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  1. Hay en Granada
    una cuesta empinada que va a la Alhambra,
    jardines frescos
    y vericuetos
    donde dan los sedientos besos al agua.

    Cádiz de plata
    y su hermosa bahía que al mar amansa…
    ¡Tienen sus calles
    en carnavales
    de las gracias del mundo todas las gracias!...

    Córdoba mora,
    cuando mayo florece se adorna toda,
    plazas y patios
    son sus palacios,
    y a la gente andaluza tiene orgullosa.

    Málaga alegre,
    es la cosmopolita, clarea siempre…
    Andar despacio
    la Calle Larios,
    y el que quiera el sol mismo, allí lo tiene.

    Luz y Almería,
    al amor del desierto crece la vida…
    ¡Toda dorada!,
    y la Alcazaba
    si las estrellas duermen ella vigila.

    A las Américas
    siempre mira una madre desde la arena,
    su corazón
    se lo mandó…;
    cantes de tierra roja suenan en Huelva.

    Andalucía
    y el campo punteado de verde oliva
    brilla en Jaén.
    ¡Oro de ley!
    …y en Úbeda y Baeza tiene a Castilla.

    De filigrana
    se ha vestido La Torre de la Giralda…
    Hay por el aire
    mil azahares…
    ¿Quieren saber su nombre?... ¡Léanme el alma!
    A malco y pepesori les gusta esto.
  2. Saudades

    Una delicia
    es sentir el orvallo cuando acaricia,
    y al ver su luz
    como andaluz,
    ¡también tengo saudades aquí en Galicia!


    La gaiteira

    ¡Ay mi gaiteira,
    tu mirada es el fuego de mi lareira!
    Sufro yo mucho
    si no te escucho
    por la Ría de Arousa con tu muñeira.


    Saudade: Nostalgia, añoranza.
    Gaiteira: Mujer que toca la gaita.
    Lareira: En portugués y en gallego, chimenea, hogar.
    Muñeira: Música y danza populares de Galicia.
    Ría de Arousa: La mayor de las rías de Galicia situada entre la Ría de Muros y la de Noia al norte y la de Pontevedra al sur.
    A malco y Troto les gusta esto.
  3. ¡Ay mi morena!

    ¡Ay mi morena
    que me traes aromas de yerba buena!
    ¿Y el taconeo?...
    ¡Cuando te veo
    la locura me puede de bien que suena!



    Tus negros ojos

    ¡Tus negros ojos
    si me miran me causan grandes antojos!
    ¿Y esa mirada?...
    ¡Si después nada,
    no mujer, no te pintes los labios rojos!



    Con este cante

    ¡Con este cante
    voy quitándome penas si estoy distante!
    Es la alegría
    de Andalucía,
    ¡con pensar que me espera tengo bastante!



    De razón

    ¡Es de razón
    que no asome ya tanto mi corazón!
    Pudiera ser
    que esa mujer
    no me quiera si caigo de este balcón.


    ¡Ay Mariquilla!

    ¡Ay Mariquilla!
    ¡Qué elegante te veo yendo a Sevilla!
    ¡Es cosa seria
    ir a la feria
    enredado en los flecos de tu mantilla!



    Por la colina

    Por la colina
    mi caballo se alegra cuando camina,
    y yo voy triste
    porque dijiste,
    ¡que te quites chiquillo ya de mi esquina!



    En el albero

    ¡Pues llevo prisa!
    ¡Voy camino del Parque de María Luisa!
    Mientras la espero
    en el albero,
    ¡voy pintando la forma de su sonrisa!



    El pregón

    Algunas veces
    de lo guapa que eres, ¿qué me pareces?
    ¡Pues una rosa!,
    y por tal cosa
    lo pregono a los vientos como mereces.



    Como un preso

    Soy como un preso
    del cariño que tengo, ¡solo por eso!...
    Tanto peor
    si más amor…
    ¡A cadena perpetua si me da un beso!




