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Hay palabras que nos persiguen toda la vida.
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  1. Mi abuela siempre quiso que la casa fuera de dos pisos, quería tener su recámara arriba y la mía que estuviera abajo, nunca entendí para que, si siempre era yo, quien la ayudaba cuando se ponía mala.

    Un día de verano del año dos mil nueve, mi tía la que se llama como la virgen, decidió que mi abuela ya no viviera en ese sitio, y empezó a vender todo, los comedores, los sillones, el trastero, las televisiones, y lo que no vendió, lo echó a la basura, tiró mi cuadro donde salgo con cara de tonta, ese en donde tengo la edad de seis años y llevo puesto un vestido color melón, tuvieron que recogerlo los vecinos y dárselo a mi papá, quien a su vez me lo llevó a la casa de las rejas azules y el patio gigante, esa, que está en la calle veinte y siete.

    Como dos meses después, ya entrado el otoño, Doña Antonia se había ido a vivir con ella y una maestra compró esa casa, yo cada que pasaba volteaba y ellas me miraban mal, hasta que me fastidié y les dije que el único derecho que me quedaba sobre esa casa, era el de poder verla, así que no les afectaba, y se quedaron calladas, como admitiendo eso.

    Ese lugar, ha pasado por todas las transformaciones viables para un terreno, ha sido desde taller hasta covacha, hasta cueva, casa y alguna vez, intento de hogar, ahí pasé golpizas, navidades sin chiste, cumpleaños olvidados y lecturas solamente acompasadas por Vivaldi o cualquiera de esas personas que, también tuvieron sus vidas opacas.

    También fue el sitio de donde me brinqué la barda para estar contigo cuando tenía diecinueve, ese día de agosto cuando mi papá te decía que ni soñando podría vivir contigo, que ni te hicieras ilusiones, que eras demasiado viejo para mi y que estabas muy vivido, que lo olvidaras, pero a mi ni siquiera me importó desafiarlo, salté de esa barda y te encontré en la otra esquina, caminando con un envase de soda ya vacío, cabizbajo, corrimos quien sabe hasta donde.

    Mi abue, siempre quiso que su casa fuera de alto, la derribaron porque, decían que espantaba, puede ser, ella quería mucho esa casa.

    Ahora ya no la miro, ya ni vivo en esa colonia lejana, ya no hablo con Reina, ni con la Señora Alma, ni con Lili, tampoco vivo en la casa roja, ni voy al parque.

    Algún día volveré al Santo Niño.

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  2. La casa donde, viví con mis padres no era una casota, pero era divertida, no sé exactamente que cosas habré tenido que pasar, pero recuerdo una muy puntualmente.

    La última navidad.

    Mi mamá, siempre ha renegado de su apariencia, nunca ha aceptado sus raíces costeñas, ni su piel tostada por el sol del mar, que no es el mismo al del desierto, ella siempre ha ido en contra de su propia naturaleza y en contra de su propio sistema, mi mamá, me compraba en los escasos días amorosos, vestidos con olanes y hacer moños con los lazos que traían en la cintura, pero siempre me quedaban grandes no entendí nunca el porque de sus decisiones de comprarme ropa siempre muchas tallas más grandes que la mía.

    Cuando pasó todo, mi abuela en un arranque de esos de histeria, me dijo: ''Vamos con clarita, para que te convierta esos ridículos vestidos que te compró Lola, en vestidos para tus muñecas'' En ese entonces, la panadería y los recibos, estaban muy lejos.

    Esa última navidad, fue también la última para el matrimonio de mis papás, un matrimonio insípido, sin ganas, sin ilusión, ahora en los días de la adultez y de sin pelos en la lengua, él me platica, que nadie acudió al registro a festejar nada, ni a darles un abrazo, ni a decirles que les deseaban suerte, ni a decirles lo perdidos que estaban, todo ocurrió administrativamente aburrido.

    Mi boda, mis bodas, la del civil y la de la iglesia, fueron divertidas.

