1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Sentirlo así y vivir ya es un poema pero... ¿Cuánto mide un verso? Y si... lo mido con la voz. La voz es voz no existe. Y si… lo mido con la mirada. Si no lo veo no lo creo. ¿Podría medirlo con la palabra? Antes de terminar volverás atrás para empezar. Y si… lo mido con la lógica. La lógica no acaba si la imaginación no empieza. Pues si no se puede medir, ser poeta es mentira.

    Quien no haya medido un verso, que se levante, se lo voy a explicar.
    Todo es poesía en el mundo de las realidades pero tiene la dimensión exacta de un sueño.


    Mi espejo se mira en esa dama
    que hipnotiza y reina en mi tablero
    irrumpe de repente en esta calma
    y me domina, y me desnuda... en este juego.

    En papel blanco dibuja mi locura
    tiene ese no sé qué de la ternura
    para transformar lo doloroso en hermosura
    y hacer ausente lo presente de mi amargura.

    De pronto estoy pero no estoy
    veo el presente con ojos irreales
    ya no sé ni lo que soy
    es un momento sin espejos ni cristales.

    Todo es confuso alrededor,
    el cigarro enciende al fumador,
    la derecha se encuentra al otro lado,
    el vino se bebe al embriagado.

    La poesía de la hoja se separa
    y el girasol oculta su mirada.
    Nada se da partido todo se entrega entero,
    temor y soledad, impotencia y desespero.

    El traje... de novia se viste.
    El hambre... es algo que no existe.
    Se apaga la luz con la almohada
    y sale la luna de madrugada.

    Y como aprendiz que confunde al profesor
    leo entre líneas que todo eso… ¡¡Es amor!!
  2. Qué cosas tendrás que puedes detener el tiempo. Cuando me ciegas creo que no te he visto y, sin embargo, me miras. Mejor buscarte en las manos cuando te derrites entre mis dedos. Me abrazo a ti por si me visitara la condición de tener un nombre que te descifre. El día que te conocí fue un día cualquiera. Mis sueños no eran de colores pero apuré cada sorbo de ti y les creció la luz.


    Escucha mis argumentos:

    Cuando estés lejos,
    te querré con mis ojos,
    aunque solo sea porque
    vendrás de un aire diferente
    y serás expansiva
    como las razones por las que podré verte.
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    Cuando estés dentro,
    te querré con mis lágrimas,
    aunque estas estén en paro
    por reajuste personal
    y se me licue hasta el corazón.
    [​IMG]
    Cuando estés a mi lado,
    te querré con mi sueño,
    aunque extrañado temiese caer
    en otro sueño que fuese ya absoluto,
    porque todo sucederá de tal suerte
    que será un laberinto sin salida.
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    Cuando estés distante,
    te querré con mi silencio,
    aunque sea denso como la niebla
    y tan persistente
    como la sospecha de tu partida.
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    Cuando llore,
    te querré con la palabra,
    aunque mis ojos te tengan por testigo.
    La palabra se irá como voz desprotegida,
    esperando crecer entre tus muros.

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    Cuando ames, amaré. Aunque
    convendría que alguien pintara la escena.

    El mundo debería ser así,
    con el cielo estallado de ti.
    Nada habrá en él que reconozca.
    Llenará sus pulmones de tu luz.
    Pintará el árbol de la vida
    mientras las hojas irán volviendo,
    una a una, hasta las ramas.
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  3. No está mal ese afán de ser tocado,
    poseído por una mano amable,
    por un corazón que lata con soltura,
    el mío sospecha tu presencia a cada instante.
    Acaso fuera bueno esforzarme
    por poner nombre a las nubes que pasan,
    no sería suficiente sin embargo,
    el viento choca demasiado violento contra el rostro
    y me distraes con imperturbable insistencia.
    Subes, bajas, miras, ríes, lloras,
    hablas, callas, resoplas y me ahogas.
    Estallas mi corazón y me revientas el alma,
    demasiado denso tu aire entre las manos
    recorrido por mis dedos de ciego.


    No está mal buscar la horca transparente de la nostalgia,
    sentir sus uñas sobre la garganta
    dibujando un laberinto circular con transparencia infinita.
    No está mal tu manera tan dulce de pisar la nieve
    y sonreír como si estuvieras recitando un poema
    con la boca estremecida de esperanza.


