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  1. MUCHACHITA

    Ayer me sorprendiste
    y me puse un poco triste,
    al percibir que te habías
    aplicado un perfume
    de mujer.

    Porque quieres alejarte
    de algo tan maravilloso
    como es la juventud y menos
    sin haberla vivido, olvida
    tu afán y disfruta de algo
    tan espectacular.

    Mira hacia adelante
    y le veras el colorido a la vida,
    y en el espejo podrás observar
    reflejados como florecen tus
    maravillosos encantos,
    que se van viendo crecer.

    Sé que te gustaría ser,
    ya, en este momento,
    una mujer, yo diría
    un monumento, pero a cada
    afán se le llega su momento.

    Piensa que cada día que
    pasa te acercas más a
    una madurez,que te
    fortalecerá el camino
    para llegar a la cúspide
    y a una lejana vejez.

    Pero no pretendas
    acercarte tan a la carrera
    a la vejez, porque estarías
    viviendo la vida al revés;
    yo sé que este escrito
    está cortico, pero para
    finalizar te quiero recordar,
    que la vida es un ratico.
  2. BASADO EN LA NOVELA LA
    VORÁGINE, DEL ESCRITOR
    JOSÉ EUSTASIO RIVERA.​

    LA VORÁGINE Y MI IMAGINACIÓN

    Para
    entenderme
    con la mujer que quiero,
    tuve en cuenta que nada supe
    de los deliquios embriagadores
    ni de la confidencia sentimental,
    porque fui siempre el dominador cuyos labios no
    conocieron la súplica, y siempre ambicioné el don
    divino del amor ideal.

    Para que mi alma
    destellara en mi cuerpo,
    como la llama sobre un leño,
    hacía mucho tiempo había renunciado
    ya a la esperanza de sentir un afecto puro,
    y no hice como algunos que se hincaron ante
    muchas mujeres, implorando un amor
    misericordioso.

    Lo mío no
    fue un amorío fácil,
    si se entregó fue por amor y lo
    hizo con muchas vacilaciones, porque
    en su mente temía que su desgracia se oponía a
    mi porvenir, por eso me propuso.

    -Toma mi suerte, pero dame el amor.

    Aquella noche
    tuve por confidente
    al insomnio, en mi desvelo
    veía parpadear las estrellas
    y el follaje de las palmeras que
    el viento hacia inclinar ante la noche
    clara, y un silencio infinito flotaba en el ámbito,
    azulando la transparencia del aire, mientras mi
    amada dormía con agitada respiración.

    Entonces tuve
    reflexiones agobiadoras,
    pensando siempre en la jovencita
    que quería inmolar mis pasiones, amparada en
    sus sueños de gloria, y sus ansias de triunfo.

    Mi mente
    me recordaba
    que el lazo que a esta
    niña me une, lo anuda el hastío,
    atribuyéndole lo que en ninguna hembra
    descubrí jamás.

    Saciado el antojo
    qué mérito tiene el cuerpo
    que a tan caro precio adquirí,
    aunque reciba el calor de su sangre,
    estaré tan lejos de ella, como la constelación
    taciturna que se inclina sobre el horizonte.

    En ese momento
    me sentí pusilánime,
    no era que mi energía
    desmayara sino que empezaba
    a invadirme un fastidio silencioso
    siempre que la observaba desnuda,
    pero después de las locuras de poseerla qué
    seguía.

    Sentía que este
    amor me estorbaba
    como un grillete, si al
    menos fuera menos agraciada
    y menos bisoña, nunca había visto
    mansedumbre semejante, lo raro fue
    que después de poseerla, se quiso apoderar
    de esa libertad de espíritu que yo no estaba en
    condiciones de perder.

    Desde
    la silenciosa
    alcoba veía cómo
    unas sombras intermitentes
    se movían, como si alguien
    las aguijara, y resolví conseguir un
    cocimiento de yerbas para bajarme
    la tensión.

    Sabía que el
    escándalo ardía,
    ávidos por las
    murmuraciones de
    nuestros malquerientes,
    parecíamos que huyéramos
    de un fantasma, cuyo poder
    se lo atribuíamos nosotros mismos.

    Ya entrada la noche me manifestó:

    -Estoy convencida de que te canso.

    No le respondí
    hasta el otro día,
    que multipliqué las dádivas y
    estreché el asedio.