    La última navidad, fue perfecta, la recámara antigua estaba iluminada por un foco de los de antes, de los que usaban las viejitas que hacían atole en las noches, daba una luz radiante y amarillenta, y mi papá sonriente y mi mamá igual, me dijeron que fuera al árbol que estaba en la sala, un árbol blanco, con esferas rojas y verdes, escarcha plateada, decorado con cierto esmero, y abajo, estaba todo aquel revoltijo de regalos envueltos en papeles donde había gente dibujada que estaba riendo a carcajadas, niños abrazándose, me insistieron a que, me asomara para ver que me había dejado Santa Claus, y pues, me dejó muchas cosas, un chinguero de cosas , muñecas, un suéter rojo, unas mallas, un nenuco pelón y por supuesto, una barbie rubia de pelo largo montada en un caballo blanco.

    Es difícil explicar, lo que sentía en ese momento, nunca sentí tanta magia dentro de mi cuerpecito de cuatro años, ellos estaban felices, sonreían todo el tiempo, yo estaba feliz.

    A mis ocho, ya no vivía más con mis papás, mi ''jefecita'' decidió emprender un camino por su cuenta, criar niños es un talento que no todos poseemos, si, yo si lo poseo.

    Mi papá, se volvió mi papá y mi amigo y yo me volví como su amiguita de juegos y su muñeca, y después me volví su mejor amiga, luego su hija a la que podía contarle las historias de terror más ''gachas'' Era su compañera de juegos porque, jugábamos a las princesas y a escondernos de un león, jugábamos a que las pelusas de la cobija eran estrellas, nos metíamos debajo de las cobijas con una linterna y hacíamos de cuenta que estábamos echados en un pasto y que un león salía de pronto, entonces nos quedábamos callados y nos reíamos de la nada.

    ''Eso del Santa Claus es para niñas bobas que no se saben limpiar la cola, eso no existe, quien te compra tus mugres es tu papá''.

    Por favor, no hay que juzgar a mi abuela, ella nunca pudo superar sus sufrimientos infantiles, su amargura la rebasó, pero está contenta ya, donde está tiene muchos juguetes.

    Después de la última navidad, ya no tuve más navidades, ni cenas, ni amigos, ni nadie, sólo mi perra pitbull, pero como era de esperarse, murió cuando cumplió los siete meses de edad, tampoco tuve cumpleaños, ni piñatas.

    La infancia, es un acrílico transparente, hay que pintarlo de todos los colores más brillantes y reflejarlo al sol, debería ser la época más transparente, más dulce, es tan fugaz.

    Nacen los niños con todo, pero a algunas mamás les faltó la actitud.

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  4. El alcoholismo, siempre ha existido dentro de los genes de quienes me rodean, a mi nunca me gustaron las drogas y jamás las probé, ni las he probado, ni las probaré, solamente dos veces he bebido y han sido las dos veces más fatales en las que me he sentido.

    A Ferris lo trajó mi papá, un domingo de esos de Beltane, de esos donde no hace ni frío ni calor, donde el cielo está azul pero gris, donde la ropa de la lavadora sigue tallándose pues, quiere parecer nueva, se bajó del mustang verde y casi me lo encasquetó cuando salí a verlo, Ferris ha sido uno de los pocos aciertos que he tenido con el tema de las mascotas.

    En ese entonces, todavía no existían las ganas del derrumbe, éramos lozanos y amenos, mi cara no era grasosa, mi cutis se arruinó cuando entré a trabajar a la panadería, empezó a llenarse de acné y acumuló grasa y puntos negros, pero para ese entonces, a Ferris ya le quedaba poco tiempo conmigo.

    Él se fue antes que tú...

    Mi panza, era enorme, pesada, un bebé se movía para un lado y para el otro, mi papá estaba ingresado en el área de urgencias por un dolor en el estómago, hasta ese momento su vida había sido un ir y venir de excesos, de corajes, de rencores, falta de comprensión y tal vez, amargura, solamente me decía que sentía que se iba a reventar, llevaba puesta una camisa roja color vino, un pantalón de vestir azul marino y sus zapatos guindas, yo traía en ese entonces el pelo muy corto, una blusa a rayas que denotaba más mi panza y un pantalón de maternidad, éramos Adrián y yo luchando con el tiempo y los médicos lentos y muy canijos que no atendían a nadie, también sentía el reborujo del hambre que no era mía, era de Adrián y su deseo de dormir pero, en ese momento no había nada arrullador para él.

    Le pusimos Adrián porque así se llamaba mi cuñado que murió siendo muy joven.

