1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. La luna se derrama sobre la copa semivacía,
    se viste de rojo sangre, del sudor del etílico
    y en mi esquina
    veo
    como la noche se entrega fiel al sacrificio
    de las formas, las siluetas,
    las reflexiones
    y también los húmedos bosquejos
    del trazo de aquellos amantes
    de incendiadas cenizas.

    La tarde decantan en el banco de una plaza
    y desde la ventana observo
    como los juegos de sombras hacen más eterna
    esta soledad
    amarillenta y vieja.

    Ya no hay vuelta atrás,
    tampoco hay forma de evadir las mareas revueltas del miedo
    y el reloj sobre la pared
    toma la cara del verdugo de los mansos sueños.

    Finalmente todo se ha ido,
    sólo quedó el zorzal,
    el zorzal sin canto
    ni lágrimas
    de una mañana gris y pausada,
    gris de costumbres
    que aún lamen las cicatrices del pasado.

    Hoy el sol se escapa
    a brillar en otro horizonte de pupilas olvidadas.

    Hoy
    los grillos vespertinos
    se han fugado
    a otro tiempo de lejana infancia.

    Hoy todo es una rutina más
    que es mejor olvidar
    en su andanza.
  2. Me has amado en veranos silentes
    en otoños desmembrados
    al igual que los árboles y las hojas
    de un vendaval de años

    amaste mis versos disgregados
    mis verbos de la confrontación
    mis almanaques arrasados
    mi sacrificio y resurrección

    me has amado y te adoré más que la noche misma
    más que la dócil voz del ángelus
    hasta las ruinas y las cenizas

    hoy la casa está vacía
    tú estás pálida/ yerta
    consumida en el tedio de la rutina
    con los ojos distanciados
    con la sed en el río saciada

    y yo sigo invocando a las atroces criaturas
    que una vez navegaron
    por tu sangre
    en el pasado
  3. “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia/
    Como si esta ya fuera ceniza en la memoria”

    (Jorge Luis Borges)

    Elixir de abriles.
    Sangre vertida del cáliz del óleo santo.
    Lágrimas dulces de un cielo de ángeles
    o de las entrañas del hijo redentor
    de todos nuestros viles pecados.

    Ofrézcame su vino, compadre;
    el río palpitante del mundo
    que tiñe de púrpura las pálidas mejillas
    y salpica con mareas juerguistas
    los íntimos instintos.

    Hoy quiero ser un soñador libertino
    y embriagarme con las copas fértiles
    que pervierten al santulón o al incauto.

    Hoy quiero sentarme en la mesa
    y beber hasta el hartazgo
    mientras platicamos del desamor
    y el quebranto.

    Ofrézcame su vino, compadre;
    y hablemos también del compañerismo,
    de esos que se la dan de amigos
    y usan caretas para apuñalarnos
    sin ninguna culpa ni espanto.

    Ofrézcame su vino, compadre;
    y veamos emancipar la pena,
    apreciemos las espinas, las espuelas,
    las cicatrices de nuestros dolidos cantos.

    Penetremos de una vez en la savia del delirio,
    en los oscuros racimos de la vid y su utopía;
    lleguemos hasta la guarida de Dionisio
    para la danza frenética y desnuda
    del cuerpo enervado y sus sudarios.

    Ofrézcame su vino, compadre;
    y bebamos de nuestra inconsciencia
    bajo el regazo de las afables prostitutas
    mientras se cloroformizan los grises años.

  4. Ave sin ergástula
    ni jaula
    ni prisión.
    Saeta disparada al son de cielo.
    Canto alegre sobre las ramas,
    las alhóndigas, las campiñas
    y la piel de los eneros.
    Alas libres al compás
    de una melodía que se derrama,
    la cual sana de las espinas
    la sangre de la alborada.

    Ave que canta como un jilguero
    la potestad del corazón,
    que se eleva y se quema
    igual a una ceremonia
    de campanarios y conciertos
    añiles en el viento.

    Ave sin ergástula
    ni jaula
    ni prisión.
    Saeta disparada al son de cielo.
    Himno solemne
    que me arropa cual niño
    con los brazos del sol.

