El blog de Luis Prieto

Al abrigo de la noche
andando va una muchacha,
tiene los ojos brillantes
y en sus mejillas dos lágrimas.

Lenta la llevan sus pasos
con la frente cabizbaja
y en la torre de la iglesia,
por ella doblan campanas.

¡Ay que pena
en su alma coronada!

Tiembla la luna en el río
que rizado pasa y pasa
besando la oscura hiedra
al aire de madrugada.

Respiró aire de estrellas
y se bañó entre fragancias
mas como el amor es ciego,
temblorosa lleva el alma.

¡Ay que pena
en su alma coronada!

Orgullosa ante el espejo
ella siempre se mostraba
y cimbreando figura
paseaba por la plaza.

Un mozuelo la cantó
un buen día y la lozana
atildada con mantilla,
sonrió a su mirada.

Él, con alma de demonio
de los que no llevan capa,
tan sólo vio su sonrisa
y el bailoteo de falda.

Ella, se abrió a sus ojos
ciega de amor y palabras
ignorando que en el canto
se ocultaban otras ganas.

Y al abrigo de la noche
andando va una muchacha,
tiene negros los cabellos
como negra tiene el alma.

¡Ay que pena
en su alma coronada!

Luis

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Queda prohibida la reproducción total o parcial de la obra por cualquier medio

​

No te quería por quererte
ni te quería para tenerte,
no existía otra razón
para quererte cuando veía
la vida en tus ojos.
Recordarás la rosa en tu mano,
aquel silencio fundido en un beso
que no buscaba nada pero
encontró lo deseado.
Tal vez no sabías que antes de
quererte desconocía los besos
y hoy es posible que no sepas
que camino por la sombra
recordando tus labios.

Luis
​

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Queda prohibida la reproducción total o parcial de la obra por cualquier medio​

Anoche imaginé que tu volvías
caminando en la bruma lentamente
con tus lamentaciones en la frente
de buscar otros besos y alegrías.

Anoche imaginé que tu volvías
como el río que vuelve bajo el puente
con el frescor que brota de la fuente
llevando al aire nuevas melodías.

Anoche vino a verme tu pasado,
si tú eres el dolor a mi ligado,
no hagas de este penar una tortura
en mis tristes y solitarias noches.

Ven y sacia por siempre esta locura
o deja que me ahogue en mis reproches.

Luis

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Aquel cielo de ceniza
ponía gris el paisaje
dejando hablar al silencio
en la tristeza del valle.

No se oían alegrías
ni se veían amantes
paseando de la mano
o parándose a besarse

al sol tibio del invierno,
ni buscar para sentarse
a los abuelos viejitos
y charlar junto al estanque.

El río se iba durmiendo
arropado por el sauce
y su canción era triste
bajo aquel cielo flotante.

Las aves cuchicheaban
ovilladas y la tarde
caía lánguidamente
fría y sola y sin cantares.

El pueblo había quedado
espectral tras mis cristales
y en la cortina brumosa,
la negrura de los árboles.

¿Quién habría de pasar
mientras veía en la tarde
caminar la espesa bruma
para acostarse en las calles?

A mi alma le llegaban
voces tristes y a mi sangre
un llanto de soledad
ahogándome cada instante.

Y eché los visillos por
si este corazón sin nadie,
decidiera con la bruma
desvanecerse en las calles.

Luis

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Amé aquella transgresión
al silencio de la noche
por poner fin al reproche
en la umbría habitación.
Desterré la sin razón
que tantas noches sufría
y que por dolor tenía
la sensación de vacío
y creciente desvarío
mientras la lluvia caía.

Mientras la lluvia caía
callada la noche aquella,
seguí buscando tu huella
sin saber si te quería,
sin saber que pasaría
por encima del perdón...
Mas fue vaga sensación
y a pesar de que hoy no llueva
mi voz a decirte lleva,
amé aquella transgresión.

Luis

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Él se había levantado cuando todavía el destello de la luna iluminaba parte del suelo de la habitación. Sin hacer ruido se dirigió hacia el cuarto de baño para lavarse la cara con agua fría a pesar del crudo invierno reinante al otro lado de las ventanas.
A medida que la toalla iba dejando al descubierto su rostro, sus ojos parecían estar hablando con el espejo. El ceño fruncido parecía no tener muy claro lo que el espejo le estaba diciendo así que volvió a lavarse la cara con el agua fría durante un par de minutos.