    Las tías tontas, llegaron cuando el calor de septiembre del dos mil catorce, estaba apagándose por la calle de la escuela, mi panza era asimétrica, de un lado el bebé, tratando de desaburrirse, yo ni siquiera sabía el destino que mi papá estaba corriendo ahí adentro, me salía a buscarlo entre los internados que se veían acostados por un área restringida pero que por las rendijillas de letras y letras se mira la gente acorazada de sueros, no tuve suerte, una de mis bobas tías me compró un burrito y una soda, entonces Adrián que, se retorcía en parte por enojo y en parte por hambre, se quedó quieto, dormido, pero yo, caminaba por la rampa, mis tías se fueron y de repente la sala de urgencias parecía desierto, salía yo, a asomarme y miraba la calle que conducía a la escuela, miraba el puente y luego volvía a mirar la calle de la escuela, Adrián dormía, como un pececito que flotaba.

    Como a las cuatro me avisaron que ya no lo iban a operar, y entonces caminé por el puente para ir por la ropa y después, él dejó de tomar pues, no quiso ver más mi cara de susto y le prometió a Dios y luego a mi y a Adrián, que nunca volvería a tomar, tiró todo el tequila y el agua loca y el tonayán...

    Ferris se murió un cuatro de mayo, era sábado, yo llevaba puestos unos jeans verdosos con flores desgarbadas y una playera rosa con unos conejos sonrientes, pero el ambiente era totalmente contrario a esa playera que manifestaba alegría.

    Ya no me queda nada de Ferris, sólo sus recuerdos y una o dos fotos que no me dicen nada.

    Mi papá no ha vuelto a tomar desde ese dos de septiembre del dos mil catorce.

    Adrián es wero...

    Se baja en la noche de su corral y se duerme con nosotros, nos dormimos agarrados de la mano.

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  5. ''El amor se colgó una tarde, hace ya muchos años''.

    No es que no me moleste o me duela, es sólo que hace tiempo vengo haciéndome a la idea de todo ésto, o sea, desde hace unos meses o tal vez un par de años, inclusive en los días más felices y menos desafortunados, sabía que tú te irías, quizás no en ese preciso momento porque, siempre hay espacio para el postre o porque estaba lloviendo o porque hacía demasiado calor, pero de todas maneras tarde o temprano éste día iba a llegar y desde luego, no podía permitir que me tomara por sorpresa, así como me tomaron desprevenida otros cuantos días. ¿Sabes? pienso que, si hubiera estado lista para esos días también, no me hubiera quedado ''Chiflando en la loma'' lástima que no lo tomara en cuenta.

    No creas que es una más de mis ideas con rabia o iracundas, en realidad no tiene caso tratar de tener a un pájaro encerrado, las aves nunca se hicieron para eso, en realidad es que, como me prepare para éstos momentos pues, tengo la suerte de aceptarlos, es que, era tan obvio, lo que sucede es muy fácil: Tú no te veías, pensabas que, pasabas desapercibido y, cuando sentí las mariposas feas en la panza, entendí que debía estar más que entrenada para cuando llegara ésta ocasión, así como muchas otras ocasiones, inclusive las buenas y las mejores, como te digo, también en esas veces, ya sabía que te ibas.

    ''El amor se colgó esa tarde cuando regresamos de comprar el mandado''.

    Empecé a escuchar otro tipo de canciones, unas que, tuvieran el significado que yo no podía darle, por supuesto que de inicio me sentí una porquería, después me empecé a preguntar si eso me estaba pasando a mi, pero no le dije a nadie, a nadie, ni siquiera a mi sombra, es más, todos pensaban que no tenía idea de lo que iba a pasar, te apuesto a que esa gente, lo supo primero que yo, pero fue bueno mentalizarme, si, cuando me estaban arreglando para la iglesia, ya sabía que tarde o temprano te irías.

    Inclusive lo sabía en los domingos de películas y de creepypastas, lo sabía en las enfermedades, lo sabía la navidad pasada, en los días más fríos de enero, en febrero y en marzo cuando chocamos y te abriste la frente, lo sabía mientras te miraba preparar así como tú preparas la comida, cuando íbamos al parque, cuando ibas a arreglar alguna computadora a una colonia lejana, en los viejos días de los aniversarios que, en poco tiempo no serán más que líquido pegajoso del que tanto odias, tarde o temprano iba a llegar éste día, no podía permitirme que me tomara por sorpresa, cada día desde hace algunos meses o tal vez un par de años, vengo haciendo ensayos sobre ésto, vengo trazando cada sensación, imaginando como podrá sentirse, ésto con la finalidad de, cuando la sintiera de a de veras, ''de a devis'' no doliera tanto y pudiera ser racional, es que, comprende por favor, que, hubiera sido más que lacerante, llegar del trabajo y que me recibieras con la noticia, yo ya sabía que tarde o temprano te ibas a ir.

