1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

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Telares, guirrios, atropajos, garabatos y cosinas varias

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  1. Nunca Jamás
    Llegan los días extraños
    del final de primavera
    cuando en junio tengo frío,
    las risas son hojas secas,
    acecha un verano gélido
    y los niños ya no juegan
    porque les falta un juguete:
    la libertad de la aldea.


    En un rincón melancólico
    escondido tras mis puertas
    escribo sobre la infancia
    para curarme las brechas
    que causa el paso del tiempo,
    aunque certero ya sepa
    que no sanan mi presente
    los pasados a la vera
    del pueblo de mi querer
    y lugar de mis ausencias,
    recorro con la memoria
    sus huertos y sus praderas
    contemplo cercano al niño
    entre montes y bodegas
    se entretiene sin pensar
    paseando callejuelas.


    En la mano lleva tiza
    y unas chapas de botellas,
    desde el fondo sus amigos
    reclaman en las aceras
    dibujar como ingenieros
    las etapas de la Vuelta.


    En este invierno tan largo
    no quiero entender que quieras
    salir de Nunca Jamás,
    ahora sólo deseas
    olvidar a Campanilla
    y que con los años muera
    el pequeño Peter Pan.


    Dices adiós a quien sueña
    y me pregunto: ¿Por qué?
    Ya no tiro de tus trenzas,
    si tenemos mariquitas
    ya no vistes tus princesas,
    y si vamos a la playa
    ya no vuelas tus cometas,
    y si llueve todo el día
    ya no juegas con muñecas.


    Y si te beso la boca
    ya no sabes a cerezas.
  2. Viajes

    Recuerdo pisar la luna
    una noche entre las sábanas,
    iba pasando las hojas
    como tantas madrugadas
    esquivando los relojes
    con pinzas en las pestañas
    para no quedar dormido
    cuando mi mente viajara
    hasta el centro de la tierra
    o debajo de las aguas.

    Veinte mil eran las leguas
    que calmarían mis ansias
    de recorrer el planeta,
    ochenta días de marcha,
    sin aviones se va en buque
    zarpando de Gran Bretaña
    atraviesan continentes;
    Europa, América y Asia.

    En un mundo de corales
    el Capitán Nemo manda
    un submarino secreto
    de camino hacia la Atlántida,
    buscan especies marinas
    gigantes, bellas y extrañas.

    Desde pequeño sabía
    que no existen las distancias,
    se puede viajar muy lejos
    sin moverte de la cama,
    entre páginas de un libro,
    bajo el calor de unas mantas
    recorriendo mil kilómetros
    mientras el cuerpo descansa.
  3. Tres Bancos

    Hay tres bancos en tres parques
    que saben de los amores
    que profeso a quién me dio
    cariño sin condiciones,
    son lugares con la magia
    fraguada en potentes vórtices
    que me anudan el estómago
    con cada recuerdo inmóvil.

    Hay uno desvencijado
    imagen de los frescores
    de una noche veraniega
    con unas caricias torpes,
    con tabardos en agosto,
    sin problemas que trastornen
    los quereres, los abrazos
    y los besos de dos jóvenes.
    De madera carcomida
    por el paso de las noches
    sin gozar de los abrigos
    que nos dábamos entonces.

    Otro de pulcra pintura,
    moderno, madera noble,
    más urbano y reluciente
    con remates en los bordes
    y toboganes al fondo
    que deslizan emociones,
    al final de primavera
    germinaban con las flores
    besos de amor para siempre,
    la sangre que altera el polen
    gira el mundo sin apoyo
    y cura nuestras neurosis.

    Otro en un parque tan viejo
    que sólo faltan los fósiles
    para acomodar historias
    que sucedieron anoche
    pero son del siglo veinte,
    besos que fueron errores
    que provienen del pasado
    y no encuentran soluciones
    pues ganan romanticismo
    pero les pierden los óbices,
    las circunstancias ajenas
    al banco donde se esconden
    sombras perdidas de un sauce,
    descontrol de las pasiones,
    calienta un invierno frío
    el amor en bravas dosis.

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  4. Abuelo

    Anduviste los caminos
    montando en tu bicicleta,

    hasta el final de los días
    como los niños que sueñan
    bajo las mantas calientes
    alcanzar la luna llena
    con el batir de unas alas
    que la ilusión representan.
    Cada mañana lo mismo,
    a cumplir con la tarea,
    te levantabas temprano
    y reías sobre ruedas
    pedaleando tranquilo
    hasta llegar a tu huerta.


