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  1. ´
    Ayer marzo y las paredes mutantes
    del piso apretaban más de lo normal.
    Estaba anocheciendo. Como un zombie
    salí a la calle con dirección al fondo
    a la derecha de ningún sitio.

    A mi paso
    las gárgolas entrenaban sus artrosis de memoria
    y religiosa urbanidad. Acabé tirando
    piedras
    al río que abraza la ciudad.

    Lanzaba piedras afiladas y mudas
    como rayos o lágrimas perforantes.
    Algunas por aquellos que ya no están
    pero siguen estando.

    Otras por todos mis errores insubsanables,
    por la luz que pelea
    en inferioridad militar contra el tiempo.
    También por la puta dinámica de este mundo
    o de alguna manera para salpicar a algún dios,
    y otras solo porque sí.

    En la otra orilla alguien lanzaba piedras al mismo río,
    (vi piedras más grandes, ásperas
    y mudas que las mías)

    Nos miramos aproximadamente un minuto
    parecido a media vida.

    Crucé el puente.
    Le dije que a veces escribo poemas raros
    aptos para microondas.
    Ella me contestó que conocía un bar
    de los de antes,
    (en el aire sonaban los 091)

    Y juro que anoche las estrellas incursionaron
    por unas horas
    en el lado suroeste de la M-30.

    En verdad era un bar de los de antes.

    ________
  2. `
    Presentaos.
    Hablad de vuestras metas
    y vuestros sueños en la vida.
    Reíd de nervios y felicidad. Repasad
    vuestra infancia, descubrid
    vuestros miedos y fobias,
    vuestros grupos musicales favoritos.
    Adquirid entrada libre
    al catálogo de vuestra ropa interior
    y zonas erógenas.
    Psicoanalizad vuestras viejas y nuevas
    amistades, contaos los intríngulis
    del curro.
    Conoced Cuenca, Roma y la República
    Dominicana de la mano. El sabor
    de vuestro sudor y lágrimas.
    Compartid el vater y la ducha.
    Haceos aguadillas y arroz con langostinos.
    Odiad a vuestras suegras. Hipotecaos
    para los restos, llenad el piso con un par de enanos,
    una chihuahua y un gato siamés.
    Desconfiad de las intenciones
    del nuevo y atractivo entrenador de pilates
    o la nueva y dulce vecina del sexto.
    Tiraos a la cabeza el retrato de boda y
    haced las paces con unas pocas
    y enternecedoras lágrimas,
    un buen polvo
    y una botella de rioja gran reserva del 68.
    Jodeos la vida (pero sin querer)
    y volved a hacer las paces
    con otras pocas y enternecedoras lágrimas,
    otro buen polvo y un cava del 92.
    Envejeced y engordad juntos.
    Regalaos el netflix por San Valentín.
    Compadeceos de los sintecho, los subsaharianos
    y del vecino solterón del tercero.
    Cantad abrazados el gol de la final
    de la copa del mundo y...

    Pero sobre todo,
    sobre todo a estas alturas,
    y si antes no lo hicisteis,
    mejor no se os ocurra excavar demasiado
    el uno en el otro,

    pues muy posiblemente,
    ni aun con todo lo vivido en común
    (y no es por desilusionaros)
    no tenéis ni puta idea
    de quién es en realidad esa persona
    que, desde cuando ya ni recordáis,
    comparte y ha compartido
    el otro lado de la cama,
    unida a vosotros por la costumbre,
    sobre ese colchón viscoelástico 2x2
    de las rebajas del Ikea,
    y tras aquella efervescente
    y poco meditada promesa
    del "hasta que la muerte nos separe"
    y tal y cual...
    A Grace y Javier Alánzuri les gusta esto.
  3. `
    De aquellos años recuerdo
    las gaviotas y los helicópteros invisibles
    volando entre nuestras cabezas,
    la extensa red de autopistas al infierno,
    un ángel con medio tupé y chaqueta de cuero (de copiloto)
    y alguna que otra princesa embarazada
    expulsada del paraíso.

