1. Guest, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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  1. El rosal en su inquieto modo de florecer
    va quemando la savia que alimenta su ser.
    ¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:
    Tantas son que la planta morirá de este mal!
    El rosal no es adulto y su vida impaciente
    se consume al dar flores precipitadamente.



    Alfonsina Storni
  2. Anoche cuando dormía
    soñé ¡bendita ilusión!
    que una fontana fluía
    dentro de mi corazón.
    Dí: ¿por qué acequia escondida,
    agua, vienes hasta mí,
    manantial de nueva vida
    en donde nunca bebí?

    Anoche cuando dormía
    soñé ¡bendita ilusión!
    que una colmena tenía
    dentro de mi corazón;
    y las doradas abejas
    iban fabricando en él,
    con las amarguras viejas,
    blanca cera y dulce miel.

    Anoche cuando dormía
    soñé ¡bendita ilusión!
    que un ardiente sol lucía
    dentro de mi corazón.
    Era ardiente porque daba
    calores de rojo hogar,
    y era sol porque alumbraba
    y porque hacía llorar.

    Anoche cuando dormía
    soñé ¡bendita ilusión!
    que era Dios lo que tenía
    dentro de mi corazón.



    Antonio Machado

  3. Como atento no más a mi quimera
    no reparaba en torno mío, un día
    me sorprendió la fértil primavera
    que en todo el ancho campo sonreía.

    Brotaban verdes hojas
    de las hinchadas yemas del ramaje,
    y flores amarillas, blancas, rojas,
    alegraban la mancha del paisaje.

    Y era una lluvia de saetas de oro,
    el sol sobre las frondas juveniles;
    del amplio río en el caudal sonoro
    se miraban los álamos gentiles.

    Tras de tanto camino es la primera
    vez que miro brotar la primavera,
    dije, y después, declamatoriamente:

    ?¡Cuán tarde ya para la dicha mía!?
    Y luego, al caminar, como quien siente
    alas de otra ilusión: ?Y todavía
    ¡yo alcanzaré mi juventud un día!



    Antonio Machado
  4. Recuerdo que una tarde de soledad y hastío,
    ¡oh tarde como tantas!, el alma mía era,
    bajo el azul monótono, un ancho y terso río
    que ni tenía un pobre juncal en su ribera.
    ¡Oh mundo sin encanto, sentimental inopia
    que borra el misterioso azogue del cristal!
    ¡Oh el alma sin amores que el Universo copia
    con un irremediable bostezo universal!

    *

    Quiso el poeta recordar a solas,
    las ondas bien amadas, la luz de los cabellos
    que él llamaba en sus rimas rubias olas.
    Leyó... La letra mata: no se acordaba de ellos...
    Y un día ?como tantos?, al aspirar un día
    aromas de una rosa que en el rosal se abría,
    brotó como una llama la luz de los cabellos
    que él en sus madrigales llamaba rubias olas,
    brotó, porque un aroma igual tuvieron ellos...
    Y se alejó en silencio para llorar a solas.



    Antonio Machado
  5. Leyendo un claro día
    mis bien amados versos,
    he visto en el profundo
    espejo de mis sueños

    que una verdad divina
    temblando está de miedo,
    y es una flor que quiere
    echar su aroma al viento.

    El alma del poeta
    se orienta hacia el misterio.
    Sólo el poeta puede
    mirar lo que está lejos
    dentro del alma, en turbio
    y mago sol envuelto.

    En esas galerías,
    sin fondo, del recuerdo,
    donde las pobres gentes
    colgaron cual trofeo

    el traje de una fiesta
    apolillado y viejo,
    allí el poeta sabe
    el laborar eterno
    mirar de las doradas
    abejas de los sueños.

    Poetas, con el alma
    atenta al hondo cielo,
    en la cruel batalla
    o en el tranquilo huerto,

    la nueva miel labramos
    con los dolores viejos,
    la veste blanca y pura
    pacientemente hacemos,
    y bajo el sol bruñimos
    el fuerte arnés de hierro.

    El alma que no sueña,
    el enemigo espejo,
    proyecta nuestra imagen
    con un perfil grotesco.

    Sentimos una ola
    de sangre, en nuestro pecho,
    que pasa... y sonreímos,
    y a laborar volvemos.


    Antonio Machado
  6. Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!
    Medrosas tiritan tus hojas menguadas.
    Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte
    con tus naranjitas secas y arrugadas!.

    Pobre limonero de fruto amarillo
    cual pomo pulido de pálida cera,
    ¡qué pena mirarte, mísero arbolillo
    criado en mezquino tonel de madera!

