1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Telares, guirrios, atropajos, garabatos y cosinas varias

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  1. Tan cerca y tan lejos

    Puedo permanecer durante horas
    narrando los detalles de tu rostro
    rebelde e imperfecto,
    descubriendo en tus ojos cómo y dónde
    ocultas los secretos.

    Quiero callar lo visto y escribir
    las mentiras que busco, pero sé
    que tu verdad prefiero
    y ya no es la razón mi eterna aliada
    si me reta el deseo.

    La mente en blanco rinde sus principios
    al placer insufrible de la ausencia
    de mi discernimiento.
    Cuando giras el tronco asoman raudas
    las lágrimas del miedo.

    Te tengo cerca y lejos, sin poder
    acariciar tu piel, a diez centímetros.
    Lloro cuando me encuentro
    en tu profundidad, mas si me voy
    lloro porque me pierdo.

    Insondable el dolor de la atracción
    que reprimen las cuerdas invisibles
    de un “no se puede” gélido,
    como una negativa inverosímil
    susurrada en silencio.
    El sermón pecador de los devotos
    renegando tu credo.
    Témpanos en las llamas
    y en la distancia, el beso.
    A El regreso de Alfonsina le gusta esto.
  2. Se propagan mentiras en el aire
    para ocultar con velos llamativos
    verdades que incomodan
    y frenan las doctrinas elegidas
    por quienes se coronan.

    Redefinen conceptos por estética,
    el pan no es pan y el vino es el mal mosto
    de sus uvas mohosas,
    porque todo corrompen al medrar
    sus maneras despóticas.

    Trazan sus falsos números con cuentas
    y cifras, con dinero de otros cambian
    nuestra banda sonora,
    escuchamos la música que tapa
    opiniones tramposas.

    Alimentan traidores con los sueldos
    que mantienen familias, y los pobres
    desayunan bazofias,
    son escritas, radiadas, inyectadas
    en vena a todas horas.

    Son sus ideas canas escondidas
    tras tintes atractivos, campan piojos,
    pero no les importa
    porque es su ecosistema, saben que
    sangran a los idiotas.
    No se casan con nadie, pero anillan
    con el oro que roban.
    Vagos y agradecidos
    nos quedamos sus sobras.
  3. Sin mariposas.

    Dejaron de existir primeras veces
    cuando la mansedumbre se asentó
    sobre mi poesía
    y el colchón de la paz en su absurdez
    desvaneció la lírica.

    Se refinó la mala praxis por
    ser hábito palmario en mis escritos.
    Se tomaron medidas
    para una rendición que no aplaudiesen
    las tropas enemigas.

    El corazón guerrero fue aplacado
    por juicios que traspasan las fronteras
    de conciencias impías,
    se suspenden las guerras que provocan
    aleteos y brisa.

    Aplastaron las alas de crisálidas
    y reí su ocurrencia, no frené
    la censura excesiva
    y arremetió su furia contra mí
    una vulgar polilla.

    Por frenar el ligero estremecer
    de mi piel en la cara, expuesto al frío
    oculté las mejillas
    con bufandas de lana artificial.
    Arrinconé caricias
    en un baúl ajeno a la nostalgia,
    de pronto, tuve prisa
    por volver a ser yo
    con mis fobias y filias.
    A El regreso de Alfonsina le gusta esto.
  4. Cerezas en agosto

    Golpeamos frutales en agosto
    agitando las ramas de los árboles
    y los frutos prohibidos,
    antes inalcanzables, se deslizan
    hasta nuestros bolsillos.

    Regodeos, correr sin dirección
    y sin prisa ¿Sin prisa? Sí, se puede
    correr y mirar fijo
    a lugares de ensueño entre senderos
    que no son el camino.

    El rojo de los labios se confunde
    con sangre de cereza al masticar
    su pulpa, nos reímos;
    de nosotros, del frío, de la noche,
    del disfraz de vampiro.

    Nos miagan gatos mansos en su búsqueda
    absurda del amor por callejuelas
    vacías, compartimos
    felicidad y jugos con la dicha
    de creernos felinos.

