Cartas sin destinatario, relatos y retAzos

En tus ojos descansan los crepúsculos
en ámbar y esperanza
y más adentro el alba y la eufonía
de las clepsidras y los mares.
Por un instante pienso
que vienes de un lugar arcano
y que en breve te irás en una nube
como el ángel que un día nos mimó.
Presientes mi tristeza y yo
el calorcillo de tus manos
y entonces nos abriga con su satén la noche...​

La luz
—tibieza tuya—
me busca entre las sombras
y arranca la penumbra
del mármol frío...
en breve
se yergue dócil
sobre el tapiz de la mañana
para volverse lirio entre mis sábanas.
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​

Matías, el murmullo de la noche
por las rendijas entra y se acomoda
mientras Pagliaro dicta su lección
al ritmo de la lluvia persistente.
Llora violín,
llora que el llanto limpia las heridas
y la penumbra en do mayor rasguña
los ejes rotos de mi sombra.

​

¡Sonríe! Desde el ventanal de trigo donde engarza la alborada las ondas en armiño y el pájaro renace en bronce fulgurante en los brotes del olivo.​

¡Canta! Diana que te mudas al pie de mis balcones cuando ensancha noviembre sus ojeras sobre los juncos y las charcas y vienen avecillas nuevas ensayando sus valses sobre las ramas del limonero.

¡Danza! Sobre los rosales florecientes al pie de las arenas en un amanecer sin nombre, sin paredes, sin techo… Transparente. Allí donde tendida, pálida y pura, hallarás mi alma

Me mira octubre —onírico y convulso—
brama desde el profundo foso,
con voz pasiva
sentencia...
Cose mi sombra al blanco de mis sábanas.​

Un sopor ata
los sueños en el limbo;
reposa en el atril el negro cántaro,
voces sin labios,
sin rostros las miradas, sin pecho los latidos
y un lobo hambriento aúlla entre los árboles...




​

Musgos, en la pared eterna, mugen
afónicos
—como el bambú— se yerguen solitarios
al filo de la noche sin memorias
cuando el alféizar de la tarde expira
detrás del horizonte
y yo expiro en la espera...​

​

Hoy, como entonces, solo tengo monosílabos, pero ningún interlocutor se anima con ellos.

—Buenas noches
—Buenas noches
—...
—Dime.
—...
—Tal vez.
—...
—No
—...?
—No —rotundamente no
—...?
—Sí
—Jajaja, algo es algo.
—Sí.

......

Hoy no tenemos sol para acuarelas,
tiene el paisaje los manchones frescos
y en sus húmedas gasas son dantescos
los trazos que matizan sus secuelas.
Aún no amainan aguas y ventiscas,
son las celliscas
tonadas tristes
que hacen que mistes
tu desconsuelo
mirando al cielo
con la esperanza de la mano amiga
que el hambre ajena con amor mitiga.
octubre 5, 2017​

Hoy fue tu despedida. Caballistas, boyeros
y toda tu familia —centenares—
nos dimos cita, sin carroza fúnebre,
a tu estilo, pictórica carreta
iba con su roc roc en el asfalto
—los bueyes y boyeros con sus mejores galas—
al mejor trote
de la caballería.
Níveos: tu faz, los lienzos y tu sayo,
como mirando el tibio sol
empinados al cielo
tus párpados cerrados.
Por vez primera te pusiste serio
lo entiendo,
no es cosa
de ir asustando gente;
seguro que estarás divirtiendo a los ángeles.
Septiembre 24, 2017​

Mándame un ángel que mis sueños toque
como a la primavera los abriles
cuando el pintor la pone en sus atriles
y logra con sus artes que convoque
las musas del olimpo en mis andenes
y en los vaivenes
de su campiña
pinta la niña
los tulipanes
con sus afanes
como primicia en la acuarela mía
que se transforma en luz y poesía.

septiembre 22, 2017​

El ángulo perfecto en mi portilla
tiene céfiros, lluvias, luz y sombras;
en su verdón, lavadas como alfombras
y en el confín, el Fénix que se ovilla.
El alto verolís en las llanuras;
las oberturas
de ruiseñores
y los pintores
que al natural
dan al mural
un acabado lleno de misterio
donde natura exhibe su salterio.

Tiene también un ángel de la guarda,
sus farolillos sorben mis tristezas
y las transforma en cósmicas riquezas
cuando Morfeo en arribar se tarda.
Ay si el destino hurtármelo quisiera
de igual manera
como vigía
día tras día
en mi postigo
—mi caro amigo—
emulará su cálida presencia.
Yo, igual que Ofelia, pediré clemencia.​