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  1. CON EL ALMA INMERSA EN EL CLAVEL

    Como un clavel moribundo, yace mi alma en el jarrón cristalino -antes lleno de amor-. Cada una de sus cuatro letras, cayeron desgarradas y hoy lucen pálidas, ateridas y yertas.

    Estas cuatro letras que animaban su cuerpo, son tan sólo esos pétalos que antes lucían satenados, para adornar a un príncipe negro que destiñó su elegancia, en la agonía evanescente y angustiosa.

    ¡Ay! ¡Cuánta pena a causa de éste dolor contrito! Erróneamente el corazón entregó; mientras, meditabundo en la sombra, el reflejo de la pasión, consumió sin piedad sus llamas.

    Ahora, esta alma mía, es una ermitaña abrumada de nostalgia, que se desangra sobre las huellas de su andar errante, solitario y cabizbajo.


    ©Katia N Barillas.

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  2. IMAGINACIÓN ONÍRICA

    Se ha alineado con el destino, la luz divina del alma. ¡Cartografía de vida! Viaja entre la niebla gris... La consciencia. Los gélidos vientos del sur -no definen al pasar-, las líneas que han de animar al mapa de la inocencia y soplan inclementes -arrancando de los ojos somnolientos, las imágenes de los sueños y el ímpetu de los intentos-.

    ©Katia N Barillas

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  3. SENCILLEZ


    ¡Sencillez tintineante! Cascabel entre las piedras... Sutilmente alejas las penas y de gracia y de gloria piadosa me llenas. Los días fríos del invierno, anuncian tu partida al mundo de los muertos. A tu lado caerán las angustias que perturban... Las congojas y las tribulaciones, que a tantas almas condenan.

    Las cáscaras del pasado volaron hacia la constelación de Casiopea. Las Nereidas atienden a Poseidón en el mar voraginizado, al no encontrar en sus simas a la perla negra del perdón.

    ¡Oh sencillez! Tintineante te quedas entre corazón y piel. Y, ¿mi verdad? ¿Dónde queda mi verdad? Seguramente vive allí tambaleándose cual hoja de papel, porque aún no he aprendido a endulzar los sinsabores con el néctar que segregas y desecho cada día un poco de mi amor y mi esperanza perdida, al no encontrarte ni de cerca entre el nido de la duda y el secreto que aún guardo en las líneas de la vida.


    © Katia N. Barillas

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  4. LA SONRISA DE LA TRISTEZA

    Asi, entre abrumadores pensamientos, el payaso rie... Quizá una lágrima fría, resbale por sus mejillas; mas, él hará creer que es de pura alegría.

    Esconde al fondo de su alma, el verdor de la fe que no deja se desvanezcan sus esperanzas; cuando desea llorar, canta y si el corazón se le estruja de dolor y desaliento, anuda esa congoja y en cada nudo amarra a los malos sentimientos.

    Bendice al sinsabor; sabe lidiar con las penas; la risa que él esboza, es el hálito divino que elimina sus quebrantos y hace de su vida un gozo que perdura; aunque no haya más gloria que aquella que se ha escondido -como un pedazo de mar al centro de sus pupilas; esa misma sensación que no permite que se escape, desde los cristales doloridos de ese par de esferas, ninguna gota salina.

    El eco mudo del silencio, a diario lo mata; pero, entre risas y llantos sabe dar felicidad a ratos; y, en esos breves instantes, comulga con su consciencia... Y eleva al Creador el clamor de su inocencia.

    ©Katia N Barillas

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  5. HAIKU

    El sol se filtra.
    Besa a los cerros y
    a sus azures.

    © Katia N Barillas

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  6. El tiempo pasa.
    Las canas gritan:
    ¡La vejez se acerca!
    Por ello, vivo el presente;
    lo demás no me interesa.

    18838837_1323290277720336_8275727531506277178_n.jpg © Katia N Barillas.
  7. EL VALOR DE LA PALABRA


    Está cayendo el ocaso en ésta tarde de sábado. El sol ha fragmentado sus rayos entre los rojos y naranjas del horizonte. Ante todo, recuerdo las enseñanzas de mi abuelo materno acerca de "el valor de la palabra". Me decepciono cuando alguien se compromete conmigo en un proyecto y luego, con cualquier excusa, prescinde de él... Es ahí donde resuena con eco, lo que mi abuelo solía decirme siempre: "Tu palabra vale más que todo el dinero y la riqueza que puedas hacinar; si la das a alguien, recuerda hacerla valer con honorabilidad". Crecí escuchando eso como una perenne letanía. Y es por ello que antes de comprometerla, me aseguro de que podré cumplirla. Aprendí -además- a decir "si" o "no" y a no crear falsas expectativas, pues si perdiese credibilidad, lo lamentaria toda la vida. ¡Qué sabio era mi abuelo! ©Katia N Barillas.

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  8. EL CORAZÓN DE LA ROSA


    Sangriento y tembloroso,
    adolorido por amor,
    así yace en los brazos de un clavel,
    el corazón caracolesco
    de aquella rosa roja
    que se quemaba de pasión.

    Está aterida y enredada;
    confundida demás...
    Ha botado sus espinas y
    cree que con ellas bordará
    -en el tallo de su amado-
    cada pálpito que diera
    su corazón coralino enamorado.

    Y ante cada suspiro
    que consideró como amor,
    siente que se ha perdido
    entre lágrimas y dolor.


    ¡Pobrecita la rosa aquella!
    ¡Se ha infartado su color!
    Mas todavía piensa que ha de encontrar
    -entre sus pétalos deshojados-
    a ese clavel furtivo
    que sin piedad la abandonó...
    Y a ese cariño intenso
    que de un tajo le arrancó
    el más hermoso sentimiento,
    le dedica en un adiós
    el más sublime de sus besos.

    ©Katia N Barillas

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  9. CUANDO CAIGA LA MÁSCARA...¿Cuántas veces se ha callado la verdad? A veces quien calla, cree que evitará dañar... No se piensa en nada más que en un estado de ánimo feliz y efímero como humo ceniciento, como pluma desprendida de las alas de un ave cansada de volar. Mas, cuando se caiga la máscara y el tiempo devele las verdades secretas... ¿Qué pasará? Sin duda se abrirá una herida honda y abrasadora cual lava de un volcán y esa vertiente -que seguramente a caudales sangrará-, costará en cicatrizar; poco a poco y lentamente, se tornará en una verruga que a diario hará recordar que vale más la verdad a tiempo que un engaño suspicaz.
    © Katia N Barillas.

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  10. El amor vive en mí.
    Es cisne que canta
    cuando ha de morir;
    es llama perpetua
    que me libera
    y me hace feliz.

    © Katia N Barillas
  11. Tu ausencia vació mi alma.
    Busco consuelo
    y nada me hace feliz.
    ¡Vuelve amado mío!
    Regresa pronto aquí.

    © Katia N Barillas.