    '' Y flota en un limbo atolondrado''.

    Fue un día por la mañana, cuando sentí esas mariposas mala vibra, supe que las cosas no iban bien, entiéndeme un poco, tú vas a volver a donde alguna vez, fuiste completamente feliz, yo no podía permitir que, tu decisión me agarrara desprevenida, tú crees que me da igual el dolor, la verdad es que soy muy poco tolerante, por ello, necesité encarecidamente hacerme a la idea del vacío y de no tener conversaciones adultas durante un buen tiempo, espero que entiendas que borrar un marcador permanente, lleva muchos procedimientos, no es sencillo hacerlo, ¿Te puedes imaginar la cosa que hubiera sido, que me lo soltaras así? Así, explosivamente, así como eres tú.

    Eso si hubiera sido devastador.

    ¿Ahora entiendes cuando te decía que el amor de mi vida no existe? ¿Ya ves que no era por mis amarguras? ¿Puedes ahora darme el beneficio? ¿Ves como todo ahora comienza a tomar forma?.

    Comprende un poquito, tú volverás y recuperarás tu identidad, yo me voy a quedar como esos pergaminos en las botellas que flotan por años en el mar, tenía que prepararme para todo ésto, yo no tenía ningún plan B, tú te duermes, yo me quedaba pensando en éste día, y ha llegado, y todos mis preparativos, mis entrenamientos, están funcionando, entiéndeme en serio, no podía dejar de obviar ésto, imagínate por favor, que hubiera sido de mi, si al llegar de la escuela a las tres de la tarde, me hubieras soltado ésto, así dolorosamente, así como tú eres en los últimos tiempos.

    Lo supe desde que te vi en la iglesia, aún con tu sonrisa, ya sabía que tarde o temprano te ibas a ir.

    Mientras, seguimos aquí.


    ''El amor se colgó a escondidas, esa vez
    que nos fuimos a comprar mandado''.


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  6. En la vida pasan cosas muy raras, cada día ocurre algo diferente, extraño e inesperado, mi abue fue una de esas cosas raras de la vida.

    La gente de antes, que nació allá en los años 20's tan lejanos ya, tan extintos, tiene un carácter de mierda, sólo que algunos saben disfrazarlo perfectamente con mimos, con dulces y besos, saben ser, de esos abuelos como mi papá, así muy como sobreprotectores, intolerantes al llanto de los niños, gustan de los abrazos, y de regañar a los hijos que se han convertido en padres, pero en el fondo apesta el carácter de la guerra, de la revolución y algunos aún no superan a ''Pancho Villa'' mi papá iba a la universidad vestido de ''rockero'' por eso salí así yo, en gran medida mi abue arrasó con toda muestra de cariño, amor, en la otra gran parte, quedó la desolación, decepción y tristeza permanente que mi papá, el pobre, alimenta con cariños y preocupaciones.

    Ella era, alta y robusta, medía 1.75 siguió midiendo eso después del derrame cerebral y las pastillas para adelgazar la sangre, hacía muchas comidas pero, no te confundas, su comida aunque era buena, nunca se igualó a la tuya, que a pesar de todo, sigue siendo una obra de arte.

    Ocho años es muy poco tiempo, ni siquiera podría acabalar el crédito para obtener la casa que, tanto he querido, y si llegara hacerlo tendrías que terminar de pagarlo tú, es que, por donde le veas, ocho años o tal vez nueve, es muy poco ellas tendrían dieciséis y catorce, él tendría ocho años solamente, perdería todo lo demás, no lo sé, ¿No piensas que ocho años son poco tiempo?.

    La columna siempre fue algo desapercibido, es irónico porque de chica jugaba a que me quedaba inválida, jugaba a que me moría, jugaba a que iba a ser mamá, es irónico porque, en ese entonces nunca me dolió hasta hace unos años, creí que era por varias razones, golpes de la infancia, caídas, malas posturas y tal vez el duro golpe del palo o el fuete que mi abuela me propinaba de vez en cuando... De vez en siempre, muy seguido...

