1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Nuestras pieles, muy juntas
tan llenas de nosotros,
henchidas de amor sobre la tierra,
donde amarnos es ignorar la lluvia,
es alegría de sentir ese canto tuyo y mío,
como el milagro de estar vivos,
con tus manos y mis manos
sosteniendo nuestro tiempo.

Ana Mercedes Villalobos

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    Hoy ha despertado la mañana
    en un lánguido bostezo,
    y decidió regalarme una risa.


    Fue solo un parpadeo del sol

    y estabas tú en la banca de siempre,
    con tu camisa azul y tu sonrisa de lado.


    - Sin prisa vida, el cansancio nos atrapa –


    Es necesario gozar de la luz con la precisa
    calma, con las miradas sostenidas
    en los recuerdos de las manos que se enlazan.

    Los niños corren detrás de las pelotas,
    como en ese cuadro que tantas veces
    contemplamos sin detenernos a ver,
    abajo los patos chapotean alegres en el lago.

    Entonces, tu levantas la mirada

    y en el brillo de tus ojos te entregas.

    Ana Mercedes Villalobos

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    /Ana Mercedes//


    Es necesaria luz y fantasía
    si gozas al decir Ana Mercedes;
    con la Luna radiante me concedes
    la mar que en su reflejo me decía:


    En su talento vive la poesía
    y en su gracia y encanto retrocedes,
    para reverdecer mi alma en sus redes
    me aguardas y me brindas energía.


    Mi corazón en llamas, tiembla y arde
    por aqueste reclamo mi señora
    que busca la ventura de la tarde.


    Vive de resplandores en la aurora
    cual Céfiro que roza con alarde,
    y si me besa siento que me adora.


    Claudio Batisti

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    /Amor silente//


    Amor silente abruma mi sendero
    con dos hermosos ojos y semblante,
    de nieve blanca y rosa tan brillante,
    y buen porte y donaire tan sincero.


    Tan cálido el amor fue mensajero
    empero no me siento buen amante
    es cuando tu temor lo hace distante
    si quema en su fulgor a quién venero.


    Del tiempo me arrepiento, no fue bueno
    viviendo sin gozar el prodigioso
    fulgor del bien quebrando mi destino


    Y ahora que a tus versos me encadeno;
    mi bella Ana Mercedes es hermoso
    es como retomar el buen camino.


    Claudio Batisti

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    Profundo te habito el aliento de tu húmeda bruma dulce

    hincado sobre tus muslos le susurro al umbral de tu pistilo
    el soplido acaricia el inicio y el final del norte y el sur de tu alma
    allí, las palabras de tu pensamiento se corren musitando delirio.
    Ahora, solo sublimes pálpitos atan al cosmos de tu piel.

    Saludos. E. Lovera


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    Nada se asemeja
    al hervir de la sangre,
    al misterio de la lluvia
    cuando se alborotan
    las nostalgias,
    sabor de sal en los labios.


    ¡La mañana es testigo!

    El vacío navega el alma,
    eterno oleaje,
    se sumerge en la bruma
    y desdibuja el eco
    de las risas.


    Los ojos delimitan el espacio,
    se hace eterna, infinita,
    la necesidad de entregarse,
    más los labios
    permanecen en silencio,
    como si el viento
    no supiera escucharlos.


    Se enciende entonces la tristeza
    y se apaga la voz,
    que naufraga
    en las calles desiertas
    de los corazones ausentes.


    Ana Mercedes Villalobos
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    En una íntima convicción
    se tendieron nuestros cuerpos,
    pieles enamoradas, deseo perenne
    que nacía desde la primera brisa de otoño,
    en el atardecer de las vidas,
    recitando poemas
    sobre la traslúcida luz del tiempo.

    Nos abrazamos
    con el gozo infantil de dos adolescentes,
    mi sonrisa arrebolada,

    y tus ojos, todos párpados,
    para esconder con pudor su candidez.


    Hablamos de ti, de mí, de nosotros,

    dejamos que los besos decidieran
    el camino a seguir, que encendieran el deseo,
    las almas remontaron su vuelo.


    Como un déjà vu de otras melodías,

    de otros acordes, de otras miradas,
    las manos iniciaron su alocada danza.


    Se llenó el tiempo de susurros,

    olvidamos soledades y ausencias,
    solo las ansias infinitas,
    el color brillante del momento
    en que nos acercamos tanto a las estrellas.

    ¡Ellas generosas nos regalaron su luz!.


    La mañana amaneció con ese eterno olor

    a primavera que nos dejan las noches
    en que inventamos de nuevo el amor.


    Ana Mercedes Villalobos
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  6. [​IMG]

    Con la piel en blanco
    empañada de frío,

    se hace distante el tiempo
    en que nacen mis nostalgias.


    Lluvia interminable de deseos,

    exaltado volcán
    que alimenta mis desvelos.


    Con la huella del instante

    en que rozamos las miradas,

    naufragan nuestras bocas,
    huérfanas de besos.


