1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Telares, guirrios, atropajos, garabatos y cosinas varias

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  1. Sirenas

    No me convence la brisa del mar
    ni los relojes de arena de playas
    ni ver gaviotas surcar atalayas
    ni marineros volviendo al hogar.

    Soy de secano y no quiero llorar
    para inundar los vacíos que callas,
    para poblar el pesar cuando vayas
    a tu remoto destino a soñar;

    con las ausencias que marcan tu vida,
    con tus poemas cargados de penas,
    con los placeres de fruta prohibida,

    con quemazón de la sal en las venas,
    con el menguar de tu luna perdida.
    No puede amar mi locura sirenas.

  2. Cuarenta

    Inexorables llegan los cuarenta
    y a su trágico encuentro igual acudo
    que a la pasión, mejor sin ver que mudo,
    la luz descubre la mentira cruenta.

    No recuerdo poner mi edad en venta,
    ingenua fue mi juventud, no pudo
    ser sometido mi carácter rudo
    y pulí la mitad sin darme cuenta.

    Ahora cuento amores con los dedos
    y me sobran dos pies y hasta una mano
    y seré un cuarentón imberbe y cojo,
    más calvo, igual de feo. Menos flojo
    asumo sin remedio viejos credos
    y afronto la batalla que no gano.
    A malco le gusta esto.

  3. Los besos que me diste

    Los parques del otoño piden besos,
    sus bancos aposentan a parejas
    con corazón de lana y furias viejas
    arden rozando su calor, anexos.

    El frío desprendido de los huesos,
    las caras blancas mudan a bermejas,
    ávidas de pasiones que complejas
    pincelan de carmines sus impresos.

    De madrugada permanece triste
    pero caen las hojas en los charcos,
    se recuestan en él las flores mustias
    y la ventisca arrastra las angustias
    y anhelo ver brillar tus ojos zarcos
    y evadirme en los besos que me diste.
    Te gusta esto.
  4. Cocina de autor

    Isomalt, alginato, vaya lío,
    mido hasta la sartén, grosor y altura,
    bizcocho al microondas con moldura
    y en bolsitas guardar lo que sofrío.

    Aliños en la máquina, al vacío,
    será de terciopelo la textura
    de las croquetas fritas en tempura,
    con química tendré calor y frío.

    Adornos con espumas de sifón,
    rombos, pétalos, lágrimas y tejas,
    sutil decoradora de salón.

    Tanto esferificar unas mollejas
    añadiendo su salsa al biberón
    al final se pegaron las lentejas.

    Si cocinar me dejas,
    por huir de parecer un carcamal,
    el cocido con algas e isomalt.
    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.
  5. Vejez, hurtos y envidias

    Qué cruda es la vejez con su risible
    acontecer en piel y facha vieja,
    han crecido tres pelos en mi oreja,
    los vi de refilón. —¡Es increíble! —

    Depilarme con pinzas es posible,
    sigiloso las hurto a mi pareja
    y sigo perfilándome la ceja.
    —¿Será mi crecepelo el infalible? —.

    —“Al no poder actuar sobre el cabello
    buscó terreno fértil despoblado
    donde abundante me creciera el vello—.”

    Visito al farmacéutico indignado:
    —¡Qué ultraje! ¡Qué crueldad! ¡Vaya atropello!
    ¿Qué le hice para ser así pagado?—.

    El pobre, avergonzado,
    se quita el peluquín: —Siento mi insidia,
    perdone mi maldad, es pura envidia—.
  6. Taoísmo, gimnasio y aves en celo

    Los músculos reclaman ejercicio
    y rebusco en mis libros un consejo
    que agracie su mirar en el espejo
    y no suponga mucho sacrificio.

    Dos kilos en las pesas como inicio
    no parece excesivo ni complejo,
    fragata pertinaz en mi cortejo
    me esfuerzo presumiendo el beneficio.

    Pero la muy ladina ni se inmuta,
    le pregunto a mi “trainer” y el amigo:
    “que tengo que evitar manteca y fiambre,
    que me tome un batido y una fruta”
    Le respondo “A dios pongo por testigo,
    jamás he de volver a pasar hambre”

    Al notar un calambre
    por faltarme el sustento de un buen pan
    descubrí a Lao Tsé: su Gym y Ñam.

  7. Pique absurdo

    Con ese pequeñín mantengo un pique,
    una batalla diaria en soledad,
    no consigo torcer la voluntad
    del irritante, burdo y alfeñique.

    Rebelde como rojo bolchevique
    es la ovejita negra en su hermandad,
    no curra de la media la mitad.
    Os hablo de mi dedo, del meñique

    Se cree del Paseo Salamanca;
    hortera, ñoño, cursi, es un clasista
    pijotero, se extiende con retranca.

    Cuando al impertinente lo noté
    alzarse cual falange falangista,
    ridículo bebía mi café.
    Te gusta esto.
  8. Rocío

    Cómo apagar el fuego de su llama,
    incandescente hervor en el vacío
    de mis vísceras faltas de rocío,
    cavidades que sufren este drama.