    En ocho años, tendré treinta y nueve, la edad en todo su apogeo...


    ''¿Si sabes que de eso se murió Joan Sebastián? No me suena a una neoplasia, es una metástasis''.

    Por eso te digo, que aunque acabalara el crédito de la casa, tienes que seguirlo pagando tú.

    Hoy he querido ir a ver a mi papá, él es muy sensible, es como un adolescente atrapado en el cuerpo de alguien de sesenta y uno, él a veces se sale a caminar, antes caminábamos juntos, pero desde que, vivo en éste terregal seco y lejano, sólo nos vemos de lunes a viernes, como en los trabajos, como en las telenovelas que mi abuela veía, como en algunas series, no sé, he querido ir a verlo, pero él me ha dicho que lo deje para mañana, mañana hay que ir al médico, mañana nos veremos, pobre, va a tener que vivir contigo después de todo.



    A su debido tiempo, te voy a decir que nunca me gustaron tus juegos de rol, pero no te criticaré más, nunca me has dicho nada acerca de mis gustos tan ''sui generis''.

    Ocho años son suficientes para aprender a bailar.
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  7. Fue en las vísperas del día del niño cuando me dijiste que ya había llegado la notificadora con esa hoja tamaño oficio que esperábamos, me lo dijiste por teléfono, no sé si te acuerdes que estaba yo en la escuela de las niñas preparando junto con otras mamás la espectacular ''Casa del terror'' que no era más que un viejo salón lleno de polvo y de un piso de mosaicos de los de antes, de esos moteados, grandes, que tienen un raya negra por los bordes, me decías eso de la hoja de tamaño oficio, en tanto yo, le echaba pintura vegetal de color rojo, a unas telas de lino que emulaban unas cortinas manchadas de sangre, porque a los niños de ahora les gusta eso de los ''slashers'' y cosas absurdas, además a mi siempre me ha gustado el terror y por eso decidí ayudarles, todo ésto, cuando tú me decías que no entendías lo que esa hoja tenía ahí escrito.

    A las ventanas del salón, les pusimos papel de china negro para que se viera oscuro, tenebroso, también me encargué de decorar una lápida junto a uno de los Profesores, pero siempre algo me hacía caer en cuenta, que al llegar a la todavía casa, me esperaba esa hoja perfectamente bien extendida, con letras negras mayúsculas, diciendo cosas que a simple vista, sólo forman enunciados o frases, pero que,acomodadas de manera estratégica daban como resultado algo sombrío y deprimente.

    ''Tiene cinco días hábiles para pagar el monto de la deuda de lo contrario se procederá al lanzamiento del bien inmueble''.

    Y pues, si no había podido conseguir nada durante tres semanas, menos en cinco días hábiles, la hoja tamaño oficio, poco a poco fue perdiendo forma de hoja, agarró forma de rollo de telescopio con los que yo jugaba cuando era niña a ver los planetas, luego al desdoblarla parecía un chicharrón de los que venden en la tortillería ''Santo Niño'' de esos chicharrones que tú haces en aquellos domingos, no sé cuantos abogados la vieron, pero la última abogada, de esas insensibles y algo misántropas -más que yo- Dijo que no había remedio, que me resignara, pero no podía ¿Pues cómo? Además que verguenza, con toda la gente viendo como nos sacaban las cosas a la calle, uno tiene sus muebles así, muy de mírame y no me toques, pobre Ville, él acostumbra a tomar la siesta a eso de las diez u once de la mañana, ahí también lo iban a echar, si hasta a mi papá que no le gustan los animales, decía que pobrecitos, que se iban a perder y los iban a atropellar.

    El último Licenciado que desarrugó ese cacho de hoja, ya todo maltratado y machacado de mugre, sudor, lágrimas, me dijo que fuera corriendo a la Ciudad Judicial, que me tenían que enseñar el expediente ¿Recuerdas que te dije que iban a poner un candado y luego a llevarse las cosas a una bodega?

    Nunca me han gustado los elevadores, así que subí corriendo por las escaleras hasta el cuarto piso, donde un juez me explicó que nomás era que fuera el señor a promover el desalojo para que en ese mismo momento fueran y nos echaran...

    Hay palabras que nos persiguen toda la vida.

    El señor nunca fue a promover nada y un domingo de junio, llegamos a ésta casa que tiene más de treinta años, aprendí de los camiones y de despertar con el canto del gallo...

