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  1. Desamparame de tus ojos

    A Gala

    Desamparame de tus ojos.
    Nublan mi entendimiento y mi cordura.
    Haceme entender que nada puedo esperar de tus huesos,
    Que el tiempo y la miseria carcomieron mi piel amarga.

    Pero, si veo tus ojos vivos.
    Inocentes de mi pena.
    El mundo desaparece mágica e inexorablemente,
    viniéndome palabras reblandecidas,
    pulsos irregulares, garganta seca
    y razonamientos idiotas.

    ¿A donde se va el universo, cuando afloran tus ojos?
    Enojaré a la más dulce de las brujas, por mi falta oído.
    Sólo por estar distraído y distante, mirando tus ojos.

    No le hagas caso a estos versos;
    mal conformados,
    Es que estaba pensando en tus ojos.

    2000
    A hunnie le gusta esto.
  2. Acepciones

    ¿Cuál es la diferencia?
    No es mejor decir;.
    cuanta diferencia.

    Cuando pronunciamos cópula.

    Vos que me has pedido ser atravesada,
    partida, enajenada, sometida.
    Para que emerjan todas tus bestias.

    Yo tenderme sobre tu piel,
    para sentirte aleteos de pájaros.
    Besarte uno a unos los dedos,
    rodear de espirales los pezones,
    despegarte suavemente el alma,
    de tu cuerpo enredando mi boca,
    de tu clítoris.

    Yo pretendiendo la suavidad del Cyrano,
    vos el avasallamiento del Caballero Negro.
    Yo un leve acoplamiento de naves,
    en el espacio ingrávido.
    Vos un choque de planetas,
    contra tu superficie polvorienta.

    Y preguntarme, ahora,
    si todas las lunas,
    tendrán tu misma definición de palabras.

    Porque quizá
    no sepa que mi diccionario esta obciso,
    quizá haya nacido con las definiciones cambiadas,
    y esté escribiéndote,
    que es escribirle al pasado de horrendas marcas;
    cuando no me puedo quitar otra mariposa de las manos,
    que quizá tenga tus mismas definiciones.
  3. Contingencia
    Título caprichosamente extraído de "La contingencia del lenguaje", Richard Rorty

    A Gala


    Niña, dejame nombrarte.

    La ventana me llevará lejos a las espumas de mar...
    y seguiré viendo gusanos en la tersura de las rosas.

    La luna me acariciará,
    levitándome en los cuartos crecientes.
    Pero le entregaré mi pecho, a los cuervos.

    Tendré tu sonrisa amiga,
    tu voz, tu cuaderno...
    tus mates...
    pero me arrastraré de arpones.

    Si embargo... (mariposilla) dejame nombrarte.

    Dejame decir(te)le a un espejo (que guardo para esta magia)
    ... amor... (se ríe de cristal y me da un caramelo)

    Si sabés que no te reclamo.
    ¿Para que explicar los rumbos de tu corazón?
    Si soy yo el que ha gastado tardes sin sol.
    No vengas a visitar mis lápidas.
    Si ya me mostraste la luz, (que había olvidado),
    no quieras adelantar mis relojes.

    Niña, no me regales de tus dulces excusas.
    (que avergüenzan mis libros)
    No confundas mis celos con ansias de pertenencia.

    Sabemos es cierto,
    que sos primavera y yo otoño.
    Tus caminos blancos,
    mis sendas cadenas.
    Tu mañana, luminoso,
    mi noche, telarañas amargas.
    Y eso sí es simple contingencia.

    Pero, ya sabés,
    (nunca lo he ocultado),
    que otra me ciño a esta roca.
    Y deberé arrastrarla marcando mis desiertos,
    hasta que la muerte nos separe.
    Y esto, el cielo lo sabe, no es contingencia.

    Viste que no tengo poesía, fuera de tus ojos.
    (Me vienen estos ataques cuando no te veo).
    ¿Acaso son bellas estas absurdas articulaciones?