    También recuerdo el generoso silencio de los muertos de entonces,
    la lava y su incipiente ceniza
    enquistando en mis cortas venas de plata
    y piel de algodón. Tsunamis de espuma
    salpicados con brillo de labios
    -y su solfeo ensordecedor- en las tardes
    y cervecerías del distrito de Moncloa.

    Seis coches y 19 ITVs después.
    Cien lunas rotas en los arcenes
    de alguna dimensión perdida
    junto a mil doscientos gramos de poemas
    con olor a rueda quemada.
    Resulta que ya sé rendirme sin dolor
    antes de volcar definitivamente el mundo sobre el éter
    de la frígida y suprema desilusión;

    y resulta también
    que al fin he aprendido a querer sin aritméticas,
    a contraviento y bajo un ejército de pararrayos.
    Que ahora estoy en pleno curso de vuelo
    sin plan de vuelo y con las alas gastadas.
    Aunque por razón de impudorosa rebeldía
    (o mera supervivencia de ese último mohicano
    que habitó mi antiguo continente Orgullo),
    todavía dudo del modo ideal de aterrizaje.

    Y añadiría además
    que ya casi sé volverme eclipse
    sin deslumbrantes apagones de medianoche
    ni sobredosis de antiácidos.
    Que descubrí que hay vida (aunque mucho más aburrida)
    después del planeta Juventud.

    ... Que aquella carretera interminable,
    sin radares, peajes ni apenas gasolineras,
    con su heterogéneo paisaje
    y sus fantasmales pueblos atravesados cada puñado de kilómetros,
    tenía un final tan cristalino
    que quejarse ahora
    solo sería un imperdonable ejercicio de hipocresía
    y autoengaño.

    Y que no, compañero,
    que nunca llegamos al horizonte
    soñado,
    (si acaso, brillamos en algunos tramos del viaje)
    ¡nada más ni nada menos!

    ______
    A Javier Alánzuri y Grace les gusta esto.
  4. ´
    Juegan dos gatos sobre la alfombra,
    ya ajenos
    a la ausencia de su otro hermano
    (Blanquito, el más cariñoso, nació con la noche
    acariciando a pisotones su pequeña vida)

    El sol ágil y poderoso de octubre
    amenaza con explotar las ventanas
    y la puerta entreabierta.

    El plasma con netflix sobre el mueble de cristal
    me cuenta las novedades destacadas de mi mundo en HI-FI
    & on line.

    Factores combinados del momento me traen a la memoria a aquella chica
    -a aquella atractiva y dulce chica amante de los gatos-

    porque para ser sinceros hubo más de una chica amante de los gatos.

    Y es que en el mundo han existido tantas chicas
    amantes de los gatos y tantos Luises
    como para, poniéndolos tumbados y cogidos
    entre ellos de los tobillos, hacer un puente hasta la luna;
    tantas chicas (amantes de los gatos) y tantos Luises
    como pepitas de oro en cualquier río virgen
    antes de la Conquista del Far West,
    y más que bisontes abatidos en dicha época por mera diversión,
    por colonos de bajo coeficiente sensible e intelectual
    (la gran mayoría)

    Y no es por nada, pero que se jodan los colonos.

    Ellos no están ahora aquí, en este instante,
    disfrutando de una cerveza fría como las noches boreales de Noruega,
    viendo a dos gatitos supervivientes
    peleándose de broma sobre mi alfombra
    y frente a una tele cojonuda
    al alcance del 29% de habitantes de este planeta.

    Tampoco follaron con ninguna chica amante de los gatos
    entre burbujas y profiteroles, mientras sonaban los Queen
    en la minicadena de aquel chalecito sin sombras
    ni crudas aritméticas en futuro de la sierra.
    Y por supuesto jamás imaginaron que poco más de un siglo después
    los asesinos en serie de bisontes americanos se enfrentarían
    a multas de miles de dólares, incluso a penas de cárcel.

    Lo dicho: el sol sigue empujando la puerta,
    los gatos se cansaron de la alfombra,
    hace mil años que no sé nada de aquella chica,
    y (por dar un final algo lírico a este extraño poema)
    una masa nunca vista de nubes negras
    asoma hoy
    como el mismísimo infierno,

    como una estampida de mil bisontes fantasma

    acercándose por el maldito horizonte.