    No está mal salir sin ruido a la calle
    donde me esperan tus labios
    cayendo como copos de nieve.
    Luego escribo versos de humo
    mientras cambian de color los semáforos,
    y... ¿sabes?
    quiero escribir que la melancolía cruza la calle
    descubriendo el asombro que levantan tus labios
    como un inevitable poema.


    No está mal cavilar sobre la escena a cada paso
    mientras me pregunto con ternura
    qué tal lo pasaste cuando hacíamos el amor
    sobre un lecho de caricias.
    Adivino tu ausencia sobre la almohada de los sueños,
    mi cuerpo se hace transparente
    y me invade el lento vértigo de tus versos.


    No está mal la asfixia de tus besos acariciándome la nuca
    mientras quiebra mi cuerpo
    ................................................y mis manos se

    .................................................................................de
    ........................................................................................rrum
    ..............................................................................................bban
    .....................................................................................................como palomas heridas.
    A liliana leoni le gusta esto.


  4. Me atreví a disfrazarme de gota de agua
    y como suelo estar de sombra lleno
    no quise transmitir mi desconsuelo
    al pozo sin fondo de tu mirada.
    Tus ojos acordonaron la gota y la redujeron a futuro,
    por encantamiento la miré por dentro
    y el hecho de encontrarla cargada de sentido
    me bastó para echarme en camino e irme a otear.
    Esto es lo que vi:
    mi vida puesta en paz sobre sueños de ciudades imposibles
    y yo viviendo de tu sonrisa.
    Afuera eras tormenta pero aquí yaces dormida,
    dormida eres nube toda llena de palabras
    pero tan callada como el débil latir de una paloma.
    Tocaste mis palabras con el roce de tu pelo
    y vi con asombro tu falta de asombro.
    Te diría pletórica de un tiempo sin horario
    como ese vago sueño que se mueve en el sueño
    donde esperar a nadie
    transmite la euforia de una presencia no elegida.
    Comprobé que no envejecen los años,
    acaso los propósitos,
    condenados a la vulgar rutina de los días.
    En tu suave rostro manchado de lluvia
    la nostalgia se alejó con la gota que corría veloz por tus mejillas.
    Y sin embargo quedaba allí,
    al final del trayecto,
    junto a tu impaciente belleza...
    y la vuelta al presente me estaba vedada.


  5. Antes que nada diría que, por el vuelo de tus ojos, mis
    letras tienen el tamaño de tu ropa. Por el asombro de los míos
    me pregunto si un día pensarías en quitarte despacio el deseo
    aunque brillases como la sombra femenina de la tentación


    Vistiéndome de alquimista transformaría
    el deslumbrante momento en un desafío extraño al corazón
    la lujuria parecería tan poco peligrosa como una mujer
    anunciando su miedo a los tacones, como si el ritmo de sus
    zapatos dependiese del giro de la música
    que siempre la acompaña cuando cruza una estancia,
    un día te preguntaré lo que piensas, apostaría a que tienes
    en la boca mil bombillas doradas en cuya luz serena exprimes
    zumo con la palabra felicidad. La misma que pones en tu risa


    Demasiado presupongo, lo sé, lo justo para no sucumbir al tenaz
    empeño del corazón, capaz de tejer una trama de esperanza


    Las letras tienen el tamaño de tu ropa, te persiguen por las paredes,
    agotadas como sombras, esconden mi costumbre de enmarañarlo todo.

    Me hace sentir que cada día es cada día mientras estoy
    ocupado en este acróstico, pensando que habrás quedado
    registrada en mí de esa manera, porque en ese momento
    acaso sonreíste medianamente, y me di cuenta.
  6. Hoy te tuve entre mis brazos
    sus ojos fueron la evidencia
    eras una niñita jugando en mi regazo,
    y regalándole besitos que calmaban su impaciencia
    vi tu mirada en sus ojitos de clavel.
    Los tuyos a la deriva preguntaban... Será él.
    ¿Será mi amor quien hace estos barquitos de papel?

    Imaginando ser estela en el mar
    me embarco en tus ecos de silencio.
    Jugando al escondite con tu ausencia
    he descubierto la verdad.

