1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. Antes que el viento fuera mar volcado,
    que la noche se unciera su vestido de luto
    y que estrellas y luna fincaran sobre el cielo
    la albura de sus cuerpos.

    Antes que luz, que sombra y que montaña
    miraran levantarse las almas de sus cúspides;
    primero que algo fuera flotando bajo el aire;
    tiempo antes que el principio.

    Cuando aún no nacía la esperanza
    ni vagaban los ángeles en su firme blancura;
    cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;
    antes, antes, muy antes.

    Cuando aún no había flores en las sendas
    porque las sendas no eran ni las flores estaban;
    cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
    ya éramos tú y yo.



    Alí Chumacero


  2. Maldiciendo su destino
    como Glauco, el dios marino,
    mira, turbia la pupila
    de llanto, el mar, que le debe su blanca virgen Scyla.

    Él sabe que un Dios más fuerte
    con la sustancia inmortal está jugando a la muerte,
    cual niño bárbaro. Él piensa
    que ha de caer como rama que sobre las aguas flota,
    antes de perderse, gota
    de mar, en la mar inmensa.

    En sueños oyó el acento de una palabra divina;
    en sueños se le ha mostrado la cruda ley diamantina,
    sin odio ni amor, y el frío
    soplo del olvido sabe sobre un arenal de hastío.

    Bajo las palmeras del oasis el agua buena
    miró brotar de la arena;
    y se abrevó entre las dulces gacelas, y entre los fieros
    animales carniceros...

    Y supo cuánto es la vida hecha de sed y dolor.
    Y fue compasivo para el ciervo y el cazador,
    para el ladrón y el robado,
    para el pájaro azorado,
    para el sanguinario azor.

    Con el sabio amargo dijo: Vanidad de vanidades,
    todo es negra vanidad;
    y oyó otra voz que clamaba, alma de sus soledades:
    sólo eres tú, luz que fulges en el corazón, verdad.

    Y viendo cómo lucían
    miles de blancas estrellas,
    pensaba que todas ellas
    en su corazón ardían.
    ¡Noche de amor!

    Y otra noche
    sintió la mala tristeza
    que enturbia la pura llama,
    y el corazón que bosteza,
    y el histrión que declama

    Y dijo: Las galerías
    del alma que espera están
    desiertas, mudas, vacías:
    las blancas sombras se van.

    Y el demonio de los sueños abrió el jardín encantado de
    ayer. ¡Cuán bello era!
    ¡Qué hermosamente el pasado
    fingía la primavera,
    cuando del árbol de otoño estaba el fruto colgado,
    mísero fruto podrido,
    que en el hueco acibarado
    guarda el gusano escondido!
    ¡Alma, que en vano quisiste ser más joven cada día,
    arranca tu flor, la humilde flor de la melancolía!


    Antonio Machado
    A DANIEL-J le gusta esto.

  3. Abre el libro en la página que reza:
    'Donde se ve que Amor sólo es tristeza',
    y con tu voz de oro
    que tiene sortilegios peregrinos,
    ¡ahuyenta, como pájaro canoro,
    la sombra de esa frase, con tus trinos!...
    Porque es tu voz tan dulce y lisonjera,
    que si dices que Amor tiene dolores,
    el dolor se resuelve en primavera,
    y todas sus espinas echan flores...
    ¡Deja escapar tu voz, oh, dueño mío!,
    y haz de esa frase triste sólo un canto:
    tú puedes, con las lágrimas y el llanto,
    hacer notas y perlas de rocío.
    Es tu voz el crisol en que se funde
    la invencible tristeza;
    tan pronto como empieza
    su acento a levantarse, luz de aurora
    en el viento sus ráfagas difunde,
    y en los abismos el dolor se hunde...
    ¡Es tu palabra eterna triunfadora!
    Abre ya el tomo, y con tu voz suave,
    destruye ese sofisma peregrino.
    Seremos, mientras hablas, tú, cual ave,
    y yo, como viajero absorto y grave
    ¡que se para a escucharte en el camino!...



    María Enriqueta Camarillo
  4. No me atrevo a mirarte sin motivo.

    Y si duermes,
    necesito una razón para no verte.

    Porque es como si un ángel
    dormitara en tus pestañas.
    Y es difícil discernir
    quién está velando a quién.

    Es como si el mar que hay en tu frente
    fuera playa
    y tu boca una lanchita
    atascada entre un coral.

    Y tus manos
    y tus pies
    tuvieran tres años de edad.