    La luna,
    forjadora de mis sueños,

    se asoma a la ventana,

    y suspira contra mi piel,
    que permanece en blanco,
    esperando que llegues
    a escribirla entre tus labios.

    Ana Mercedes Villalobos

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  7. [​IMG]

    A través de la ventana me llega tu aroma,
    el tiempo se adueña de mis sueños
    de esa historia que nos prestó el destino
    y que perdió el final,
    entre la ausencia de tu cuerpo

    y aquellos ojos que huyeron
    en el camino a tu mirada.


    La tempestad oscurece el paisaje,
    nos llena de sombras,
    más yo quiero una primavera que
    alumbre los rostros
    que nos erice la piel.


    He llegado hasta aquí para estar contigo
    hasta el abismo de mis días.

    Sólo quiero de ti la palabra
    que nos acerque al amor,
    que apriete el corazón en un abrazo

    y nos devuelva a la luz.

    Aquí están mis manos
    mis ojos, mi sonrisa
    detrás de la ventana abierta
    esperando,
    esperándote.


    Ana Mercedes Villalobos

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  8. [​IMG]


    Este corazón mío
    que se vuelve transparente de quererte,
    se acurruca en tu sonrisa

    cuando tus ojos brillan.

    Hay un bucle de emociones

    que abre mi pecho cuando te veo.

    En este instante

    en que estrenas nueva vida,
    te desprendes de mis brazos.
    Tus mejillas sonrojadas de ilusión,
    la mirada llena de esperanzas

    y el mundo en la punta de tus dedos,
    febril ansiedad de morder el tiempo.
    Chiquita habitante de mis sueños,

    es la hora de perseguir un nuevo anhelo.

    La flor abre sus pétalos al viento
    y se viste de impaciencia

    para transitar el mañana,
    cálido sol que alumbra mi desvelo.


    Aquí estoy yo,
    mirando como despliegas las alas
    y vuelas.

    Ana Mercedes Villalobos

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  9. [​IMG]

    El corazón se hizo ovillo

    desde el temblor impreciso de tus letras
    donde amaneces desnudo y silente
    en el lugar en que el olvido nos convoca
    en que las palabras se quedan sin sonidos
    en que el miedo amuralla los verdores
    permaneciendo intacto
    en el horizonte de tu boca.

    Mis ojos se humedecen
    con el resplandor del abismo
    lloro asomada a ese oscuro vacío
    por donde resbalan los recuerdos,
    desafiando al tiempo de tus besos
    hasta el instante del silencio recurrente
    que impávido amenaza
    con desangrar mi garganta.

    Sentado al otro lado de mi vida
    guardas celoso tus derrotas,
    senda en la que adrede te extravías,
    mientras los vientos del norte
    riegan de soledades mis manos
    que sin el abrigo de tu sombra
    pernoctan en la memoria
    de unas viejas caricias.

    Ana Mercedes Villalobos
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  10. [​IMG]

    Navegaba mi destino en un bote,
    sin remos, con rumbo a no sé dónde,
    de pronto… se encendieron
    dos soles que me enfocaban,
    me gritaban, voces que me penetraban
    y me hacían vibrar como el fuego,
    e iban creando en mí,
    un surco longitudinal,
    por donde después pariría
    mis más audaces y tiernas letras,
    para que, en mi imaginación,
    me sintiera… poeta…

    Que fulgor desconocido hería
    mis manos y me llevaba a tientas?

    Se deshacía el silencio
    como hielo sobre mi pluma,
    como línea inacabada
    saciando mi hambre.

    Trazos imprecisos,
    que apenas nacían,
    y ya reían y me abrazaban,
    pero yo quería todo de ellos,
    que hablaran de la lluvia,
    del vuelo del ave
    y que te nombraran.

    Y así mi proa llegó a tu orilla
    con el ímpetu de quien
    no quiere esperar,
    e invadió hasta las mismas
    entrañas de tu arena.


    Allí, bebió hasta saciarse
    de las mieles de las contracciones
    y de los besos
    que ofrecía tu hospitalidad,
    y descubrió el nido
    de donde nunca más quiso irse.


    Ahora tu nombre
    saborea mis labios,
    se acomoda en la línea
    que abrocha el mar al cielo
    como génesis,
    como umbral de otro tiempo
    en que se abre el horizonte
    y la oscuridad se apaga.

    El viento regresa a la arena
    para acogerla amoroso
    en sus brazos,
    y en callado suspiro
    desnuda la noche
    que los mece.


    Luis Introna & Ana Mercedes Villalobos
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  11. [​IMG]

    A veces percibo la sensación
    de la realidad en su perfecta forma,
    y pienso en los gansos que esperan
    a la orilla del lago por sus migas de pan.


    También en el abrazo donde se entrega
    el alma, y que va llenando los vacíos.


    Y es que siempre quedan besos pendientes,
    o una ida sin regreso
    que nos va dejando el amor.

    Es la sonrisa que se prende a mis labios al despertar
    si te encuentras al otro lado de mi almohada.