    Entonces,
    en agradecimiento,
    se lanzó nuevamente
    a mis brazos y me dijo:

    -De ti no quiero nada,
    busca por el mundo
    un alma que no sea infame
    como la mía, que nada espero de ti.

    Mientras
    recostada a una
    enorme matera, yo la poseía,
    ella con una mano convulsa arrancaba puñados
    de yerba, enfrentándoseme
    recalcó:

    -Crees que no advertí
    ayer tus persecuciones a la
    greñuda que no te quitó el ojo,
    y que seguramente has seducido
    más de una vez; déjame que contigo
    no iré ni al cielo.

    Hubiera deseado
    mantenerla abrazada y
    agradecerle sus celos, en cambió
    le pedí:

    -No me hables
    más de esa joven,
    y menos en un instante
    como este.

    Una claridad
    rojiza se encendió
    de súbito, y al lado de donde nos
    amábamos, surgió el insomne reflejo.

    Entretanto
    continuábamos
    acariciándonos en silencio,
    en mi espíritu penetraba una
    sensación que fluía de las constelaciones
    cercanas, y otra vez volví a recordar que esta
    niña se había hundido irremediablemente en la
    mitad de mi ser.

    Podía comprometer
    mi edad, y hasta la razón
    de mis ilusiones; porque cuando
    reflexionara ya no habría quizá a quién
    ofrendarlas, o dioses desconocidos ocuparían el altar
    a que estaban destinadas.

    El amor que me
    servía de remordimiento,
    era el lenitivo de mi congoja,
    a pesar de que iba tan bien como
    la semilla que impulsa el viento buscando
    la tierra que la espera.

    Parecía que hubiera
    triunfado su timidez,
    y las consecuencias que
    imponen las cosas irreparables,
    aunque no te ame como quieres,
    decía, serás para mi el hombre que me
    enseñó y me hizo experta, no como otros
    que lo único que hicieron fue entregarme a la
    desgracia.

    Por eso no
    podré olvidar
    el papel que has
    desempeñado en mi vida,
    tú sabes que soy ridículamente
    hermosa, y el amparo que ahora te pido
    no es el de tu dinero, sino el de tu corazón.

    Entonces le pregunté:

    -¿Por qué me
    imploras lo que me
    apresuré a ofrecerte de
    manera espontánea?,
    si por ti dejé mis anteriores
    amores y me lancé a la aventura
    de tu amor, cualesquiera que fueren
    los resultados, y te pregunto si tendrás valor de
    sufrir y confiar.

    -La adversidad
    es una sola, y nosotros
    seremos dos, -me respondió-.

    Al oír su respuesta le dije en tono despectivo:

    -Pareces hermana
    de las nueve musas- y oí su risa
    sarcástica, que me pareció un alivio para su
    nerviosismo.

    Un instante
    después añadió:
    -Seguramente nuestro amor
    es tan imposible como desear
    que esta noche salga el sol- y emprendió
    la única carrera de la cual no me hubiera gustado
    presenciar su partida.
  3. EN LA ETERNIDAD, SE ARA SILENCIO

    Te necesito, silencio,
    como mi cuerpo necesita
    el aire que respira.

    Tu existencia es
    en mi vida y en mi mente,
    algo que debe estar presente.

    Cargada de silencio
    está la brisa, lo mismo el movimiento
    de las ramas que te arrullan, y los guaduales lloran cuando les hacen bulla.

    Silenciosas están
    las nubes y en silencio caen las
    gotas de una fina lluvia.

    En silencio la mañana
    se esfuma, dándole paso
    a la tarde, para terminar el día,
    y en silencio llega la noche calurosa o fría.

    Empieza a hacerse
    largo el sufrimiento; cuando el que
    sufre, rompe el silencio
    con un lamento.

    En silencio espera la
    amante al ser querido, y en silencio
    sufre y llora si al amanecer no ha aparecido.

    En la noche oscura
    y fría la luna disfruta sola, de su
    infinito silencio y en silencio reparte la luz sobre la tierra.

    Bello es que al
    silencio lo interrumpa
    solo un instante, el grito majestuoso
    de un extensivo orgasmo, y una lagrima
    de felicidad silencie lo sentido.

    Anhelo calladamente
    terminar la vida, y alcanzar
    el silencio de la vida eterna.