    Entonces, dejame nombrarte,
    (es una mentira de uso privado)

    Ya que nunca serás mi amor,
    dejame soñar,
    tontamente,
    con el mejor de los nombres.
    A hunnie le gusta esto.
  4. ¡Quién me habrá mandado!

    Yo no sé para que abro
    a la luna mi ventana
    estas noches otoñales
    melancólicas y blancas.
    Juan Ramón Jiménez

    A Gala


    ¡Quién me habrá mandado a mí mirarte a los ojos!
    Si estaba gozando las navajas de mis muertes.
    Hundido de traiciones en los fríos abisales.

    Pero se me ocurrió,
    ¡estúpido!,
    escuchar tus poemas.
    Que no eran para mí,
    pero que me importa.

    ¿Cómo hago ahora
    para quitarme este resplandor de luna inútil?
    Que se destila como veneno en mis vapores,
    se me escapa como víbora de las comisuras,
    y me muerden escorpiones la garganta.

    Si hasta me fui buscando juicio.
    Declarando a cada testigo lo indeclinable del adiós.
    Nadie me creyó.

    Y volví sin bellotas ni reinos extraños.
    Y aquí estoy, esclavo de tu frescura.
    Esperando que encuentres tu príncipe astronauta;
    mientras sigo cayendo en llamas al mar.

    2001
  5. una la

    Women is the nigger of the world. (Jhon Winston Ono Lennon)


    Ella, Eva, la culpable.

    (Digo, eso dijo, el jovato,
    que vino de arriba con un broli
    firmado por el diretó.
    Pero yo el garfio no lo ví.
    Mucha soldadura halógena, vea)

    Culpa de madera.
    De manzana, de zarza, de olivos.
    El serrucho dejado por una luz.
    Y ella allí.
    Llorar al crío.

    Culpa de piedra.
    Pies ligeros acabando con el honor.
    (Silencio señó que la yegua está montando
    versos alejandrinos).
    y la Ifi dando vientos.

    Culpa republicana.
    La Lucre, la pura, la bol... la intacta.
    Esta, la que no envenena,
    ni cuida las artes.
    (Y el bruto ese, bah.)

    Culpa roja.
    Uno, que vino de vasijas.
    Y la pequeña vagina romana
    conquistó la furia.
    (Ma no te preocupei:
    fuel verso del alfil.)

    Culpa culta.
    Hypatia, bonita y sabia.
    Pagan Baby
    Escándalo a la sinrazón.
    Quemen sus papiros con ella.
    Sólo un libro.
    (Todavía matamos por cual)

    Culpa campesina.
    Asadito a la Juana.
    Buena idea.
    Otra que se la creyó.
    Hombres necios.

    Culpa diferente.
    Hocus Pocus.
    (Salem con fritas.)

    Culpa llana.
    María pensaba en el que no tenía brain.
    Virtud por vida,
    rechazo por el que dirán.
    (Ma sí, dejalo que se haga el pajonal.)

    Culpa punzó.
    Moño rojo sin brea.
    Isidora baila refalosa.
    Camila paga las Alianzas.

    Culpa rubia.
    Mis grasitas,
    ¿Podrian decirme
    donde está mi cuerpo?
    Don´t cry for my, Madonna.

    You, Daddy, bastard.
    Haceme lugar debajo de tu zapato.
    Boys don´t cry, Brandon,
    hacete hombre.
  6. Hypatia

    La vi pasar
    con su habitual cadencia al caminar,
    sin prestar atención al mundo,
    midiendo a Vespera
    con su astrolabio.
    Mientras, quizá,
    planea una de sus clases.

    Algo ha cambiado en ella,
    ya no sonríe como antes,
    ¿Qué le preocupa?
    No lo dice.