    De los claros bosques de la Andalucía,
    ¿quién os trajo a esta castellana tierra
    que barren los vientos de la adusta sierra,
    hijos de los campos de la tierra mía?

    ¡Gloria de los huertos, árbol limonero,
    que enciendes los frutos de pálido oro,
    y alumbras del negro cipresal austero
    las quietas plegarias erguidas en coro;

    y fresco naranjo del patio querido,
    del campo risueño y el huerto soñado,
    siempre en mi recuerdo maduro o florido
    de frondas y aromas y frutos cargado!



    Antonio Machado
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  7. Al olmo viejo, hendido por el rayo
    y en su mitad podrido,
    con las lluvias de abril y el sol de mayo
    algunas hojas verdes le han salido.

    ¡El olmo centenario en la colina
    que lame el Duero! Un musgo amarillento
    le mancha la corteza blanquecina
    al tronco carcomido y polvoriento.

    No será, cual los álamos cantores
    que guardan el camino y la ribera,
    habitado de pardos ruiseñores.

    Ejército de hormigas en hilera
    va trepando por él, y en sus entrañas
    urden sus telas grises las arañas.

    Antes que te derribe, olmo del Duero,
    con su hacha el leñador, y el carpintero
    te convierta en melena de campana,
    lanza de carro o yugo de carreta;
    antes que rojo en el hogar, mañana,
    ardas de alguna mísera caseta,
    al borde de un camino;
    antes que te descuaje un torbellino
    y tronche el soplo de las sierras blancas;
    antes que el río hasta la mar te empuje
    por valles y barrancas,
    olmo, quiero anotar en mi cartera
    la gracia de tu rama verdecida.
    Mi corazón espera
    también, hacia la luz y hacia la vida,
    otro milagro de la primavera.


    Antonio Machado

  8. Ya hay un español que quiere
    vivir y a vivir empieza,
    entre una España que muere
    y otra España que bosteza.

    Españolito que vienes
    al mundo te guarde Dios.
    una de las dos Españas
    ha de helarte el corazón.



    Antonio Machado




  9. ¿Sevilla?... ¿Granada?... La noche de luna.
    Angosta la calle, revuelta y moruna,
    de blancas paredes y obscuras ventanas.
    Cerrados postigos, corridas persianas...
    El cielo vestía su gasa de abril.

    Un vino risueño me dijo el camino.
    Yo escucho los áureos consejos del vino,
    que el vino es a veces escala de ensueño.
    Abril y la noche y el vino risueño
    cantaron en coro su salmo de amor.

    La calle copiaba, con sombra en el muro,
    el paso fantasma y el sueño maduro
    de apuesto embozado, galán caballero:
    espada tendida, calado sombrero...
    La luna vertía su blanco soñar.

    Como un laberinto mi sueño torcía
    de calle en calleja. Mi sombra seguía
    de aquel laberinto la sierpe encantada,
    en pos de una oculta plazuela cerrada.
    La luna lloraba su dulce blancor.

    La casa y la clara ventana florida,
    de blancos jazmines y nardos prendida,
    más blancos que el blanco soñar de la luna...
    ?Señora, la hora, tal vez importuna...
    ¿Que espere? (La dueña se lleva el candil).

    Ya sé que sería quimera, señora, mi sombra
    galante buscando a la aurora
    en noches de estrellas y luna, si fuera
    mentira la blanca nocturna quimera
    que usurpa a la luna su trono de luz.

    ¡Oh dulce señora, más cándida y bella
    que la solitaria matutina estrella
    tan clara en el cielo! ¿Por qué silenciosa
    oís mi nocturna querella amorosa?
    ¿Quién hizo, señora, cristal vuestra voz?...

    La blanca quimera parece que sueña.
    Acecha en la obscura estancia la dueña.
    ?Señora, si acaso otra sombra, emboscada
    teméis, en la sombra, fiad en mi espada...
    Mi espada se ha visto a la luna brillar.

    ¿Acaso os parece mi gesto anacrónico?
    El vuestro es, señora, sobrado lacónico.
    ¿Acaso os asombra mi sombra embozada,
    de espada tendida y toca plumada?...
    ¿Seréis la cautiva del moro Gazul?

    Dijéraislo, y pronto mi amor os diría
    el son de mi guzla y la algarabía
    más dulce que oyera ventana moruna.
    Mi guzla os dijera la noche de luna,
    la noche de cándida luna de abril.

    Dijera la clara cantiga de plata
    del patio moruno, y la serenata
    que lleva el aroma de floridas preces
    a los miradores y a los ajimeces,
    los salmos de un blanco fantasma lunar.

