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  1. Deshojando la flor
    mi tiempo se acaba
    y mientras eso pasa
    me doy cuenta que la vida
    nunca es como pensamos
    quizás la
    muerte
    tampoco lo sea.

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  4. Pasión

    Unos besan las sienes, otros besan las manos,
    otros besan los ojos, otros besan la boca.
    Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
    No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.

    Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
    la condición divina en el pecho de un fuerte,
    el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
    ¡como al golpe de viento las columnas de humo!

    La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
    haga noble tu pecho, generosa tu falda,
    y más hondos los surcos creadores de tus senos.

    ¡Y la mirada grande, que mientras te ilumine
    te encienda al rojoblanco, y te arda, y te calcine
    hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!

    Alfonsina Storni
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  5. Tú, eres el habitante
    de mis instantes y mi piel,
    la compañía de mis soledades,
    los gritos de mis silencios
    y los susurros de mi alma.
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  7. Espuma salpicando tu
    ausencia
    son las olas de este mar intenso
    que baila ante mis ojos

    Soledad vagando
    sobre los mudos senderos
    de la memoria
    son los susurros cayendo
    en las paredes del alma bañada de nostalgia

    Estruendosa marea
    son mis labios
    recordando tu nombre
    lleno de ruidos del tiempo

    Tus ojos duelen tan intensos
    rompiendo la tormenta
    la luna florece como Afrodita sembrando murmullos en medio de las aguas

    La calma reina en el silencio donde los secretos sonrien con picardía dibujada en los labios.

    El universo nos vuelve a unir
    Yo la luna y tu el mar
    volvemos a bailar
    el vals de las olas

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  8. "Todo lo que yo quisiera de ti"
    Autor: Julio Cortázar

    "Todo lo que yo quisiera de ti, son esas cosas cotidianas, el olor de tu cuerpo, saber lo que piensas de cualquier cosa, de ti, de mi, de nuestro entorno. Que mires más allá de mi apariencia física, que me recuerdes con pasión, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad".

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  9. Pensame mas

    ¿Como sabes que te pienso?
    que cuando te pienso
    sonrío recordando tus locuras
    respiro profundo y te siento
    y tambien me muero de celos

    Pensame mas

    Ay !si te pienso un segundo mas me vuelvo loca
    y te llamo con el pensamiento
    Ay! si te pienso apareces y el corazón me estalla

    Pensame mas

    Te pienso
    y vuelo

    Te pienso
    y planeo

    Te pienso
    y sueño

    Pensame mas

    ¿Vos me pensas?

    Yo te pienso tanto
    que los pensamientos
    se me escapan
    por los ojos
    por los poros
    por cada célula
    de mi ser
    que te nombra.

    Ya sé
    que no es poesía
    solo son...
    pensamientos

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  11. El palacio del emperador de China estaba completamente hecho de porcelana, siendo el más espléndido del mundo entero y también el más frágil. Su jardín de flores perfumadas y maravillosas era tan extenso que ni el propio jardinero tenía idea de dónde terminaba.Si llegaras a recorrer las tierras imperiales, te encontrarías en el bosque más frondoso que puedas imaginarte, lleno de altos árboles y profundos lagos. Aquel bosque llegaba hasta el mar hondo y azul; grandes embarcaciones podían navegar por debajo de sus ramas, y allí vivía un ruiseñor que cantaba tan primorosamente que los pescadores, a pesar de todas sus ocupaciones, se detenían para escuchar sus trinos.

    De todos los países llegaban viajeros que admiraban el palacio y el jardín, pero en cuanto oían al ruiseñor, exclamaban:

    —¡Este canto es el mejor del mundo!

    Los comentarios llegaron a oídos del emperador, quien ordenó a sus hombres encontrar el ruiseñor y traerlo ante su presencia para escucharlo cantar.
    Los hombres se dirigieron al bosque, al lugar donde el pájaro solía situarse. En el camino se encontraron con una niña que conocía el lugar donde vivía el ave. Avanzaban a toda prisa, cuando una vaca se puso a mugir.

