a tus labios
    de donde no hay posible retorno.

    Siempre hay un final incierto,
    una ilusión que se desabotona del mundo,
    un eco desempolvando un nuevo paisaje,
    un regreso a la mudez, al corazón gastado,
    pero no hoy, no ahora que has venido.

    Ana Mercedes Villalobos
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  8. dibujos7.jpg

    Trasegando palabras

    desde el saco roto de la espera
    me disfrazo en el ombligo de la noche.


    Asomada sigilosa
    a las sinuosas curvas de las horas
    arrastro piel, desnudando mis entrañas.


    Soy sombra al borde de la vida

    terreno baldío en el filo del abismo
    donde mis pasos se pierden.


    Peregrina, descalzando insomnios

    el tiempo me disuelve
    rasgando rugosas cicatrices
    que anduvieron su camino
    en el umbral de mi memoria
    cuando un mismo sueño
    habitaba todos mis miedos.

    Ana Mercedes Villalobos

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  9. azules10.png

    Te instalas al abrigo de mis noches,
    como un abismo insondable
    donde se pierde mi mirada.

    Las nostalgias provocan
    tormenta de ojos en las sombras,
    se pintan los dedos de añoranzas
    bordando mis mañanas en blanco
    sin llenar el vacío profundo del alma.


    Crecen espigas en mis brazos
    que se siembran en tu piel siempre impaciente,
    tendidas sobre los campos llenos de matices
    más allá de los vértices.


    Cuando tu nombre sostiene mi boca,
    comienza el rumor de los latidos,
    los tuyos, los míos,
    se acoplan al horizonte
    no saben de los cuerpos que se enlazan
    en el tiempo de un alba sin ocaso
    donde solo existimos nosotros
    y ese azul donde acampamos.

    Ana Mercedes Villalobos

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  10. Desnudando palabras.jpg

    Desnudando palabras,
    voy robando aliento a la tinta,

    no se si acercando pesares
    o pintando sinsabores
    o quizás esos amores

    transeúntes de rincones,
    en que se escapa la vida


    Una voz cercana me susurra
    en silencio, la garganta
    agrietada por el sabor de la tierra,
    o por tantas madrugadas que mueren
    en la espera de unos versos.


    A veces se clausuran los abrazos
    y se quiebra la voluntad,
    pero hay quienes no cejan
    en la esperanza y se niegan
    a desandar el camino,
    buscando la última oferta
    de una musa silenciada.


    Quizás entonces se vista el verso,
    y nazca la palabra.


    Ana Mercedes Villalobos
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    A Felipe Antonio Santorelli le gusta esto.
  11. Desdibujando el rumor de mi ausencia.jpg

    Es rumor o es recuerdo
    esa piel desnuda de otoño
    que se vistió de verano en tus brazos?

    Hay historias que de tanto roce
    son eternas, incapaces de morir,
    aunque reposen su soledad
    en la banca de algún parque.


    Hasta la nostalgia
    se oscurece en tus ojos,
    ausentes de los míos,
    mis labios han muerto de sed
    desde la última gota
    que bebieron de tus labios.


    Te he dejado mi huella,
    memoria sin olvido,
    para vivir zozobrando tu sueño,
    mi voz con un adiós inaudible
    esperando me retengas,
    mi pecho deshabitado,
    con la forma de tu amor
    ahuecando su espacio.


    Si acallaras el murmullo
    que has supuesto mi partida,
    encontrarás que estoy aquí,
    remontando olas,
    en el mar de dunas que inventaste.

    Ana Mercedes Villalobos
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    A Medusa y BEN. les gusta esto.
  12. Tus manos.jpg

    Irrumpen sonámbulas
    tus manos - bulliciosas -
    se asoman a la cima.


    Dos náufragos
    nadando hacia la costa.


    Detrás del horizonte
    se atan como sombras.


    Mi piel en la otra
    orilla se sonríe,
    hasta la lluvia, divertida,
    nos espía en el cristal.


    Es la brisa que se
    cuela por los bordes
    - al fin me abrazas -


    La noche es un punto
    luminoso que resbala
    por tu espalda.


    A lo lejos se despierta,
    el aroma del café.