    ________
    A Medusa, Javier Alánzuri y Alizée les gusta esto.
  5. `
    Y cada día vuelve a cargar el revolver
    encasquillado de los épicos duelos bajo ese sol
    que nunca salió,
    de las promesas que nunca se presentaron
    o cuando extravió la dirección hacia la derrota
    de los niños-héroes anónimos que siempre
    llegan tarde a la cita con uno mismo;
    ... de los que pierden un trozo de nombre
    a cada paso, a cada silencio,
    al silencio que se hizo catedral
    en una ciudad que se hizo de repente
    y para siempre noche.

    Y morirá frente a ese vil espejo sin memoria
    y con las zapatillas de andar por casa, sólo
    junto a la alfombra que nunca arrancó.
    Le erigirán santo de algún sábado sin sexo.
    Le harán un funeral sobre la otra soledad
    de las hojas sin árbol, en el templo de los sin espíritu,
    y esparcirán sus cenizas
    sobre la estela gris del bus de las 7:30...

    El hombre indiscernible hoy
    dobla esquinas y las titula
    en su desteñida carpeta de hombres indiscernibles.
    Acuerda desacuerdos con estricta metodología.
    Imagina salvar sirenas encalladas
    en charcas nadadas solo por él.
    Se crece ante lunas portátiles, en teleseries sin fin
    o en convulsas galaxias de barra.
    Y aterriza cada tarde a la misma hora
    sin paracaídas ni reminiscencias de ningún planeta viajado;
    (entonces vacía versos en madejas
    de desquiciada sobriedad conceptual)

    El hombre indiscernible regatea insolvencias
    e intercambia incendios de oídas,
    otras veces se muere de luz
    y disloca la articulación de su condena
    urdiendo tesoros de asfalto a punto de nieve
    bajo las aceras de la gran avenida,
    o entre olas de café y humo mágico
    que simulan verdades en códigos aún por inventar.

    Entre conclusiones inconclusas,
    escombros de brillos arrugados
    y un fuselaje de dudas
    se sube a un cielo paralelo
    cuando el mundo se expande sin piedad
    hasta chocar con alguna descatalogada canción
    de juventud
    y recaer sobre el solar de sus fallidos paisajes
    de acuarela húmeda.

    Este tipo adolece de primaveras
    frescas y volcanes en actividad.
    Alimenta ciudades de palomas íntimas
    con fanatismo y lágrimas de pan duro,
    y cena sueños de cama con princesas despechadas
    (y alitas de pollo) en el crepuscular salón
    de cualquier minipalacio 24 horas
    cuando empiezan a cerrar la cordura
    y a morder los neones. Luego

    el hombre indiscernible enfunda sus dardos miopes,
    se arropa en su manta fiel que le ciñe
    pero no le pregunta y muere,
    muere de realidad, vuelve a morir
    hasta despertar a un nuevo
    e indiscernible día...

    _______
    A Javier Alánzuri y Grâce les gusta esto.
  6. ´
    Nadie puede vencer al lúbrico arsenal del tiempo.

    Ayer, San Martín (el de los cerdos)
    sacó sus tanques a la calle.

    Sin duda será una masacre porcina en toda regla...

    -en la tele dicen que han descubierto una posible
    nave alienígena en la órbita de Júpiter
    y que la extrema derecha va a ganar las elecciones-

    Hoy soñé que era un tipo rico,
    que pujaba en una subasta de arte
    y me adjudicaba el cuadro y el amor de la autora.

    ¡Por Dios, qué asunto tan extraño son los sueños!

    Y es que luego la artista en cuestión
    se largaba con mi hermano
    (que es bastante mejor persona que yo),
    cosa que acepté de regular gana
    mientras mi secretaria me consolaba
    lasciva y cariñosamente.

    Acto seguido, el malo del sueño,
    (un tipo calvo que no sé bien de dónde salió)
    se empeñaba en asesinarme.
    En un lance de mal gusto y defensa propia
    conseguí ahogarle en medio de un pantano
    provisto de ascensores, máquina del tiempo y dj
    (y eso que nado como un gato...)

