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  1. Soy una amanecida del amor?

    Raro que no me sigan centenares de pájaros
    picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
    (Será que van cercando, en vigilia de nubes,
    la claridad inmensa donde avanza mi alma).

    Raro que no me carguen pálidas margaritas
    por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
    (Será que están llorando a su hermana más triste,
    que en silencio se ha ido a la hora del alba).

    Raro que no me vista de novia la más leve
    de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
    (Será que entre los árboles va enseñando a mi amado
    los surcos inocentes por donde anduve, casta?)

    Raro que no me tire su emoción el rocío,
    en gotas donde asome risueña la mañana.
    (Será que por el surco de angustia del pasado,
    con agua generosa mis decepciones baña).

    Soy una amanecida del amor?

    En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
    y muchos sueños blancos, y emociones aladas.

    Raro que no me entienda el hombre, conturbado
    por la mano sencilla que recogió mi alma.
    (Será que en él la noche se deshoja más lenta,
    o tal vez no comprenda la emoción depurada?)


    Julia de Burgos





  2. Hoy quiero decirte con versos,
    que quisiera ser yo mismo el detalle
    de felicitarte en carne y hueso,
    y ser el abrazo mismo de mi aire.

    Para decirte desde mis deseos
    que hoy te deseo lo mejor,
    que eres todo lo que quiero
    y quiero verte radiante como el sol.

    Para decirte que eres muy especial
    y que para mi este día es importante,
    por eso hoy te quiero felicitar
    entre estrellas galopantes.

    Por eso te digo ahora, Felicidades,
    porque mi corazón celebra este día
    como si ahora estuviera mirándote
    y me contestaras con una sonrisa.

    Porque celebro este día alegre
    aunque a ti te recuerde cosas tristes
    y en tu alrededor nadie se acuerde
    no quiere decir que mi corazón se olvide.

    Porque no hay mas sincera celebración
    que la que en el corazón se vive
    cuando se hace por un amor
    que sabe a siempre sublime.

    Por un amor que no tiene precio,
    incondicional como el alma,
    incondicional como el pensamiento
    donde eres el alba.

    Por un amor que se respira
    como el sol por la mañana,
    como las estrellas que nos mira
    cuando la noche canta.

    Por las raíces de un amor
    que parece el sol en los arboles
    que se alimenta desde el corazón
    con raíces de sol palpitantes.

    Por un amor que en su rió
    encuentra el cielo al mirarse
    como la mirada de un niño
    profunda e incalculable.

    Por un amor que nos besa
    como la orilla del mar
    y nos abraza como un poema
    que no deja de cantar.

    Por un amor sin fronteras
    que vive sin tiempo
    como viven las estrellas
    en su universo.

    FELIZ CUMPLEAÑOS MI SONRISA...


    Autor; Jose luis = Kei
    A Amarilys le gusta esto.
  3. En ti me he silenciado...
    El corazón del mundo
    está en tus ojos, que se vuelan
    mirándome.

    No quiero levantarme de tu frente fecunda
    en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.

    Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
    Me voy muriendo en mis años de angustia
    para quedar en ti
    como corola recién en brote al sol...

    No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
    ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

    ¡Canción silenciada de plenitud!
    En ti me he silenciado...

    La hora más sencilla para amarte es ésta
    en que voy por la vida dolida del alba.


    Julia de Burgos
  4. I - OCASO

    ¡Cómo suena en mi alma la idea
    de una noche completa en tus brazos
    diluyéndome toda en caricias
    mientras tú te me das extasiado!

    ¡Qué infinito el temblor de miradas
    que vendrá en la emoción del abrazo,
    y qué tierno el coloquio de besos
    que tendré estremecida en tus labios!

    ¡Cómo sueño las horas azules
    que me esperan tendida a tu lado,
    sin más luz que la luz de tus ojos,
    sin más lecho que aquel de tu brazo!

    ¡Cómo siento mi amor floreciendo
    en la mística voz de tu canto:
    notas tristes y alegres y hondas
    que unirán tu emoción a tu rapto!

    ¡Oh la noche regada de estrellas
    que enviará desde todos sus astros
    la más pura armonía de reflejos
    como ofrenda nupcial a mi tálamo!

    II - MEDIA NOCHE

    Se ha callado la idea turbadora
    y me siento en el sí de tu abrazo,
    convertida en un sordo murmullo
    que se interna en mi alma cantando.

    Es la noche una cinta de estrellas
    que una a una a mi lecho han rodado;
    y es mi vida algo así como un soplo
    ensartado de impulsos paganos.

    Mis pequeñas palomas se salen
    de su nido de anhelos extraños
    y caminan su forma tangible
    hacia el cielo ideal de tus manos.

