1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Se embelezó mi espíritu
    ante un amor inmortal,
    bajo la luna llena
    reflejándose en el mar;
    en la nívea espuma
    de la sonrisa salitrada
    del ángel azul que vive
    en la burbuja de vidrio
    que se eleva y se detiene
    en los troncos del manglar.

    Las estrellas se encantaron
    cuando hicieron el amor,
    se osgarmaron en el cielo
    refugio de su pasión;
    su emoción cautivó
    a un horizonte que enamora,
    a la emoción que desvanece
    con los rayos de la aurora.

    El tiempo está sollozando...
    las hojas de los limonarios
    suavemente se han caído
    sacudidas por el viento;
    la lengua de los cerros
    saboreando a las montañas,
    aumentan el amor
    por el hombre que ella extraña.

    Las piedras que arrastra el río,
    se han encantado de risa;
    el elíxir de las flores,
    se congeló en el soñar;
    las hojuelas de nieve
    se pavonean en el aire
    desgreñado por la bruma,
    acentuando los quereres
    de la brisa aun copiosa
    sobre el alma de los árboles,
    entre ayes tormentosos,
    de un lamento que embruja.

    La rosa se encantó
    del aliento que fascina,
    y ha donado sus espinas
    para no hincarle más;
    su espíritu despierta
    de la realidad mortal,
    sin saber de las disculpas
    que le dió el sol al pasar,
    porque el cuerpo que tenía
    no era esencia de su origen,
    sino garúa escondida
    en la sombra que fallece
    por la magia que enloquece
    al ataviado tulipán.

    Encantado encantamiento,
    magia blanca o brujería,
    haz que su amor borre
    mi nostalgia y mi agonía.
  2. Van cantando entristecidas
    las verdes olas del mar;
    el sol y la luna juntas,
    la flor blanca de azahar...
    es que no encuentran aun
    la forma de adivinar,
    el secreto escondido
    en el silbido de los vientos,
    sobre el pasar de los siglos,
    y el rítimico andar del tiempo.

    Hechizo de magia blanca,
    maleficio de bondad
    ...encauza todo el poder
    que está en el velo incierto
    de la bola de cristal;
    logra que vuelva otra vez,
    haz que me llegue a amar,
    y que en mi presente aciago
    no me quiera abandonar.

    Sortilegio que la bruja
    con sus manos terminó,
    concibiendo con su péndulo
    enredarlo en el amor...
    en los versos del poeta
    que son canto en lira y prosa,
    sinfonía de un cenzontle
    cuando se ha escondido el sol.

    Tengo tu foto en mi alcoba
    junto al jarro de cristal...
    enciendo una vela oscura
    ...creo en volverte a enamorar
    y con aroma a canela,
    albahaca y mirra,
    espero algún día poderte reencontrar.

    Ese filtro que me ayuda
    a encariñarme más y más,
    solamente encadena
    a mi corazón traicionero,
    a ese llanto doloso
    por la tortura que le apena.

    Maleficio, magia blanca,
    hechicera brujería,
    se han roto las cadenas
    que a tu espíritu me unía;
    el llanto de las nubes
    borró mi poesía,
    y al soplo que a mis días
    una vez le diera vida.
  3. La música lleva consigo
    signos y preceptos de amor;
    en la voz de una libélula
    las notas de mi dolor;
    veo al sol en el cielo
    acariciar el color
    de los bosques y océanos;
    ...y en la arena blanca
    del cuerpo de los recuerdos,
    se entierra cada minuto
    que vivimos tú y yo.

    El sonido del agua
    que cae del manantial,
    va abrazando el fiel secreto
    de las horas al pasar,
    al susurro de los montes,
    al llanto del horizonte,
    y al brillo de esa estrella
    que ilumina su mirar.

    Escucho pasar al tiempo
    con cada grano de arena
    que resbala del reloj;
    la semántica del suspiro
    deja sentir su andar,
    y enllava pendenciera
    la ilusión de mi soñar.

    ¡Esta es la regla sistemática
    de cariño, luz y paz!.

    Es el código secreto
    de mi mensaje fortuito;
    es el anhelo que gime,
    entre el viento que deambula
    por los altos abedules;
    es el murmullo creciendo
    en el corazón de las hojas,
    cayéndose y marchitándose,
    porque les dejaron solas.
  4. El océano te mece descarnada,
    entre el verde del follaje
    y el azul del cielo;
    entre un mar de nubes
    recubriendo la selva;
    con el encanto de un poema,
    dando vida a una canción.

    Tu corazón analfabeto
    no supo de su traición...
    daba latidos lentos
    por la pasión de un amor;
    se apoderó de tu boca
    como un místico sediento;
    te dió besos enamorados
    para robarte el aliento.

    ¡Veneno de cascabel,
    corriendo entre mar y sombra!.

    ...Te veo mutilada,
    cayendo sobre las rocas;
    un remolino de muerte,
    te hizo perder el color
    de la esencia de la vida...
    y te perdiste en la sabana,
    bajo la lluvia de plata
    de las estrellas dormidas;
    bajo un diluvio de margaritas,
    iluminando la cascada,
    que resbala lentamente
    hacia el lago de caramelo.

    Tus besos fueron el manjar,
    con que curó su amargura,
    tras del juego seductor
    de dalias y gladiolas.
    Y se evaporó el dolor,
    cediendo paso a las andanzas
    de su alegre corazón.

    Él aun llora tu partida.
    Tú eras el oxígeno
    que daba vida a su vida.
    Aunque niega la existencia
    de aquel nostálgico delirio,
    buscó el antídoto en el tóxico
    de su desesperación.

    ...Se ha aferrado al aliento del viento,
    con aroma a zapoyol;
    viaja con el agua de los ríos,
    donde se devuelve el tiempo,
    buscando por doquier
    [al cariño que murió.
    Ahí... donde crece la cimiente
    del capullo de los cocos,
    y el alma del planeta se apaga
    [con la sombra,
    del entristecido horizonte,
    que por última vez te vió
    junto a la muerte pasar.

    ...¡Descarnada!.
    Tu espíritu viaja pensativo
    por el cañaveral;
    en cada gota de lluvia
    que cae sobre el coral;
    en cada fósil de roca,
    que ha erosionado el mar.

    Se puede alejar tu alma
    tranquila a descansar;
    protegiéndose en la luna,
    con la magia del querer;
    esperando con paciencia
    su llegada,
    para encontrarle otra vez;
    y darle los besos guardados
    en el tibio atardecer.