    Hay palabras que nunca se olvidan...

    Tampoco la casa de los fantasmas. 12651858753_6ee6c7caaf_b.jpg
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  8. Mi primer día de descanso estaba lleno de planes, todavía en esa época del año no arrecia el calor, pero ya no hace tanto frío ni siquiera en las mañanas, aparentemente todo iba de acuerdo al programa, de acuerdo a como lo veníamos diciendo desde dos o tres días antes.

    Salimos frescos, recién bañados, con toda la onda y todo el amor y todo lo bueno y bondadoso que un lunes te ofrece, elegí mis tenis, esos que son muy cómodos cuando camina uno, tú llevabas una playera negra casi nueva, pero todavía olía a nuevo, empujabas la carreola que alguien le regaló, pues desde que supieron que vendría al mundo, mucha gente le obsequiaba cosas, fue un niño muy popular entre los incrédulos y mala sangre.

    Caminábamos por las Avenidas de la ciudad saqueada y maldita, con el solecito de marzo, que aunque no cala, si atonta un poco y atolondra y causa sed, pero el afore estaba llenísimo llenísimo Eduardo, no quisiste entrar me acuerdo de eso, dijiste: ''Mejor volvemos mañana, si no, no va a dar tiempo de ir por las niñas.'' Tú dijiste, entonces me di cuenta que mañana no sería porque, estaría trabajando yo, volvimos a caminar hacia otra Avenida larga, empinada y empujábamos ambos la carreolita esa, que una vecina de la Calle 33 le dio porque, mucha gente cuando lo veía, le daba cosas, íbamos sonriendo, siempre sonreíamos Eduardo.

    Buscábamos una calle, pues el tiempo se acortaba y las niñas nos esperarían en el pórtico escolar, todavía ''Durán Durán'' ni siquiera hacía su aparición, se estaban preparando en el camerino.

    Otro lunes más querido Eduardo.

    Llegamos hacia donde teníamos la otra cita, porque como te digo, desde que supieron que lo teníamos mucha gente quiso darle cosas, paletas, dulces, y le iban a dar una ropa americana, cuando llegamos estaba ahí mi amiga, - De esos pocos que, quiero pensar, aún son mis amigos- Todo se resumió a besos, abrazos y cariños, él seguía sentadito en la carreola con gris, riéndose, ''Durán Durán'' Casi estaban listos, estaban nerviosos creo yo, después se fue mi amiga, a una recámara y trajo la bolsa llena de mamelucos, sandalías pequeñitas, playeras con estampados de niños y una pelota de esas que tienen luces de colores, unas muñecas para las niñas y un billete, y luego nos despedimos, me dijiste querido Eduardo que tomáramos un taxi mejor, estabas cansado, yo también y también él, porque, cuando son chiquitos, son muy necios y graciosos.

    Un lunes más, Eduardo.

    Caminamos ya por último, hasta otra Avenida disque grandota, disque congestionada, no, eso no es nada, en México Df, si que son Avenidas grandes, en la bolsa de la ropa americana, había un paquete de dulces, y saqué un bombón con chocolate, ''Durán Durán'' Afinaban las mínimas cosas, él me sonrió, siempre lo hacía, y de pronto paraste un taxi Eduardo, el chófer serio abrió la cajuela, ahora si, ya sólo faltaba poco, para que ''Durán Durán'' Hicieran una actuación magnífica.

    Mi primer día descanso estaba plagado de ideas, ahora pensaba en la cara de ellas cuando les llevara sus muñecas a la salida de la escuela, pensaba en el cóctel de frutas de la Avenida Niños Héroes, retacado de plátano,mango, leche condensada, pensaba en la comida Eduardo, en lo que ibas a hacer de comida, pero no, eso no era lo que alguien tenía en su folleto.

    Nos encaminamos por la Avenida Universidad, por fin ''Durán Durán'' Salía a escena, estaban contentos, y tocaron su canción ''Come Undone'' Ahora que lo pienso, parece una broma de mal gusto, por parte del que tenía el folleto diferente a mi programa, estaba la canción comenzando, lo puse sobre mis rodillas, porque él tiene la costumbre de ensuciar todo a su paso, y estaba tallando el asiento del taxi con el bombón de chocolate, tú, ibas sentado en el asiento de adelante, el sol, brillaba porque, siempre ha sido así, ''Durán Durán'' eran felices cantando, luego pasamos por la Glorieta de Pancho Villa, después vino la calle veinte y cinco y Bustamante, lo vi a él sentado en mis rodillas y después una figura rojiza a gran velocidad, Durán Durán, salió de escena.