    Un temblor indeciso de trópico
    nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto,
    se han besado tu vida y mi vida...
    y las almas se van acercando!

    ¡Cómo siento que estoy en tu carne
    cual espiga a la sombra del astro!
    ¡Cómo siento que llego a tu alma
    y que allá tú me estás esperando!

    Se han unido, mi amor, se han unido
    nuestras risas más blancas que el blanco,
    y ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
    se han besado tu llanto y mi llanto...

    ¡Cómo muero las últimas millas
    que me ataban al tren del pasado!
    ¡Qué frescura me mueve a quedarme
    en el alba que tú me has brindado!

    III - ALBA

    ¡Oh la noche regada de estrellas
    que envió desde todos sus astros
    la más pura armonía de reflejos
    como ofrenda nupcial a mi tálamo!

    ¡Cómo suena en mi alma la clara
    vibración pasional de mi amado,
    que se abrió todo en surcos inmensos
    donde anduve mi amor, de su brazo!

    La ternura de todos los surcos
    se ha quedado enredando en mis pasos,
    y los dulces instantes vividos
    siguen, tenues, en mi alma soñando...

    La emoción que brotó de su vida
    -que fue en mí manantial desbordado-,
    ha tomado la ruta del alba
    y ahora vuela por todos los prados.

    Ya la noche se fue; queda el velo
    que al recuerdo se enlaza, apretado,
    y nos mira en estrellas dormidas
    desde el cielo en nosotros rondando...

    Ya la noche se fue; y a las nuevas
    emociones del alba se ha atado.
    Todo sabe a canciones y a frutos,
    y hay un niño de amor en mi mano.

    Se ha quedado tu vida en mi vida
    como el alba se queda en los campos;
    y hay mil pájaros vivos en mi alma
    de esta noche de amor en tres cantos.


    Julia de Burgos


  5. ¡Si fuera todo mar,
    para nunca salirme de tu senda!

    ¡Si Dios me hiciera viento,
    para siempre encontrarme por tus velas!

    ¡Si el universo acelerara el paso,
    para romper los ecos de esta ausencia!

    Cuando regreses, rodará en mi rostro
    la enternecida claridad que sueñas.
    Para mirarte, amado,
    en mis ojos hay público de estrellas.

    Cuando me tomes, trémulo,
    habrá lirios naciendo por mi tierra,
    y algún niño dormido de caricia
    en cada nido azul que te detenga.

    Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
    se tenderán al viento de la entrega,
    y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
    ¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

    Recogeremos albas infinitas,
    las que duermen al astro en la palmera,
    las que prenden el trino en las alondras
    y levantan el sueño de las selvas.

    En cada alba desharemos juntos
    este poema exaltado de la espera,
    y detendremos de emoción al mundo
    al regalo nupcial de auroras nuestras.



    Julia de Burgos
  6. Recuerdo el amor que me nacía al tiempo de la lluvia.

    Recuerdo los baúles y las colchas de hilo,
    las flores de lavanda volando por espacios abiertos y felices,
    aquella despiadada multitud de grillos debajo de las lápidas,
    y tus besos, pan y aceite, detrás de los postigos.

    Recuerdo aquellos días cuando tú me besabas
    tras las torres caídas del castillo y las olas.
    Y recuerdo las noches naufragando tu cuerpo
    en aquella penumbra universal del hambre.

    Yo entonces era otra.
    Pero no he renunciado ni al amor ni a la herida.



    Elsa López
    A MALEJA DUARTE le gusta esto.


  7. Te he querido, tu bien lo sabes.
    Te he querido y te quiero
    a pesar de ese hilo de luto que me hilvana
    al filo de la tarde.
    Y tengo miedo.
    De la lluvia, del pájaro de nubes,
    del silencio que llevo conmigo a todas partes.
    Tengo miedo a la noche,
    a quedarme encerrada entre alambres del sueño,
    a la palabra olvido
    y a tus brazos en forma de barrotes dorados.

    Miedo a recorrer la casa y saberla vacía,
    o a quererte, de nuevo, mucho mejor que antes.
    No me abandones en esta larga ausencia.
    Recuerda lo que he sido para ti otros inviernos:
    el tiempo de querernos indefinidamente,
    el mar,
    los barcos que llegaban sin muertos a la orilla,
    el ruido de las olas al fondo de la casa.
    Y el viento,
    recuerda el viento, amor, doblando las esquinas.



    Elsa López
    A MALEJA DUARTE le gusta esto.



  8. Las dulces mensajeras de la tristeza son...
    son avecillas negras, negras como la noche.
    ¡Negras como el dolor!