    En realidad siempre he sabido que un día
    acabaré necesitando un buen psiquiatra
    -a ser posible de nombre Sara, 30 años
    y piernas largas-

    Entre tanto bebo cerveza
    (por prescripción de mis lamas low cost),
    escribo poemas cual placebo conciliador
    contra autofagias mentales agudas,
    y pienso que si alguna vez nos han de invadir
    los extraterrestres -o caerme encima
    un superpedrusco espacial-
    ahora, en el hall de mi vejez,

    es el puto momento...

    _______
    A Javier Alánzuri y Grâce les gusta esto.
  7. ´
    Un tipo sencillo.
    Un tipo genial y comúnmente sencillo.
    Un tipo con las sencillas rarezas
    de los tipos sencillos,
    como por ejemplo, hablar con su coche,
    ser de izquierdas, amar el caviar ruso
    (que probó en el 98) o ser del atleti.
    Hincha de la selección -cuando gana-
    y un devoto feligrés del bar de Pepe.
    Alguien que viaja muy lejos
    al acostarse con un buen libro,
    cuando ve en tv Españoles por el mundo
    o una vieja peli de Spielberg.
    Un tipo que nada a contracorriente del desengaño,
    que odia la caza, las corridas de toros
    y duda de si el de arriba envió
    para arreglar la humanidad a un tipo flaco con barbas,
    a una sufrida y adorable mujer en rulos y delantal
    o a la familia Simpson.
    Ese que un día se mudó
    desde el centro del universo
    para instalarse en un sencillo y barato residencial
    en las afueras con vistas a las estrellas.
    Que a veces le puede la climatología
    y siempre las estaciones de tren;
    ... que recuerda el Génesis con coleta
    y cantando el Ti amo de Umberto Tozzi.
    Un tipo que sabe que el fin del mundo
    puede llegar a ser un hierro en los dientes
    a los doce años
    o un ocaso imposible -como de otro planeta-
    tatuado en el estómago.
    Un tipo sencillo pero capaz de dibujarte gaviotas
    con espuma de cerveza -e incluso hacerlas volar-,
    y si se pone, llevarte en metro
    al kilómetro cero del paraíso.
    De desesperar al despertador
    y emborracharse de nubes
    un lunes a las 6 de la mañana
    (o también ser devorado
    por un rebaño de ovejas licántropas
    cualquier noche de luna llena)
    Un tipo capaz de contagiarse de fotones
    y colgarse del arco iris
    hasta ver chiribitas y unicornios,
    de construirse una isla desierta tropical
    con cuatro tablas del jodido Ikea
    en un sexto
    sin ascensor a orillas de la M-30,
    o componerte una sinfonía a dúo con el perro
    cuando la tormenta se atreve a robar
    ese algoritmo mágico de tus ojos y tu boca.
    Un tipo que nunca olvida a sus amigos,
    que aún mata por un asiento de ventanilla
    cuando va en avión
    y que a veces se permite la pequeña excentricidad
    de escribirse unos versos a sí mismo.
    Un tipo sencillo harto de complicarse la vida
    que ya solo aspira a compartir precipicios y estrellas
    con otras gentes sencillas.
    En fin, lo que se podría definir
    como un tipo que se sueña
    extrañamente feliz y sencillo. Sin más.

    _______
    A Javier Alánzuri y Grâce les gusta esto.
  8. `
    Hastiado de mi vida y este mundo infame
    he salido a respirar un poco
    de descongestionante aire urbano
    esta maldita noche de luna
    sospechosa y gatos negros.

    A eso de la una doce ovnis
    con el sello de Bill Gates en sus brillantes chasis
    hacían piruetas extrañas y fumigan chemtrails
    sobre las Torres
    junto a la Plaza de Castilla.

    Yo sé que absorben la libido
    de muchas mujeres
    para que no puedan ver el atractivo
    y la extraordinaria capacidad intelectual
    de los tipos listos como yo.
    (las abducen y convierten en sucias homosexuales
    y alérgicas a la maternidad
    para así extinguir la raza humana)

    Seis tragacionistas ocultos
    tras los árboles del Parque del Retiro
    me han perseguido con sendas agujas
    y dosis de bombas líquidas génicas.
    He escapado de una muerte terrible
    entre estertores y mutaciones varias
    por poco.