    Son esas ganas
    de ser algo más que unas cuantas
    fotos viejas y arrugadas,

    como el paisaje del jardín del fondo,
    que se llena de recuerdos infértiles.

    Recojo en mis pupilas la imagen del hombre
    que amo, y el reflejo se hace eco del tiempo.


    Y es que la meta no es el horizonte,
    ni la quietud, ni la inamovilidad
    del espejo donde se refleja tu rostro.


    La vida viene del camino perpetuo,
    de la distancia donde se desdibuja el siglo,
    tiempo manso como flamante despedida
    que desnuda la noche .

    Ana Mercedes Villalobos

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  12. [​IMG]

    Cada amanecer
    nos acerca a otra partida,
    rogamos porque el tiempo se estacione,
    más los minutos lentamente
    siguen su marcha.


    Somos dos cuerpos frente a frente
    que tejemos de a ratos una historia,
    noches aromadas de jazmines
    y ese canto suave de caracolas.


    Tu voz siempre llega desde el norte,
    un minúsculo instante de almas
    que se tocan en dulce melodía,
    solo eso basta,
    y florece el universo.


    Luego la noche,
    un oleaje sereno que nos lleva a la orilla.


    Estar juntos,
    el calor de tu piel sobre mi piel,
    me confunde,
    mi manos se van quedando huérfanas
    en esta madrugada infinita.


    Ana Mercedes Villalobos
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  13. [​IMG]

    Detengo mi cansancio
    a la orilla del verso,
    que quiere despojarme
    de los sueños del mañana.
    ¡Mi espíritu se resiste al cautiverio!


    Me asomo a mis días de azul,
    de cielo, de golondrinas,
    de ese mar que me reclama,
    que me urge a transitarlo
    hasta el horizonte que se escapa.


    La ilusión me invita,
    más la tristeza se hace nudo
    en la garganta.


    Antes de partir
    me vuelvo hacia la luz,
    el faro protector que me cobija.


    Cada noche de silencios, de fatigas,
    de alegrías, de misterios,
    llegan a mi alma
    en una secuencia de recuerdos.
    Es mi hogar, mi puerto.

    El miedo me habita,
    calla mi voz triste,
    “Vivir es el deber de no claudicar",
    recuerdo la voz del poeta.


    Mi cuerpo marchará a un nuevo destino
    pero yo, he dejado mi corazón a sus pies.

    Ana Mercedes Villalobos
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  14. [​IMG]
    Hay un tímido encanto
    en esta densa oscuridad,
    antes de
    los grises y ocres

    de las sombras.


    El torpe dialecto,
    me remonta
    a la seguridad horizontal
    de mis letras.

    Las grandes derrotas
    nos conducen a la luz.


    No es leve ni fácil el camino,
    una cuesta empinada
    que no nos garantiza
    jamás la victoria,
    ni siquiera una mínima memoria
    de aquellos tiempos.


    Vamos a tientas,
    añorando otros abrigos, otras distancias,
    otras ceremonias donde perpetuar
    nuestro llanto.


    No sé si la ausencia,
    sea el invierno
    que nos envuelva en la primigenia
    transparencia del agua,
    y que a pesar de
    lo excelso de su paisaje nos sea amargo.

    Como esta tierra común
    que nos dejó sin nombres.

    Ana Mercedes Villalobos

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  15. [​IMG]

    Quiero evocar tu risa en esta noche
    en que haremos poemas de la vida
    y cuando el sol se asome entre las sombras
    apurando el latido de tu sangre,
    alumbre con su luz tus fuertes brazos
    recitando mis versos en su boca.


    Y retorno a la gruta de tu boca,
    a la espesa ebriedad de nuestra noche,
    al fuego prometido de tus brazos
    donde escapa triunfante hacia la vida
    el veloz galopar de nuestra sangre
    con la luz desteñida de las sombras.

    No basta la quietud de nuestras sombras
    para apagar la llama de mi boca,
    ni la prisa altanera de la sangre
    que sonríe al resguardo de la noche
    desde todos los guiños de la vida,
    dispuestos a arroparse entre tus brazos.

    Si he de morir, lo haré solo en tus brazos
    evitando el tormento de las sombras,
    en el último instante de mi vida.

    Si he de vivir, que sea entre tu boca
    trayectoria del fuego hacia la noche,
    donde escriba el poema con mi sangre.

    Y vuelve la ternura hasta mi sangre
    del amor insurgente de tus brazos,
    las brasas calcinadas de la noche
    propician una luz entre las sombras,
    y el temblor de tus labios en mi boca
    el canto primigenio de la vida.

    El tiempo de un te quiero es una vida
    la esencia de mi cuerpo y de mi sangre
    y no sé si es tu boca o es mi boca
    la que yace arropada con tus brazos
    y se esconde al abrigo de las sombras
    dormida en la espesura de la noche.

    La noche se desnuda de la vida
    reteniendo su sangre entre las sombras,
    en sus brazos, muy cerca de su boca.

    Ana Mercedes Villalobos

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