1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Las sombras en su siniestro juego
    lanzan los dados
    para ver en qué lado de la noche caen.
    Un puente, una calle vacía,
    una vidriera en la que se refleja un linyera,
    un gris banco colmado de hojas en la plaza.
    La madrugada aterriza en la ciudad
    con su filoso péndulo.
    Como siempre, todo es cuestión del azar.

    Él, un don nadie, se despierta…

    El silencio se torna tan afónico
    que duele el solo hecho
    de soñar con el ruido que deja
    una canilla goteando.
    A Anamer y ERNI J A les gusta esto.
  2. Saltó de entre las palabras.
    La voz sin nombre
    subió por las manos,
    trémula y casi a tientas
    llevó consigo la letra
    como si fuera un niño ingenuo, glorioso
    coronado por el tiempo.
    Trepó sobre las miradas, sobre los labios
    detenidos como la arena varada
    en el reloj dado vuelta. A cada paso,
    dejó su memoria como una sosegada hoja
    rodando cuesta abajo en la noche.
    Llegó hasta la cornisa y su fractura
    sin saberse nacida de la nada
    y cargando el todo
    de esas manos despiertas de ojos.
    Después, la paz de una fuente en el vacío
    del desnombre, la paz del latido de un canto del jilguero,
    la paz sobre la piel de los dolores del mundo…

    ......................Tal vez
    ..................................la cura
    con la inmortalidad del segundo.
    A Anamer le gusta esto.
  3. En la playa, a primeras horas de la mañana,
    los cangrejos se esconden en los túneles
    antes de la llegada de los humanos.

    Un caprichoso niño se aleja de sus padres.
    Sube un médano y encuentra un hueco en la arena.
    Lleno de curiosidad mete el dedo índice
    en el agujero.
    Se oye un seco ¡Crash!

    El cangrejo, a su modo, da su bienvenida
    al extraño y aprieta con su pinza el pequeño dedo.
    El niño grita, llora y corre hasta sus padres.
    El niño no comprendió
    .............la amabilidad del cangrejo.
    A Anamer le gusta esto.
  4. Por la ventana del bar
    se filtra
    un murmullo de luz inhabitable

    *

    bebemos el café
    de forma turbia
    como si bebiéramos la propia mirada
    que se fue en la memoria

    .*

    nos despedimos
    en un diálogo incesante de palabras
    unidas a la raíz del silencio

    *

    hoy son esos días
    en que la ciudad nos habla
    y nosotros sólo oímos lo que se pierde.
  5. No se trata de tonos blancos o negros
    ni de reír o llorar
    por ser inocente o culpable.
    Se trata de estar entero aunque te corten a pedazos.
    Se trata de tocar la mecedora
    y sentir como te quema la savia del árbol.

    Por otra parte…

    No se trata de pagar la fianza
    ni de ser el verdugo del juicio.
    Se trata de comer para vivir y de saborear muy lento
    la digestión.
    En pocas palabras, se trata
    de ser feliz igual que la mosca en la mierda.
    A ERNI J A le gusta esto.
  6. Padre nuestro,
    que te hallas, bien a gusto,
    observándonos
    desde algún rincón lejano del mundo;
    ven por una vez con nosotros.
    Deja de lado tu eternidad y vive esta mortalidad.
    Satisface nuestra voluntad y déjanos olvidarte.
    Danos hoy nuestro pan y también el dulce vino
    que es miel para las heridas.
    Déjanos caer en la tentación celestial
    y su bálsamo que santifica la sangre, las vísceras, las úlceras.
    Paga todas nuestras deudas
    y, por supuesto, mata a nuestros enemigos.
    También podrías librarnos del mal que nos hacemos,
    pero
    tengo serías dudas
    que hagas milagros.
  7. Qué extraña y absurda manera de vivir la vida y la muerte de forma ordenada. Nacemos y vivimos nuestra vida con impecable orden. Acomodamos todo, desde la ropa, el café y las medialunas, hasta nuestros viajes y horarios de oficina.
    Y después, en la etapa final, ya cuando estamos viejos y cansados de ese orden pasa la muerte encargándose de revolverlo todo, absolutamente todo. Pero ahí no termina el asunto, volvemos a limpiar y acomodar a nuestros muertos: los lavamos, los vestimos, los perfumamos.
    ¿De qué sirve tener a los muertos prolijamente acomodados en sus cajones y urnas? Incluso si los cremamos apilamos las cajitas dentro de una bóveda.
    ¿Para qué…? Para que vayan bien ordenaditos y limpios a la otra vida.
    Como si el gusano "Vencedor"que con presteza los va ir a visitar tendría buenos modales o algo de respeto y se encargaría de mantener tal cual esa extraña y absurda manera de acomodarlo todo.
    A luna roja y Anamer les gusta esto.
  8. Todas las medianoches
    Dios y el diablo
    debaten
    bajando la escalera,
    en el living.