    Gracias por toda tu devoción.
    Gracias por dejarme olvidar por un rato
    las noches mudas,
    las sombras del silencio.
  5. Creo que a todos
    o a casi todos
    alguna vez nos ocurrió:

    una mujer pasó volando,
    pero se detuvo entre los huesos y las simientes,
    atravesó la carne con surcos de pétalos,
    navegó en la sangre con su piel de barca de sirena
    y allí,
    en las hondas venas
    con miradas más púrpuras que los subcutáneos deseos,
    allí, en ese lugar íntimo,
    en ese ensueño dentro la metrópolis del sueño
    levantó ladrillo por ladrillo
    su hospedaje,
    su burbuja conservada en el tiempo.
    Nada más alejado de lo real.
    Nada más alejado incluso de nuestra propia quimera.
    Nada más vano
    que el deseo que no proyecta nuestro cuerpo.

    Es sabido
    que la borrosidad se acumula en rincones sordos,
    escondida en ángulos pretéritos y agudos
    a los que no llegan los dedos,
    a los que tampoco pueden llegar las miradas, los instintos,
    las lumbres de estrellas, la misma noche negra.

    Pero esa mujer que una vez pasó volando
    y se detuvo
    entre los huesos y las simientes
    «tal vez por piedad o por simple despecho,
    para plantar una rosa
    o para extirpar lo trozos del corazón con fuego»
    esa mujer que atravesó la mar misma de nuestra esencia,
    la sombra de aquel lejano
    pero aún húmedo beso de ventisca y marea
    se volvió un no ser diáfano de puro latidos, fiebres y anhelos;
    y así un fantasma
    que por el simple hecho de no existir
    no dejó jamás de excitarnos
    como potros salvajes,
    como abejas o colibrís del polen de la primavera.

    Esa mujer tiene un nombre al que no conocemos,
    un rostro al que no vemos,
    una piel de tersa hule, una caricia de felpa,
    un aroma a fresa, una silueta a rouge veraniego…

    También esa misma mujer
    tiene una preciosidad de simple ficción:
    por ejemplo la de un ser equívoco, poético, ondoluso
    que en su viaje parte de la nada y sobre el vacío va hacia la nada.
    Inutilidad de lo bello
    pero que atrapa con destreza,
    es el viaje de esa mujer por sobre un tablón en rigor,
    por una nube desvanecida en la altura del vuelo,
    por un camino sin rutas ni vías que
    torpemente conectan al franco pecho.
    Una mujer que rompe el mito
    y las facciones
    de las fábulas y leyendas
    con su cuerpo cubierto apenas
    por una bata de baño flotante contra el cielo;
    dicha y desgracia
    de los dioses y de los hombres de la perdida Pompeya.

    Desde entonces
    esa mujer recorre límites y naciones del varado cuerpo,
    no habla nuestra lengua,
    no conoce nuestra costumbres o hábitos,
    no sabe de nuestras esposas, novias ni horas de faena
    y así y todo sin saber el porqué, el por cuánto, el por dónde;
    casi desnudándonos,
    nos acaricia con sus manos de prados
    y de clavos de destino incierto.
    La mujer besada y a la vez besante equivoca
    del fantasma que nos acecha,
    de alguna manera
    presencia en toda mujer que alguna vez amamos
    y en el azar del amor
    derrochamos.

    La mujer que nos entrevista en lo oscuro
    del verbo amar
    y todavía desconocemos.
  6. Cronopía del cronopio

    Siempre andas así
    «veloz por seducir a la utopía»
    alocado, desenvuelto,
    descabezado y también deshilachado.
    Vestido con un frac de versos
    sueñas con casarte con una prosa
    para adulterar su planicie lógica,
    con amar a mordiscos a la luna
    hasta conquistar su paranoia,
    con vagar en márgenes
    y ver las cosas al revés…
    Es que él, al igual que todo los cronopios,
    sabe que se puede ver el mundo
    aún mejor
    con los pies.

    Yo me pregunto: ¿qué pasaría
    si borramos por un segundo toda cara
    planimétrica, toda precaución,
    si nos olvidamos de lo impecable,
    del método, la fórmula
    y la razón?

    Andaríamos, seguramente, felices,
    nostálgicos, también descomprimidos,
    pero nunca por completo abatidos
    por nuestros saltos curvilíneos.

    Ser un espiral tiene sus ventajas
    y son muchas;
    si no me creen
    pregúntenle a él, el fama,
    tan perfecto, tan elegante,
    tan recatado, pero poco adorable.

    También
    le pueden preguntar a ella, la esperanza,
    anciana resignada
    que nunca da pelea y siempre cae
    en plena acción dormida.