    Cuando la oscuridad cede y la luna
    comparte amanecer con intención
    de perpetuar su brillo
    tenue, la obligación de la vigilia
    entorpece su sino,
    es momento y lugar para la súplica
    de un deseo tan nimio
    ¿cómo aislar lo fugaz,
    recordar que estoy vivo?
    A ti y a Jazmin blanco les gusta esto.
  5. Perseguirte en el tiempo

    Rompiste el engranaje del reloj
    en el brusco escenario del ayer
    que marchitó los pétalos
    florecidos sin luz y sin oxígeno
    en aquel frío invierno.

    Se paró la estación de madrugada,
    la marmota asomó buscando sombras
    sin saber si queremos
    verano, primavera o repetir
    un perpetuo febrero.

    Junio nos exigía más cariño,
    no se sentía amado, sin retozos
    era un mes incompleto,
    el calendario, un cúmulo de páginas
    sin orden ni concierto.

    Los minutos corrían a sus anchas
    en las horas borradas tras tu viaje
    a través de los vientos
    por mundos prometidos a quien queda
    anhelando el regreso.

    Llovía sobre aceras transitadas
    por individuos grises y aburridos
    con rostros cenicientos
    y la tranquilidad de no importarles
    que te echara de menos.
    Asumo que tampoco saben como
    perseguirte en el tiempo,
    quizás puedan volar
    sus paraguas abiertos.

    A ti y a Jazmin blanco les gusta esto.
  6. Latidos

    Escuché los latidos murmurando
    a través de la piel de un suave seno
    debajo de su ropa,
    rítmico mascullaba las canciones
    un corazón sin boca.

    Vinculé mis poemas a su música
    y los versos en mí sonaban débiles
    porque eran sólo copias
    de su desnudo artístico, de sístoles
    y diástoles monótonas.

    El mundo que giraba alrededor
    del erizado pliegue de sus pechos
    era mi única gloria,
    el legítimo fuego que prendía
    la rosada areola.

    No quería partir a otros lugares
    por el miedo a perder en el olvido
    el placer de su alcoba,
    los precisos detalles de los ecos
    que estallaban en olas.

    El trance permanece sempiterno
    en mi frágil memoria de poeta,
    guardé tanto la horma
    que no es posible desterrar las marcas
    grabadas en el tórax
    por el hierro caliente de su lengua.
    Bajo mi piel la crónica
    cuenta que sin su aire
    mis pulmones estorban.
    A ti y a M.B.Ibáñez. les gusta esto.
  7. La molinera

    Albergaba los miedos a prender

    en la mediocridad mis vagas letras,
    alimentar al monstruo
    del ego desmedido y complaciente
    que cobijo en mi fondo,

    germen devorador de halagos fáciles,
    picapedrero fatuo que permite
    redondear mi estómago
    con aves de corral, baños de salsa
    sobre panes de oro.

    Los racimos dorados sin el agua
    ni el trigo se digieren más deprisa
    que el barro sustancioso,
    pero cierto alfarero no moldea
    sus vasijas sin lodos.

    No está la molinera en el presente
    y los molinos ya no adornan valles
    con sus acordes sordos.
    Me falta cereal que se enriquezca
    entre mis versos toscos.

    ¿No serán trigo, barro, piel, palabras,
    las aspas del vacío? La dulzura
    es mi propio abandono,
    su falda, coartada ante deslices
    con los que muero cómodo,
    y su cuerpo, el desnudo del poeta,
    aquel juguete roto,
    un silencio entre sílabas,
    la nada sin el todo.

    A ti y a El regreso de Alfonsina les gusta esto.
  8. Moira

    Afila la guadaña para mí,
    no quieras deslizar un borde romo
    cuando desnude el cuello
    con la solemnidad del ejercicio
    ensayado entre sueños.

    No consientas temblar tu dócil mano
    que otrora fue causante de placeres
    en este mismo cuerpo
    y habrá de consumir mis esperanzas
    en un último aliento.

    Liquida carne y verbo en el lugar
    donde fundíamos palabras nuevas
    víctimas del molesto
    elixir que despiertan las pasiones
    ligadas al veneno.

    Ahora, sin ponzoña, tienes filo
    con el que castigar severamente
    al perdedor del juego,
    la leve decepción de su final
    es el único miedo.

