1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación
Color
Color de fondo
Imagen de fondo
Color del borde
Fuente
Tamaño
  1. Reitero lo dicho, penumbras,

    casi impúberes, donde habitaban

    lunas y camellos en idéntica sucesión.

    Me falta un apoyo, un palio terrible,

    sobre la tierra exacta. Nombras

    la luz con energías frías y, en lo

    mencionado, acabas con humedades

    y toses abarrotadas. Me conmueve

    el pecho, la larga agonía del insecto;

    nubes magnéticas que articulan sus alas

    deslizantes. Derrotadas torres

    buscan la perforación de la transferencia.

    Exiges el tributo, la enagua tirada sobre

    las camas atribuibles, y en lo oscuro,

    flamea tu endurecida piel casquivana.

    Rayos de decadencia penetran la sala,

    donde habitaciones y cuerpos tendidos,

    pintan las cabeceras con enorme orgullo,

    con proféticas pinceladas, brazos sin flacidez,

    sin fragilidad ninguna: todo, en la estancia,

    se llena de luz, como un escombro concluido

    por las masas.





    ©®
  2. Me nutro de exigencias

    sin consuelo, de maderas

    orientales, de precipicios

    comunicantes que exaltan

    piras sin fundamento.

    Vislumbro los antiguos atardeceres,

    las cobras delineadas, los azules

    y terrestres mapas de la gloria antecedente:

    piso con verdadero ímpetu

    la cadena ilógica de mármoles tras

    sus balaustradas disidentes.

    Y de repente, la furia, acaba

    con el llanto, con el pie de rey,

    con las lagunas omitidas, y los

    cimientos de las catedrales.



    ©
  3. Tras las cortinas, tu mundo.

    Pequeño universo contrariado

    que existe gracias a ti y sólo a ti.

    Fuera de las paredes, quizás ,

    de los muros, apagados, taciturnos,

    melodías de cualquier bar que riza

    el rizo de manifestar su modesta juventud

    sin certezas ni complicaciones.

    Qué te llevas, pues, de allí?

    Una lumbre efímera, un candil,

    desesperanzado, o desesperado,

    como prefieras: un resplandor

    helado. Mentiras y un cuadro

    roto por la miseria. La cordura

    destrozada, como pieles que rasgan

    el baño, dúctiles, estiradas.©
  4. Ya bastante tristeza

    entre las palabras,

    entre esas que cuelgan,

    de las paredes, de los muros,

    de las mamposterías rellenas

    de huecos impuros de tesón

    y ruido, de alegría por el anonimato

    que en fin, nunca quisiste.

    Hacerte el alegre, el dichoso,

    pasear con cara de idiota

    por el mundo y por las calles,

    tener el cuidado preciso

    de no acabar en el desamparo

    más absoluto y delirante?

    No, tú no estás hecho para eso.

    En cambio, las lágrimas, siempre

    te atañen. ©
  5. Es hablar de dinero,

    y descomponerme del todo.

    No me sale el presupuesto,

    más que cuando lo tengo

    gastado.

    Es comentar algo sobre ello,

    e irme por la pata abajo. Es

    que me da miedo, sino pánico,

    tenerlo y no tenerlo. Es una cosa

    amena y práctica poseerlo. Algo

    de necios y despilfarradores, gastarlo

    a mansalva, sin obstáculos.

    Me sale la vena dramática

    cuando tengo el mes recién acabado.

    Pues suelen faltarme varios días

    para que las cuentas me cuadren.



    ©
  6. Bailo con el zapato

    y bailo prácticamente

    descalzo. No soy

    precisamente, propietario

    exclusivo de mis actos.

    Bailo o danzo, dando

    grandes zancos, excluyendo

    el término al fin impuesto,

    por servilletas de papel

    y huesos de aceituna. No,

    no es una luna, lo que crece

    sobre mis omóplatos, se trata

    solamente de un caballo gigante.

    Bailo con el zapato

    termino descalzo, andando

    sobre vidrios ardientes,

    como flores en marzo.



    ©
  7. El zapato estrellado

    contra el suelo del orbe

    mezclando obsidiana candor

    fuego drenado; siempre

    el mismo zapato enrejado,

    formando dibujos o bocetos,

    sentimientos de angustia, espanto.

    Oh, ese zapato agujereado por el cartón,

    cómo atrae mi atención; y capta

    la esencia de todo mi corazón.

    Espantoso zapato decorado con rejillas,

    orificios que insinuaron un sacrificio vulgar

    y anodino, oh, par de zapatos tan descastados,

    cómo ignoramos que los llevamos, todavía!

    Zapatos, sí, nuestra insignia metafísica,

    el austero diálogo del pasado siempre siendo

    presente-.



