RECONOCIMIENTO DESTACADO POÉTICA CLÁSICA Poema seleccionado por el Jurado de Mundopoesia.com en fecha 30 de Noviembre 2021 Si he llegado a los portales del Turquino como inicio de esta aciaga travesía, ha de ser porque me hiciste peregrino del amor que entre tus versos se escondía. Si subí la sacra cumbre de Los Andes desafiando a la temible águila arpía, ha de ser porque las ansias son más grandes que el temor de fenecer en mi osadía. Si he cruzado el mar abierto de Ipanema afrontando mi flagrante cobardía, ha de ser porque me inspiro en un poema que quizás no se haya escrito todavía. Si este adusto transitar no ha satisfecho mi deseo por hallar lo que quería, ha de ser porque no he hurgado entre mi pecho y es allí donde me aguardas, ¡poesía!
RECONOCIMIENTO DESTACADO POÉTICA CLÁSICA Poema seleccionado por el Jurado de Mundopoesia.com en fecha 14 de Diciembre 2020 Cuando se adentra la noche y duermes sin el corpiño, me vuelco en mil sentimientos, ¡no sé qué hacer, amor mío!, si agradecer a la vida o dar a tu cuerpo abrigo, o tan solo contemplar tus ojitos que son míos, que reposan sus pasiones bajo cabellos cobrizos, sobre el coral de tus labios suavecitos como el limo, si despierto tu mirada con besitos encendidos, o si trato de dormirme, aquí, juntito contigo. Cuando se adentra la noche, ¡no sé qué hacer, amor mío!. Cuando se adentra la noche y encuentro que no has dormido, releyendo mis poemas, ¡no sé qué hacer, amor mío!, si consumar en tu cuerpo pasiones que se hacen gritos, o si quedarme callado e imaginar sin decirlo, es que me nublo en tus ojos, en tus labios y en tus rizos y solo nace en mi boca, un: "Te amo y te necesito" y un: "Gracias mi Dios del cielo", por cruzarte en mi destino, por hacer de ti, mi esposa y hacer de mí, tu marido. Cuando se adentra la noche, ¡no sé qué hacer, amor mío!
Poema participante del IV Certamen Eduardo León de la Barra 5 de Noviembre del 2020 Aprendí de tí el trioleto En tu honor he de escribir mi más sentido trioleto, porque supiste vivir en tu honor he de escribir. Eduardo, te ví partir y en muestra de mi respeto, en tu honor he de escribir mi más sentido trioleto.
RECONOCIMIENTO DESTACADO POÉTICA CLÁSICA Poema seleccionado por el Jurado de Mundopoesia.com en fecha 2 de noviembre 2020 Si la décima espinela puede honrar a lo que es mío, honra pues a mi bohío de bahareque y cañuela. Honra también a la espuela de mi gallito goajiro, que se alegra si le miro cuando se enfrenta en pelea con gallos de igual ralea, de igual pluma y mismo giro, y al perro que anda conmigo entre el bajío y la sierra, rebuscando en cueva y tierra la presa para su amigo. Hónralo, ya te lo digo, como has de honrar mi caballo, el viejo habanero bayo que sale de sus corrales dispuesto a enfrentar los males al primer cantío del gallo. Has de honrar de buena gana a la mujer que me espera con el boniato en la estera hecha de palma cubana. Esa mujer es mi Juana —al que quiera se le aclara— la conocí en Santa Clara, pasando Taguayabón, en plena revolución al mando del Ché Guevara. De honrar a mi descendencia no te olvides espinela, la hembrita que me consuela y el varón de mi impaciencia. Termina honrando la ausencia de aquellos que hemos querido y que primero han partido a otros mundos y universos, recuérdalos en tus versos que no caigan en tu olvido.
PREMIO A LA POESIA EN IMAGENES seleccionado por el Jurado de la Musa con fecha octubre 2020 Yo me pregunto, amor mío, si eres de verbo o palabra, si has nacido de dos versos en una estrofa de plata, escrita con pluma de oro sobre papel de avellanas, si ha sabido aquel poeta que componía en dos almas, una en la sombra del viento, otra en la luz que dilata, una nacida en tus ojos y otra que muere en las aguas de riachuelos que resecos se ocultan en la hojarasca, como el llanto que se esconde cuando bajas la mirada. Yo me pregunto, amor mío, si eres de paz o de espadas, si en tu interior hay sosiego o hay guerras en tus entrañas, si por amarte yo muero y me cubren tus mortajas o si al contrario revivo como el fénix de tus ansias, si han logrado los pintores plasmar en lienzo tu cara, bella cual Venus del Nilo, cual las indias de Guayana. Responde a mi corazón, sin adeudos ni quitanzas: ¿Por qué cuando hablas sonríes?, ¿Por qué lloras cuando callas?.