    Quizá esa guerra desatada,
    entre la razón y la oscuridad,
    allí en las calles,
    entre luminosos filósofos paganos y
    esas escuadras violentas de cristianos.
    Ya hubo sangre en las fuentes
    y fuego en las hogueras.

    Pero ella,
    se mantiene firme,
    mientras lee a Ptolomeo de un papiro.
    Su ojos se llenan de fuego y mar,
    ¿Quién quemaría a Euclides, Platón y Eratóstenes?

    Pero ya lo han hecho.

    El sol se ha puesto,
    Véspera ilumina los patios de la Biblioteca.
    Las hordas de Cirilo han entrado.
    Ha ordenado la muerte de la pagana.

    Pero, ¿por qué?
    No arrodillarse ante los nuevos dioses,
    o por envidia de su inteligencia,
    o la lujuria desatada en él,
    a causa de su otoñal belleza.

    Mi ojos se nublan por mi maestra,
    oigo sus desgarradores gritos,
    mientras la desollan viva.

    Voy hacia ella,
    aunque sé,
    correré su misma suerte.

    2019

    Pd: El 8 de marzo de 415 dc, Hypatia fue desollada viva, descuartizada, partes de su cuerpo incinerados. Pero no con honra sino con oprobio. Un hecho que para muchos inició el período más oscuro la Edad Media. Es considerada una de las primeras científicas de la historia.
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  7. Disculpeme niña
    A Gala

    Discúlpeme niña,
    yo sé que esto no es poesía,
    no hay estructura,
    ni desestructura,
    no hay novedad, ni desafío,
    en mis ojos cansados,
    mirando su sonrisa fresca.

    Discúlpeme preciosa, hoy... no, ya ayer,
    me deleité mirando sus dedos de mano izquierda,
    apoyados como patas de modulo lunar,
    sosteniendo el sol de su rostro,
    mientras su blanca mano derecha,
    articulaba un flash de agujero negro.

    Que extraño es esto,
    yo tecleando mi insomnio,
    de la lejanía de sus hojas verdes,
    para convertirlo en documento,
    que subirá a los satélites,
    teniéndola, hace minutos apenas,
    a cuarenta centímetros de mi cuaderno.

    Usted estará, ahora, descansando fatigas,
    soñando, quizá, otro poema,
    mientras yo bailo como títere de barro,
    atado a los hilos intangibles de sus yemas,
    envidiando a las teclas de su piano.

    Yo sé que no le sucede como a mí,
    de pensar usted en mí como yo en usted,
    para dibujar sus versos contundentes de tareas inconclusas,
    antes que suene la campana de cualquier round,
    y se terminen los granos del más pequeño de los relojes,
    mientras yo, vampiro embelesado,
    beso la bombilla que usted ha besado.

    No trate de explicar lo que yo no me explico,
    de poder conocer los motivos de este amor irredento,
    déjeme con este tozudo dulce dolor,
    déjeme disfrutar mi éxtasis de ciento veinte minutos,
    sabe, usted, que no pude alejarme de sus ojos.

    Mis celos son genuinos,
    no del que posee y conserva desconfiado,
    sino del que sabe lo indeclinable del destino,
    que alguna vez, usted se irá, como ya fue, prestando cintura,
    y yo volveré, en algún otro solsticio,
    a morderme los labios bajo el limonero.

    No se haga cargo,
    (sé que no lo hará, pero por las dudas)
    de este sentimiento de otoño.

    Es que a mí sí,
    me ha pasado la vida por encima,
    por mis culpas de silencios,
    por mis miedos de palabras.

    Y me arrebatan sus inocencias;
    sus cabellos en todas las medidas,
    sus romances de piel, ilusión y papel,
    sus pájaros, su niño judío y sus zapatos.

    Sólo le pido una cosa;
    (no le haga caso, en mis ansias
    a todo lo que pide mi mirada)
    regáleme un poema,
    con lo peor de sus palabras,
    que aún así será eterno.