    Sólo aspiro reposar
    mi cuerpo donde el silencio
    de un lugar empradizado y frío
    reemplace la vida, hasta que el llegar
    silencioso de los años haga olvidar, en silencio,
    lo que fue mi vida.

  4. NUESTRO AMOR

    Nadie en este
    mundo entenderá
    este amor, amor que se
    cultiva día a día, aquel que
    hemos construido con espinas
    y tropiezos, pero recordando el
    sentimiento verdadero que conlleva
    a amarnos mas y mas.

    A sentir un poco
    más el amor cuando
    estamos solos, a enloquecer
    con cada botón que desabrochas,
    pensando en tus manos, suplicándole
    a mi boca los secretos que me has confesado,
    que deseas tenerme tan cerca, con los ojitos abiertos
    de par en par, imaginando qué harás.

    Sigo pretendiendo
    desnudar a media luz
    tu intimidad y vestir mi piel.

    Así
    exponemos
    el corazón y nos
    amamos en la justa
    oscuridad, nos decimos
    palabras nuevas de un lenguaje
    que construimos.

    Nos envolvemos
    en el velo del amor y le
    suplicamos al reloj que merme
    la velocidad, sin embargo olvidamos
    todo lo que nos rodea y nos amamos con
    más intensidad.

    Mezclamos
    La pasión, con la
    ternura, y obtenemos
    una satisfacción infinita
    que amarra nuestras almas
    en la eternidad.

    Nos miramos,
    sabemos que son más
    grandes nuestras ganas de luchar,
    nos llenamos los bolsillos de guerras
    triunfadas y sueños renovados.

    Gracias
    por hacerme
    ver el cielo más azul,
    en esta vida no terminaré
    de agradecer lo que has hecho por mí.

    Dejaremos
    una ilusión envuelta
    en una promesa de eterna
    pasión, te besaré como nadie en
    este mundo te besó, encontraré un amor
    único que poseemos, y un mundo nuevo que
    descubriremos.

    Mientras tanto
    disfrutemos sin secretos
    de la vida, de la pasión, de la
    felicidad y del amor.
  5. LA QUISE, CLARO QUE LA QUISE.


    La quise,
    claro que la quise
    y que la quiero, el día
    que la conocí me le acerque
    y mirándola a los ojos le dije: Eres un
    sueño de mujer, eres la flor que si la siembro en
    mi jardín retoña; permíteme abonarte con
    besos, como si fueras una rosa o un jazmín.

    Su sonrisa
    me permitió ver
    una dentadura que
    más parecía un collar de
    perlas, y sonriendo argumentó:
    No soy flor de jardín ajeno,
    de día trabajo y de noche
    me da sueño.

    Muy buen
    argumento, pero
    en tus ojos veo una luz,
    y en tu rostro noto que a esta luz
    le falta la claridad que solo el amor nos da.

    Eres adivino,
    o cómo te atreves
    a dar un concepto tan
    a ligera, no sabes que la noche
    a nadie espera.

    No soy adivino,
    pero me las doy de artista,
    por eso me atrevo a galantearte
    y las únicas armas que tengo, son un ramillete
    de besos, una rosa encantada, y el amor que te
    brindo, si aceptas ser mi amada.

    Le tengo admiración
    a los escritores, artistas y poetas,
    y tu pareces ser las tres cosas en una sola.

    Soy más que eso,
    soy un enamorado de la vida,
    y cuando veo unos ojos que me trasmiten
    ternura, mi mente me lo da todo, y me ayuda a
    encontrar la figura, el amor y la dulzura.

    Entonces,
    acepto conocerte,
    pero ten paciencia de a ahí a
    quererte, hay una distancia que puede
    ser de aquí a la luna, pero según tu
    comportamiento, la distancia también puede
    llegar a ser ninguna.

    Tomándola
    de la mano le dije: Ven, caminemos
    para acortar la distancia y busquemos unos
    lentes para acercar la luna.

    Con una mirada
    me respondió: Mejor no
    busquemos eso, porque quiero
    darte un beso.

    Ante un ofrecimiento
    de esos, la abrace y la colme de besos.

    Los tiempos
    pasan y los amores
    perduran, la luna sigue
    a la misma distancia y nosotros
    vivimos y nos amamos, con la misma
    intensidad y constancia.