    A malco le gusta esto.
  4. Soledad, fiel compañera,
    es la que nunca abandona
    y la que todo perdona
    de silenciosa manera.
    Soledad que se sincera,
    siempre dice la verdad,
    cuando en su necesidad
    la llamemos puede ser
    que aparezca una mujer
    que se llame Soledad.
  5. I

    La túnica del pródigo

    No tardes y libérame del ciego
    con el barro que abre la mirada,
    y del sordo que ignora tu llamada
    con la chispa rugiente de tu fuego.

    Ahoga el vozarrón que tiene el ego,
    aquel que en el azogue es casi nada,
    y allí, cuando descubra su emboscada,
    que sepa cuánto arrastro de ser lego.

    Aparta de mi boca y mi conciencia
    al ensoberbecido ángel mudo,
    que oculta, que disfraza y que silencia.

    Así, como el ladrón, es como acudo
    a Ti, el desmemoriado; tu sentencia:
    la túnica del pródigo desnudo.

    II

    La herida de la lanza

    Voy buscando con ansia en tu costado
    de los labios al fondo de la herida,
    empapado de sangre dilüida,
    el sitial que me tienes reservado.

    Lo que allí no hallaré por ningún lado,
    porque todo en tus llagas se te olvida,
    son los tristes retales de mi vida
    y el inicuo rastrojo del pecado.

    Nunca supo aquel pilum lo que hacía
    al abrirte: lo mucho que sería
    para mí tan terrible mordedura.

    Es por eso que adoro su hoja fiera,
    por ser esa reliquia la que diera
    un hogar a mi noche más oscura.

    III

    Yo, como el carbonero

    Si no atisbara verte en el camino,
    si no vas con paciencia, y a mi paso,
    con mis deformes pies, sería acaso,
    sin fin el avanzar y sin destino.

    Muy lejos, vagamente, te adivino,
    apenas, con mis luces, y al ocaso;
    en cambio, sin temores al fracaso,
    pareces animar mi andar cansino.

    Ya ves, pocas razones precisé,
    –tan pocas necesita el carbonero…–
    por esas pocas, qué poco dudé,

    y porque así quisiste, así te quiero,
    y porque así me sigues, seguiré,
    y porque así me esperas, en Ti espero.

  6. Es oscura y la llaman locura
    esa Cruz tan ausente de luz;
    ¡pobre luz!, si se ve tan oscura,
    la locura que lleva a la Cruz.

    Tan oscura fue siempre la cruz
    que es locura llevarla sin Luz.
  7. A mi padre,
    in memoriam.
    ¡Oh, gran río!, la tierra que horadaste
    permanece marcada con la herida
    de la espada que fuera tu subida
    torrencial cuando así te despertaste.

    Al paisaje en recuerdo le dejaste
    un hermoso cañón en cada ida,
    entretanto regabas dando vida
    a cambio de lo mucho que arrancaste.

    Tu fiera se contuvo en el pantano,
    con un gas explosivo en lo profundo,
    transformada la ciénaga en metano.

    De igual forma le ocurre si, rotundo,
    el genio con que nace el ser humano
    estalla por lo injusto de este mundo.

  8. I

    Anoche de madrugada
    vi a mi Señor en la Cruz,
    se me nubló la mirada,
    (…como a cualquier andaluz).

    Después la más venerada
    iba en un trono de luz,
    y de estrellas coronada
    me retiraba el capuz.

    II

    Allí en la calle, pasando,
    con lagrimas en los ojos,
    todo el mundo
    se compadeció mirando
    tu dolor, entre sonrojos,
    tan profundo.

    Con el Amor de Buen Padre
    desde el horror del Calvario
    que sufriste,
    a tu Santísima Madre,
    –aquel tu primer sagrario–,
    nos la diste.

    Al albor del Viernes Santo
    con mil penas, y despierto,
    de pensar tu cuerpo muerto
    tu pueblo se anega en llanto.
    A malco, Bernardo de Valbuena y Eratalia les gusta esto.
  9. A la compañera Mar,
    que me escuchaba la otra noche.​

    Ha llamado a tu puerta
    la lluvia del otoño que renace,
    ¡qué pronto harán las hojas
    alfombras de colores en tu calle!
    Y harán tibios reflejos
    las luces de los coches cuando pasen,
    y habrá nuevos perfumes
    a campos y humedad en las ciudades.
    En tanto que en mi tierra
    las nieves serán ríos torrenciales
    y un valle de alamedas ordenadas
    parecerá estrellado por las tardes.
    ¡Tan diferentes lluvias,
    regando, tan iguales, los paisajes!...
    ¡Qué largos los océanos, hermana,
    y qué chicos si escucho tu lenguaje!