    Reconozco tu mirada en medio de mi entorno.
    Por verte mirar, por saber hacerme,
    escribiré en su piel con un beso
    siempre, siempre que vuelvas para verme.
    A ti y a roman roses les gusta esto.
  7. (No existe mayor aflicción
    que la de verte obligado
    a amontonar recuerdos en tu cuarto.)


    Solo el tiempo pondera
    los recuerdos prendidos de tu sombra.
    Debo echarle a tus ojos
    algo más que la fragancia de mis manos,
    no quisieran sino rozar tu alma
    pues es tiempo de acariciar en orden tus sueños,
    te pareces tanto a uno que soñaste temblorosa
    que me produce sentir tu pulso agitado por mi causa.

    Cuando caen las sombras
    en la vida, suele rondar implacable el temor
    porque las sombras vierten esos significados
    que ni las palabras entienden.

    Sé que han sido horas en tu cuarto que hacen daño
    es por eso de darte luz sin usar envuelta de esperanza.
    Ignora la herida que te desgarró el alma
    es bueno permitirle a los ojos
    golpear con cólera el cuerpo.
    Aunque sudes con olor a miedos
    y se te enturbie la voz,
    ........yo me daré cuenta
    ...........y siempre te diré...
    ...................tranquila, todo estará bien.

    (Yo querría solamente interesarte
    una fecha para abrigarme contigo)


  8. y ha girado la vida, tras un nuevo giro, todo sigue igual.

    Mira que está redondo el día,
    bosteza el gato tras la sombra.
    Viene el aire dulce, trae flores limpias.
    Sale el sol con claridad temprana
    pintando la fachada.

    Los insectos interrumpen con su vuelo,
    la quietud del verano sobre el pozo
    y el eco de una voz sobre su agua
    resuelve el enigma. La abuela,
    entonces siempre estaba...

    ...la ropa secándose a la brisa,
    sus manos en la masa,
    el carbón en la cocina,
    el humo por la estancia.

    Como el rumor de aquellos pájaros,
    así quiero contar todas tus cosas.
    Que suene hoy tu olvidado nombre
    tras el cristal de aquella estancia.

    Con qué delicadeza
    extraño tus costumbres.
    Regalabas mano atenta,
    energía discreta, sostenida,
    dejando la tristeza perdida de ternura.

    Desde el balcón, el mismo cuarto,
    miras, sonríes más allá del cansancio,
    no sabes cuánto tiempo ha girado.

    De pronto...
    una nube de plata me desnuda,
    dispuesto como estaba
    a otro día de sol infatigable,
    tu llanto de alegría me sorprende,
    cae menuda la llovizna
    y prepara mi corazón para el invierno.

    Gira y gira el mundo, abuela,
    no ha perdido la costumbre.
    A liliana leoni le gusta esto.