Él salió de la habitación dejando las sábanas de su cama arrugadas, cerrando la puerta despacio para no despertar a su mujer. Él sabía que sus pasos no iban a retroceder, que sus ojos no iban a mirar lo caminado. A cada paso iba dejando a quien un día fue su otro aliento, el acento que un día daba sentido a su existencia. Más de veinte intentos con sus más de veinte rechazos, miles de besos olvidados, una mirada hablando y la otra indiferente... se llevaba como equipaje.

Ya no había marcha atrás, sus pies le llevaron al umbral del portal, nunca más volvería. Se alzó el cuello del abrigo, respiró profundamente y expelió su miedo. Las vagas luces de las farolas le estaban esperando, un mirlo curioso le observaba fijamente. Un paso y la calle en silencio, manos al bolsillo y mirada al frente...
empezaba una nueva vida.

El sol se filtraba por las cortinas de la habitación y ella sentada en la silla (...)

Luis

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¡Bendita aparición!

Anoche te soñé
¡bendita aparición!
La luna plateaba mi ventana,
tú eras el agua fresca
en su sonora copla,
suspiro de mis sueños
que a tu tacto mi pena envejecía.

Anoche te soñé
y tú venías fresca con tu brisa,
esa brisa que evoca la fragancia
virginal del pasado,
después yo era aquel sauce
doblándose en el río...
para sentir tu beso.


Luis

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Gris el paisaje,
el valle quedó solo
con su arboleda.

Luis

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El cielo es plácido,
crotoran las cigüeñas
en la espadaña.

Luis

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Has de saber que sigo caminando,
que el corazón que tú dejaste herido
traspasa ya la senda del olvido
con espesor de hiedra levantando.

Que lo que no me diste y te fui dando,
amargor por tus labios ingerido,
viento de angustia y llanto perseguido
a tu trémulo paso caminando.

¡Ay mujer! por mi alma tu querida,
por mi existencia tu necesitada,
prisionera de tu desden y herida...

Que la lejana voz a ti debida
aunque la rosa no desprenda nada,
dulce y hermosa flor en mi metida.

Luis

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Me mentiría a mi mismo
si hago creer a mi corazón
que volverás,
si pienso que el aroma que respiro
es la rosa de tu aliento.
Me mentiría a mi mismo
si dijera que tu ausencia
no me dejó escarcha y bruma
y que mi alma no llora su melancolía.

Pero la vida es un ignoto camino
y me estaría mintiendo
si callo
que lo poco que me apetece de todo,
es lo mucho que me apeteces tú,
porque aunque mi corazón sepa
que no volverás,
en mi cama aún estamos los dos.

Luis

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Ellos no lo sabían (En recuerdo a los judíos de Auschwitz)

Han transcurrido muchos años y
sin embargo resulta
difícil recordar,
hablar de aquellos deleznables hechos
donde la muerte era la anfitriona
y cualquier esperanza
quedaba disipada
en brazos de la niebla.

No están lejos, aún se sienten cerca
estrepitosos gritos
brotar de las entrañas de los campos
del exterminio nazi.
Aún siguen ancladas unas vías
oxidadas guardando
enmudecidas cuanto allí pasaba.

Ellos no lo sabían,
sus nombres ya engrosaban listas negras
aquella noche aciaga
en donde aún flamea espesa niebla
de los cristales rotos.

Ellos no lo sabían,
sacaron su billete con destino
hacia un futuro incierto
con las cadenas lacerando sus
tobillos y el terror
tatuado en sus caras
y un número en sus brazos.

En silencio arribaban melancólicos
recuerdos que la niebla
lenta y calládamente circundaba
prolongando agonías
las estridentes vías de la muerte.

Ellos no lo sabían,
soñaban que la vida les fluiría
más allá de miradas apagadas,
huyendo en los sueños
del pitido del tren
pasando de estación en estación
sin realizar parada
pero al llegar al sino,
despertaron cercados de alambradas,
gélidos barracones
como el aliento del invierno crudo.
Tormentos, griteríos silenciados
a pies de los vagones
mientras les separaban
desconociendo si hacía la derecha
era para la vida
o la izquierda la vida.
No sabían lo que les aguardaba detrás de aquellos muros,
tras el viejo letrero que aún reza...
"El trabajo libera".

Pronto comenzarían las tareas
con la desinfección...
(Orden para judíos infectados
como ellos llamaban)
La intriga se asomaba con sigilo
por bocas de las duchas.
Hombres, amigos y desconocidos,
madres, hijos cantando la hatikvah
en cámaras de gas...

Ellos no lo sabían,
y fueron escoltados
hasta la exorbitante fosa de
cal donde todavía
moran los sueños, ilusiones, huesos
pero sin ningún rostro.