Juan Clemente Zenea Juan Clemente Zenea, poeta y patriota cubano, nació el 24 de febrero de 1832 en Bayamo. Considerado el poeta elegíaco más grande del romanticismo cubano, se le reconoce haber ejercido gran influencia en la literatura cubana al retomar el Romanticismo, marcando una nueva línea en la poesía hispanoamericana. Junto con Joaquín Lorenzo Luaces y José Fornaris formaban el grupo más destacado del lirismo cubano de aquellos años. Dedicado al periodismo desde los dieciséis años, con veinte tuvo que refugiarse en los Estados Unidos por haber escrito contra el gobierno colonial español. Se radica en Nueva Orleans y desde allí escribió y envió artículos políticos que le acarrearon una sentencia de muerte por parte del gobierno español. Gracias a una amnistía, regresa a Cuba en 1854. En 1865 viaja a los Estados Unidos por asuntos profesionales y más tarde a México, pero al llegarle noticias del levantamiento en Yara en 1868, se traslada a Nueva York para cooperar en los trabajos de la propaganda insurgente. En el mes de noviembre de 1870 consigue llegar a Cuba en una misión. Después de reunirse con Carlos Manuel de Céspedes y cuando se disponía a regresar a los Estados Unidos, las autoridades españoles le apresaron. Juan Clemente Zenea fue sentenciado a muerte y fusilado en la mañana del 25 de agosto de 1871. Obras 1855: Poesías 1859: Lejos de la patria. Memorias de un joven poeta 1860: Cantos de la tarde 1861: Sobre la literatura de Estados Unidos Fidelia ¡Bien me acuerdo! ¡Hace diez años y era una tarde serena! ¡Yo era joven y entusiasta; pura, hermosa y virgen ella! Estábamos en un bosque, sentados sobre una piedra, mirando, a orillas de un río, como temblaban las hierbas. ¡Yo no soy el que era entonces, corazón en primavera, llama que sube a los cielos, alma sin culpas ni penas! ¡Tú tampoco eres la misma, no eres ya la que tú eras; los destinos han cambiado: yo estoy triste y tú estás muerta! La hablé al oído en secreto y ella inclinó la cabeza; rompió a llorar como un niño y yo amé por vez primera. Nos juramos fe constante, dulce gozo y paz eterna, y llevar al otro mundo un amor y una creencia. Tomamos, ¡ay!, por testigos de esta entrevista suprema, unas aguas que se agotan y unas plantas que se secan; nubes que pasan fugaces, auras que rápidas vuelan, la música de las hojas y el perfume de las selvas. No consultamos entonces nuestra suerte venidera, y en alas de la esperanza lanzamos finas promesas; no vimos que en torno nuestro se doblegaban enfermas, sobre los débiles tallos, las flores amarillentas; y en aquel loco delirio no presumimos siquiera que yo, al fin, me hallara triste, ¡que tú, al fin, te hallaras muerta! Después, en tropel alegre, vinieron bailes y fiestas, y ella expuso a un mundo vano su hermosura y su modestia. La lisonja que seduce y el engaño que envenena, para borrar mi memoria quisieron besar sus huellas; pero su arcángel custodio bajó a cuidar su pureza, y protegió con sus alas las ilusiones primeras; conservó sus ricos sueños y, para gloria más cierta, en el vaso de su alma guardó el olor de las selvas, guardó el recuerdo apacible de aquella tarde serena; mirra de santos consuelos, áloe de la inocencia… ¡Yo no tuve ángel de guarda y, para colmo de penas, desde aquel mismo momento está en eclipse mi estrella; que en un estrado, una noche, al grato son de la orquesta, yo no sé por que motivo se enlutaron mis ideas; sentí un dolor misterioso, torné los ojos a ella, presentí lo venidero: me vi triste y la vi muerta! Con estos temores vagos partí a lejanas riberas, y allá bañé mis memorias con una lágrima acerba. Juzgué su amor por el mío, entibiose mi firmeza, y en la duda del retorno olvidé su imagen bella. Pero al volver a mis playas, ¿qué cosa Dios me reserva?… ¡Un duro remordimiento y el cadáver de Fidelia! Baja Arturo al Occidente bañado en púrpura regia, y al soplar del manso Alisio las eolias arpas suenan; gime el ave sobre un sauce, perezosa y soñolienta; se respira un fresco ambiente, huele el campo a flores nuevas; las campanas de la tarde saludan a las tinieblas, y en los brazos del reposo se tiende naturaleza… ¡Y tus ojos se han cerrado! ¡Y llegó tu noche eterna, y he venido a acompañarte y ya estás bajo la tierra!… ¡Bien me acuerdo! Hace diez años de aquella santa promesa, y hoy vengo a cumplir mis votos, y a verte por vez postrera. Ya he sabido lo pasado… Supe tu amor y tus penas, y hay una voz que me dice que en tu alma inmortal me llevas. Mas… lo pasado fue gloria; pero el presente, Fidelia, el presente es un martirio: ¡yo estoy triste y tú estás muerta! Fuente consultada: Ecured.cu. verbiclara.wordpress.com buscabiografias.com
Agradecido de todos ustedes amigos y amigas, poetas y poetisas de este maravilloso espacio de MP. Siempre a la orden de todos.