    Lo enmarcaré, lo enalteceré, lo conservaré.
    Junto a la foto de mis hijos,
    que me sonríen como ya no me sonríen.
    Junto a otro poema de niña adolescente,
    y su foto de psicóloga haciendo flan.
    Junto a mi pulsar, mi baobab, y leones.

    Y pediré llevármelo,
    si alguna vez tengo quien me escuche,
    entre mis manos,
    junto al blanco de mi mortaja.

    2001
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  8. Geométrica

    A Gala

    Soy un eslabón perdido,
    de manos libertarias reprimidas,
    de cadenas de oración no escuchadas,
    girando en norias oxidadas.

    Soy un segmento,
    sin rótulo que me designe,
    sin punto de fuga donde asilarme,
    buscando concatenar tus esperanzas.

    Soy una hoja multiforme,
    de inciertas condiciones iniciales,
    de verdades no escritas,
    creyendo en la sombra de los girasoles.

    Soy un neutrón,
    acorazado en su núcleo,
    consciente de su historia,
    que estallaré cuando te me acerques.

    Soy un prisma,
    de caras aburridamente regulares,
    de planos inquebrantables,
    me despliego de arco iris en el brillo de tus ojos.

    Soy un punto,
    de espacios no cuantificados,
    de oraciones no terminadas,
    hilvanado por azar en tu trama.

    ¿Que pasará si aumento mi entropía?,
    ¿Se licuarán mis paredes de celdas?
    ¿Se quebrarán los marcos relativos?
    ¿Se despedazarán los triángulos?

    No me sonrías, irresponsable,
    que me gravito a tu eclíptica.

    2000
  9. Girando alrededor de una estrella invisible

    Sigo girando de eternos espines,
    alrededor de mi estrella invisible,
    que no tiene nombre,
    ni catálogo,
    ni magnitud.

    Ha colapsado a su centro,
    con toda mi luz,
    en su luz,
    tragada de sí,
    en el abismo.

    ¿Que verán?

    Nada.
    Una roca excéntrica
    girando alrededor de la nada.
    Sólo yo que giro
    inventando un centro que no existe.

    O quizá... si exista.

    Si no escaparía en radios exógenos
    hacia el fondo límite de las fronteras inacabadas.

    Es tan grande su densidad,
    (y no saberlo)

    Mejor me quedo aquí,
    ya de cristales congelados,
    ya de furia incendiaria.
    Demasiada levedad,
    para engullirme a su centro.

    2000
  10. Estableceré un espacio

    A Gala

    Estableceré un espacio,
    en el territorio mágico de las palabras.
    Donde mis angustias son esperanzas.
    Saber que hacer con el desatado poder de la sangre,
    poder lavar mis heridas de perfumes.
    Donde me alcancen los brazos para contenerte.
    Y las manos para escribirte.

    Sucio papel, esta pantalla.
    Que incita a cerrar los ojos cansados,
    y me dibuja tu rostro, despreocupado y libre.
    Tus palabras, algas de patio.
    Me enredan la garganta.

    Quiero sustraerme, mirarte serio e impávido.
    Y me llevo, otra tarde, la angustia de tu ausencia,
    por tu presencia imposible.

    Si te enfrentara, si te hablara.
    Me responderías lo que fatalmente, ya sé.
    Sería el final de esta espera... y de esta ilusión.
    Mágica como las palabras,
    intangible como tu espíritu blanco,
    y mi alma condenada.

    Pero, quiero imaginar, compañera.
    Que una playa nos sorprenda sorprendida,
    jugando a las escondidas entre los juncos,
    contando ángeles entre las estrellas.

    En un espacio sin tiempo.
    Mezclando tu futuro en mi pasado

    No quiero llorar mas a escondidas,
    no quiero refugiarme de tus ojos,
    quisiera volver a la sensatez.