    En la tele, ayer,
    trece hipertornados, veinte superinundaciones,
    doscientos megaincendios
    y un trozo de polo norte derretido.
    Quieren acabar con mi cordura
    y disparar mi miedo.
    Pretenden que cambie a un jodido coche eléctrico
    y asesine vilmente a mi anciano
    y amado Golf turbodiesel.
    No tienen sentimientos.
    Pero yo sé que Soros, el NOM
    y el resto de calaña cambioclimatista progre
    andan detrás.

    En Malasaña una joven bruja vestida de verde
    me ofrece una hamburguesa química
    que simula ser carne de animal,
    pero a mí no me engaña,
    (yo sé que la carne no es carne
    si su dueño no ha sido matado
    como Dios manda, antes)

    Entes diabólicos y multimillonarios
    quieren hacerme su esclavo.
    No podrán conmigo. Yo conozco su plan.
    Me espían y saben todos mis pasos
    gracias a antenas 5G y al abrir
    los ajustes de mi móvil,
    (pretenden entrar en mi mente
    y anular mi conciencia e ideales puros,
    pero no lo conseguirán)

    Añorando mis días de niño
    me cuelo en el zoo. No veo al vigilante
    (fijo que no es español
    y está fumando marihuana
    con algún travesti de la zona)
    Los elefantes tienen las pupilas violeta fosforito
    y parpadeantes. Los leones rugen
    alrededor de una piedra
    con forma de pentágono
    (estoy seguro que son masones
    y fans de Herodes los muy hijos de puta)
    Los ñus me miran raro
    y se agrupan en fila, desafiantes, frente a mí
    (juraría que su macho alfa lleva una hoz
    y un martillo tatuados en el lomo)

    Salgo corriendo del zoo
    y entro a un bar cercano.
    En la barra tres tipos con cara de inteligentes
    me reciben con los brazos abiertos.
    Sus ojos reflejan comprensión y buen rollo.
    Me invitan a una cerveza.

    Uno de ellos me dice:
    "Felicidades, acabas de encontrar tu lugar al fin"
    "Somos la Resistencia anti-ilustracionista
    contra el pecado de la intelectualidad,
    la ciencia del demonio y sus esbirros"
    "Con nosotros la humanidad estará a salvo
    y tú serás un miembro destacado
    de la lucha contra el floreciente mal"
    -Por supuesto acepto-

    Hay una vieja juke box en el local.
    Echo un euro y elijo una canción.
    Frank Sinatra atrae a los ángeles
    con su esplendoroso "My Way"
    Respiro tranquilo por fin.
    La Verdad nunca pasará de moda.
    Las naves extraterrestres arden ahora en el cielo.
    Ya las estrellas están en su sitio.
    Por un momento llegué a pensar
    que me había quedado gilipollas

    del todo.

    _____
    A La Sexorcisto y Grâce les gusta esto.
  9. ´
    Nosotros...

    los que no tuvimos que elegir
    entre cargar la cruz de ningún revolucionario hippie
    o contar treinta monedas
    sobre la palma de la mano.

    Nosotros, que nunca aplastamos el paraíso
    de los adoradores de las estrellas
    ni fuimos vendidos como bueyes
    en un mercado de La Habana,

    que jamás prendimos chasca bajo los pies de nadie
    ni fornicamos en los crepúsculos
    del bosque de Woodhead con bruja alguna.

    Nosotros,
    que no teñimos con nuestra joven sangre
    el infame barro francés,
    que no arrojamos manzanas sobre el espectral gueto de Varsovia
    ni incineramos a ningún viejo sol naciente;
    que tampoco fuimos condecorados con las alas doradas
    ni rociamos de lluvia homicida ninguna bucólica aldea
    entre los verdes arrozales del alto Vietnam.

    Nosotros, que nunca inmortalizamos
    la barba de W. Whitman,
    que no defendimos hasta el final democracias
    en ningún palacio del pueblo
    ni vaciamos el cargador sobre el pecho
    de ningún rockero pacifista
    en ningún mítico hotel de New York...

    Nosotros,
    que tampoco saltamos desde ninguna torre en llamas,
    ni morimos macheteados en las selvas
    de cualquier infierno del tercer mundo.