    Luego vino el estruendo, un armatoste tratando de controlarse, el chófer intentaba hacer que eso parara pero ya no había remedio, segundos después todo era silencio e incertidumbre, gritos, gente asomándose al taxi para ver si aún vivíamos, tú Eduardo, hacías demasiadas preguntas hasta que un hombre te dijo que el bebé estaba bien, pobre de mi papá, lo que debió dolerle la hernia después.

    Una boquita sangrando me hizo darme cuenta que todo pudo haber terminado, bajé del vehículo y tú estabas con una herida en la frente, despierto pero entre éste mundo y el otro.

    Un lunes más, querido Eduardo.

    ''Durán Durán'' Se habían convertido en un stereo roto y yacía sobre el tablero de un Tsuru no tengo idea de que año.


    Estuvimos como cuatro horas en el hospital, todos vivimos y todos morimos tal vez por unos segundos, tal vez tú también miraste esa oscuridad, por un momento, sólo por unos pocos escasos instantes.

    Un lunes más querido Eduardo, desde que el eclipse se fue a vivir a tu ojo derecho.
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  9. Yo conozco el desierto, ese montón de arena que es caliente, que hierve, donde salen muchos animales raros y de piel dura, de piel dura pero que si les encaja uno algo, les duele a los pobrecitos, a todos nos duele que nos encajen cosas.

    La casa de mi abue era, una guarida especial llena de recovecos fuertes, esquinas que no eran picudas porque, el albañil que ayudó a darle acabados, era tuerto, mi abuela siempre le daba de desayunar cereal, fruta, burritos, tacos, y a eso del medio día, tomaba un descanso sobre la tierra ya mezclada, ella aprovechaba eso, para llevarme al jardín de niños, para que viera como jugaban y corrían, aún no tenía yo edad para ingresar y le gustaba que mirara a una de las maestras tocar el piano.

    La tristeza, querido Eduardo, es a veces un vaso rosa lleno de café con crema.

    Mi papá en ocasiones, tiene arranques muy raros, pienso que, como tuvo que hacerse cargo de mi abuela desde muy joven, no tuvo tiempo y no ejerció su adolescencia, tal vez ahora lo hace, hoy me dijo que, mi mamá, era de Acapulco ¿En serio? No es que me moleste, pero, me impresiona un poco llevar sangre de la costa sur del país, sobretodo porque, no tengo ni una pizca de la actitud pícara de aquellas personas.

    Mi mamá habla muy poco de sus orígenes, más bien habla poco conmigo y por lo tanto, nunca me ha dicho de donde proviene, lo que no entiendo es, si ya sabía lo que era sentirse rechazado, ¿Por qué decidió rechazarnos? Ya sabía yo, que la piel morena tan morena, tan cobriza, sólo es de por allá, aquí, éste cochino desierto naranja no es capaz de dar esos tonos tan ocres, ni en el pelo, ni en la piel, ni en los ojos, ni en nada, porque, éste sitio tan sombrío, sólo da a gente de piel reseca, grasosa, de pelo grueso, de caderas anchas y profusas, de melenas largas y negras, de ojos tan grandes como las lunas de todos los universos, no, ella no pudo ser de aquí nunca.

    Ella viene del mar, de donde está Leviatán encadenado, ella viene de la Diosa Yemanyá, de la espuma blanca y nácar, ella no pudo haber nacido de las piedras, del color incandescente de éste sol tan insensible en verano, no, para nada, ella sólo pudo haber venido de esos sitios tan fantásticos, de las noches estrelladas, de la arena que se vuelve vidrios, no de la que tiene espinas y alacranes, ella no era de aquí ni apunta de chingazos, ni a punta de alegrías, ella pertenece al cielo de la costa del sur, ella es de ese mundo azul que yo sólo he visto de color naranja.

    Durante un tiempo, mi abuela se dedicó a enseñarme a cantar, y mis canciones quitando las que me curan y sustituyen el maltrato, son lentas y poderosas, vienen acompasadas de telas finas, de plumas, de olor a los 50's no, pero mi mamá, nunca aceptó ser costeña, ella se tiñe el pelo rubio falso, ella y su piel morena que si es de la costa, delatan a cada paso el desasosiego que siente desde la merita raíz.