    ¡Las dulces golondrinas que en invierno se van
    y que dejan el nido abandonado y solo
    para cruzar el mar!

    Cada vez que las veo siento un frío sutil...
    ¡Oh! ¡Negras avecillas, inquietas avecillas
    amantes de abril!

    ¡Oh! ¡Pobres golondrinas que se van a buscar
    como los emigrantes, a las tierras extrañas,
    la migaja de pan!

    ¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
    ¡Venid primaverales, con las alas de luto
    llegaos hasta mí!

    Sostenedme en las alas... Sostenedme y cruzad
    de un volido tan sólo, eterno y más eterno
    la inmensidad del mar...

    ¿Sabéis cómo se viaja hasta el país del sol?...
    ¿Sabéis dónde se encuentra la eterna primavera,
    la fuente del amor?...

    ¡Llevadme, golondrinas! ¡Llevadme! ¡No temáis!
    Yo soy una bohemia, una pobre bohemia
    ¡Llevadme donde vais!

    ¿No sabéis, golondrinas errantes, no sabéis,
    que tengo el alma enferma porque no puedo irme
    volando yo también?

    ¡Golondrinas, llegaos! ¡Golondrinas, venid!
    ¡Venid primaverales! ¡Con las alas de luto
    llegaos hasta mí!

    ¡Venid! ¡Llevadme pronto a correr el albur!...
    ¡Qué lástima, pequeñas, que no tengáis las alas
    tejidas en azul!



    Alfonsina Storni

  9. Oh mar, enorme mar, corazón fiero
    De ritmo desigual, corazón malo,
    Yo soy más blanda que ese pobre palo
    Que se pudre en tus ondas prisionero.

    Oh mar, dame tu cólera tremenda,
    Yo me pasé la vida perdonando,
    Porque entendía, mar, yo me fui dando:
    «Piedad, piedad para el que más ofenda».

    Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
    Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
    Hazme tener tu cólera sin nombre:
    Ya me fatiga esta misión de rosa.

    ¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
    Me falta el aire y donde falta quedo,
    Quisiera no entender, pero no puedo:
    Es la vulgaridad que me envenena.

    Me empobrecí porque entender abruma,
    Me empobrecí porque entender sofoca,
    ¡Bendecida la fuerza de la roca!
    Yo tengo el corazón como la espuma.

    Mar, yo soñaba ser como tú eres,
    Allá en las tardes que la vida mía
    Bajo las horas cálidas se abría...
    Ah, yo soñaba ser como tú eres.

    Mírame aquí, pequeña, miserable,
    Todo dolor me vence, todo sueño;
    Mar, dame, dame el inefable empeño
    De tornarme soberbia, inalcanzable.

    Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
    ¡Aire de mar!... ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
    Desdichada de mí, soy un abrojo,
    Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

    Y el alma mía es como el mar, es eso,
    Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
    Pequeña vida que dolor provoca,
    ¡Que pueda libertarme de su peso!

    Vuele mi empeño, mi esperanza vuele...
    La vida mía debió ser horrible,
    Debió ser una arteria incontenible
    Y apenas es cicatriz que siempre duele.



    Alfonsina Storni
  10. TÚ que sabes tantas cosas,
    dime por qué vuela el pájaro;
    por qué crecen las espigas;
    por qué reverdece el árbol.

    Por qué se alumbran de flores
    en primavera los prados.
    por qué no se calla el mar.
    por qué se apagan los astros.

    Por qué es sonoro el silencio
    en la soledad del campo:
    y el agua corre a esconderse
    Entre su risa y su llanto.

    Por qué el viento aviva el fuego
    cuando no puede apagarlo.
    por qué el corazón se duerme
    si el alma sigue soñando.


    José Bargamín
  11. Esta noche al oído me has dicho dos palabras
    Comunes. Dos palabras cansadas
    De ser dichas. Palabras
    Que de viejas son nuevas.

    Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
    Filtrando entre las ramas
    Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
    Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
    Moverme para echarla.

    Tan dulces dos palabras
    ?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
    Tan dulces y tan mansas
    Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.

    Tan dulces y tan bellas
    Que nerviosos, mis dedos,
    Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
    Oh, mis dedos quisieran
    Cortar estrellas.


    Alfonsina Storni
    A Amarilys le gusta esto.


  12. Ahora quiero amar algo lejano...
    Algún hombre divino
    Que sea como un ave por lo dulce,
    Que haya habido mujeres infinitas
    Y sepa de otras tierras, y florezca
    La palabra en sus labios, perfumada:
    Suerte de selva virgen bajo el viento...