    Cuando yo me despertaba
    volvías de la faena
    y también nos encontrábamos
    después de una noche negra,
    con la venida del sol
    se terminaba la fiesta
    y tu nieto regresaba
    a dormir la borrachera.
    Buenos días, buenos días…
    ¡Qué santísima paciencia!


    Una vida de trabajo
    entre ladrillos y tejas
    soportando las heladas
    mientras cargabas gavetas
    sin la posibilidad
    de lamentos o de quejas,
    con trayectos en el frío
    en la misma bici vieja
    que más tarde portaría
    tus útiles a la vega.


    Me enseñaste de pequeño
    cuando jugaba a tu vera
    a querer sin condiciones
    igual que la gente buena,
    sin ambages ni deberes,
    compromisos que conllevan
    a perder por el camino
    lo que sí vale la pena,
    disfrutar de lo más simple:
    un partido, una carrera,
    una baraja de naipes
    o buscar entre las fresas
    la más madura de todas
    aunque sea la pequeña,
    a perseguir saltamontes,
    mariposas o libélulas.


    Nunca me diste un consejo
    que cambiase mis maneras,
    mas te lo tomo prestado:
    arriesgar por lo que crea,
    sin darle tanta importancia
    a aquello que no lo tenga.

  5. Lunes en la Oficina

    Una escena de ciudad,
    un cristal de la oficina
    para un nuevo lunes gris
    y otro monótono día,
    individuos con trayectos
    hacia el ocaso con prisas
    no detienen sus miradas,
    del hastío no me libran,
    no conozco sus pesares
    ni cuáles serán sus citas
    pero me temo que no
    son el amor de su vida.


    Entre tanto me imagino
    el final de mis desdichas,
    un abrigo con capucha
    me recuerda tus enigmas
    y mi pluma vuela sola
    describiéndote de niña:
    entre bufandas y plumas
    el rubor de tus mejillas,
    entre gritos del recreo
    los sonidos de tus risas,
    entre miedos y vergüenzas
    el calor de tus caricias,
    entre carreras de niños
    parejas de pilla-pilla,
    entre dudas resquemor
    por si todo fue mentira.


    Perdona si tú no fuiste
    quien me provocó los síntomas
    de nostalgia en la mañana,
    de fugaz melancolía,
    a veces quiero soñar
    con la piedra de mi chispa
    que es rugir de mi motor,
    el florecer de las briznas
    de un pasado aletargado
    del que ahora soy cronista.


    Perdona que hable de ti
    si mi vida es aburrida,
    si no tengo más consuelo
    que recurrir a la química
    que mantuvimos los dos
    con secretos, a hurtadillas.


    Perdona que sea tonto
    y te quiera todavía
    como musa encapuchada,
    como luz en la neblina.
    Escribiéndote recuerdo
    cuando éramos poesía.


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  6. El escritor siempre vuelve
    donde ocurrieron los hechos.
    Al escenario del crimen
    o al lugar de los anhelos,
    él se compra los billetes,
    su pluma vuela primero.

    Detiene las mariposas
    en el preciso momento
    del impacto de la bala
    sobre un corazón sereno.
    Mariposas embriagadas
    que con zigzag virulentos
    poblarán este poema
    de sus erráticos vuelos.

    Divisemos esta escena
    como abogados del reo:

    solo quería escribir
    sobre el amor unos versos;
    disparó sin más razón
    que querer soñar despierto,
    sin maldad ni alevosía
    pongo la mano en el fuego.

    No quiso hacer tanto daño
    con tal disparo certero,
    nunca pudo imaginar
    acertar en pleno pecho,
    pero en el mismo segundo
    ellas surcaban el cielo,
    mariposas que anidaron
    un estómago revuelto.

    El poeta es inocente
    y si no puedes creerlo
    contempla el mirar vidrioso
    al escribir su recuerdo.

    Las alas de mariposas
    que rellenan cada hueco
    entre los llantos de pena
    como colores del lienzo,
    solo quieren adornar
    un poema sin consuelo.

    Porque no había motivos
    para un ataque tan fiero,
    para inquina ni crueldad
    en un corazón tan tierno.

    Porque fue su única arma
    aquel estúpido beso.



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  7. Cuando estabas tan malita
    y no querías ver mundo
    te contaba las historias
    de la banda del Pitufo,
    aquel caco tan simpático
    que te hacía reír mucho
    porque se las liaba pardas
    a los buenos de su grupo.