    Es imposible que no los oiga
    desde mi alcoba.

    A pesar de nunca saber
    quién es quién, conozco sus discrepancias. Pues la voz de uno
    es como la de la lluvia refrescante. Y la voz del otro
    es igual a una palada sobre la tierra reseca.
    A Anamer le gusta esto.
  9. V

    Una gota de agua
    se asoma desde una rama

    mira al vacío con temor a caer
    mira indecisa/………………………… dubitativa

    es que todavía no está preparada
    para ser un río.
    A MARISOL PÉREZ le gusta esto.
  10. XCI

    Me gusta contemplar en silencio
    aquellos nombres
    que tienen las mujeres en pleno enero

    y me apiado
    para no llorar inútilmente
    por sus costumbres de olvido

    así es como los fulanos
    llovemos ausencias que no mojan

    echamos a volar nuestras aves
    que ya no caben
    en las jaulas de la noche

    aves que con sus alas
    recorren
    otros ajenos mares de soledad

    es bueno que hasta los sueños
    conozcan otras fronteras
    y que también vean con otros ojos
    los nombres grabados en la arena.
  11. Creo que a todos
    o a casi todos
    alguna vez nos ocurrió:

    una mujer pasó volando,
    pero se detuvo entre los huesos y las simientes,
    atravesó la carne con surcos de pétalos,
    navegó en la sangre con su piel de barca de sirena
    y allí,
    en las hondas venas
    con miradas más púrpuras que los subcutáneos deseos,
    allí, en ese lugar íntimo,
    en ese ensueño dentro la metrópolis del sueño
    levantó ladrillo por ladrillo
    su hospedaje,
    su burbuja conservada en el tiempo.

    Nada más alejado de lo real.
    Nada más alejado incluso de nuestra propia quimera.
    Nada más vano
    que el deseo que no proyecta nuestro cuerpo.

    Es sabido
    que la borrosidad se acumula en rincones sordos,
    escondida en ángulos pretéritos y agudos
    a los que no llegan los dedos,
    a los que tampoco pueden llegar las miradas, los instintos,
    las lumbres de estrellas, la misma noche negra.

    Pero esa mujer que una vez pasó volando
    y se detuvo
    entre los huesos y las simientes
    «tal vez por piedad o por simple despecho,
    para plantar una rosa
    o para extirpar lo trozos del corazón con fuego»

    esa mujer que atravesó la mar misma de nuestra esencia,
    la sombra de aquel lejano
    pero aún húmedo beso de ventisca y marea
    se volvió un ser no diáfano de puro latido, fiebre y anhelo;
    y así un fantasma
    que por el simple hecho de no existir
    no dejó jamás de excitarnos
    como potros salvajes,
    como abejas o colibrís del polen de la primavera.

    Esa mujer tiene un nombre al que no conocemos,
    un rostro al que no vemos,
    una piel de tersa hule, una caricia de felpa,
    un aroma a fresa, una silueta a rouge veraniego…

    También esa misma mujer
    tiene una preciosidad de simple ficción:
    por ejemplo la de un ser equívoco, poético, ondoluso
    que en su viaje parte de la nada y sobre el vacío va hacia la nada.

    Inutilidad de lo bello
    pero que atrapa con destreza,
    es el viaje de esa mujer por sobre un tablón en rigor,
    por una nube desvanecida en la altura del vuelo,
    por un camino sin rutas ni vías que
    torpemente conectan al franco pecho.