    Se destapa la máscara de muerte
    si alzas huesudas las falanges frías
    mientras tornas tu aspecto
    por el que ya conozco y que también
    amo y paciente espero,
    tu rostro deformado, amada moira,
    que me dicta los versos
    extirpados camino
    al viejo cementerio.
    Te gusta esto.
  9. Arrullos de poesía

    No requiero el olvido de los golpes
    que tenaces agreden a la piedra
    mellando las aristas
    del frío mármol falto de la luz
    de los seres con vida.


    Repique constante sobre mí
    de carencias ocultas a los ojos
    de quien, sin ver, remira
    fijo al arte, que inerte yace frente
    a sus cuencas vacías.


    Es recuerdo maldito de los ángeles
    de muda piel sentados a la izquierda
    en un campo de espigas,
    sus palabras serenas, el dolor
    de la talla esculpida.


    El aire que sobraba horadó rocas,
    el quejido de angustia fue agudo
    despertar de la brisa,
    un último gemir que lascó el viento,
    un soplo de agonía.


    ¿Agoniza lo muerto? Nuevamente
    nacen bajo los hombros del herrero
    centelleantes chispas,
    brotes en llamaradas se conciben
    de las grises cenizas.
    Del metal y la piedra he de quedarme
    arrullos de poesía,
    los latidos nacientes
    de los seres con vida.


    A ti y a Jazmin blanco les gusta esto.
  10. Soñar con unos ojos negros

    ¿Sabes?, sé con certeza:
    de los ojos oscuros tu flequillo

    oculta la belleza,
    no deslumbre su brillo
    la luminosidad de lo sencillo.

    Y sé que no reclamo
    más que soñar acariciar el cielo,
    escuchar un te amo
    que me lleve al desvelo,
    reposando mis dedos en tu anhelo.

    Tu voz, tono meloso,
    resuena en mí, su acorde vibra lento,
    resiste y deja poso,
    perpetuo su momento.
    Oí claro el estímulo violento.



    Te gusta esto.
  11. Adiós juventud.

    Te fuiste juventud,
    liviana tu caricia en mi conciencia,
    levitó el haz de luz
    arrastrando la esencia,
    ahora que se esfuma tu insolencia.


    ¿Cuándo ocurrió? Te odio,
    me odio, no te anhelé por ver lejano
    el fugaz episodio,
    el relámpago ufano.
    Extraño tu cortejo, amor tirano.


    ¿Cuál fue el momento exacto
    en el que desertaste, traicionera?
    ¡Qué sufrido el impacto!
    No te olvido, altanera.
    Clamo adiós, ¡hasta nunca primavera!
    A ti, MaríaA.G y M.B.Ibáñez. les gusta esto.
  12. ¿Es Posible?

    ¿Es posible la flor
    germinada y completa en el desierto?
    ¿Es posible el color
    que ahora he descubierto?
    ¿O es alucinación de un hombre muerto?

    ¿Es posible nacer
    sin agua, sin oasis y sin vientre?
    ¿Es posible crecer
    en la sequedad, entre
    yermos de soledad sin que te encuentre?

    ¿Es posible agradar
    sin nadie que contemple la belleza?
    ¿Es posible llorar
    sin mostrar la flaqueza
    de sólo ver rocío en la tristeza?

    ¿Es posible vivir
    sin soñar con milagros imposibles?
    ¿Es posible morir
    sin miradas sensibles
    en mundos de verdades invisibles
    A ti y a M.B.Ibáñez. les gusta esto.
  13. Disfraza el ayer

    Sumérgete en los mares
    del olvido, en aquel sombrío día,
    rincón de los pesares,
    remanso de elegía,
    profundo pozo de melancolía.

    Halla el lugar fugaz
    del recuerdo que habita en tu memoria,
    lejana la verdad,
    línea divisoria
    que quisiste virar como una noria.

    Disfraza nuestro ayer,
    rememora los sucesos anclados,
    las cargas del haber
    y caducos pecados.
    Expía así tus crímenes pasados.

    Revívenos alegres,
    en medio de la nada siendo todo,
    mira, no desintegres
    el pueril acomodo
    de un solo cuerpo en llamas y beodo.
    A ti, Luis Á. Ruiz Peradejordi y malco les gusta esto.