    No hay arcones de juguete, ni enojo suficiente.
    Que puedan abrir mi frente, y quitarte de mi mente.
    No entenderás nunca cuanto necesito negarte, cada instante,
    para no caer en el ridículo de amarte.

    Quiero jugar una guerra de almohadones,
    con tus muñecos de peluche.
    Si ni siquiera te conozco.
    ¿Que será de mí cuando me olvides?

    Soy de amor fiel y pertinaz.
    Silencioso y pesado.
    Hago cargos de conciencia.

    Los ángeles no me acompañan;
    Los dejé cuidando a mis retoños.
    Por eso no ves luz en mi aura.

    Quizá solo seas un espejismo, en mi desierto.
    Para beber suave de tu mano y continuar sediento.
    Para encontrar un valle donde arar nueva tierra.
    Pero no me quiero ir de tu oasis.

    Otra gota cayó sobre mi teclado.
    ¿Porque llueve tanto en las habitaciones,
    de las almas abandonadas?

    2000
  11. La luna y el astronauta.

    Que derecho tengo yo,
    astronauta de otros eclipses,
    a querer mi bandera en tu blanco rostro.

    Hoy tus fases estaban más blancas,
    más radiantes, mas calientes.
    Y mi Géminis rodaba de espaldas a tus dos cráteres,
    ahogándome, sin oxigeno, atado de sus escotillas.

    Yo astronauta,
    que ya caminé por otra luna,
    que alumbre cometas,
    pretendo posarme en tus valles,
    rodando una y otra vez en tus polos,
    carcomido del silencio de mi universo.

    Quiero, pretendo, sueño, ansío ver,
    tu cara blanca y expuesta de luz,
    y quizá juegues escondidas de cara oculta,
    con otro viajero que clavó primero su mástil.

    Porque soy un viejo astronauta,
    expulsado de una luna de fuego, enceguecido de vórtices,
    apuñalado por una serpiente de otras constelaciones.
    Pretendo hundirme en tus grietas blancas,
    quizá ya no virgen, quizá explorada,
    quizá conquistada, quizá arrebatada.

    Romperé mi escafandra,
    que me sólo me entrega purezas virtuales,
    implosionaré en mi vacío,
    estallándome los pulmones.

    2001
  12. Se me derramó el café
    A Gala

    Se me derramó el café.
    Se me quemó la sopa.
    Todo por tu blanca culpa, niña.
    Tu recuerdo me levita.
    Sin que seas partícipe de mi pena.

    Te amo y no tengo tu permiso.
    Por eso me escondes los versos, la hoja,
    las plumas, los zapatos, la estufa y el ropero.
    Cierto, sos un ángel.
    ¿Cuál es tu advocación?
    A veces sacás espadas de luz, que salen de tu boca.

    Tu lápiz es doble filo para entrar en el bosque,
    comerte las uvas a escondidas,
    imaginar tu retenida lascivia,
    mirar el mundo con ojos de niño.

    Te veo.
    Me entregas respetuosa indiferencia.
    Lástima que sea yo.
    Que sea yo quien viva descolgado.
    Descolgado tratando de hacer pie en tierra.
    Te veo tan lejana, montada de zapatillas.

    Se me derrama el café.
    Se me desfondan las palabras.
    Pero, niña, no te engañes.
    No estoy tan loco como parezco.
    No se me derrama el esperma por vos.
    Aunque esté sin cuenco.

    Ya lo hará otro.
    Todo a su tiempo, su espacio.
    Ya sabrás ofrendar el espacio infinito de tus omóplatos,
    el tesoro inconmensurable de tu himen intacto.
    (Cosa que se suele regalar bajo los faroles de las plazas)
    Ya tendrás tu torbellino de sábanas.
    Masticarás las uñas de tu amante.

    Yo los he tenido,
    la gata se me hizo hiena,
    me alumbró capullos y me esconde retoños.
    Los he perdido,
    ahora sólo tengo soledad de promesas rotas.
    Cuidado, niña, hay tantos trenes.
    Pero uno sólo te lleva a la paz del otoño.