    —¡Oh! —exclamaron los hombres—. ¡Ya lo tenemos! ¡Qué fuerza para un animal tan pequeño!

    —No, esa es una vaca que muge —dijo la niña—. Aún nos falta mucho por llegar.

    Luego, escucharon las ranas croando en una charca.
    —¡Magnífico! —exclamó uno de los hombres—. Ya lo oigo, suena como las campanillas de la iglesia.

    —No, esas son ranas —contestó la niña—. Pero creo que no tardaremos en oírlo.

    Y en seguida el ruiseñor se puso a cantar.
    —¡Es él! ¡Escuchen, escuchen! ¡Allí está! —dijo la niña—, señalando un ave gris posada en una rama.

    —¿Es posible? —dijeron los hombres—. Jamás lo hubiéramos imaginado así. ¡Qué feo y ordinario!
    Seguramente habrá perdido el color, intimidado por unos visitantes tan distinguidos.

    —Mi ruiseñor —dijo la niñita en voz alta—, nuestro emperador quiere que cantes en su presencia.

    —¡Con mucho gusto! — respondió el pájaro—, y reanudó un canto que daba gloria escucharlo.

    En medio del gran salón donde estaba el emperador, habían puesto una percha de oro para el ruiseñor. Toda la corte estaba presente, y la niña había recibido autorización para situarse detrás de la puerta. Todos llevaban sus vestidos de gala, y todos los ojos estaban fijos en la avecilla gris, a la que el emperador hizo un signo para comenzar su canto.

    El ruiseñor cantó tan hermosamente que las lágrimas acudieron a los ojos del emperador y cuando el pájaro las vio rodar por sus mejillas; cantó desde el alma. El llanto del emperador lo hacía sentir recompensado.

    Un día, el emperador de Japón le envió al emperador de la China un hermoso ruiseñor mecánico. Este ruiseñor estaba cubierto de gemas preciosas y también cantaba maravillosamente.
    Todo el mundo olvidó al humilde ruiseñor, y tristemente, el ave se fue volando. Toda la corte tachó al ruiseñor de ingrato y fue desterrado.
    Un día, la cuerda del ruiseñor mecánico se desgastó y su trino artificial cesó sin que alguien encontrara la manera de arreglarlo.

    Pasaron los años y el emperador se enfermó de gravedad, ningún doctor podía curarlo. De pronto resonó, procedente de la ventana, un canto maravilloso. Era el ruiseñor posado en una rama. Enterado de la desesperada situación del emperador,
    había acudido a traerle consuelo y esperanza; cuanto más cantaba, más se recuperaba el emperador.

    Fue así como el fiel ruiseñor que había sido olvidado y desterrado regresó todos los días a cantarle al emperador.

    Lo escribió Hans Christian Andersen en 1843 en Dinamarca y habla sobre la amistad.
  12. Háblame,
    que tu voz es mi bendición,
    es la droga que calma mis angustias.
    Háblame,
    que las hojas movidas por el viento,
    me susurran tus palabras.
    Háblame,
    dedícame un segundo amor,
    que solo escucharte me hace feliz.
    Háblame,
    cuando el cielo llore por los dos
    y las gotas mojen la distancia.
    Háblame,
    cuando tu mundo se caiga a pedazos,
    que seré el remanso,
    donde puedas reposar.
    Háblame,
    cuando pienses que el amor está a tu lado
    y me sientas cerca de ti.
    Háblame,
    cuando el otoño se deshaga en horas muertas
    y la muerte revolotee entre las sombras.
    Háblame,
    cuando la primavera florezca entre tus manos
    y un nuevo amor llame a tu puerta
    Háblame,
    cuando el cielo y el infierno se confundan.
    Háblame
    y dime que este sueño de amor se terminó,
    que solo fui un relámpago en tu cielo,
    aunque tú fuiste el rayo que me quemo el alma.
    Háblame por Dios,
    que yo me he quedado ya sin palabras,
    los miedos y las dudas me atacan
    ya no tengo fuerzas para combatir sin ti…
    Háblame amor,
    dime que aún me sientes dentro de ti
    o simplemente háblame
    y dime que este es el fin.



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