    Y quiero amarlo ahora. Está la tarde
    Blanda y tranquila como espeso musgo,
    Tiembla mi boca y mis dedos finos,
    Se deshacen mis trenzas poco a poco.

    Siento un vago rumor... Toda la tierra
    Está cantando dulcemente... Lejos
    Los bosques se han cargado de corolas,
    Desbordan los arroyos de sus cauces
    Y las aguas se filtran en la tierra
    Así como mis ojos en los ojos
    Que estoy sonañdo embelesada...

    Pero
    Ya está bajando el sol de los montes,
    Las aves se acurrucan en sus nidos,
    La tarde ha de morir y él está lejos...
    Lejos como este sol que para nunca
    Se marcha y me abandona, con las manos
    Hundidas en las trenzas, con la boca
    Húmeda y temblorosa, con el alma
    Sutilizada, ardida en la esperanza
    De este amor infinito que me vuelve
    Dulce y hermosa...



    Alfonsina Storni



  13. Soy un alma desnuda en estos versos,
    Alma desnuda que angustiada y sola
    Va dejando sus pétalos dispersos.

    Alma que puede ser una amapola,
    Que puede ser un lirio, una violeta,
    Un peñasco, una selva y una ola.

    Alma que como el viento vaga inquieta
    Y ruge cuando está sobre los mares,
    Y duerme dulcemente en una grieta.

    Alma que adora sobre sus altares,
    Dioses que no se bajan a cegarla;
    Alma que no conoce valladares.

    Alma que fuera fácil dominarla
    Con sólo un corazón que se partiera
    Para en su sangre cálida regarla.

    Alma que cuando está en la primavera
    Dice al invierno que demora: vuelve,
    Caiga tu nieve sobre la pradera.

    Alma que cuando nieva se disuelve
    En tristezas, clamando por las rosas
    con que la primavera nos envuelve.

    Alma que a ratos suelta mariposas
    A campo abierto, sin fijar distancia,
    Y les dice: libad sobre las cosas.

    Alma que ha de morir de una fragancia
    De un suspiro, de un verso en que se ruega,
    Sin perder, a poderlo, su elegancia.

    Alma que nada sabe y todo niega
    Y negando lo bueno el bien propicia
    Porque es negando como más se entrega.

    Alma que suele haber como delicia
    Palpar las almas, despreciar la huella,
    Y sentir en la mano una caricia.

    Alma que siempre disconforme de ella,
    Como los vientos vaga, corre y gira;
    Alma que sangra y sin cesar delira
    Por ser el buque en marcha de la estrella.



    Alfonsina Storni

  14. I


    Quiero ser las dos niñas de tus ojos,
    las metálicas cuerdas de tu voz,
    el rubor de tu sien cuando meditas
    y el origen tenaz de tu rubor.
    Quiero ser esas manos invisibles
    que manejan por si la creación,
    y formar con tus sueños y los míos
    otro mundo mejor para los dos.
    Eres tu, providencia de mi vida,
    mi sostén, mi refugio, mi caudal;
    cual si fueras mi madre, yo te amo...
    ¡y todavía más!


    II


    Tengo celos del sol porque te besa
    con sus labios de luz y de calor...
    ¡del jazmín tropical y del jilguero
    que decoran y alegran tu balcón!
    Mando yo que ni el aire te sonría:
    ni los astros, ni el ave, ni la flor,
    ni la fe, ni el amor, ni la esperanza,
    ni ninguno, ni nada más que yo.
    Eres tu, soberana de mis noches,
    mi constante, perpetuo cavilar:
    ambiciono tu amor como la gloria...
    ¡y todavía más!


    III


    Yo no quiero que alguno te consuele
    si me mata la fuerza de tu amor...
    ¡si me matan los besos insaciables,
    fervorosos, ardientes que te doy!
    Quiero yo que te invadan las tinieblas,
    cuando ya para mí no salga el sol.
    Quiero yo que defiendas mis despojos
    del más breve ritual profanador.
    Quiero yo que me llames y conjures
    sobre labios y frente, y corazón.
    Quiero yo que sucumbas o enloquezcas...
    ¡loca sí; muerta si, te quiero yo!
    Mi querida, mi bien, mi soberana,
    mi refugio, mi sueño, mi caudal,
    mi laurel, mi ambición, mi santa madre...
    ¡y todavía más!



    Almafuerte
  15. Yo no soy yo.
    Soy este
    que va a mi lado sin yo verlo,
    que, a veces, voy a ver,
    y que, a veces olvido.
    El que calla, sereno, cuando hablo,
    el que perdona, dulce, cuando odio,
    el que pasea por donde no estoy,
    el que quedará en pie cuando yo muera.


    Juan Ramón Jiménez