    Cronopio con todo… y
    su filantrocronopía,
    bendito ser
    que ve a las rosas
    y jamás piensa en las espinas.
  7. Muchos creen que no existimos,
    que la vejez,
    desde lo más alto,
    nos cayó de madura
    aplastando
    nuestros sueños y delirios,
    que somos monigotes aburridos,
    apelmazados, fastidiados,
    payasos sin maquillaje
    ni narices de plástico
    ni alegría,
    ylos famas
    ylas esperanzas
    quedaron de plantón
    como novios y novias
    en un altar vacío.
    Pero la verdad es que
    no somos imaginarios, Che,
    somos tan reales
    como el café,
    las ojeras de la noche,
    los cigarrillos…
    Como las lágrimas,
    los llantos de río,
    los barquitos de papel a la deriva,
    los barriletes volando
    para ser un punto en el infinito,
    las bujías y los tornillos
    sueltos que dejamos
    en las vías de la vida.
    Andamos con el insomnio a cuesta
    por todos los años
    buscando la piedrita
    y la vereda trazada por la tiza.
    Saltar es la cuestión,
    saltar en una pata y caer justo
    en el casillero en que dejamos perdidas
    nuestras épocas de niños.

    Si usted nos viera hoy, Don Julio,
    seguro nos vendría a rescatar
    con su pluma y su papel
    para guardarnos
    como figuritas preciadas
    de sus historias y sus mitos.
  8. ¿Qué tiene la princesita?
    Del cuarto baja arreglada
    como una brillante hada
    que siente en su barriguita
    la inquieta mariposita.
    Muchos cuentan que Cupido
    la hechizó con un suspiro
    dándole sueños alados,
    deseos de enamorados
    y un cariño concebido.

    ¿Dónde está su principito?
    Son las cuatro de la tarde,
    la merienda está que arde
    y sigue el corazoncito
    a mil por el vecinito,
    pero el niño no aparece
    y mi niña se entristece.
    De golpe el ring la despierta
    y da un brinco hasta la puerta…
    Así, este amor florece.

    ¡Shhh…! No le digan a nadie
    que esto que siente es amor;
    es que es una blanca flor
    que no perdió el candor
    y del corazón no sabe.​
    A malco le gusta esto.
  9. Tizne de un ángel caído
    ala cercenada
    eco del olvido
    murmullo de las querellas del silencio
    la misma noche tendida
    boca abierta

    y en un instante libre de conciencia
    meditamos frente a la sangre
    con latidos de oxidados cuchillos

    oscuridad que presurosa se acerca
    con sus sombras de aludes de montañas y depresiones
    oscuridad fulminante
    que quema la voz en la hoguera
    también la historia
    y el polvo de las huellas

    pero quién diría
    que andas velando para que no se apague
    esa tenue luz
    de nuestra última vela.
    A malco le gusta esto.
  10. Hoy me puse a meditar
    en cómo fue que me hice viejo.
    Las canas y las arrugas no vienen solas.
    Hay un montón de cosas que las acompañan
    como los pedos que llegan sin previo aviso
    “los silenciosos son los peores”,
    las horas de amnesia temporal
    que me las paso buscando dónde dejé tiradas las llaves
    o dónde estacioné el auto a la salida del supermercado,
    las pastillitas
    “putas pastillitas que no me dejaran nunca más
    tener una eyaculación decente”,
    las horas eternas en el cajero del banco
    “es que los cajeros automáticos nunca te dan la jubilación completa”,
    el tiempo al pedo sentado en un banco de la plaza
    mirando a las palomas de mierda,
    la bragueta siempre baja y algunos rastros de orina en el pantalón,
    la sordera aguda
    “aunque admito que es un punto a favor
    porque hay tantas pelotudeces que uno tiene que oír”
    y cien mil formas distintas de puteadas
    que se escapan de mi garganta
    día a día
    hacia esa juventud bohemia y holgazana
    que anda llevándose el mundo por delante.

    Sí, me volví un viejo
    y lo peor es que soy
    uno de esos bien chotos.
    En realidad, es lo peor para ti, pendejo,
    porque siempre me tendrás que respetar
    y será por toda tu vida,
    ya que, aunque muera en un par de años,
    siempre habrá algún viejo choto
    como yo
    que tendrás que tratar de señor.