  9. Hoy sentí una extraña ilusión, una sensación íntima desde hacía tiempo desconocida que volvió a hermanarme con el paisaje, la parte de mi vida que descansaba bajo el sol delante de mis ojos. Al notar la luz limpia y cálida que entraba en la habitación de madre, me acerqué a la ventana. El pueblo dormía con un respiración tranquila como si solo tuviese interés por dejar pasar el tiempo, los días, las horas, los segundos.
    Hay lugares que logran poner patas arriba nuestra percepción del mundo, logran confundir los meses y las estaciones, logran mezclar los materiales con los que se fabrica la realidad. Son como sentimientos que estallaran en el aire justo delante de nuestros ojos.
    En el cerezo que durante tantos años había visto con los ojos de la infancia advertí el brote de nuevas hojas, con un insólito brillo verde y diminuto que temblaba de alegría, que me hizo fijarme con más atención en el cielo despejado, en la proximidad de las montañas en tiempos pasados tan apartadas, en la cordialidad esponjosa de la tierra del huerto, en el rumor tímido de vida que caía sobre la enredadera de la señora Amadora, en la cantilena de los gorriones o en murmullo del río.
    Llevaba más de un año sin sentirme unido a la realidad que veían mis ojos en la casa de mis padres. La desgracia de la muerte de papá y la descomposición de las ilusiones habían impuesto una sensación de distancia aguda, de despego irremediable. La casa, el barrio, devorados por el dolor fueron remplazados por nuevos paisajes pero nada brillaba de la misma manera, nada consiguió devolverme el sentimiento de pertenencia, todo parecía crecer y pasar en falso.
    Hoy al descubrir los síntomas de la primavera en la calle, desde la ventana del dormitorio en el que mi padre había vivido sus últimos meses, recuperé de golpe la convicción de estar vinculado al paisaje y respiré con los pulmones más limpios y libres. El reposo absoluto interrumpido solo por la presencia de mamá, obligaba a permanecer encerrado en uno mismo al margen del mundo que me llegaba casi siempre a través del oído.
    Cerca del río, en la casa baja ahora habitada sólo por mamá, desde niño había oído pasar la vida, pasar al carbonero con el carro y su caballo bajo la ventana, pasar a los hijos de Amadora llenando los silencios de risas o de gritos, había oído tocar las campanas de la iglesia, había oído los días grises del otoño y las horas congeladas del invierno.
    Solo la presencia del cerezo en la ventana me había acompañado como una metáfora de su propia existencia solitaria. Por eso me conmovió descubrir nuevos brotes en sus ramas el día que vi al árbol cubierto de flores blancas teñidas con el rosa soleado de la nostalgia.
    A mamá las visitas le sirven de ayuda cotidiana pero sobre todo le ayudan en la necesidad de expulsar al pasado y al futuro de sus preocupaciones inmediatas. El porvenir se le ha llenado más que nunca de incógnitas y es mejor no insistir en él, evitar las miradas de larga distancia.
    -Mañana será lo que sea pero hoy debes comer bien, conseguir una buena postura en el sillón que esconda el dolor de tu espalda y dormir una buena siesta.-
    El cerezo en flor me regaló la sensación instintiva de que tratar de describirlo en un poema o en una carta era la única forma de combatir su inmovilidad. Quería escribir para contarlo, para darle sentido, y a veces, aunque exista una distancia infinita entre las imágenes que se ven y las palabras utilizadas para contarlo, se tiene la sensación de que nada se completa hasta que no está puesto por escrito.
    Ahora me doy cuenta de que mamá cuando sonríe no trata de animarse si no de darle una orientación a su dolor, pese a todo, aún es posible mantener algo de esperanza. Ella conoce bien el origen del cerezo y toda la historia guardada en cada cuarto de la casa, sabe cuántas conversaciones, cuántas estrategias para llegar a fin de mes y cuántos sueños desaparecieron dejando pequeñas heridas que iban quedando debajo de la superficie de su rostro.
    Sin embargo, debajo del cerezo nadie sabe todo lo que puede caber. Muchas cosas, muchas palabras bellas que nunca fueron demasiadas. De este lado todo lo que interesa mantiene la misma magia de la infancia, las ramas abiertas para recibir el máximo sol posible, los troncos aparcados en la sombra, la fachada cubierta de colores, el banco sentado en la plaza.
    La sombra que no aparece que provisionalmente es la mía, apenas se molesta en describir cómo lo arregló todo para este momento. Pudiera parecer que ante esta imagen no tiene sentido escribir poesía y aun si así fuera, desde esta perspectiva primaveral el árbol pareciera estar insertado en un recuerdo del ayer, más bien del anteayer. Si cierro los ojos bailarán dentro de mi cabeza los reflejos de mil carcajadas entre bromas, hay voces de niños, preguntas que llegan como desde muy lejos y detrás de las preguntas, hay risas nerviosas que se van deshaciendo entre caricias.
    Al fondo, la casa de mis padres, durante mi ausencia se había llenado de telarañas y hoy las cosas asoman recubiertas por una película ocre. Hoy la casa parecía tocada por algo que no tenía en el momento de ausentarme.