    Mi abuela querido Ed, nunca la quiso, tampoco a mi.

    Ya sé porque nos rechazó... Ya lo sé querido Eduardo ... Creo que tú, lo supiste primero.

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  10. Ya sé que piensas querido Eduardo que nadie podemos recordar cuando éramos muy bebés o muy chiquitos, pero yo si, yo si me acuerdo de eso.

    Cuando cumplí el primer año de todos, mi mamá llegó y me agarró de los brazos:''Mañana cumples un año''. Me dijo con su voz chillona y leve, yo usaba un trajecito blanco y no sé que más pasaba, después alguien me puso sobre la mesa como si fuera un bulto de mandado y vi un pastel de esos ochenteros, con la cara de ''Barbie'' en plástico y decorado sin mucho esmero y sin mucho chiste.

    Luego, mi papá sacó esa máscara del pastel y la metió en el congelador de la casa esa, de la calle treinta y una, de la colonia Santo Niño, a quien sabe que horas, ya sé, querido Eduardo, que crees que estoy confundida con otro evento, que es imposible que alguien se acuerde de cuando cumple uno, el primero de todos los años.

    Pero yo si me acuerdo...

    También recuerdo cuando estaba aprendiendo a caminar, mi tía sostenía mis brazos mientras yo levantaba mis pies, como si fuera una bailarina e intentaba correr, lo que no sabía era que primero debía sostenerme por mi misma de pie y sin ayuda de nadie.

    Ya sé, querido Eduardo todo lo que piensas acerca de todo ésto, ya sé porque en las noches, cuando me volteo me pasas el dedo índice por la columna desviada, ya sé porque me haces bonito en el pelo aún y cuando ya estoy dormida, ya sé muchas cosas sobre ésto, Eduardo, tú has visto como es aquí cuando nieva, sabes que no dura media hora, que dura mucho tiempo, que no hay clases, que de todos modos hay trabajos.

    Lo que más extraño es el cielo de las tres de la mañana, ya sabes que la nieve deja de ser blanca donde no hay pavimento, y que se mezcla con la tierra y se vuelve un lodo negro, café, un pedazo de hielo de un color nada comercial, nada consumista, nada sustentable.

    Tú dices que no puedo acordarme de cuando cumplí el primero de todos los treinta y un años... Pero si me acuerdo.
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  11. El sol casi siempre hace de las suyas a diferentes horas, como que ya no respeta como antes, la privacidad de las personas, ya no me gusta el invierno, me recuerda todas las carencias que poseemos, todos los vicios que aunque no son caros -como el café y el pan de dulce- No hemos costeado, ya no me gusta porque, el dolor de la columna es obligatoriamente inaccesible a cualquier cosa, pero de todos me levanto y asumo parte de la responsabilidad de ésto, tal vez si hubiera hablado, la abue tan mala, hubiera dejado de golpearme... Asumo mi culpa en ésto.

    Y cuando tomamos el autobús que es grande pero con tantos humanos soñolientos se hace pequeño, veo a ese sol retándome a mi y a todos ... Y las sonrisas de ellas y sus pláticas que se han vuelto ya, chuscas, dibujan en mi, una leve sonrisita, es que, mi dentista se fue y hace más de cinco años que no voy con ninguno, otra vez éstos dientes lucen feos y descoloridos.

    La calle Aldama, que es donde hacemos bajada, siempre está con sus mismas cosas, siempre está de mal humor, de eso tienen culpa los borrachines y los marihuanos y todos los que se ponen ahí a imaginar otras cosas en la noche, por ahí queda la escuela, ese rincón donde van por cinco horas y olvidan un poco la dificultad o se acuerdan más, eso depende de ellas.

    El sol, ya no es tan rosa, se pone amarillo, agarra un tono acanelado, y caminando por los mismos lugares, miro a los vagabundos que ponen su tenderete de cobijas porque, el frío arrecia en la noche, la base de colchón es un cartón y luego las cobijotas, paso y los veo dormidos, soñando, tranquilos...

    El sol ya casi no respeta a nadie...

    Ya no me gusta el tiempo de frío, me recuerda que todo es incierto, inexpresivo. maxresdefault.jpg
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