    07/05/21©
  8. Un viejo libro arrugado

    merece más la pena

    que cualquier pelota de tenis.

    Un austero papel sin nombre,

    sin nombre, apenas mencionable,

    anónimo, vale más

    que el peso de toda la metalurgia

    de vuestro mundo.

    ©
  9. Ay el poeta, amigo de un poder hechizante

    traicionando fuerzas complementarias

    ampuloso y metódico, cómo fastidia

    la más elemental educación erudita

    y todo eso! Sí, el gran poeta, sublime

    en sus acepciones, dirigente de un fuerte ejército,

    cuyo nombre apenas excita, por su inexistencia;
    cómo sucumbe a sus fuerzas de tierra y fuego y qué sé yo!

    De todos modos, y cuando el sombrero ha caído

    boca abajo, sobre las cenizas meadas de todos,

    yo sé que prefiero un poeta, por embustero, que

    a un aprendiz de filósofo, siempre en y por las nubes.

    Ay del poeta, feliz en su ditirámbico discurso,

    frondoso y opulento, como las barbas duras y canas

    del célebre pigargo americano! Todo ha de fenecer,

    mas no tú, ¡tú no!-.





    ©
  10. Llegar como sea al final del día.

    Donde se agrupan los constantes

    vehículos, y el brillo de los ataúdes

    es más liviano. Entrar sin entrar

    en casa, y ordenar las habitaciones,

    aulas donde se condensa la vida.

    Pero llegar, como sea, al final de la

    jornada. Levantar la polvareda

    autóctona, de dormitorios, profecías,

    viejas anarquías pedestres.

    Y gastar la saliva pegando sellos-.



    ©
    A Rosario Noguera Orra le gusta esto.
  11. Yo debí de nacer a mazazos.

    Mazazos que van y vienen.

    Hombres sepultados bajo

    grandes nevadas de pies a cabeza.

    Hombres insultados que manejan

    su coche y pronuncian improperios

    en bandejas de plata y porcelana china.

    Debieron de darme con el trallazo

    de una culata de una escopeta. Tras, tris, algo así.

    Y entonces, nací. Bajo múltiples

    silencios, decidí meterme. Y escondí

    mi voz de sol al viento. Escuché

    demasiadas penumbras, vi demasiadas

    lluvias, como para permanecer sin olerlas.

    Y prorrumpí en abrazos, aplausos sostenidos,

    como banderas o estandartes, sucios y embalados.

    Así hablaban mis mayores. Mis amigos también:

    recelosos de todo, y enquistados en sus corazones.

    La palabra necio no me iba mal. Yo nací

    a martillazos, como las viejas brujas horizontales.

    ©
  12. Todo se agolpa en mi rostro,

    me preocupa todo, menos una nube.

    Incrementando su belleza pese

    al pecho que retorna enamorado.

    Y esa insustancial penumbra

    que enjalbegan cuatro o cinco manos

    abonadas al suburbio. Donde todo

    cabe, mirad, al encuentro de una rubia,

    o de una escopeta de doble mira.

    Una rodilla o una médula, es igual,

    sufren de atonía en los medios forzosos.

    Las inundaciones ahondan mi longitud

    vertical, yo miro, y miro, y renazco

    pese a las obligaciones

    de no mirar atrás, contraídas.

    El disolvente de azufre como materia

    de estudio, esa falaz costumbre

    de enterrar cuerpos bajo los techos.

    ©
  13. Percutiendo palabras redondas

    como bálsamos antiguos, bronquios.

    Como brebajes indefensos de su historia

    anónima, fugaz. Y en esos intestinos,

    derrotad la ambrosía que cumplimentan

    los funcionarios del trámite. Oh

    mayoría de edad, para qué os quiero;

    si todo lo que sobra gana, y todo

    lo que basta me doblega. ©
  14. Dios, voy detrás de ti;

    no sé si esperando o rezando

    tus últimas cenizas asmáticas.

    Dios: voy detrás de ti.

    Niebla o nebulosa,

    en la piedra te guillotino,

    y busco el vidrio vacilante

    que azota como un látigo

    mis extremidades, quemando

    mis ojos como destellos de collar.

    Dios, uncido a tus bueyes,

    como uno más, entre las fieras,

    detenido, por lugares de espanto

    y vacíos.

    ©
  15. Cuanto menos se lee, mejor.

    Más florece la mierda de uno

    y menos la competición ridícula

    con el perfume alambicado de los

    otros.



    Resulta preferible

    escribir sobre la pocilga donde

    agoniza un burro, que describir,

    con toda precisión, el nacimiento

    de un cisne-.





    Es una insensatez querer parecerse

    a otros autores, una insensatez

    y una carencia de personalidad propia.

    Para escribir, hay que dejarse llevar

    hasta el fin del abismo -.



    ©