Luis

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Romance al río Manzanares

Nutrido de manantiales
en la Sierra Guadarrama,
entre vibrantes aromas
cantos y sauces que abrazan,
junto a la Bola del Mundo
y al sur de la Cuerda Larga,
esquivando pozas y
hoyas mediante cascadas,
nacía el río que un tiempo
de Madrid sería playa.

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar todos cantan!

Atrás quedaron los años
cuando la gente bajaba
a tu cauce con tintorros,
caseras y limonadas,
chorizos y salchichones
y tortillas de patata
presidiendo los manteles
con frutas y pan de hogaza,
disfrutando de las fiestas
de chulapos y chulapas
con sus churros y barquillos
y el trajín que lo acompaña.
Donde niños y mayores
en su albedrío gozaban
hasta que un aciago día
la gente maleducada,
te hería con su basura
ahogándote en tu agua
pasando a ser vertedero
de industriales y de casas,
espacio de lavanderas
y de poetas "diana".

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar nadie canta!

Por los ojos de los puentes
y entre residuos, bajabas
aireando a lo viviente
tu hedionda estrofa de agua.
Cuántos de ti se burlaron
y soportaste su "guasa",
precisamente de ellos
que ya era mala gana
diciendo que quien caía
sobre ti, no se ahogaba
sino que moría impuro
y no ha lugar otra causa
siendo con pena más cierto
cual sol de cada mañana.

¡Manzanares, Manzanares!
al igual que el tiempo, pasas
con la misma melodía
pero con distinta agua,
viejo y riente con tus ondas
a nuevas y viejas almas
tras sufrir años de obras
recuperando tu magia.
Río de tierra de Reyes,
ya lejos queda tu fama,
ya no eres el mismo y
la ciudad no da la espalda.
Atrás yacen los poetas
que laceraron tu alma
siendo hoy los enamorados
quienes tu brisa acompañan
sembrando sobre tus olas,
rosas blancas y encarnadas.

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar ya le cantan!

Luis

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Romance al río Manzanares

Nutrido de manantiales
en la Sierra Guadarrama,
entre vibrantes aromas
cantos y sauces que abrazan,
junto a la Bola del Mundo
y al sur de la Cuerda Larga,
esquivando pozas y
hoyas mediante cascadas,
nacía el río que un tiempo
de Madrid sería playa.

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar todos cantan!

Atrás quedaron los años
cuando la gente bajaba
a tu cauce con tintorros,
caseras y limonadas,
chorizos y salchichones
y tortillas de patata
presidiendo los manteles
con frutas y pan de hogaza,
disfrutando de las fiestas
de chulapos y chulapas
con sus churros y barquillos
y el trajín que lo acompaña.
Donde niños y mayores
en su albedrío gozaban
hasta que un aciago día
la gente maleducada,
te hería con su basura
ahogándote en tu agua
pasando a ser vertedero
de industriales y de casas,
espacio de lavanderas
y de poetas "diana".

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar nadie canta!

Por los ojos de los puentes
y entre residuos, bajabas
aireando a lo viviente
tu hedionda estrofa de agua.
Cuántos de ti se burlaron
y soportaste su "guasa",
precisamente de ellos
que ya era mala gana
diciendo que quien caía
sobre ti, no se ahogaba
sino que moría impuro
y no ha lugar otra causa
siendo con pena más cierto
cual sol de cada mañana.

¡Manzanares, Manzanares!
al igual que el tiempo, pasas
con la misma melodía
pero con distinta agua,
viejo y riente con tus ondas
a nuevas y viejas almas
tras sufrir años de obras
recuperando tu magia.
Río de tierra de Reyes,
ya lejos queda tu fama,
ya no eres el mismo y
la ciudad no da la espalda.
Atrás yacen los poetas
que laceraron tu alma
siendo hoy los enamorados
quienes tu brisa acompañan
sembrando sobre tus olas,
rosas blancas y encarnadas.

¡Manzanares, Manzanares,
a tu pasar ya le cantan!

Luis

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En la sombra estaba ella
con su rostro callado
y sus labios aguardando mi lengua,
con las ganas abiertas
y párpados cerrados
en un río revuelto bajo su vientre
y el corazón vacío,
pero no podía tocarla
porque no la quería,
eso...quizá algún día pero no,
sólo podía respirar su aroma
y escuchar su respiración profunda
más allá de la punta de mis dedos
porque una mujer
que nace en los sueños,
es imposible poseerla.

Luis

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