    Es como si nunca
    hubieras ido a un shopping mall.

    Eres simple
    cuando duermes.

    Como si te hubieras desprendido
    suavemente
    de un suspiro de la luna.

    Y tu cuerpo de apóstol vulnerado,
    sutilmente inalcanzable,
    embelleciera de dolor.

    Como si te hubiera herido la mañana,
    la metrópoli
    y yo.

    Eres puro
    cuando duermes.
    Como un trozo recién hecho de carbón.

    Y desvelas a mi alma
    a darle el pecho a tu sueño
    recién nacido de amor.

    No lo sabes.

    Que me llora una quietud vasta de estrellas
    si te miro sonreír, crucificado,
    levemente quejumbroso
    entre el espíritu y la piel.

    Sé que duermes siempre asido de mi mano.
    Falsamente redimido,
    pasionario y humillado.

    Y siento dolor de parto.

    Siento piedad de ambos
    por amarnos.



    Sabeli Ceballos Franco
    A Karina Romero le gusta esto.
  5. Todo respira amor: la mariposa
    se sacia de perfumes y de luz;
    ebrios de aromas los insectos vuelan
    vacilantes, temblando en el azul.
    Las ramas de los árboles se besan…
    ¡Qué más himno, Señor, que el mes de abril!
    ¡Hasta en la charca resplandece el cielo
    y hasta en el fango inmundo ama el reptil!
    Cuando los cielos y la tierra brillan
    rebosando de músicas y amor,
    siento un dolor tan grande como el mundo:
    ¡Tengo celos de toda la creación!


    Blanca de los Ríos
    A Amarilys le gusta esto.

  6. Si yo te odiara, mi odio te daría
    en las palabras, rotundo y seguro;
    pero te amo y mi amor no se confía
    a este hablar de los hombres, tan oscuro.

    Tú lo quisieras vuelto en alarido,
    y viene de tan hondo que ha deshecho
    su quemante raudal, desfallecido,
    antes de la garganta, antes del pecho.

    Estoy lo mismo que estanque colmado
    y te parezco un surtidor inerte.
    ¡Todo por mi callar atribulado
    que es más atroz que el entrar en la muerte!



    Gabriela Mistral
    A nelida moni le gusta esto.




  7. Es la noche desamparo
    de las sierras hasta el mar.
    Pero yo, la que te mece,
    ¡yo no tengo soledad!

    Es el cielo desamparo
    si la Luna cae al mar.
    Pero yo, la que te estrecha,
    ¡yo no tengo soledad!

    Es el mundo desamparo
    y la carne triste va.
    Pero yo, la que te oprime,
    ¡yo no tengo soledad!



    Gabriela Mistral
  8. Siento mi corazón en la dulzura
    fundirse como ceras:
    son un óleo tardo
    y no un vino mis venas,
    y siento que mi vida se va huyendo
    callada y dulce como la gacela.



    Gabriela Mistral


  9. Yo la encontré por mi destino,
    de pie a mitad de la pradera,
    gobernadora del que pase,
    del que le hable y que la vea.

    Y ella me dijo: "Sube al monte.
    Yo nunca dejo la pradera,
    y me cortas las flores blancas
    como nieves, duras y tiernas."

    Me subí a la ácida montaña,
    busqué las flores donde albean,
    entre las rocas existiendo
    medio dormidas y despiertas.

    Cuando bajé, con carga mía,
    la hallé a mitad de la pradera,
    y fui cubriéndola frenética,
    con un torrente de azucenas.

    Y sin mirarse la blancura,
    ella me dijo: "Tú acarrea
    ahora sólo flores rojas.
    Yo no puedo pasar la pradera."

    Trepe las penas con el venado,
    y busqué flores de demencia,
    las que rojean y parecen
    que de rojez vivan y mueran.


    Gabriela Mistral


  10. Doña Primavera
    viste que es primor,
    viste en limonero
    y en naranjo en flor.

    Lleva por sandalias
    unas anchas hojas,
    y por caravanas
    unas fucsias rojas.

    Salid a encontrarla
    por esos caminos.
    ¡Va loca de soles
    y loca de trinos!

    Doña Primavera
    de aliento fecundo,
    se ríe de todas
    las penas del mundo...

    No cree al que le hable
    de las vidas ruines.
    ¿Cómo va a toparlas
    entre los jazmines?

    ¿Cómo va a encontralas
    junto de las fuentes
    de espejos dorados
    y cantos ardientes?