    A ti y a malco les gusta esto.
  10. Tiene tu corazón un relicario impaciente de mies redondeada
    que vuelve cada tarde luminoso e impregna de esa Luz toda la casa.

    En su resolución es desmedido, se va con incesante vigilancia,
    pendiente del tupido conopeo que quiere retirar con la mirada.

    Escoge tras el velo la cosecha, fortuna del espíritu – la Gracia –,
    y luego arrodillado, en apariencia, parece que está solo con su calma.

    Pero tiene engarzada la reliquia, ¿habrá una soledad con más compaña?,
    con horas hace instantes, y se acorta el tiempo que parece no le pasa.

    Tiene tu corazón un relicario que al mío le retorna la esperanza
    lo escucho en el espacio de la noche y sé por sus latidos quien me habla.
    A malco y lomafresquita les gusta esto.
  11. Rondando está la muerte,
    cercana está la voz de la tormenta,
    es espantoso verte,
    la piel se te revienta
    por cada luxación, llaga sangrienta.

    Tu cuerpo colapsado,
    es todo una hemorragia, un indecible
    dolor, y en el costado
    tu aliento imperceptible
    se vuelve filiforme e imposible.

    Memento mei clama
    aquel que tu piedad te solicita,
    y allí se le derrama,
    en tanto que otro grita
    un dios no tiene muerte tan maldita.

    Glorioso testamento
    hiciste sobre aquel adolescente,
    en un solo momento
    no fue mejor presente:
    tu Madre ya sin tiempo, eternamente.

    Hasta el final, las heces
    del cáliz del suplicio consumiste,
    colgado allí pareces
    la imagen de lo triste...
    ¡Hasta cuando expiraste obedeciste!

    ¡Qué grande soledad!,
    la Madre te sostiene entre sus brazos,
    ¡qué cuadro de piedad!,
    ¡qué dolorosos trazos!,
    ¡recógeme con Él en tus abrazos!

    ¿A quién estáis buscando?
    ¡Quién vive no se encuentra entre los muertos!
    ¿Por qué seguís llorando?
    ¡Estad todos despiertos,
    dejad de andar vagando en los desiertos!
    A malco le gusta esto.
  12. A una nariz

    Érase un hombre a una nariz pegado;
    érase una nariz superlativa;
    érase una nariz sayón y escriba;
    érase un pez espada muy barbado.

    Era un reloj de sol mal encarado;
    érase una alquitara pensativa;
    érase un elefante boca arriba;
    era Ovidio Nasón más naridado.

    Érase el espolón de una galera;
    érase una pirámide de Egipto;
    las doce tribus de narices era.

    Érase un naricísimo infinito,
    muchísima nariz, nariz tan fiera
    que en la cara de Anás fuera delito.

    Don Francisco de Quevedo y Villegas
    (A Don Luis de Góngora)


    De Góngora a Quevedo

    Anacreonte español, no hay quien os tope,
    que no diga con mucha cortesía
    que ya que vuestros pies son de lejía,
    que vuestras suavidades son de arrope.

    ¿No imitaréis al terenciano Lope,
    que al de Belerofonte cada día
    sobre zuecos de cómica poesía
    se calza espuelas, y le da un galope?

    Con cuidado especial vuestros antojos
    dicen que quieren traducir al griego,
    no habiéndolos mirado vuestros ojos.

    Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
    porque a luz saque ciertos versos flojos,
    y entenderéis cualquier gregüesco luego.

    Don Luis de Góngora y Argote


    ¿Y la nariz?

    Es cosa natural que en el camino
    la gente se reúna por tendencia;
    Cernuda y su poema es la evidencia
    de alguno que gustó lo gongorino.

