1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. La música lleva consigo
    signos y preceptos de amor;
    en la voz de una libélula
    las notas de mi dolor;
    veo al sol en el cielo
    acariciar el color
    de los bosques y océanos;
    ...y en la arena blanca
    del cuerpo de los recuerdos,
    se entierra cada minuto
    que vivimos tú y yo.

    El sonido del agua
    que cae del manantial,
    va abrazando el fiel secreto
    de las horas al pasar,
    al susurro de los montes,
    al llanto del horizonte,
    y al brillo de esa estrella
    que ilumina su mirar.

    Escucho pasar al tiempo
    con cada grano de arena
    que resbala del reloj;
    la semántica del suspiro
    deja sentir su andar,
    y enllava pendenciera
    la ilusión de mi soñar.

    ¡Esta es la regla sistemática
    de cariño, luz y paz!.

    Es el código secreto
    de mi mensaje fortuito;
    es el anhelo que gime,
    entre el viento que deambula
    por los altos abedules;
    es el murmullo creciendo
    en el corazón de las hojas,
    cayéndose y marchitándose,
    porque les dejaron solas.
  2. El océano te mece descarnada,
    entre el verde del follaje
    y el azul del cielo;
    entre un mar de nubes
    recubriendo la selva;
    con el encanto de un poema,
    dando vida a una canción.

    Tu corazón analfabeto
    no supo de su traición...
    daba latidos lentos
    por la pasión de un amor;
    se apoderó de tu boca
    como un místico sediento;
    te dió besos enamorados
    para robarte el aliento.

    ¡Veneno de cascabel,
    corriendo entre mar y sombra!.

    ...Te veo mutilada,
    cayendo sobre las rocas;
    un remolino de muerte,
    te hizo perder el color
    de la esencia de la vida...
    y te perdiste en la sabana,
    bajo la lluvia de plata
    de las estrellas dormidas;
    bajo un diluvio de margaritas,
    iluminando la cascada,
    que resbala lentamente
    hacia el lago de caramelo.

    Tus besos fueron el manjar,
    con que curó su amargura,
    tras del juego seductor
    de dalias y gladiolas.
    Y se evaporó el dolor,
    cediendo paso a las andanzas
    de su alegre corazón.

    Él aun llora tu partida.
    Tú eras el oxígeno
    que daba vida a su vida.
    Aunque niega la existencia
    de aquel nostálgico delirio,
    buscó el antídoto en el tóxico
    de su desesperación.

    ...Se ha aferrado al aliento del viento,
    con aroma a zapoyol;
    viaja con el agua de los ríos,
    donde se devuelve el tiempo,
    buscando por doquier
    [al cariño que murió.
    Ahí... donde crece la cimiente
    del capullo de los cocos,
    y el alma del planeta se apaga
    [con la sombra,
    del entristecido horizonte,
    que por última vez te vió
    junto a la muerte pasar.

    ...¡Descarnada!.
    Tu espíritu viaja pensativo
    por el cañaveral;
    en cada gota de lluvia
    que cae sobre el coral;
    en cada fósil de roca,
    que ha erosionado el mar.

    Se puede alejar tu alma
    tranquila a descansar;
    protegiéndose en la luna,
    con la magia del querer;
    esperando con paciencia
    su llegada,
    para encontrarle otra vez;
    y darle los besos guardados
    en el tibio atardecer.