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  1. Ave

  2. ¿Escuchas el bullicio?. ¡Viene de la vereda!.
    Es un grupo de gansos volando confundidos
    entre las nubes blancas…
    con mariposas de obscuros colores,
    y el aroma dulce que suave despide el vergel de azucenas.
    Navega mi espíritu en las aguas cristalinas
    del palpitante arroyo cuando calienta el sol…
    En sus quietas aguas de grises azulados,
    nadan los cisnes negros rumbo hacia la cascada.
    Se queda dormitando dentro del bosque agreste,
    y sueña con la rima que entona el ruiseñor,
    pareciese que llora, se oye su eco doloso,
    y le declama versos a una bella flor.
    Se escucha a lo lejos detrás del horizonte,
    el canto que han compuesto un grupo de gaviotas,
    al sol que se ha escondido en las olas del mar.
    El amor está triste…
    Se ha asilado en las amapolas
    y en el cáliz de los lirios.
    Y a lo lejos se escucha el canto de una alondra
    resonando en el silencio que hay en la vereda.
  3. Escuché esta mañana lo fuerte que bulle el viento.
    Su oscilante susurro, circula libre en el tiempo;
    y en el camino la niebla va ocultando al sol,
    justo cuando una alondra besa despacio al amor.
    Deja sentir su mutismo aquel pájaro cantor,
    es que dejó el corazón en el caracol de la flor,
    en el aliento de una rosa que ha sido arrastrada al mar,
    en la pena de un jazmín que viendo al cielo solloza,
    con el llanto de los ríos abrumando al querubín
    que está soñando en el Edén con carmín y primorosas.
    Y el viento sigue bullendo con tal intensidad,
    que las nubes se ocultaron cuando cantó el zorzal,
    cuando el lirio del zaguán perdió toda su elegancia.
    Cerca de la cascada donde canta el ruiseñor,
    llevando en cada trino el secreto que la ostra le confió:
    “”de sutil grano de arena…he cultivado una piedra,
    que es más blanca que la luna y brilla como aceituna,
    como la nieve ante el sol o el nácar del marfil,
    es la perla más hermosa engendrada en mi jardín””.
    Y el viento sigue bullendo aruñando a la pradera.
    La espuma blanca y el salitre van quedándose en las piedras;
    el ocaso cae donde se acaba el mar,
    muy cerca del horizonte donde nació un girasol…
    detrás de la montaña donde vuelan las gaviotas para hacerse el amor.
    Al fondo de este paisaje…un verso, un beso y una flor,
    se han fundido con el eco de la voz de tanto amor,
    se talló un suspiro en cristal al amanecer,
    y la gloria veta al querer en un mustio atardecer.
    Los gemidos de la angustia los perdió el viento oscilante.
    Y la dama que ha escrito estos versos elegantes
    se desmaya con la llamas apagadas de las velas,
    y el fuerte olor a mirra que despide el incensario.
    ¡Sigue bullendo el viento!.
    No se detiene el aliento del humo del cigarrillo,
    que se ha fumado la musa enfrentando duras penas.
    El fuerte presentimiento que llevan sus pensamientos…es solamente eso:
    “”La magia del hechizo que ha roto las cadenas
    a su espíritu atrapado por amor a esa ánima
    que sin piedad le condena””.
  4. Cada mañana junto a mi ventana, se viste un canario del color del sol.
    Sobre la palmera verde como el mar, entona su trino el fiel ruiseñor,
    y en cada estribillo cargado de amor, va verso y canción al jazmín en flor.
    Se juntan el sol y el aire sutil en talla perfecta.
    Cada sentimiento se ve reflejado en el cielo azul,
    y el dulce canto de aquel pajarillo vestido de sol,
    es la clave y seña para enamorar
    a un corazón que entre tumbo y tumbo se ha llevado el mar.
    Se pasó prudente el invierno ancestral,
    sin tiempo y sin vida para regresar;
    y cada mañana justo en el balcón,
    se abren los chotes del jazmín en flor.
    Un alma viajera por el horizonte, fugaz y efímera en las nubes blancas,
    va y busca al canario dorado y al sol,
    y escribe las letras del canto que lleva el misterioso eco de la palabra amor.
    Y cada mañana junto a mi ventana, se viste un canario del color del sol.