    Ana Mercedes Villalobos
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  13. Cuando el cansancio quiebe mis hombros.jpg

    Si en este sendero que se ha hecho vida
    me roba el aliento un triste revés,
    quiero pedirte que al verme vencida
    reavives mi alma y rompas la red.

    Llévame a la tierra de duendes y hadas
    donde contemplemos cada amanecer,
    y juguemos juntos, entre saltos y risas
    que el mundo sea solo un gran carrousel.


    Deja que la estrella nos muestre el camino
    que alumbre la noche y aclare mi tez,
    enamórame luego con dulces palabras
    y besa mis labios sin que haya un después.


    Quiero pedirte que enciendas mis ansias
    que busquemos la luna en el cielo también,
    y te asomes valiente a mis ojos dormidos
    por si encuentras hastío, me ayudes a ver.

    Que me hables del fuego en mis tiempos oscuros,
    conserva en mis manos el brío de ayer
    cuéntame de alas que persigan sueños
    y de puentes colgantes que no dejen caer.


    Entonces con calma, en susurros confiados,
    caminemos juntos un paso a la vez,
    y que el viento frío en tus brasas inquietas
    se convierta en lago que sacie mi sed.


    Que el amor nos abrace con fuerza a la vida
    que no haya peros, cómos ni por qué
    y si acaso el viento nos dobla las ramas
    como un viejo árbol sigamos de pie.


    Y cuando el cansancio quiebre mis hombros
    acerca tus brazos y sostenme otra vez,
    solo recuesta mi rostro en tu pecho
    para que mi aliento caliente tu piel.

    Ana Mercedes Villalobos
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  14. Una carta de amor.jpg

    No siempre es la luna la que me hace soñar,

    a veces es el sol que llegando a su cenit

    me regala un guiño, o un beso
    que en la esquina de la boca, se resbala.


    Se torna engreída tu mirada
    cuando te digo que te quiero,
    pero tú lo sabes, te ríes
    y hasta la nariz se te sonroja.


    Y no es que no sepa
    que te ilusiona sentir cuando llego
    - nunca me has dicho que no te gustara -
    pero tampoco me dijiste que sentías al corazón
    golpeándote en el pecho hasta escaparse,
    hoy quiero tener mi mano allí
    cuando comience su danza.


    Aquí, tan cerca, dices que me extrañas
    y no te creo, aunque sabes?
    yo también te extraño,
    allí, entre lo que somos y lo que soñamos,
    entre la emoción y el anhelo,
    o la añoranza que desgaja
    al corazón cuando no estamos.


    Y es que cada día hay un motivo para sostenernos
    ayer fue mi sonrisa, hoy fueron tus brazos.
    Bendita tarea la de pensar en ti
    con esa música de fondo,
    susurrando en la oscuridad,
    que es el tiempo ausente de tu piel.


    Te confieso que nada es como antes
    - lo dulce es siempre la llegada -
    y no es que el camino hasta la cima
    no esté impregnado de ese aroma
    que comienza a exhalar la primavera
    en su escalada a mi montaña.


    Recuerdas? hacia el norte, el mar
    y hacia el este, ese rayito dorado
    en el que soñaste subir
    para "llegar hasta mi alcoba".


    Quizás algún día recibas esta carta,
    y ojala aún sientas ese palpitar
    en "el lado izquierdo de tu pecho"
    donde dices que me guardas,
    o te derritas de nuevo,
    en esos besos que quedaron pendientes,
    - rondando entre la almohada -
    cuando la voz era un sólo temblor.


    Entonces, entenderás lo que es
    estar atada a un cuerpo hasta borrarse
    y sabrás que la emoción,
    es decirte de nuevo que te quiero.


    Ana Mercedes Villalobos
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  15. Abril.ok.jpg

    Mi boca se hizo noche
    y escampó la vida de repente.


    Mis ojos extranjeros
    no supieron del paisaje.


    Ni una sola mirada
    les ofreció refugio.


    Caminaron cautelosos
    y amaneció Abril,
    con su música de lluvia,
    empapando la vida
    entre mis labios.

    Ana Mercedes Villalobos

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