  10. Aquí las palabras tiemblan tocadas por tus dedos, irán a internarse en uno de los bosques que se desprende de la ciudad. Hubiera bastado unas cuantas, esas que se pronuncian con un movimiento unánime de tus ojos, las habría hecho resbalar por el centro de mi asombro. Allí cada palabra es transparente, gravita en un aliento común. De modo que si dices... <<Ciudad>> la palabra se ilumina, mientras la imaginación despliega sus mapas. Si pronuncio... << De todas partes>> Un bosque de ilusiones se vuelve un instante y en su giro enciende un rosal de sueños.
    Hay pocos conceptos abstractos que nos inunden tanto como la ciudad de todas partes. Y es que la ciudad encarna en quien con ella se encuentra pero lo hace desertando, sin entregarse, como un latido exento, dejando un deseo inextinguible de su alma resbaladiza; en una huida que hiere y cura al mismo tiempo.
    La ciudad vence al tiempo siendo ella efímera y en lo que nos da está lo que nos quita. Siempre confusa, siempre enigmática, se nos revela mediante múltiples encuentros; el quieto y distante como una luz de nácar, el que deshilvanando un principio, va adquiriendo textura en cada una de nuestras miradas. El encuentro furtivo que nos hirió con su rayo y desde entonces nos persigue. El encuentro que se desabrocha y nos hace sentirnos desnudos y en íntima contemplación.
    Esta ciudad unas veces nos salva al reflejar en su espejo nuestros sueños y otras nos destruye al atraparnos en sus ondas tan impalpables como su espíritu. Nos toma como un escalofrío cuando sentimos nostalgia. Su pulso crea arritmia y es ella que nos cambia el ritmo para que todo lo que nuestra memoria resucite sea bello, pues solo el sentimiento cuenta en esta historia. Yo desearía que tu propia piel se correspondiera con el escozor de luz que da mirarte pero en esta ciudad las únicas reglas las pones tú. No preguntes, es misterio.
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  11. [​IMG]

    Ayyyy… ¡Angelina!

    Me queda la pureza intermitente
    de haberte chupado hasta los huesos.
    Nunca traicionaré aquellos besos
    ni se lo contaré jamás a cierta gente.

    Escupiendo está el Pitt su último diente
    tranki, aún levanta los ojos, ta casi ileso,
    yo los tengo en libertad estando preso
    y puedo encañorarte justo en frente.

    Alguien me reprenderá dentro de un sueño
    ¡Aporreaste a un tal Brad Pitt, hermano mío!
    y podré contestar lleno de miel.

    ¡Quienquiera que tu seas!, ese fue mi empeño.
    K.O. al Pitt siii!! y con la Jolie tuve un escalofrío
    que me puso en trance hasta la piel.​
    A Uqbar y daniiela15 les gusta esto.
  12. Anochece mientras venzo al día entre el tumulto alborotado de estas calles. Es día de mercado, la plaza se ha vestido de una nostalgia perpetua. Huelo el invierno, el mismo que este atardecer el gentío transpira. El cielo está bajo. No sé lo que espero pero estoy esperando. Sospecho que el invierno ya me conoce. Me deja pasar sin pagar entrada a un nuevo anochecer. Gasto la última parte de la tarde en la misma cafetería de ayer. La camarera no me sonríe ni una sola vez, adivina que hago que bebo, y bebo poco, que hago como que hablo, y no digo nada. Me sospecha desorientado como aquel viajero sin billete. No se imagina que me encuentre en un tiempo detenido. Es, en esta espera reflejada como una rosa blanca en el cristal de la mesa, donde hablo con sus ojos. Me cuentan que ellos también odian las horas y los relojes.

    Aquí, esperando en el atardecer de mí memoria, los recuerdos se enhebran en las calles, en las chimeneas empedradas de íntimo calor donde el sol planta los últimos hilos dorados que las golondrinas ponen como saliva en su lengua. Todo el peso de la ausencia en mis ojos y al cerrarlos, centellean en mis párpados los suyos color cielo. Y la nombro una y otra vez, evocando ese libro de fuego que he leído mil veces en su cuerpo. Lleva en la piel un veneno tan veloz que la taza de café se derrite entre mis dedos. Lleva esa luz de los ángeles caídos, ese juego de metáforas que convierte mi espera en paraíso.
    Sucedió algo mágico. Apareció en mi extraño respirar, como un temblor de amor y nostalgia, como la lluvia cuando humedece la tierra. Ocurrió algo irrepetible, ajeno al tiempo. Apareció extraviada delante de mis ojos abiertos, desbordados por su luz. La tarde se alejaba con pausa, acariciando las alas de las golondrinas, que formando remolino, derramaban el último vuelo del atardecer sobre los tejados. En aquel momento brotó el deseo en mi alma.