    De la tierra enferma
    en las pardas grietas,
    enciende rosales
    de rojas piruetas.

    Pone sus encajes,
    prende sus verduras,
    en la piedra triste
    de las sepulturas...

    Doña Primavera
    de manos gloriosas,
    haz que por la vida
    derramemos rosas:

    Rosas de alegría,
    rosas de perdón,
    rosas de cariño,
    y de exultación.



    Gabriela Mistral

  11. Dame la mano y danzaremos;
    dame la mano y me amarás.
    Como una sola flor seremos,
    como una flor, y nada más...

    El mismo verso cantaremos,
    al mismo paso bailarás.
    Como una espiga ondularemos,
    como una espiga, y nada más.

    Te llamas Rosa y yo Esperanza;
    pero tu nombre olvidarás,
    porque seremos una danza
    en la colina y nada más...



    Gabriela Mistral
    A Amarilys le gusta esto.


  12. El limonero lánguido suspende
    una pálida rama polvorienta
    sobre el encanto de la fuente limpia,
    y allá en el fondo sueñan
    los frutos de oro...
    Es una tarde clara.
    casi de primavera,
    tibia tarde de marzo
    que el hálito de abril cercano lleva;
    y estoy solo, en el patio silencioso,
    buscando una ilusión cándida y vieja:
    alguna sombra sobre el blanco muro,
    algún recuerdo, en el pretil de piedra
    de la fuente dormido, o, en el aire,
    algún vagar de túnica ligera.
    En el ambiente de la tarde flota
    ese aroma de ausencia,
    que dice al alma luminosa; nunca,
    y al corazón: espera.
    Ese aroma que evoca los fantasmas
    de las fragancias vírgenes y muertas.
    Si te recuerdo, tarde alegre y clara,
    casi de primavera,
    tarde sin flores, cuando me traías
    el buen perfume de la hierbabuena,
    y de la buena albahaca,
    que tenia mi madre en sus macetas.
    Que tu me viste hundir mis manos puras
    en el agua serena,
    para alcanzar los frutos encantados
    que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
    Si, te conozco, tarde alegre y clara,
    casi de primavera.



    Antonio Machado
    A DANIEL-J y nelida moni les gusta esto.
  13. Si yo fuera un poeta
    galante, cantaría
    a vuestros ojos un cantar tan puro
    como en el mármol blanco el agua limpia.
    Y en una estrofa de agua
    todo el cantar seria;
    Ya se que no responden a mis ojos,
    que ven y no preguntan cuando miran,
    los vuestros claros, vuestros ojos tienen
    la buena luz tranquila,
    la buena luz del mundo en flor, que he visto
    desde los brazos de mi madre un día.


    Antonio Machado

  14. Me dijo una tarde
    de la primavera;
    si buscas caminos
    en flor en la tierra,
    mata tus palabras
    y oye tu alma vieja,
    Que el mismo albo lino
    que te vista, sea
    tu traje de duelo,
    tu traje de fiesta.
    Ama tu alegría
    y ama tu tristeza.
    si buscas caminos
    en flor en la tierra.
    Respondí a la tarde
    de la primavera;
    Tu has dicho el secreto
    que en mi alma reza;
    yo odio a la alegría
    por odio a la pena.
    Mas antes que pise
    tu florida senda,
    quisiera traerte
    muerta mi alma vieja.


    Antonio Machado



  15. Poeta ayer, hoy triste y pobre
    filósofo trasnochado,
    tengo en monedas de cobre
    el oro de ayer cambiado.

    Sin placer y sin fortuna,
    pasó como una quimera
    mi juventud, la primera...
    la sola, no hay más que una:
    la de dentro es la de fuera.

    Pasó como un torbellino,
    bohemia y aborrascada,
    harta de coplas y vino,
    mi juventud bien amada.

    Y hoy miro a las galerías
    del recuerdo, para hacer
    aleluyas de elegías
    desconsoladas de ayer.

    ¡Adiós, lágrimas cantoras,
    lágrimas que alegremente
    brotabais, como en la fuente
    las limpias aguas sonoras!

    ¡Buenas lágrimas vertidas
    por un amor juvenil,
    cual frescas lluvias caídas
    sobre los campos de abril!

    No canta ya el ruiseñor
    de cierta noche serena;
    sanamos del mal de amor
    que sabe llorar sin pena.

    Poeta ayer, hoy triste y pobre
    filósofo trasnochado,
    tengo en monedas de cobre
    el oro de ayer cambiado.


    Antonio Machado