    Una mujer que rompe el mito
    y las facciones
    de las fábulas y leyendas
    con su cuerpo cubierto apenas
    por una bata de baño flotante contra el cielo;
    dicha y desgracia
    de los dioses y de los hombres de la perdida Pompeya.

    Desde entonces
    esa mujer recorre límites y naciones del varado cuerpo,
    no habla nuestra lengua,
    no conoce nuestra costumbres o hábitos,
    no sabe de nuestras esposas, novias ni horas de faena
    y así y todo sin saber el porqué, el por cuánto, el por dónde;
    casi desnudándonos,
    nos acaricia con sus manos de prados
    y de clavos de destino incierto.

    La mujer besada y a la vez besante equivoca
    del fantasma que nos acecha,
    de alguna manera
    presencia en toda mujer que alguna vez amamos
    y en el azar del amor
    derrochamos.

    La mujer que nos entrevista en lo oscuro
    del verbo amar
    y todavía desconocemos.
    A libelula y José Ignacio Ayuso Diez les gusta esto.
  12. “No hay cínicos, no hay materialistas. Todo hombre es un idealista,
    sólo que sucede con demasiada frecuencia
    que tiene un ideal equivocado”
    Gilbert Keith Chesterton.
    Después del resuello que trae calma,
    esa calma necesaria después del estallido,
    vendrá nuevamente el discurso de otro tiempo
    hablando de libertad, hablando de muertos,
    hablando de máscaras e ideales,
    hablando de héroes y dictadores,
    hablando de lo qué fue y de lo qué será,
    y de que ahora descansemos.

    Pero nosotros, el pueblo,
    no podremos dormir,
    debemos mantener bien abierto
    nuestro ojo espía,
    suspender nuestras muecas de alivio
    sin renunciar a la espera,
    sin creer que salimos ilesos del sobresalto;
    no todavía.

    Después que el tiempo termine su discurso
    nosotros
    debemos seguir alertas,
    igual que las alarmas de un reloj
    que dura por siempre.

    Nosotros nunca podremos olvidar
    que cayó la noche
    detrás de esa nueva muralla de luz.
    A MARISOL PÉREZ le gusta esto.
  13. "La democracia es el peor de de todos los sistemas políticos,
    con excepción de todos los sistemas políticos restantes”
    W. Churchill.
    Puedo decir que una vez en la vida
    la tristeza se partió con una sonrisa

    como los zapatos que siempre deslumbran
    por su lustre de nuevos
    en los pies de un paralítico

    como la enfermedad que se vio saludable
    en el reflejo de la sombra
    del sol de la mañana

    como una celda vacía
    que encuentra su paz en el rincón
    del urinario oxidado

    puedo decir que una vez en la vida
    la tristeza se partió con una sonrisa

    de la misma forma que una lapicera dorada
    sin estrenar
    en el bolsillo de un poeta sin versos.
    A MARISOL PÉREZ le gusta esto.
  14. —A Fidel Castro.

    Lo juro. Estuve al borde del mundo.

    Y dije épocas y me sangró la boca.
    Y dije historia y me sangró la boca.
    Y dije humanidad y me sangró la boca.

    Lo juro. Estuve al borde del mundo.

    Y mientras caía
    pude oír las partituras del silencio,
    las copas rotas por el brindis de un azul sueño.

    Y dije memoria y me sangró la boca.
    Y dije ideas y me sangró la boca.
    Y dije muerte y me encontré en mi lecho
    con sangre en la boca.
    A Abrahám Emilio le gusta esto.
  15. En Alepo el aire se viste de plomo,
    muchas veces de sucios pedazos de metrallas.
    En cada esquina
    se huele
    el fantasma del hambre,
    su pesada carga de pólvora
    que acecha desde las trincheras
    al golpe de un latido,
    uno más
    de tantos cientos que se detuvieron.

    En las noches
    uno duerme con un ojo abierto,
    con el sueño escondido dentro del susto
    mientras por alta voz
    se anuncia por toda la ciudad
    la sombra larga y extendida de la muerte.
    A libelula le gusta esto.