    Sólo que estás allí, frente a mí,
    Como la vecinita de enfrente.
    La compañerita de banco.
    Mientras yo,
    el repetidor, el aplazado, el vencido, el incendia pavas,
    desde aquí,
    cuento las estrellas,
    busco a mis hijos adolescentes bajo las baldosas de su olvido,
    lleno de sangre los destacamentos,
    arrojo dulces abuelitas por las escaleras,
    le enveneno el mate a los golpeadores,
    apago soles,
    desato tempestades.
    Hasta que el hada me reclama Saturno.

    Me distrae tu perfume ausente,
    me enredan tus cordones, tus zapatos,
    me envenena de miel lo atroz de tu inocencia

    Ya me descolgué otra vez,
    y tu tu tu tu corazón da ocupado...

    Perdón, niña de los parapentes,
    no te enojes, sólo es poesía.
    Tan cierto es que nunca te tendré
    (y no te reclamo)
    como que no puedo dejar de escribirte.

    Snif.. snif... huelo a corazón quemado.
    Debo salir al patio,
    y, ya te lo dije,
    soplar las hojas húmedas de la tarde,
    jugar con las chicas de mi edad.

    2001
  13. De papel

    A Gala

    Los barquitos de papel,
    tienen la fortaleza que le agregan los sueños,
    soportan los vendavales de las ruedas de bicicleta,
    el fuego cruzado de las colillas de cigarrillos,
    obligando a la negra hormiga capitana;
    a encomiables maniobras desde el puente de mando,
    cinco centimetros antes de ser devorado por el torbellino,
    de la boca de tormenta.

    Los avioncitos de papel,
    tienen la liviandad que le entregan las nubes,
    se arrojan en picadas temerarias,
    sobre los mapas de los pizarrones,
    caen de plumas desde los balcones,
    trece segundos antes,
    de ser destrozada su estructura,
    por un gordo señor de portafolio.

    Los amores de papel,
    tienen la sustancia de lo imposible,
    yendo y viniendo de comentarios,
    ocultos de los ojos de los amigos,
    olvidados de las horas del campanario,
    de las aguas de las montañas,
    que no saben cuanto él la ama,
    ni las sonrisas que ella le regala;
    entre ceremoniosas palabras de distancia.

    Aunque, lo saben, simple y natural,
    nunca pasearán juntos por una plaza.

    2001
  14. Cuestiones de medida

    A Gala

    ¿Es lo no dimensional lo inconmensurable?
    No tengo una definición del vacío.
    Puedo establecerme en axiomas cuantificables,
    con la inquietud de medir hasta donde llegan mis esperanzas.
    Pero me sorprenden las escalas de mis iniquidades.

    Si tomo este punto de vista,
    apuntando hacia las huellas de lo incalculable,
    termino carcomido por la certeza de mis soledades,
    como un grano de arena incrustado en los trilobites.

    ¿Qué cantidad de segundos le quedan a los pájaros de esta primavera?
    ¿Cuántos infinitésimos caben en la infinitud de las almas?
    No hay acuerdo de pieles para valorar a los dinosaurios.
    No hay recuento de glóbulos para la mancha de Júpiter.
    No estoy seguro de la sumatoria de la longitud de las enredaderas.
    Es mejor esperar a que pase este eclipse de luna.

    Porque, cuando veo sus hoyuelos,
    casi imperceptibles, en los relámpagos de su sonrisa,
    ignoro la validez de todas mis reglas,
    y me expando de suspiros abarcando todo el universo.

    2001
  15. Infusiones aromáticas

    Café de invierno.

    No volveré a pensar en blanco.
    No confiaré nunca más en tus manos sepia.
    Algo le has puesto a mi café.
    Me arrebatan pantanos de invierno,
    si no hago huracanes de mi boca.