    Pd: este poema es mío, pero hay un poema bastante parecido de Bukowski que toca la misma idea y habla justamente de cómo se volvió el autor un viejo choto. Su título es: “Heredó”. Esto lo comento, para que no se interprete que hay una intención de plagio.
  11. Hay sujetos que se ligan
    por un amor despampanante
    pero es tan extraordinario
    que percude con el sabor de afrecho de un corazón
    que empacha
    hasta el más fino paladar de cualquier catador

    en cambio
    hay otros sujetos
    que son muy distintos
    estos se ligan por las huellitas ácidas del desamor
    que escondieron
    tantas veces
    los demás entes de aquel amor
    debajo del tapete

    para estos otros
    los que yo denomino «los sujetos del desamor»
    esta unión es sólo un caramelo de menta
    que les refresca el aliento
    frente a ese bochornoso calor
    que no es más que un cúmulo de costumbres
    y pretextos.​
  12. Tengo este exilio con forma de jaula
    latiendo cerca, tan cerca,
    a flor de piel, a flor de las cicatrices y las heridas.
    Tengo estos años de diluvio perpetuo
    lavando los desnudos olvidos,
    lavando la sangre,
    los eslabones de las soledades actuales y antiguas.
    Tengo una paloma,
    la última blanca paloma de musgo, sangre y sal
    encerrada en el hueco del pecho,
    libre de frágiles campanarios,
    de quebradas alas y soles desiertos de enero,
    de azules y grises cielos,
    incluso de mares, costas y barcos de cenizas...

    La última blanca paloma
    que con impavidez espera el momento
    en que el exilio deje de latir y el diluvio cese
    para así salir a volar
    con los anuarios de mi muerte.
  13. La luna se derrama sobre la copa semivacía,
    se viste de rojo sangre, del sudor del etílico
    y en mi esquina
    veo
    como la noche se entrega fiel al sacrificio
    de las formas, las siluetas,
    las reflexiones
    y también los húmedos bosquejos
    del trazo de aquellos amantes
    de incendiadas cenizas.

    La tarde decantan en el banco de una plaza
    y desde la ventana observo
    como los juegos de sombras hacen más eterna
    esta soledad
    amarillenta y vieja.

    Ya no hay vuelta atrás,
    tampoco hay forma de evadir las mareas revueltas del miedo
    y el reloj sobre la pared
    toma la cara del verdugo de los mansos sueños.

    Finalmente todo se ha ido,
    sólo quedó el zorzal,
    el zorzal sin canto
    ni lágrimas
    de una mañana gris y pausada,
    gris de costumbres
    que aún lamen las cicatrices del pasado.

    Hoy el sol se escapa
    a brillar en otro horizonte de pupilas olvidadas.

    Hoy
    los grillos vespertinos
    se han fugado
    a otro tiempo de lejana infancia.

    Hoy todo es una rutina más
    que es mejor olvidar
    en su andanza.
    A malco le gusta esto.
  14. Amanece
    se despierta la catedral del ojo
    lo celeste/ lo elevado
    el reverbero de un eco de montaña imponiéndose
    sobre el sudor y la lágrima de la peperina
    el jardín de huesos floridos

    se lavan las lagañas del alba dormida
    la sangre late su horario de café y ni-
    cotina

    amanece y llueve
    llueve sobre la tierra recién parida
    y en mi exilio todo es azul
    las mariposas de aserrín
    las polillas metálicas y frías
    las arrugas de cenizas
    los fantasmas atornillados al pasado
    los abrojos/ la metralla/ el aletargado ruido
    de la persuasión y el pre-
    juicio de los días
    las alas trasnochadas de un sueño de ángel
    la nublada cara de los niños perdidos

    amanece y llueve
    goteando​
    por cada rincón de la sombra íntima de este exilio

    y lo más extraño es que
    hasta la soledad
    hoy
    significa compañía.




    15/11/2015

    Nono, Valle de Traslasierras, Córdoba.
  15. Un personaje reverdece
    más allá de la foto amarillenta
    de la telaraña de la antigüedad
    de la arruga de los pesados años

    su marco lo sujeta a una prisión
    que baila perpetua un vals de pies cansados

    pero a él no le importa
    él baila alegre con personajes trágicos y cotidianos

    él incluso es ella
    cambiando de actrices y de galanes
    de levita y de polainas
    de vestido o de casaca
    sin que importe el género ni las lágrimas
    ni los plurales de antaño

    él incluso soy yo
    antes de la ausencia
    las horas vacías
    y su declive de ocaso

    gira/ revolotea
    se posa y danza al compás de la eterna postal
    ya sin nostalgia
    ya sin grises ni opacos

    (…)


    Como envidio a ese personaje
    encerrado y a la vez relegado del fracaso

    y me pregunto…

    ¿no será el mundo una vieja foto
    y el actual yo
    lo que queda de las ruinas
    de un triste decorado?