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  1. Soy como una flor de loto flotando entre nenúfares. Las penas he olvidado, se las entregué gustosa a los hilos de agua de cristalinos manantiales. Siento a la libertad de la mano navegar entre amor, esperanza y caridad. El lodo movedizo que engendró en sus entrañas mi impetuoso despertar, se ha convertido en barro seco y dentro de él -petrificados yacen los miedos, aquellos que una vez me intentaron momificar-. Hoy, soy como esa flor de loto que flota única -con su luz interior- entre nenúfares verdecinos, cual sueños vespertinos, convirtiéndose en mágica esperanza ante cualquier adversidad.

    © LOTO.jpg Katia N Barillas.
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  3. SONIDOS MUDOS

    Mi voz sin temblores se posesiona de mis cuerdas vocales.
    Emito los tantos sonidos enmudecidos
    que los labios zurcidos no podían pronunciar...
    Esos que el corazón -dolorido en sus penas más profundas-
    callaba con angustiosa precisión y ansiedad.

    En apariencia -la verdad- sumida en falsa maledicencia,
    disminuye la capacidad que nace de lo recóndito del alma
    [para hacer buenas acciones...
    Allí sobre los caminos y parajes sin andar.

    Mas, los pensamientos irreflexivos viajan
    como avispas pendencieras en animoso vuelo...
    Entre las vibraciones luminosas de las hojas verdes
    asidas a los árboles de mangos y bailarines cocoteros.

    La aguja aquella que selló la boca
    sin permitir a los sonidos de la voz
    [expresar su realidad...
    La quebró el hálito de la rosa
    que guardó en su pistilo el trinar lírico
    de los labios zurcidos con el hilo roto y débil
    de las tantas penas hondas
    -que el corazón dolorido-
    fallido en su alegría
    regalara -cual perla cautiva-
    en la cárcel ostracina de nácar y de coral.

    Y así... Las palabras no dichas
    fueron cantadas por tritones y sirenas
    a la luz de la luna llena
    -en los vaivenes de las olas-
    que zangolotea el mar.

    © Katia N. Barillas
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  4. Cada letra escrita va plasmando en retrospectiva el hálito fugaz del pensamiento vivo. © Katia N. Barillas.
  5. PLUMA
    (Acróstico)

    P álida yace la pluma. Ella,
    l iviana -cual hoja seca-
    u ltima la gira de su alma. Por la
    m añana se eleva y etérea vuela
    a buscar la dádiva que creía perdida.

    © KATIA N. BARILLAS
    Copyright
  6. EL TIEMPO... Viejo mañoso, calvo, de luenga barba y de andar pausado. ¡Cuidado con él! Su andar errante por el mundo, es silente y legendario. ¡Pobres somos nosotros! Pobres al caer en las avenidas telarañosas donde duermen sus engaños.

    Él transcurre. Se goza en sus andanzas. Nos va arrastrando a su camino e ingenuamente caemos en sus ardides. Y cuando despertamos, solamente el espejo es quien nos grita: ¡Ve tu rostro ajado! ¡No te diste cuenta, cómo pasaron los años!

    Tristemente, no podemos retroceder ni desandar lo andado. Las avenidas de los errores; los polvorientos caminos de los desagravios, lastimosamente quedan en el pasado.

    Así es que -mis estimados- aprovechémonos de sus mañas, su calvicie, su barba cana y su andar pausado. Que transcurra cuanto quiera, pero que en nosotros no deje su impecable huella.

    © KATIA N. BARILLAS
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  7. EN EL UMBRAL DE LOS SUEÑOS

    Tengo un rincón en el subconsciente, en donde albergo pasado, presente y futuro. Desde allí, coso las esperanzas con hilos de oro, plata y coral. El verde sanador se queda como un "as" que apuesta a la "maia" clandestina, bajo la funda de mi almohada; mientras Morfeo me lleva de paseo por las avenidas de lo irreal.

    Así, las imágenes oníricas me conducen al umbral, en donde lo que una vez conocí, ya no conozco más... Flotando como pluma atravieso aquel lugar, viendo la banca aquella en que solía descansar.

    El olor de las piñas que cuelgan de los pinos y cipreses, va perfumando mi levitante andar; mientras mi sombra transparente, viaja con el naranja horizonte, como una hoja otoñal.

    De repente me despierto y ya no recuerdo nada más. Aquella vivencia hermosa, desapareció al despertar... Todo quedó adormecido, en la misma nebulosa que resguarda con sigilo, el archivo que maneja con eficiencia suprema, la primera dama de la eternidad.

    Y así, -cada noche- cuando me retiro confiada a descansar, al cerrar las ventanas de mi alma, me encomiendo al Creador, por si no he de regresar.

    © Katia N. Barillas
    Copyright
    -Todos los derechos reservados-


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