    Seguro que Don Luis torció mohíno
    el gesto y contestó sin indulgencia
    al verse en sumarísima sentencia
    el reo narigudo del destino.

    Su apéndice nasal reposa ahora
    debajo de la tierra bienhechora
    que acaba con rencillas y defectos.

    Al tiempo que su juez, soneto en mano,
    está con el gusano del gusano
    ya libre de cojera y desafectos.

    Salvador González Moles


    Nota: Ver Góngora de Luis Cernuda
    A malco le gusta esto.
  13. Se transcriben aquí tres sonetos que bajo el título genérico A María Santísima escribió Miguel Hernández, cada uno dedicado a un pasaje diferente.

    En el misterio de la Encarnación

    Hecho de palma, soledad de huerta
    afirmada por tapia y cerradura,
    amaneció la Flor de la criatura
    ¡qué mucho virginal!, ¡qué nada tuerta!

    Ventana para el Sol ¡qué solo! abierta:
    sin alterar la vidriera pura,
    la Luz pasó el umbral de la clausura
    y no forzó ni el sello ni la puerta.

    Justo anillo su vientre de Lo Justo,
    quedó, como antes, virgen retraimiento,
    abultándole Dios seno y ombligo.

    No se abrió para abrirse: dio en un susto
    (nueve meses sustento del Sustento)
    honor al barro y a la paja trigo.


    En el día de la Asunción

    ¡Tú!, que eras ya subida soberana,
    de subir acabaste, Ave sin pío
    nacida para el vuelo y luz, ya río,
    ya nube, ya palmera, ya campana.

    La pureza del lilio sintió frío;
    y aquel preliminar de la mañana
    aire, tan encelado, en tu ventana,
    sin tu aliento ni olor quedó vacío.

    ¡Todo te echa de menos! ¿Qué azucena
    no ve su soledad sin tu compaña,
    ve su comparación sin Ti en el huerto?...

    Quedó la nieve, sin candor, con pena,
    mustiándole el perfil a la montaña;
    subiste más, y viste el cielo abierto.


    En toda su hermosura

    ¡Oh elegida por Dios antes que nada;
    Reina del Ala, propia del zafiro,
    nieta de Adán, creada en el retiro
    de la virginidad siempre increada!

    Tienes el ojo tierno de preñada;
    y ante el sabroso origen del suspiro
    donde la leche mana miera, miro
    tu cintura, de no parir, delgada.

    Trillo es tu pie de la serpiente lista,
    tu parva el mundo, el ángel tu simiente,
    Gloria del Greco y del cristal orgullo.

    Privilegió Judea con tu vista
    Dios, y eligió la brisa y el ambiente
    en que debía abrirse tu capullo.
    A malco, Luis Prieto, Alfonso Espinosa y 3 otros les gusta esto.
  14. Mañana la tristeza será mía,
    la de ahora parece estar naciendo,
    aún se oye tu voz pero está yendo
    poco a poco a la voz del nuevo día.

    Cuando no pueda verte estará fría
    mi alma al despertar. Y no pretendo
    detener tu ilusión porque comprendo
    que el amor en la espera nada fía.

    Un jardín, una flor y una mañana,
    una herida sanguinolenta mana,
    y soñar para mí será un derroche,

    que ya velo tu falta –tú dormido–,
    se desploman las horas sin rüido
    y otra vez voy muriéndome esta noche.
    A malco, Maramin, Bernardo de Valbuena y 3 otros les gusta esto.
  15. A causa de un poema he recordado
    lo que era para ti la poesía,
    y cuánto tu afición me supondría
    ahora en cada verso y a tu lado.

    Sin duda que me hubieses preguntado,
    ¿qué es lo que has escrito en este día?,
    y yo con cierto miedo leería
    aquello que llevara en mi costado.

    Y sé que no serías complaciente,
    seguro que verías mis defectos
    que no te callarías, exigente.

    ¿Consejos?, ¡no tendría más perfectos!:
    tu voz y tu sonrisa amablemente
    pues fui de tus amores predilectos.
    A malco, Maramin, manuelo y 1 persona más les gusta esto.