    No consigo asumir que no me ama
    retumban los latidos con más brío
    pues mata el estupor, escalofrío
    que recorre mi piel ante la dama.

    Rebusco en la razón una sentencia
    que congele el furor con la frialdad
    propia de la mesura que he negado.
    Lógicos juicios contra la creencia
    de no poder vivir con dignidad
    sin el amor que cruel ha desterrado.
  9. Neuronas Socarronas
    En mi cabeza estallan las ideas
    cursis, tristes, repipis y ramplonas,
    no cesan de bailarme las neuronas,
    me provocan perennes cefaleas.
    Influyen como luna en mis mareas,
    se ríen en mi cara socarronas,
    groseras, insolentes y bufonas
    se traban en mi mente sus correas.
    Me impiden disfrutar de la pacífica
    soledad de silencios y vacíos
    que derrumban mi alma frigorífica,
    me comprenden y alivian los espasmos,
    se muestran en mis muchos desvaríos,
    quizás son necesarios sus sarcasmos.
  10. Maginot Cantábrica

    La Maginot Cantábrica, trincheras,
    piedra caliza, esfuerzos inhumanos,
    el olor de la sangre en los hermanos,
    la mezcla de sudores con turberas.

    ¿Pero qué defender si no hay fronteras?
    La poca libertad está en sus manos,
    pronto maquis serán los milicianos,
    adiós a parapetos de pedreras.

    Desde el alto vigilan las montañas,
    las vidas de los pueblos no controlan
    y siempre habrá traidores que reseñan
    los senderos ocultos y artimañas.
    Justos son los principios que enarbolan
    aquellos que en los fosos aún los sueñan.
    A ti y a Jazmin blanco les gusta esto.

  11. Mujeres y truhanes


    Ahora las mujeres son donjuanes,
    los hombres besamanos y corderos
    alelados por lobas con roperos
    que visten de tacón sus ademanes.

    Se piensan muy señores, muy trühanes,
    y sólo despilfarran los dineros,
    que ganan sus esposas con esmeros,
    perdidos al calor de los volcanes.

    En sus cuentas bancarias cinco ceros
    sustraídos a míseros rufianes,
    es un arte timar a caballeros

    que se creen tan listos y galanes,
    efímeros amores verdaderos
    convierten a sabiondos en gañanes.
  12. Ya no te quiero

    No llegan alpinistas a la cima,
    no dan vueltas las aspas del molino,
    no me cruzo azaroso en tu camino,
    no me perfora el sable de tu esgrima.

    Ajeno a la inclemencia de tu clima
    no espolea tu amor mi torbellino,
    no me embriaga el aroma de tu vino,
    no te amo, lo siento. Me lastima.

    Esbozar la sonrisa es mi cruzada,
    no puedes pretender que te rechace
    pues fuiste de mi vida el esqueleto.

    Simular que te quiero es mi secreto,
    lo guardo con la duda al desenlace
    que mortifique cruel mi canallada.



    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.

  13. Soneto a la deriva

    Cien días, cien sonetos de mentira
    y, entre medias, verdades inconscientes
    que manan de las rimas dependientes
    como sudor del verso que transpira.

    Cien días controlándome la ira
    cuando asoman rigores consecuentes
    de crueles verborreas imprudentes,
    látigo de la diosa que me inspira.

    En la comodidad de estar conmigo
    no me culpabilizo por mi calma
    confiando en la llegada de la musa
    que derroche su magia cual castigo
    y parezca esta noche que mi alma

    serena, es de catorce la reclusa.



    A ti y a Jazmin blanco les gusta esto.
  14. No puedo perdonar

    Te puedo perdonar que no me quieras,
    me gustan las mentiras y patrañas
    y anhelo tu maldad cuando me extrañas.
    Aguanto como puedo las esperas.

    Te puedo perdonar que no te mueras
    por mis huesos, mi piel y mis entrañas,
    incluso te disculpo si me dañas,
    es duro el armazón que tú vulneras.

    Te puedo perdonar si me vadeas,
    comprendo tus razones si me apartas,
    que en la vida a tu lado no me veas.

    Te puedo perdonar que no te creas
    mis versos, mis novelas o mis cartas.
    No puedo perdonar que no me leas.
    A ti y a Destinos les gusta esto.
  15. Ángel de la Pena

    Piedras que necesitan un abrazo
    cálido que mitiguen las caídas
    lágrimas en el mármol esculpidas,
    firmes tras la razón de tu rechazo.


    Marcas de la crueldad del puñetazo,
    rígido su golpeo en estas bridas
    fijas, me apuntalaban las heridas.
    Yunque que se ha mellado por tu mazo.


    Cardos que me atraviesan las durezas,
    filos de cortafríos que incisivos
    lascan con epitafios la estructura.


    Vetas que no resisten impurezas,
    frases con corolarios erosivos.
    Lápida cuyo molde es escultura.

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