    Nosotros: los del corazón impuntual
    y el puño grapado a los bolsillos,
    los que no viviremos 120 años ni estrenaremos
    ático en ninguna luna de Júpiter.

    Los que no cerraremos el último matadero
    ni amaremos a ningún ser ideal
    con sexo multiopción
    y batería de grafeno autorrecargable.

    Nosotros, elementos sin gloria ni pena,
    polizones en los idus de la Historia,
    espectadores de media fila,
    (o protagonistas de una aburrida película
    de cine independiente polaco)

    Los que hoy guardamos pedazos de Itaca
    en un pendrive y adelantamos espíritus
    sin expresión a golpe de semáforo.

    Nacidos de la cesárea de un escaparate
    con doble espejo en el alba del gran nanocíclope hermano,
    timoneando en la constelación del todo o nada.
    Nosotros,
    latiendo entre la fe cuántica y las habas del olvido:
    Becarios de nueve a seis
    en la caníbal industria de la ilusión Ltd.

    Nosotros, que bailamos nuestra calavera
    sobre el psicotrópico cáliz de la eternidad
    y empañamos el techo
    cuando la noche nos muerde con saña el pulso;

    que despertamos en los cuartos
    de un imperturbable reloj de arena
    con la almohada sudada,

    nos refrescamos en las analgésicas ubres
    de un dragón de dos cabezas
    a medio desempaquetar,
    y retomamos el sueño hasta la siguiente pregunta
    como si tal cosa.

    ______
    A Javier Alánzuri y Grâce les gusta esto.
  10. `
    Pues sí, lo reconozco,
    resulta que tenían razón. Al final
    tenían toda la razón. No lo niego.
    Ni de lejos lo conseguí.

    Ciertamente no me acerqué a escribir
    un solo poema con la mitad de genialidad
    de la Szymborska, Casas o Vilas.

    Tampoco mi bella y trabajada locura
    o mis más oscuros e inconfesables sueños
    me inspiraron un solo best-seller
    (como los del loco cabronazo de Stephen King)

    o mi cinefilia -rubricada por miles
    de horas de sofá y escandalosa factura eléctrica
    me convirtió en director de Hollywood
    y poder regalarles a ustedes un "El padrino IV"

    Yo, que he sido polémico y contradictorio
    como un león vegano,
    que fui guerrero como un sioux
    sacando el dedo al séptimo de caballería.
    Sí, cierto, no llegué a colonizar Marte,
    aunque tuve el gusto de conocer
    algunas inteligencias superiores.

    Yo, que mezclé y removí edenes e infiernos
    entre rascacielos de quimeras y ultraerrores
    entre filosofías exprés, lencerías apátridas,
    sangres al bourbon y horizontes maleducados;
    que adquirí un stock de jaulas y futuros
    inconclusos con la artillería del desencanto...

    Y es que ni mis trapicheos de juventud
    y mi adicción por los dulces y falsos efluvios nocturnos
    me permitieron ganar un euro
    en algún rentable negocio duty free,

    ni mi incursión en la reforma de pisos
    junto a mi relación alcohólica
    con el director de una sucursal del Banesto
    acercó un ápice los ceros de mi cuenta bancaria
    a los de Florentino Pérez.

    No, amigos míos, mi medio tupé y sugerente mirada
    tampoco me proporcionaron la décima parte
    de atractivas amantes que George Clooney.
    No ablandé el corazón de la chica más sexi
    y maravillosamente asocial del instituto.

    Jamás solucioné una miga el hambre mundial
    ni inventé una mierda de crema exfoliante.
    Ni mi buen fondo me hizo santo,
    ni mis pecados me hicieron digno del diablo,
    ni mis patadas voladoras Bruce Lee.

    Y no, evidentemente nunca gané un balón de oro
    ni mi talento artístico creó algo parecido
    al "Imagine" de Lennon o al "El Guernica" de Picasso,
    ni, por supuesto, mi labia me llevó a la Casa Blanca,
    ni siquiera a alguna mísera concejalía
    de mi muy modesto pueblo.

    (_ Dios de los agnósticos y los soñadores devotos:
    ¡en qué barra de bar me abandonaste definitivamente!)