    Dijera las danzas de trenzas lascivas,
    las muelles cadencias de ensueños, las vivas
    centellas de lánguidos rostros velados,
    los tibios perfumes, los huertos cerrados;
    dijera el aroma letal del harén.

    Yo guardo, señora, en viejo salterio
    también una copla de blanco misterio,
    la copla más suave, más dulce y más sabia
    que evoca las claras estrellas de Arabia
    y aromas de un moro jardín andaluz.

    Silencio... En la noche la paz de la luna
    alumbra la blanca ventana moruna.
    Silencio... Es el musgo que brota, y la hiedra
    que lenta desgarra la tapia de piedra...
    El llanto que vierte la luna de abril.

    ?Si sois una sombra de la primavera
    blanca entre jazmines, o antigua quimera
    soñada en las trovas de dulces cantores,
    yo soy una sombra de viejos cantares,
    y el signo de un álgebra vieja de amores.

    Los gayos, lascivos decires mejores,
    los árabes albos nocturnos soñares,
    las coplas mundanas, los salmos talares,
    poned en mis labios;
    yo soy una sombra también del amor.

    Ya muerta la luna, mi sueño volvía
    por la retorcida, moruna calleja.
    El sol en Oriente reía
    su risa más vieja.



    Antonio Machado

  10. Un libro de amores,
    de flores
    fragantes y bellas,
    de historias de lirios que amasen estrellas;
    un libro de rosas tempranas
    y espumas
    de mágicos lagos en tristes jardines,
    y enfermos jazmines,
    y brumas
    lejanas
    de montes azules...
    Un libro de olvido divino
    que dice fragancia del alma, fragancia
    que puede curar la amargura que da la distancia,
    que sólo es el alma la flor del camino.
    Un libro que dice la blanca quimera
    de la Primavera,
    de gemas y rosas ceñida,
    en una lejana, brumosa pradera
    perdida...



    Antonio Machado
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  11. Gloria Fuertes que estás en los cielos
    Con el Dios del anciano del parque,
    con el Dios que tejiste en tus versos...
    Con el dios que te hizo payaso
    Gloria Fuertes que estás en los cielos...

    Gloria Fuertes que estás en los niños
    En los hombres y mujeres del pueblo.
    Gloria Fuertes que un mes de noviembre
    Te escapaste sin boli y cuaderno.
    Gloria Fuertes que estás donde Philips
    Donde Chelo, Asunción y otros muertos
    Gloria Fuertes que ya sabes todo
    Lo que pasa después del silencio

    Gloria Fuertes que estás en mi vida
    Te has llevado un buen trozo del pecho.
    Gloria Fuertes que estás donde sea..
    No me basta la voz del recuerdo...
    Yo te quiero en tu casa y tus cosas
    Con un wiskhy un pitillo y un verso.



    Belén Reyes

  12. Si me quieres...
    no me lo digas todavía,
    deja que el encanto
    siga surcando el momento
    de las horas compartidas.
    Si me quieres...
    no me lo digas todavía,
    quiero seguir disfrutando
    el silencio de tu compañía.
    Si me quieres...
    no me lo digas todavía,
    deja que tus ojos lo hagan
    y que reflejen tu alma
    y lo que en ella habita.
    Si me quieres...
    grítalo al viento
    que agitando el fuego
    encenderá la llama
    que nos dará vida.
    Y... si no me quieres...
    no me lo digas todavía,
    el tiempo se encargará
    de apagar el fuego,
    de esconder las ganas,
    de transformar el sentimiento.



    Aburto Uribe, Teresa
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  13. Si la muerte me da tiempo
    de que la sienta venir
    quiero salirle al encuentro.

    Quiero salirle al encuentro
    al menos para sentir
    que todavía no estoy muerto.

    Que todavía no estoy muerto
    y que le puedo decir
    " si te he visto no me acuerdo "


    Jose bergamin

  14. Cuando miras las estrellas
    no ves que ellas te estas viendo;
    porque tu la ves por fuera
    y ellas te miran por dentro.

    Y es que cuando tu las miras
    ves en su espanto tu espanto;
    porque ellas tiemblan mirándote
    y tu la miras temblando.

    Jose bergamin


  15. Tiempo es remanso del alma.
    Alma es remanso del tiempo.
    Vivo porque estoy soñando.
    Sueño porque estoy viviendo.

    La vida es sueño y no es vida.
    El sueño es vida y no es sueño.
    El alma es tiempo y no es alma.
    El tiempo es alma y no es tiempo.

    Lo que miro, lo que escucho,
    lo que toco, lo que siento,
    lo que creo, es y no es
    tiempo y alma y vida y sueño.



    Jose bergamin