    Su mirada es tan parecida a un mar o a un río. Tan ostentosa en el reparto de su extraordinaria belleza. Tan favorecida por un cielo espléndido que me hizo olvidar casi todos mis defectos. Tan ingenuamente contenida de sí misma. Tan llena de tesoros. Tan proyectada de pasión. Tan prendida de auténtica nobleza. Tan insospechadamente de otro tiempo. Tan capaz de hablar su propio idioma que me fue preciso perder el juicio. Es por eso que gasté la tarde entera en una cafetería donde la camarera ahora me sonríe, por eso hice como que bebía y bebí mucho, hice como que hablaba y lo dije todo. Para terminar, fingí que iba al lavabo yendo al cuarto de la pensión con sus mantas frías. De este modo pude llegar a comprender el porqué de tal cantidad de transparencia en su mirada. Una vez en aquella habitación, todo lo invadió la pasión y la debilidad.
    Rodaron mis sentidos tomados por un ardor excesivo que acabó por vencerme y me envió a un laberinto. Del oscuro murmullo de mi cuerpo salió el jugo que empapó aquellos instantes. Besar y seguir, morder y esperar. Abrir y cerrar todo. Los ojos y el alma. Los cajones y las puertas. Enredándome en un envoltorio de ropas y de manos para poder gozar un poco más la espera sin arañarnos. Tensa como una fruta recién metida en la boca cayó sobre mí. Todo fueron sensaciones, todo deslizamientos para escapar de mi piel en busca de nuestro propio tiempo. Los últimos resplandores de la tarde fueron borrados de un plumazo de los cristales, de su pelo y de su cara, no obstante, seguía iluminada. Se sentó a mis pies. Y yo toqué su cabello y enredándolo entre mis dedos acaricié sus pensamientos. Éramos septiembre, fuimos el mismo paisaje, el mismo deseo tratando de cruzar idéntica puerta. Tomé su mano y mirando sus ojos me acerqué a sus labios para saborearla, para comerla. La llevé dentro de mí soñando esconderla, nadie la alejaría de mi lado. Lo suyo era yo. Fue posible seguirla en cada movimiento por aquella habitación sin dar un sólo paso. Me recogió con la mirada y me llevó para vivir respirando su aire. Acaricié su piel, su sabor, su dulzura; todo como si su cuerpo fuese a aparecer entre mis manos. Al regresar de aquel maravilloso vuelo de silencios quizás fue cuando más la quise. Pasó sus manos por mi cuerpo deslizándose como aquellas pompas de jabón de mi infancia, con caricias limpias y llenas de burbujas de ternura. Estaba el amor calmado, allí mismo, en septiembre, en aquel cuarto y dispuesto a seguir en el tiempo. Realmente lo suyo era yo pero ella fue entera mía.


    Había estado en aquel bar. Había estado en su mirada como un pequeño animal enloquecido corriendo entre recuerdos para encontrarla. En el pequeño local sólo cristales de vaho empañados por murmullos en desorden y yo. Sintiendo mis palabras y cierto temor hacia las suyas. Durante toda la noche, agua, viento. Lluvia alrededor, lluvia encima… y yo. Sintiendo sed de ella. Necesitándola. Gotas de agua en las manos y gotas de la noche resbalándose por mí rostro. Esperando, no sé el qué. Temiendo el día aunque faltara tiempo para un nuevo amanecer.

    Alguien se me acerca por el camino. Una sombra oscura bajo un paraguas sujeta una linterna. Una luz diminuta e inquieta parece que me busca. ¿Acaso es ella?
    Cogidos de la mano apretados bajo el paraguas, volvemos a casa. La noche siembra más noche, sin embargo, ahora estamos seguros que pronto amanecerá. Acompañados por la luz de la linterna caminamos largo rato bajo la lluvia. Espero que deje de llover. No es preciso, ha aparecido. Como siempre, la lluvia la había traído de vuelta. Al entrar en casa me acompañó a la cocina, acercándome al grifo lavó mis manos con agua caliente y jabón, con la ternura a flor de piel y el propósito de hacer que entrase en calor. Se alejó un momento diciendo, hay que encender la chimenea, estás helado. Traeré mi manta especial. Antes de que encienda la primera cerilla le digo que la quiero y cuando acaba de preparar el fuego y regresa a mi lado, vuelvo a decirle que la quiero. Más bella que nunca se acurruca entre mis brazos para darme calor a la vez que tiende la manta sobre nosotros, cubriendo también parte del viejo sillón.
    Cuando por fin puedo sentir en mi piel su presencia, su calor, se desploma el tiempo y las ganas de respirar y sé que la amaré incluso más allá de perder la memoria. Me abracé temblando a su cuerpo y cerrando los ojos me fui alimentando de su tacto, de su olor, de sus besos. Deseé que el alma se me fuera para permanecer entre aquellas paredes eternamente.