    La pura verdad es que me tuve que conformar
    con algún triste premio en un par de foros de poesía,
    con algún polvo de miedo sobre la moqueta del piso
    mientras Vito Corleone ordenaba asesinar al traidor de turno,
    con comandar una banda de divertidos descerebrados

    o con un ciego alucinante gracias a una pastilla rosa
    regalada por una camello de un inolvidable verde de ojos
    -casi de otro planeta- a juego con sus rastas
    junto a la plaza de toros de Pamplona.

    Pero sobre todo,

    sobre todo, recibí el amor
    de unas pocas y deslumbrantes personas,
    como el sol de un amanecer de postal
    en una playa virgen de Costa Rica.

    Y hasta algún ronroneo o lametón oportunos
    -cual aliento divino-
    cuando el mundo entero hacía aguas,
    y mi viejo y fiel espejo mágico
    me explotaba en las narices,
    sin previo aviso, en más de mil,
    o quizás y no exagero, en un millón de jodidos pedazos.

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  11. ´
    Sí, está claro,
    no eres Brad Pitt ni la Jolie,
    pero eres resultón o resultona.
    No eres Schwarzenegger
    pero estás sano y tienes buenos músculos.
    No eres Einstein
    pero tampoco eres tonto.
    No eres el príncipe valiente,
    pero cuando se te nubla el miedo
    eres capaz hasta de enfrentarte a dragones.
    Tampoco naciste para mártir
    pero menos aún para callarte.
    Hoy en tu calendario pone que es el día
    de cambiar el mundo,
    y no valen internet ni gaitas.
    Sabes que el quid de la cuestión
    solo consiste en atreverte a abrir esa puerta
    (con un final sin duda incierto),
    ... o llamar a telepizza.

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  12. `
    Conducir es fácil (en teoría)

    Solo tienes que saber manejar
    una bonita y obediente máquina
    con ruedas y cómodos asientos de cuero
    o polipiel en su interior.

    Girar el volante hacia donde quieras ir.
    Como un rey en su trono móvil
    con cien purasangres de acero a sus órdenes

    frenar o acelerar según la necesidad
    o el deseo del momento.

    Pero lo más importante es la visión global.

    Visión global significa poder
    predecir los potenciales sucesos del entorno.
    Ver más allá de tus narices,
    lo que ocurre en el espacio-tiempo
    cercano desde tu inmediata posición.

    Es decir,
    analizar el conjunto de lo que acontece
    en todo el radio de visión que te permitan tus ojos,
    (si aquel coche que circula 300 metros por delante
    de ti hace una maniobra extraña
    que súbitamente produjera
    un efecto mariposa entre conductores)
    y así evitar futuros sobresaltos.

    Aunque esto no siempre funciona,
    pues resulta que cualquier vicisitud
    o desliz fortuitos
    podrían acabar repercutiendo drásticamente
    en tu cómoda y prevista ruta,
    obligándote a salirte
    de tu zona de seguridad y confort;

    a tener que improvisar,
    y tomar la decisión -en unas décimas de segundo-
    de si en plena vorágine automovilística
    atropellarías a ese ángel despistado,
    o por esquivarle te tirarías a la pendiente
    sin garantías de que alguna divinidad
    apreciará tu heroico gesto
    y abogará por ti cuando lo necesites.

    Da igual, mi amigo conductor, no te rayes:
    en realidad sus señorías cósmicas,
    el puto acantilado y tú
    ya sabéis (o intuís) de sobra la respuesta.


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  13. `
    Ayer
    sabíamos -y solíamos-
    entrar
    y navegar
    dentro de las botellas.

    Entornábamos las alas
    si el cielo desteñía.

    No fue extraño desmembrar
    el nombre de las cosas
    ni filosofar con el humo
    dócil y franjiazul
    de las almohadas.

    Sabíamos también
    cómo vengarnos de las banderas,
    extraviar el corazón
    sobre el himno de las moscas.
    Embestir las rocas
    con la elegancia de las sirenas,
    y llenarnos los ojos
    en reconvertibles
    nostalgias de futuro.