    ¿Recuerdas aquella vez
    cuando fue sin disimulo
    a atracar un nuevo banco
    disfrazado como un lucio?


    Se olvidó los agujeros
    y cuando quiso no pudo
    sacar las manos del traje
    y rascarse un poco el culo.
    No le quedó más remedio
    que marchar a lo canguro
    saltando, saltando a brincos
    mientras reían con júbilo
    los operarios de caja
    por lo cutre que fue el hurto.


    En la sucursal bancaria
    ya no le llaman Pitufo
    cuando lo ven asomar
    todos le dicen: ¡Merluzo!
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    Fue su Dios la libertad
    y libre observé su marcha,
    desnudó su corazón
    y vistió el adiós con lágrimas
    amargas en la mejilla
    mas en la lengua saladas,
    se soltaron nuestros dedos
    aquella triste mañana,
    esos postreros instantes
    se cosieron en mi alma
    con los hermosos bordados
    de sus sentidas palabras.

    Cuando se alejó despacio
    mi vista clavé en su espalda
    buscando desesperado
    a fuego grabar su cara,
    el sentir arrepentido
    de unas últimas miradas,
    el consuelo de unos ojos
    que de pena me lloraran,
    el eslabón de cadena
    con la que a sus pies me ata,
    el pañuelo que tiñó
    con mi sangre derramada,
    el filo de aquel cuchillo
    que de mí no se desclava.

    Asumía que ser libres
    no serviría de nada
    ni ley, ni fuerza, ni viento
    se los cambio por el mapa
    que navega su cintura
    las noches de marejada
    en las rutas de sus piernas
    donde olvidé mi templanza,
    en el tacto de su piel
    que como imán me reclama.

    Son las olas de su mar
    las tablillas de su falda
    que temblaron al marcharse
    como cuerdas de guitarra,
    como el ritmo de mi pulso
    al sentirla tan lejana,
    se evaporaba atajando
    hacia sus cuentos de hadas.

    Cuando el rastro se borró
    no dejó ni las pisadas
    sobre el suelo de aquel parque
    donde siempre me besaba,
    donde nunca nos mentimos,
    donde dejamos la marca
    de pasiones colegiales
    en la vida necesarias.

    Fue su barco mi tesoro
    sus aguas mi única patria,
    abracé la libertad
    ya perdida la esperanza.
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    Se puede vivir en nidos
    mas se ha de volar por aire,
    no se puede aposentar
    la luna en nuestros hogares,
    se puede fingir el miedo
    si no habitas en la cárcel,
    se puede olvidar tu risa
    hasta bajar a la calle
    pues cuando los niños ríen
    imagino tu semblante.


    Se puede correr tan lejos
    como lleguen tus andares,
    hasta París me apetece
    y repetir aquel viaje,
    la falsa luna de miel
    de sabor inmejorable,
    con sueños de juventud
    y la vida por delante.
    De la mano pasear
    los jardines de Versalles,
    vencer al Arco del Triunfo
    con tus miradas amables,
    sentir que ya es Navidad
    con luces como fanales
    que alumbran Campos Elíseos
    y celan a los amantes.


    Siempre quedará París
    como un lejano detalle
    que nos punza el interior
    ante la memoria frágil,
    no vayamos a olvidar
    iglesias y catedrales,
    Notre Dame y Sacre Coeur,
    ni del árbol los ramajes
    ni de torres escaleras
    o del Louvre las pirámides.


    Cuanto tiempo contemplando
    de la cultura ignorantes,
    sin saber más que mirar
    aquellas obras de arte,
    es imposible abarcar
    tanta belleza delante
    no nos llega nuestra vida
    para entender el bagaje
    que arrastra la humanidad
    alentando vanidades.


    En los lienzos reflejados
    desde asuntos virginales,
    tahúres o bodegones
    hasta el sexo de los ángeles.
    Y en el brillo de tus ojos
    frente a los pétreos mármoles
    observo la media luna,
    la felicidad errante,
    pues nosotros sonreímos
    aunque seamos vulgares.


    Ahora que ya se acercan
    de noviembre los finales
    transito por esos días
    de besos entre pasajes,
    de transbordos en el metro,
    de los Museum Pass a lápiz,
    de mochilas equipadas
    con bocatas de salami.
    Sin dinero en el bolsillo,
    con pasión de la que arde,
    con las ganas de quererte
    hasta el día que me faltes.

    A Eratalia le gusta esto.