    Decididamente felicidad era ese abrazo, era sentir su presencia, era estar a su lado. La realidad fue un prodigio con su rostro, con su cuerpo. Sin hablar, nuestras bocas se perdieron una dentro de la otra. La imaginé desnuda, en el cuarto arriba, sobre la cama, debajo de mí. No había marcha atrás ni forma de manipular el tiempo. Tiempo que ahora tiembla en el borde de la ventana donde el sol aún no ha llegado. Sólo es cuestión de levantarse del sillón y comenzar el día, pero hasta la misma luz se esconde. Está debajo de la manta revoloteando entre sus ojos como un temblor húmedo. El tiempo encogido de hombros, sin saber si quedarse o alejarse se limita a hacernos compañía.

    Está el amor, como el tiempo, quieto. Desde hace tiempo vivo en esa mirada, cerca de ella, aunque mi mirada sea otra.
    A ti y a Malena Marquez les gusta esto.
  13. A Uqbar le gusta esto.
  14. [​IMG]
    Dulce,
    sencillamente dulce a veces.
    Es el temblor de luz en la retina,
    es el golpe de voz contra el misterio.
    Se disfraza como puede y nadie sabe por qué.
    Enigmática protagonista de una misteriosa trama.

    Esa extraña que me conoce, y que llamo Bianchi,
    ha aprendido con el tiempo a jugar sin cartas,
    a no sufrir más de lo preciso en el trozo de corazón que le queda.

    Contempla todo desde ese punto intermedio
    en la frontera entre dentro y fuera,
    desde esa penumbra que da la realidad y el sueño.

    Sé que lo contempla todo con precisión y sorpresa
    con los ojos cerrados, casi religiosamente.
    Se agarra a la vida con las manos,
    moderadamente robot, moderadamente pasional.

    A veces no la comprendo, pero sí la puedo sentir.
    Es el temblor de luz que me invento.
    No tiene explicación.

    A Uqbar le gusta esto.
  15. Definición de marrón:

    Es aquella pelotera de suma importancia para el desarrollo estratégico del buen comportamiento que ha de ser realizada con el máximo mosqueo y en el menor plazo posible.


    Agravantes que pueden darse en un marrón.
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    El sonido del marrón: Aunque los marrones, por regla general, caen de improviso y sin avisar, es posible a veces detectarlos por el sonido característico que emiten al caer sobre su destinatario.

    TAS TONTOOO!!!!!

    Introducción: Por regla general, la introducción del marrón suele llevarse a cabo por medio de frases del estilo de: "Oye, tú, te crees que no te he visto ¿verdad?" o "Mira, ha surgido una cosa que hay que resolver en este mismo instante. Sii? Dime, el qué? Zass!! Ayyyy!! Pues eso.


    Síntomas: Una vez que el marrón ha caído encima, se le puede reconocer por los siguientes síntomas:

    Nerviosismo y desasosiego

    Caída de hombros, dificultad para respirar.

    Mala leche, en función del tipo y plazos del marrón.

    El cubata te sabe a rayos y aumento alarmante en el consumo de café.

    La prueba del nueve: Si, pese a las indicaciones anteriores, aún no tienes claro sí lo que te ha caído encima es un marrón, puedes llevar a cabo la llamada prueba del nueve del marrón: solicítese ayuda a la susodicha referente al marrón objeto de sospechas. Si la aludida responde "Mira, a mí no me líes"; puedes estar plenamente seguro de que uno se está enfrentando a un auténtico y genuino marrón.
    A Uqbar le gusta esto.