    No fue tan extraño inventar
    arrecifes a nuestra medida
    y vomitar sobre ellos
    las playas y las medusas
    de noches vueltas del revés.
    Y no lo fue
    sobornar Mary Poppins
    con dos rayas y un sol
    bajo el niki empapado
    en aquellos baños
    de otras y empapadas vidas.

    Y algún día lloramos chimeneas
    y reivindicamos aquel gazapo
    arrebatado y abandonado
    por nuestros mayores
    en el valle de las águilas.

    En definitiva, éramos casi felices
    como golondrinas borrachas de primavera,
    como un coro de arco iris
    ronroneando
    entre dos tormentas...

    (La poesía vino con la resaca)

    ¿Sabes, cariño,
    que una buena felación
    es capaz de cambiar el rumbo
    de la historia?

    ¡Y ya no digamos
    un beso en los labios
    de despedida,

    en silencio...

    bajo la lluvia!


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  14. `
    Ella dibuja Andrómeda
    con el pincel de su dedo índice
    sobre la aterciopelada llanura de su vientre
    con la tinta tibia (y sin colorantes
    artificiales) de mi semen.

    La cerveza moribunda estrena su danza ácrata
    y se expande como un aguacero amargo
    y feliz sobre la sábana, desde la altitud
    relativa y por la atemporal curvatura
    de nuestros cuerpos hoy perfectos.

    El filtro del cigarrillo funde nuestras salivas
    en un acto conspirativo, kamikaze
    -y de efímero amor- con el beneplácito
    de todas las leyes universales vigentes.

    De nuevo
    mis dedos hundiéndose belicosamente en sus nalgas.
    Sus uñas surcan felinas mi espalda.

    (La luz del alba rompe los cristales)

    En la tele muda
    los simios inteligentes diseñan
    su venganza justa.

    -Me llamo Neus (y soy barcelonesa e independentista)

    -¡Y yo te regalo Madrid entero y un café
    antes de que los U2 digan
    a través de este viejo y expectante radio CD
    su última palabra!


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  15. ´
    Ahora que sé que los dueños del mundo conocen
    los entresijos y aristas de mis personalidades secretas
    y gustos sexuales
    (y me la suda, con perdón)
    Que esta sociedad navega sobre el escalofrío
    y la baba de sus frágiles cachorros.
    Que no hay cosa que más duela a los poderosos
    que no ser inmortales.
    Yo, amante del grito codificado de los violines
    y de la autenticidad de los heavy-metal,
    enemigo visceral de los graníticos ganaderos
    y admirador de los lobos.
    Yo, que fui casi tan básico como los hooligans,
    (pero no tan patético como los padres de familia
    que solo hacen el amor a sus mujeres
    los domingos cuando gana su equipo)
    Yo, que cazaría a los cazadores,
    que gocé con las litronas en aquella alameda
    de posadolescencias mágicas,
    como en las fastuosas fiestas de ricos y mis amigos maricas
    homenajeando al vergel de los ochenta
    y compartiendo geometrías con el servicio.
    Yo, que ya no me engañan los disfraces sociales,
    que perdono la ignorancia
    pero quiebro ante la estupidez y la crueldad.
    Que me estimo y me detesto sin exaltaciones,
    que odio sin fervor y quiero
    con el más gigante de los excesos.
    Que ya no tengo nada que vender ni nada que comprar.
    Yo, que sé que no tengo ni puta idea de casi nada
    pero aprendí a reconocer la yugular en el arte,
    la belleza adornada con cicatrices y legañas
    y el amor sin la burocracia del después.
    Yo, cansado de tanto yo,
    envuelto entre la puerilidad humana
    y ese otro algo sin nombre
    que me vaporiza una y otra vez
    como una jodida explosión nuclear hecha a medida,
    que me pudre
    como el cadáver de un gato
    en mitad de una autopista hermosamente iluminada
    en una vaga e irreal noche de abril.
    Yo que aleteo en reserva de fe, semihundido,
    donde hoy mis ángeles de la guarda debaten
    sobre el cáncer, bytes o política, viajan en bus
    y ya ni siquiera recuerdan cuando los ángeles
    volaban a ciento ochenta kilómetros por hora
    con la música a tope, el alma esponjosa,
    boca arriba y hasta del revés...

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