    No estás.
    Tengo el diario en la silla de enfrente.
    El mozo ya me levantó tres veces el paraguas.
    Algún chico habrá dibujado un corazón en el vidrio.
    Subo el volumen de mi walkman para no escuchar tus latidos.
    Tengo el tick de morderme el labio inferior antes de mirar la crema.

    Llueve.
    Pasó un 46 escupiendo gasoil.
    Mastico tus labios pegados al borde de la taza.
    La señora que come sopa inglesa no deja de mirarme.
    Le molesta mi talón acompañando a Nick Mason.
    Quizá crea en mi epilepsia chicle.

    Miro el fondo del pocillo.
    Azúcar de espumas crepitantes.
    Como el sabor de tu muslo, tus labios, tu clítoris, tus labios, tu muslo.
    Sabor a café y mermelada.

    No volveré a pensar en blanco.
    Algo me has puesto en el café.
    Que ahora quiero llorar.


    Manzanilla de otoño

    Paró el chaparrón.
    Entraste descalza con los zapatos en la mano.
    Seguís abrazada a tu pulóver.
    Abrasada de marca de cuello.
    Seguís, feliz, sin saludarme.

    Te preparo una manzanilla.
    No intento cobijar tu cuerpo enajenado.
    Te miro, rodeando con tus palmas la taza.
    Tu perfil, tus cabeceos, tus sonrisas colgadas de arco iris.
    Repasando ritos de otras sábanas.
    Travesuras que intuyo y no conozco.
    En brebajes intensos que sólo vos percibís.

    Siempre me formulás la misma pregunta.
    Te doy la misma respuesta.
    La puerta se abrirá.
    Hasta que se rompa la llave.

    Luego, te la regalaré y saldré a la calle.
    Husmearé como perro solitario los jardines felices.
    Quizá las palomas se espanten.
    Y comience otra agonía de amor.


    Mate de verano

    Músculo joven.
    Pose de pensador derrotado, buscando respiro.
    Tapar los huecos, clavar la alfombra, revocar el baño.

    Viniste con el mate dentro de un jarro.
    Te miré la sonrisa.
    Toqué el machimbre.
    Agradecí al universo.
    Te escondiste detrás de una pollera.

    Raro.
    Nunca te vi tomar mate.
    Otro rechazo más.

    Se te desbuclizó el pelo.
    Cambiaste algunos dientes.
    Estiraste los huesos.

    Hay retratos que me faltan.
    La de ese mate embrujado que no vi.
    Que te provocó amnesia.
    Que no recordás quien soy yo.



    Té de primavera

    Por fin se desbordó el vaso.
    Gotas de limón, azúcar, tinta y baba.

    Es un té extraño aroma a pino.
    Pava que silva, bombilla que atraganta.
    ¿Quién es esa niña de alas de parapente?
    ¿Quién el anquilosado de poemas no aceptados?

    Fue una pluma de cóndor, creo,
    en una de esas tardes, en que trepaba,
    con las uñas de los pies, las montañas.
    Caí en helicoides desde la altura hasta tus pies.

    Te hiciste a un costado.
    No me alzas, ni me pisas.
    Y permanezco reptado.

    Hasta que un loco me sopla armonías,
    verso final, escape al infierno,
    me exigís que desidealize,
    corporizo y te desagrada la elección.

    Huelo tu piel sólo de saludos.
    Mis manos quietas, como siempre.
    Mi máscara impasible, como siempre.
    Mis celos resignados, como siempre.
    Mis ojos desorbitados, como siempre.
    Y te viene un ataque de seudónimo.

    ¿Qué culpa tengo yo?
    Que hasta las sílabas de mis hijos te invoquen.

    Pero está bien.
    Quiero tu enojo. Tu té para otro.
    Tu cuerda de guitarra que no pulsaré.
    Una forma, delirios de viejo orate,
    de creer que mis poemas no te son indiferentes.